sábado, noviembre 17, 2012

Jóvenes profesionales que lo dejaron todo por la música

El Mercurio


Estudiaron carreras apetecidas socialmente y que les garantizaban un buen pasar, pero de a poco su pasión por la música se fue instalando hasta obligarlos a tomar una decisión. ¿Arrepentidos? ¡Jamás! Estas son sus historias.

 Mauricio Palazzo

Para quienes no lo conocen, Daniel Riveros, más conocido como Gepe, es un compositor y multiintrumentista que se ha instalado, tras cuatro discos solistas, varias colaboraciones y un arduo trabajo de más de una década, como uno de los artistas imprescindibles de la escena musical chilena. Reconocido en Argentina, México y España, forma parte de la vanguardia independiente desde el año 2001, cuando hizo sus primeras armas en el dúo Taller Dejao. Aprendió a tocar la batería a los cinco años y según él mismo confiesa, "desde chico no recuerdo que haya querido ser otra cosa que músico, pero aunque intenté estudiar, nunca pude pescar en serio a los profesores que me contrataron mis padres, porque lo mío era más intuitivo. Y cómo sabía que no tenía la metodología para estudiar música, cuando tuve que elegir qué estudiar en la universidad estudié primero Derecho, tomé unos ramos de Estética y al final me metí a Diseño Integral en la UC", explica.

Por un buen tiempo tuvo que compatibilizar las clases con los viajes y los conciertos, pero de a poco "la música se fue apoderando de mi mundo entero", asegura. El 2004, cuando estaba en tercer año de la carrera, editó su primer disco solista, empezó a ser más conocido y los profesores entonces lo dejaron faltar a clases y entregar los trabajos atrasados. "Mi entorno fue bien amable en ese aspecto, y de a poco me la fui creyendo hasta que la música lo fue todo", sentencia.

-¿Trabajaste alguna vez como diseñador?
"Lo único que he diseñado son las portadas de mis discos y afiches míos y de otros amigos. Pero es loco, porque mi tesis la hice sobre la música como material de diseño. Y cuando hago música, me siento más diseñador que músico. Técnicamente, sé mucho menos de música que de diseño, y uso mejor Photoshop o Ilustrator que ProTools. Tuve suerte, porque no tuve que elegir entre el diseño y la música: hice que el mundo que más me importaba inundara el otro, y la música se metió en el diseño y en todos los aspectos de mi vida".

Una historia parecida tiene el compositor Leo Quinteros, quien tras cinco discos solistas también es parte de la avanzada musical criolla. Estudió Derecho, se recibió, puso una oficina con unos amigos y hasta trabajó de procurador, pero el bichito de la música siempre le estuvo picando. "Estudié percusión en la Escuela Moderna de chico y siempre tuve grupos con amigos, pero era más un hobby para mí. En mi familia no son muy apegados al arte, por lo que cuando elegí Derecho ni siquiera me pregunté si quería estudiar música. Pero de a poco fui construyendo una perspectiva más personal, y cuando ya estaba trabajando, me di cuenta de que prefería hacer música que ir a la oficina y tratar con los clientes. Grabé mis primeros demos, tuve buena recepción y me dije que si no me la jugaba ahora, no lo iba a hacer nunca".

Finalmente dejó la oficina y apostó todas sus fichas en grabar su primer disco con un sello independiente. "Y en ese mundo me quedé. Nunca más volví al Derecho, aunque le he hecho favores a amigos y familiares, obvio. Y aunque me ha servido harto, hoy me gano la vida con la música", asegura orgulloso.

-¿Fue dura la transición, pasaste hambre alguna vez? Porque en el intertanto te casaste y tuviste tu hija...
"Yo creo que todos hemos estado en alguna situación apretada alguna vez, pero no pasé hambre ni mucho menos. Nunca tan heroico, jajaja... Fue una transición pacífica, en ese aspecto".

La música es mi vida

Andrés Vicentela, licenciado en Medicina y puntaje nacional de Matemáticas en su época, y Juan Pablo Rojas, psicólogo titulado también de la UC, son dos jóvenes que se la jugaron por la música, pero que aún tienen mucho camino por delante. Ambos estudian en la Escuela Moderna de Música -el primero en primer año de Producción Musical y Gestión Artística y el segundo en el último de Composición-, y están en proceso de dejar sus carreras por seguir la senda musical.

"Yo mismo me puse como meta quedar en Medicina, porque quería estar en la punta de la pirámide social. Y aunque mis padres me apoyaban en lo que quisiera, supongo que si les hubiera dicho que quería estudiar Producción Musical se habrían imaginado a un tipo tocando guitarra en el metro por plata. Estudié cinco años, me licencié, pero cuando llegó el momento de hacer la práctica me di cuenta que no era lo que quería para el resto de mi vida", reflexiona este chico oriundo de Concepción.

-¿Y dejaste Medicina después de estudiar cinco años...?
"Jajajaja, sí, congelé Medicina y me vine a Santiago a estudiar Producción Musical... tuve la suerte de que mi familia me apoyó, aunque claro que les costó asumirlo".

Distinto es el caso de Juan Pablo Rojas, que por estos días alterna sus días entre su consulta psicológica y las clases y ensayos de diversos proyectos donde está componiendo, como su última obra, el musical "El Burgués Gentilhombre", estrenado el mes pasado en la Universidad de los Andes.

"A mí la música me persiguió. Entré a Psicología porque me gustaba, aunque siempre seguí cultivándome y componiendo. Tras algunos intentos musicales exitosos decidí arriesgarme y estudiar ambas carreras en paralelo. No me dio el cuero y tuve que dejar Composición, pero en la universidad me pidieron entonces que hiciera un musical. Lo hice por dos años seguidos, por amor al arte, como una manera de servir a la Iglesia, y ahí me di cuenta de que podía llegar al corazón de la gente mucho mejor como músico que como psicólogo".

Se tituló, abrió su consulta y volvió con más ahínco a la Escuela Moderna. "Y aunque mi familia me apoya, siempre insisten en que mantenga algunos pacientes y no deje la psicología, porque la música no me va a dar de comer. ¡Pero yo gano más plata como músico que como psicólogo! Así que ahora estoy tratando de hacer las dos cosas, aunque sé que en poco tiempo más voy a tener que elegir una", dice pensativo.

-¿Y cuál te produce más alegrías?
"Disfruto mucho de las dos, porque mi pasión es ayudar a los demás. Pero me veo más como músico, porque ahí es donde puedo hacer un aporte mayor y, obviamente, ser más feliz".



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