sábado, agosto 13, 2011

Chileno traduce libro esencial sobre John Cage



El Mercurio

En el volumen, el creador estadounidense habla de su obra musical, gráfica y literaria.
Por primera vez está disponible en español una larga entrevista que dio el artista el mismo año de su muerte.

Romina de la Sotta Donoso
El compositor chileno Sebastián Jatz (1980) tradujo al español el libro "Musicage", donde la académica Joan Retallack entrevista a John Cage (1912-1992) sobre su obra musical, gráfica y literaria. "Le presenté a Metales Pesados la idea y aceptaron. Decidimos publicarlo en tres partes, una al año", comenta Jatz. Este primer volumen, titulado "Visual Art", llegará a librerías el martes.

"Cada acuarela o grabado suyo puede entenderse como una pieza musical, y viceversa. Los procedimientos formales de su música, Cage los aplica en su obra visual y en sus textos, generando una serie de eventos en espera de su percepción cognitiva", dice Jatz. "Cage es una especie de Duchamp de la música. Reformuló de manera radical los alcances de la composición y de la percepción de una obra musical, generando hasta hoy una división entre quienes lo consideran un genio o un payaso. Le debemos la no voluntad, el azar, el budismo zen, la percusión, el uso de la tecnología, la transformación de la partitura, e incluso el redescubrimiento de Satie".
Agrega que "uno esperaría que en estas conversaciones Cage diera la impresión de ser un gran intelectual, pero, al contrario, se le oye como una persona sencilla, atenta, cariñosa y llena de fascinantes ideas. Hay cierta afable radicalidad en su pensamiento que es muy simple y a la vez muy compleja".

Todos los diálogos están cruzados por el particular sentido del humor de Cage. Se trasluce, por ejemplo, que todo lo hizo a su manera. Como guía turístico, elegía lugares que no conocía, y les daba charlas sobre arte moderno a las dueñas de casa. Cuando le encargan diseñar la papelería de una compañía textil, lo despiden al año. El dueño, dice, "quería que encontrase una manera de hacer las cosas y luego repetirla, mientras que yo, de ser posible, quería tener cada vez una forma nueva e interesante de hacer publicidad".

"Sabía que no era un artista, que no podía dibujar realmente nada". Por eso probó hacerlo con los ojos cerrados.

Pero justo cuando había encontrado una forma de pintar pese a ser un pésimo dibujante -usando en vez de pincel lana de acero para restregar la pintura sobre la tela-, Schoenberg le dice que debe elegir sólo la música si quiere ser compositor. Más tarde volvió a las artes visuales, pero desde sus propios procedimientos musicales, como su manera de utilizar el azar.

Cage revela cuánto admiró a Duchamp y por qué le pidió que le enseñara ajedrez. "Parece que no quieres ganar nunca", le gritaba. "Pero yo no quería ganar, quería estar con él", explica.
"El efecto para mí de la obra de Duchamp fue cambiar de tal modo mi manera de ver para que yo me convirtiese a mi manera", dice.

"Tengo más idea sobre cómo algo se va a ver que sobre cómo algo va a sonar (...) No escucho música en mi cabeza", confiesa, y reconoce que aprendió de Satie que la experiencia paraliza. Por eso dijo, en enero de 1992: "Cuando escribo música estoy en la posición de no saber qué es lo que estoy haciendo. Eso sí sé cómo hacerlo". El 30 de junio de ese año se realizaría la última entrevista. Justo doce días antes del infarto que lo mató.

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