domingo, junio 12, 2011

Natalia Contesse: Viaje a la semilla



Emol

Después de años de tomar rumbos desde la raíz afro y la fusión latinoamericana, esta compositora chilena viene a debutar como solista con un disco de inspiración campesina chilena: tonadas y décimas. "Uno en la ciudad no cacha nada", dice Natalia Contesse.

A grandes rasgos la vida completa de Natalia Contesse, o al menos la música que ha tocado hasta ahora, bien pueden ser consideradas un viaje emprendido desde lo general a lo particular, encaminado por naturaleza hacia Chile. Su apellido es de origen francés; es una mujer con doble nacionalidad, desde que es chilena pero fue a nacer en 1978 a Nueva Orléans en Estados Unidos, y países vecinos de América Latina han marcado su aproximación a la música.

La más reciente de estas estaciones es en cambio un disco inspirado por las tradiciones del folclor chileno, entre la tonada campesina y en la poesía popular en décima. Y es un nuevo comienzo además: Puñado de tierra (2011) se llama el primer trabajo de Natalia Contesse como solista, al que ha llegado tras un itinerario por las estaciones sucesivas de la música de raíz africana y asiática, la fusión latinoamericana, la cueca, la poesía popular, la tonada y, como resultado, la composición de sus primeras canciones.

La tonada "Ay que sí, ay que no" ya circula en un videoclip como primera presentación del repertorio de esta cantante en su disco, que llega a solista además después de haber integrado una serie de agrupaciones como Los Obreros del Ritmo, Tribu Raíz, Orixangó, Yámana, Detucuna Atutumba y Vena Raíz, un grupo de fusión de músicas latinoamericanas y de otros orígenes con el que publicó el disco Vena Raíz (2008).

El tramo definitivo del viaje se inicia en 2007, cuando llegó con ese último grupo a La Paz y se conectó allá con la música chilena y con Violeta Parra en particular, por la invitación de Vena Raíz a la Feria Internacional del Libro de Bolivia, con Chile como país invitado. A su regreso Natalia Contesse estuvo lista para una seguidilla de encuentro determinantes en su futura vocación, entre Manuel Sánchez y Alfonso Rubio, ambos cantores a lo poeta; Margot Loyola y Patricia Chavarría, ambas folcloristas.



Encuentros con mujeres y hombres notables

Como parte de esa búsqueda ya en 2002 Natalia Contesse había asistido a un taller con Manuel Sánchez, guitarronero, cantor y payador, que motivó los primeros rasgueos de cueca que años después podría en el disco de Vena Raíz.

La cueca es una exploración que profundizó en 2009, al formar un grupo con compañeros como Dángelo Guerra, Juan Pablo Muñeco Villanueva y Carola Gutman. "Fue una experiencia súper buena, porque tenía que tener repertorio para la noche, me aprendí hartas tonadas de la tradición". Pero la cueca tampoco fue la última palabra.

-Era un mundo, pero había todo un personaje del roto o el bravo un poco estereotipado en el que los mismos músicos se ponían, y me daba cuenta de que no era el lugar tampoco donde quería expresarme. Y esto de gritar… porque también quiero escribir letras y que la gente pueda escuchar. Para mí es súper importante la palabra. Por eso también me ha gustado estudiar las formas métricas: la décima, la tonada, las distintas maneras de componer que tienen todas. Y busqué qué más hay.

En paralelo a la cueca la cantante se encaminó a la tradición del canto a lo poeta y la décima como expresión de esa poesía popular. Se enroló en un taller con el payador, cantor y guitarronero pircano Alfonso Rubio y emprendió visitas a la ciudad de Pirque, en la zona sur de la Región Metropolitana, en paralelo a la escucha de Violeta Parra. "Don Alfonso me enseñó varias entonaciones, melodías, y empecé a componer melodías para hacer décimas, escuchando a la Violeta (Parra)", explica. Y un paso siguiente, ya en 2009, fue conseguir el teléfono de Margot Loyola.

-Sin conocer prácticamente casi nada del trabajo de la señora Margot Loyola la llamé y le dije "¿puedo ir a verla? Necesito aprender" -recuerda Contesse que dijo a la maestra-. Fui y ese día mismo me quedé como tres o cuatro horas conversando con ella, de la vida, de la tonada, de que existe algo que se llama cantoras campesinas, que la guitarra se afina de otras maneras. Tuvimos feeling, tuvimos onda, se fueron dando las cosas, estaba la prosperidad de los encuentros para acceder a información de música chilena.

-¿Fue una sola vez?
-No, pues, de ahí nunca dejé de ir, hace dos semanas estuve allá. Ellos (Loyola y su compañero, el folclorista Osvaldo Cádiz) están en gestión súper activa de trabajo, formulando proyectos, están súper pila. Siempre que tengo preguntas sé que tienen mucha información de todo. Piensa que (Margot Loyola) tiene 94 años y desde los quince estuvo en los campos, aprendiendo, tiene historias de todo tipo.

-¿Qué importancia tuvo ese encuentro para ti?
-Ahí entré en la dimensión del rol de la mujer en el folclor. Y fue como una señal, la trilogía: mujer, canto, guitarra. Tonada, mujer, guitarra. La cueca, mujer, guitarra. La mujer está siempre con su guitarra en los hitos importantes, tiene que ver con el rol de una mujer en la comunidad, con cómo la cantora retrata los momentos, su conexión con el campo, los elementos, la cosecha, el agua, el amor, el desamor. Que era su forma de expresar todo su quehacer, su sentimento. Me resonaba profundamente.

Margot Loyola fue a su vez el nexo para conocer a Patricia Chavarría, también folclorista eminente y directora del Archivo de Cultura Tradicional de Artistas del Acero, en la región del Bío Bío. Con ella Natalia Contesse visitó a cantoras campesinas cerca de Penco, en la misma región, y también exploró por cuenta propia en el pueblo tradicional de Rari, de la provincia de Linares, región del Maule.

-La señora Patricia (Chavarría) tiene la escuela de las cantoras, y las cantoras te reciben así. Cuando fui a Rari después de un rato me invitaron a que la próxima vez me quedara todo el fin de semana, que invitara a mis hermanos para que llevaran el acordeón. La señora Patricia tiene también esa escuela, de cómo a ella la han recibido.

-¿Fue distinta la aproximación al folclor con ellas dos?
-Sí, porque la señora Margot me enseñaba más sobre las investigaciones suyas, con ella es otro contexto. No es que me pueda ir en micro al campo, como sí lo hice con la señora Patricia, y de ella me ha llegado más específicamente la guitarra, las afinaciones, los distintos rasgueos.

-¿Tampoco es llegar donde una cantora campesina y pedirle que cante? ¿Toma tiempo ese proceso?
-Sí, es súper de azar, he ido a lugares y no he encontrado a nadie. O cuando fui a Rari la gente del pueblo cercano me decía "A qué va a ir, ya no hay cantoras, hay puras brujas en Rari". Te metes en el mundo, en el misterio de la gente. Uno en la ciudad no cacha nada. O sea, cachai todo en otro aspecto, pero no te das cuenta de todo eso que también es parte. Escuchando a las cantoras me doy cuenta realmente de cómo Violeta Parra sacó de ahí tanto, en todos sus trabajos de creación, reconozco esa guitarra, esa forma de escribir, esas palabras que se refieren a tal celebración. A medida que voy estudiando escucho a la Violeta de nuevo y entiendo más, más.

El clic de la tierra en esta parte de Sudamérica

El movimiento viene desde antes en la vida de Natalia Contesse. "Yo viajo un montón por América, participo en una agrupación que tiene que ver con volver a mirar ciertas ceremonias muy antiguas y con realizar estas ceremonias que están en todo el continente", dice, con países como Ecuador, Perú, Colombia y México entre esos rumbos.

-Es bañarse de América Latina, pero no sólo de la música, sino de su gente, sus tradiciones, su cultura más de ritual, como se puede sentir en el disco. Es una dimensión que engloba todo con palabras, lenguajes, temáticas, con los elementos y con una cosa más chamánica. No es la la palabra, sino cómo la gente la dice, tiene que ver con la sabiduría ancestral, con este recorrido por las tradiciones espirituales de América.

-¿Todas estas dimensiones se fueron sucediendo o se dieron simultáneas: los viajes, la cueca, Pirque, la tonada, Margot Loyola, Patricia Chavarría…?
-Todo simultáneo. Escuchaba una tonada, la aprendía, la sacaba, la tocaba, veía la afinación y pensaba en componer algo. Siempre iba filtrando desde mi experiencia.

-¿La idea fue siempre componer canciones propias? ¿No pensaste en un disco de recopilación?
-Siempre tenía claro que esto es lo que tenía que hacer. Me estaba preparando, sabía que iba a ser en su momento. Tenía que estudiar, y no sólo de un cuaderno, sino ir a los lugares, ir a bailar, todo el abanico, y a partir de eso iba a tener el fundamento y la certeza de lo que estoy haciendo. Cuando volví de Bolivia (en 2007) me hizo un clic que la tierra en esta parte de Sudamérica habla con ese lenguaje. Eso sentí: iba a la montaña, al río, y el agua se está expresando en ritmo de tonada, por eso sale acá eso, por eso las cantoras acá cantan así y en otros países cantan otra cosa. En ese momento pensé que lo que estoy haciendo es lo correcto, que es donde debo estar y puedo defenderlo porque tengo conocimiento.

-¿Valoras más la intuición o el estudio?
-Pienso que hay que ser coherente, como ser humano y como artista. Sí la intuición hay que tenerla para decidir qué paso dar y para el arte también. Pero si digo que hago folclor, o si soy súper pachamámica, por ejemplo, la pregunta es cuál es el fundamento. He estado estudiando y aprendiendo, lo veo como parte de mi recorrido. La vida me puso en el momento.

-¿Pero también es un valor no seguir al pie de la letra la tradición?
-Creo que para poder romper las reglas es bueno saber cómo son. Es mi humilde opinión. Esto es así y ahora lo rompo y hago esto otro. Es importante la intuición y arriesgarse, pero tienes que ser claro en decirlo, porque también confundes a la gente. Yo también sé súper poco y me queda mucho por aprender. Y eso es lo bonito.

Si hasta ahora el rumbo de Natalia Contesse ha parecido un viaje a la semilla, el destino del viaje podría cambiar, esta vez en relación con el lugar natal de la cantante, en Nueva Orléans, donde nació en 1978 durante una estada de estudios de sus padres en ese país.

-Es súper loco, porque partí en la música con grupos bien afro, como Yamana, Detucuna Atutumba -conecta ahora-. Y cuando nací no estuve por una semana con mi madre, a mí me amamantaron las negras. Después de ene tiempo supe. Muy loco.

-¿Leche de mujer negra durante los primeros días?
-Sipo. Mi mamá no medio leche porque no pudo, quedó súper débil. La primera semana. Para mí es muy especial. Y por ejemplo la cueca viene de distintas vertientes pero el afro es el más fuerte. He hablado con la misma señora Margot y tiene mucha influencia afro. El rito, la danza, afro total. Entonces tengo muchas ganas de ir a Nueva Orléans. Porque sé que algo va a pasar. Hay algo que siento que tengo que ir a estudiar allá. Nunca he ido, quiero aprender el blues, hay una energía ahí que no es casualidad. Es lindo porque siempre vuelvo a los orígenes, a donde nace. Siempre ando en esa búsqueda.




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