martes, junio 19, 2012

El renacer de las disquerías de nicho

El Mercurio


Aunque las tiendas de discos tradicionales se derrumban, los establecimientos especializados viven un pequeño momento de gloria gracias a internet, coleccionistas y melómanos.  

Felipe Rodríguez

Es una tendencia reiterada: cada vez que artistas de impacto global como Luis Miguel, Shakira o Madonna editan nuevos álbumes, las tiendas tradicionales de discos se frotan las manos. Saben que, con mayor o menor promoción, esos nombres les permiten meses de tranquilidad y números azules. Para el dueño de una disquería independiente, ese tipo de títulos no existen. Incluso peor: aunque reconocen que esos discos se venderían como pan caliente, optan por dejarlos de lado. Como si no existieran. "No estoy dispuesto a vender a Luis Miguel. No me interesa. Sé que si lo pusiera a la venta, facturaría por varias semanas ventas por dos mil copias. Pero no es lo mío. Esta tienda es un proyecto de vida porque, en mi caso, la música tiene relación con lo más profundo de mi existencia", señala Hugo Ilabaca, dueño de la disquería Kraftwerk, especializada en sonidos industriales y electrónicos.

A primera vista, la aspiración de echar a andar una disquería independiente huele a espíritu kamikaze. Sobre todo, en un período donde cualquiera apretando un click puede bajar hasta las músicas más inauditas. Pero la teoría primaria no calza con la realidad. Aunque las compañías multinacionales han bajado dramáticamente su nivel de ventas, las tiendas de nicho en el país viven una de sus mejores etapas. Las razones son varias, pero principalmente coinciden en que el chileno es melómano. "Para mí, internet ha sido de gran ayuda. Tú puedes bajar veinte discos en un día y difícilmente los escucharás todos con las mismas ganas. De esos veinte, tres te pueden gustar mucho más que el resto y, si tienes poder adquisitivo, vas y los compras. Al chileno le gusta la música", indica Víctor Vega, propietario de Sonar, una de las disquerías con mayor variedad de títulos de la capital.

Al igual que la venta de los libros, la transacción de discos puede ser un negocio riesgoso. Un propósito que nace de una misma idea: el amor desmedido por la música. Cada jefe de sí mismo en este tipo de establecimientos parte desde una premisa: la carencia. Así les sucedió a Gabriela Villalba y Cristián Maluenda, dueños de "La Tienda Nacional", un local de Merced especializado en sonidos locales. Como muchos de los discos que querían tener no estaban disponibles, se la jugaron. Cambiaron la estabilidad de sus trabajos y abrieron un lugar donde la identidad nacional es la bandera de lucha. Se la jugaron con todo: en diciembre pasado, negociaron con el sello EMI para reeditar mil copias de cada uno de los álbumes debut de Tiro de Gracia y Los Tetas.

Debieron poner mucho dinero sobre la mesa, pero el negocio resultó. "No los hemos vendido todos, pero la gente se ha llevado una gran mayoría. Estábamos chatos de encontrar los discos de las bandas que nos gustaban sólo en sus recitales. En las disquerías no había nada. Así que decidimos poner nuestra propia tienda. Ha sido súper bueno porque, en el fondo, lo que estamos haciendo es una curatoría. Aquí sabemos lo que tenemos y podemos traspasarlo a los clientes para que ellos elijan lo que quieren. Además, hay muchos artistas independientes que no promocionan sus discos y nosotros los vendemos acá. Es harta gestión, pero al final del día es satisfactorio", reconoce Villalba, quien el próximo 23 de junio cumple un año de funcionamiento.

Coleccionistas y vinilos
Alejandro Acuña, dueño de la disquería "Kind of Blue", ostenta un pequeño récord. Fue uno de los pocos que abrió su local el pasado 27 de febrero de 2010. Esa jornada con una gran parte de Chile en el suelo, las ventas fueron buenas. "Estuvimos hasta las seis de la tarde funcionando y la gente entraba como si fuera un día cualquiera", recuerda Pablo Chuyin, uno de los dependientes.

Con horario de lunes a domingo, esta tienda es una de las que más ha crecido. Si antes se especializaban en jazz y novedades rockeras, en el último tiempo el negocio se ha ampliado a los vinilos y a la música clásica con una gran variedad de artistas. Pese a que no tienen títulos de Ricardo Arjona o Backstreet Boys en sus estanterías, si algún cliente se los pide -como ha sucedido-, ellos consiguen esos encargos. "Las adolescentes que, por lo general, acompañan a sus papás los fines de semana les piden ese tipo de discos. No es nuestro público específico, pero si lo quieren se los traemos. En ese sentido, no somos talibanes.

¿Qué es lo que más se vende? En el barrio llegan muchos extranjeros y preguntan siempre por los mismos autores: Violeta Parra, Víctor Jara, Inti Illimani o Quilapayún. Asocian a Chile con esos músicos. Otros que se venden son Pascuala Ilabaca, Camila Moreno, Manuel García y Chico Trujillo. Quizás estos últimos no son nuestro target, pero el año pasado se vendían cinco discos diarios y los vendíamos", enfatiza Chuyin.
Otro segmento responsable del éxito de las disquerías independientes son los coleccionistas. A ellos no les importa el precio ni lo que aparezca en la reedición de su artista favorito. Si algo nuevo de ellos aflora, lo compran. ¿Cuáles son los grupos fetiches de los chilenos? Según los disqueros, The Beatles, Pink Floyd y The Cure. "Hay coleccionistas atentos a cada álbum nuevo que aparece de su artista favorito. En ocasiones, uno también hace su parte. Uno siempre tiene que estar al día con lo que está pasando y si te das cuenta que aparece alguna reedición de un artista famoso, la traes porque es seguro que se vende. En estos días, por ejemplo, apareció un disco reeditado de "Yellow Submarine" de The Beatles. Llamé a un cliente y no dudó en decirme que lo quería", sostiene Carlos Melo de Spectrum.

Víctor Vega, de Sonar, reconoce que algunos melómanos rayan en la obsesión: algo les carcome la ansiedad por tener lo nuevo publicado por su artista favorito, aunque incluya un estornudo como novedad. Pero también se da otro caso. Muchas veces, las personas buscan discos clásicos como regalo. Y si tienen una edición limitada y de lujo, venderlo es una tarea mucho más fácil. "Cada vez, el disco es más preciado porque contiene fotos inéditas, letras o textos que cuentan que es lo que estaban haciendo los músicos en esa etapa de sus vidas. Son pequeños detalles que hacen que la gente se prenda más por comprarlo. Aunque también se repite lo de las reediciones. Si un disco clásico cumple diez, veinte o treinta años, siempre tendrá un comprador".

Aunque ninguno de los entrevistados se refiere al dinero que ganan por sus disquerías, todos reconocen que viven con comodidad. El progreso material, además, se ha visto agudizado en los últimos años por circunstancias que, hace algunos años, no se presentaban: la explosión del vinilo, el aumento en la compra de adolescentes y la empatía que se logra entre compradores y dependientes. "Jamás me iría a un mall a poner una disquería porque no tendría humanidad. Los discos son un ritual de cultura. Pónte en la siguiente situación: cuando tus hijos o nietos entiendan la colección de discos que tienes, les estarás transfiriendo cultura, un aspecto esencial para la formación ciudadana. Por eso, acá se forma una amistad con los compradores. Pueden estar escuchando un disco entero y compartiendo información. Eso no lo logras en disquerías tradicionales", afirma Hugo Ilabaca, de Kraftwerk. Una opinión en que coincide Víctor Vega, de Sonar: "Existe un grado de intimidad en la música que sólo los que son melómanos comprenden. Por otro lado, en los últimos años, los adolescentes se han sumado a tener sus discos. Ellos dicen que se debe a que les gusta hablar con conocimiento de causa con sus amigos de los grupos que les gustan. Algo que no pasaba antes. Lo mismo pasa con el vinilo. Ahora recién se han dado cuenta de que tiene mejor sonido que el compacto y todos quieren tener alguno en sus casas, pese a que su precio es más caro".

Sonar
Paseo Las Palmas 017

Respect
Portal Lyon Local 46

Tienda Nacional
Merced 369

Kind of Blue
Merced 323

Kraftwerk
Nueva de Lyon 0114

Y la opción de Purochile Musical:
Surdiscos.


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