domingo, diciembre 04, 2011

La UC estrena en la web miles de documentos del Fondo Quilapayún



El Mercurio

Grabaciones, afiches, fotografías y cartas con figuras esenciales de la música chilena. Todo fue digitalizado.

Romina de la Sotta Donoso
"En nuestro país, y la experiencia lo ha demostrado, en las entidades estatales el patrimonio corre riesgos con los cambios políticos. Como Universidad Católica, hoy podemos cumplir el rol de los antiguos monasterios", comenta Alejandro Guarello, director del Instituto de Música UC.

Lo dice porque el Archivo de Música Popular Chilena UC (Ampuc) acaba de subir a la web el Fondo Quilapayún. Este legado, que fue donado por los propios músicos, incluye centenares de grabaciones, partituras y programas de mano, 360 diapositivas, 544 fotografías, 113 afiches y 475 recortes de prensa, además de 869 cartas.

"Esto no es por soberbia, nunca hemos creído haber jugado un papel muy relevante en la historia de Chile. Pero lo que hemos hecho tiene un sello histórico, en el sentido de que existe una cierta iconografía de una determinada época que la gente identifica con el Quilapayún", explica Eduardo Carrasco, fundador y director musical del conjunto.

Un legado que retorna a la UC, donde en 1969, en el 1er Festival de la Nueva Canción Chilena, Quilapayún interpretó con Víctor Jara "Plegaria a un labrador". Ganaron el primer lugar.

"Hasta ahora, la música popular había sido menospreciada por los especialistas, pero las cosas están cambiando y la Universidad Católica se ha puesto a la vanguardia", agrega Carrasco.

El Fondo Quilapayún se suma, así, al Ampuc, y está disponible en la web (www.ampuc.cl). La catalogación fue realizada de acuerdo con los estándares internacionales de primera línea. Sin embargo, el encargado del Ampuc, Rodrigo Sandoval, explica que mantuvieron las mismas categorías que los músicos usaron para ordenar su material.

"Partimos de gira y terminamos viviendo 15 años en Francia. Perdimos casi todo lo que teníamos en Chile, como cartas de Víctor Jara y discos producidos en diferentes países", confiesa Carrasco. "En Europa teníamos un cuaderno donde anotábamos todo lo que hacíamos. No sabíamos que iba a servir para algo".
A las fotografías y los afiches creados por artistas como Sybille Bergemann, Joël Lumien, Alejandro Stuart y Vicente Larrea, se suma una reveladora colección de cartas.

Carrasco destaca al productor Ricardo García, uno de sus interlocutores: "Él fue una de las personas que más hicieron por recuperar la Nueva Canción Chilena. Se nos ocurrió hacer un disco de rondas infantiles para volver a tener alguna presencia en Chile, y le interesó de inmediato".

A través de las misivas, se puede reconstruir la fusión de dos mundos hasta entonces antagónicos: el clásico y el popular.

Por ejemplo, Juan Orrego Salas, se disculpa en 1982 por no haber sabido usar todos los recursos musicales de Quilapayún en una obra que le habían encargado. "Pero 'Canto para Bolívar' en realidad es muy interesante", lo contradice Carrasco. "Orrego Salas quería establecer un vínculo entre la música popular y la clásica, que es lo que siempre nos interesó. Cuando estábamos trabajando en eso con Sergio Ortega, a través suyo llegamos a Luis Advis y nació la Cantata 'Santa María de Iquique'. Con Advis seguimos trabajando por carta, él en Chile y nosotros en Europa. Y también lo hicimos con Gustavo Becerra".

El Fondo aloja además decenas de anécdotas desconocidas. Por ejemplo, en una carta de la recién fallecida Danielle Miterrand. "La ex primera dama nos agradece ahí el texto que nos había pedido sobre la libertad. Con ella nos pasó algo emocionante. Los Miterrand nos invitaron a su casa. Íbamos subiendo una escalera ¡y a un costado se veía un gran afiche del Quilapayún!", cierra Carrasco.

 

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