domingo, noviembre 11, 2012

Con 40 mil asistentes, Maquinaria recibió al rock más oscuro

El Mercurio


Kiss iluminó la cara de sus fanáticos con un show que abusó de la pirotecnia, su marca registrada. Unas 5 mil personas recién intentaban llegar a Las Vizcachas después de las 19:00 horas,lo que provocó atochamientos y accesos.

Diego Rammsy y José Vásquez

El escenario natural asombraría a cualquier extranjero. En una zona rodeada de montañas, que incluso deja entrever la cordillera nevada, con brisas frescas que mecen los árboles y aficionados del parapente volando entre los cerros, están instalados cuatro escenarios que proyectan música a altos decibeles.

Al interior del Club de Campo Las Vizcachas hay 23 grados de temperatura a las cinco de la tarde, el pasto está seco y los asistentes, vestidos casi exclusivamente de negro y muchos de ellos pintarrajeados, se mueven como hormigas por el árido mapa de Maquinaria.

35 mil personas han llegado en la primera jornada para presenciar conciertos de leyendas como Kiss, o del grupo metal de moda, Mastodon, y el decorado de la naturaleza no podría ser mejor. Sin embargo, el lugar mismo donde funciona el festival luce desértico, algo desolado y por momentos el viento levanta remolinos de tierra.

¿Vestidos de luto?

Nada más que carpas metálicas con toldos blancos o negros han poblado escasamente el lugar para entregar una oferta de consumo básica para los asistentes, que se puede resumir en unas cinco opciones de comida -hamburguesas, choripanes, pizzas, completos y churros- y un negocio de merchandising . También han colonizado la explanada dos puestos de cerveza, dos sectores de baños, una tienda de la Cruz Roja y un cajero automático.

Venir en familia o a acampar fue una opción atractiva sólo para una minoría (se esperaban mil quinientos campistas). La mayoría, en cambio, pasaba caminando por los locales del camino San José de Maipo en busca de cervezas heladas y gaseosas. Botas de cuero hasta la rodilla, chaquetas con metal punzante, pañoletas en la cabeza y poleras rasgadas destacaban entre la obligatoria negrura del tono de las vestimentas de la audiencia. Lo que se llama luto rockero.

La premisa de Maquinaria se vivió y se cumplió. Algo que tiene que ver con la espontaneidad, con las pasiones que provocan los ritmos frenéticos, el griterío y las guitarras distorsionadas. Para algunos, incluso, esto es un estilo de vida.

Pero el rock no iba a garantizar la correcta organización del evento. A la llegada masiva de público por la tarde siguieron algunos atochamientos que colapsaron los buses de acercamiento e hicieron más lentos los accesos. Dicho esto, la velada sabatina se desarrolló en normalidad, con miles de fanáticos del metal disfrutando cada una de las bandas que desfilaron por los escenarios.

Mastodon provocó la primera estampida

El comienzo se postergó en una hora. Slayer, la emblemática banda capitaneada por el chileno Tom Araya, retrasó su prueba de sonido (programada para las 11:00 de la mañana) y eso desencadenó una demora general que tuvo como damnificados a los brasileños de República, encargados de abrir el festival a las 14:30 horas.

Las puertas del recinto se abrieron finalmente a las dos de la tarde y en el escenario principal los nacionales de Hielo Negro comenzaron con el rock. Su presentación fue una réplica de lo que acostumbran a mostrar en bares o el lugar donde les toque: lo hacen siempre con el mismo aplomo y descaro.

Para cuando fue el turno de Mastodon (ver crítica en la página C 19) ya se había congregado mucha más gente para ver el debut de esta banda en el país. Fue la primera estampida que se agrupó en torno a las guitarras pesadas de una de las bandas que más elogios ha cosechado en los últimos años a un género que ya no ofrece demasiadas novedades.

Mientras tanto, en los escenarios laterales, grupos como Project 46 y Yajaira y más tarde Como Asesinar a Felipes y Los Peores de Chile no conseguían entusiasmar al público en cantidad.

Tributo zombi

Cerca de las 20:00 horas, cuando el sol ya se comenzaba a esconder, había emergido de las tinieblas Marilyn Manson, esa voz desquiciada que rehúye la luz y que dice sentirse más cómodo en la oscuridad

Manson apareció junto con toda su gente con la cara pintada, en una especie de tributo zombi a la banda de Paul Stanley y Gene Simmons. Sus ojos lucían una franja de mapache y su boca, con la pintura desparramada, sumaba puntos a su leyenda de bicho raro.

Luego fue el turno de las guitarras rápidas de Slayer, que se despacharon un set de alto calibre. Tom Araya, Kerry King y Dave Lombardo no entregaron pausas al show más potente de la jornada que le daría el pase a la pirotecnia de Kiss.

El libreto de los dueños de "Lick it up" es conocido, pero como los fuegos artificiales de Año Nuevo, nunca terminan de sorprender. Arrancaron con "Detroit rock city" y el fuego, y los conocidos estruendos luminosos con cada riff de la canción iluminaron las caras de los fanáticos que no bajaban su sonrisa, dando un cierre festivo a esta primera jornada, que según datos de la productora bordeó las 40 mil personas.

Antes de saltar al escenario, los cuatro integrantes de la banda se juntaron con una veintena de seguidores en un meet and greet .

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