domingo, marzo 24, 2013

Tesoro helado


El Mercurio

Hace 66 años Chile envió su primera expedición a la Antártica, un desafío colosal para un pequeño país que -en plena posguerra- buscaba marcar presencia en un continente de creciente interés global. Este extraordinario viaje, y los dos que lo sucedieron, en 1948 y 1949, fueron documentados en películas de 8 y 16 milímetros que permanecieron almacenadas durante décadas. Una verdadera cápsula del tiempo que sale a la luz pública gracias a un documental disponible en YouTube.

Iván Martinic

Fue casualidad. O el destino. Tal vez ambos. En sus primeros 40 años de existencia (1963-2003), el Instituto Antártico Chileno (Inach) funcionó en Santiago, lejos de su gélido y austral objeto de estudio. Solo entonces vino el anhelado traslado a Punta Arenas y su instalación en la céntrica casa Blanchard. Desde allí, un siglo antes, una de las más prósperas familias magallánicas había dirigido un negocio de pesca ballenera... en la Antártica.

En 2005, el periodista Elías Bartícevic asumió como jefe de Comunicaciones y Educación del Inach. Interesado en acercar al instituto a la comunidad, bajó al subterráneo del centenario edificio para revisar la biblioteca en busca de material. Y en vez de libros, encontró algo que superó sus mejores expectativas.
Apilados en medio de una colección de cinco mil volúmenes, aparecieron tres rollos de películas de 8 y 16 milímetros. Una rareza en una era digital en la que incluso los VHS ya enfilan hacia los museos. Bartícevic no tenía cómo ver los rollos, porque en Punta Arenas no había equipos para reproducirlos. Pero como estaban rotulados, el misterio no duró demasiado: "Primeras expediciones chilenas a la Antártica, 1947-1949".
"¡Esto es maravilloso, es un tesoro!", pensó el periodista. En sus manos tenía una verdadera cápsula del tiempo que atesoraba las tres primeras campañas nacionales en la región más inhóspita del planeta. Se impresionó aún más al comprobar que las imágenes de 8 mm fueron grabadas por el abogado, embajador, escritor e historiador Óscar Pinochet de la Barra, ex director del Inach y uno de los chilenos que más ha contribuido al conocimiento antártico.

Pero aún faltaba ver qué había exactamente en los tres rollos. A 58 años de haber sido grabados, y tras décadas de almacenamiento convencional en Santiago y Punta Arenas, bien podrían estar alterados. Bartícevic informó del hallazgo al director del Inach, José Retamales, y llamó al director de la Cineteca Nacional, Ignacio Aliaga, un antiguo conocido. A él le pidió que rescatara las cintas y, en lo posible, las digitalizara para su difusión.

Aliaga recuerda que debieron montar un equipo especial para digitalizar los rollos de 8 mm. Es que no había nada parecido en Chile. Otro laboratorio procesó el material de 16 mm, grabado por el destacado fotógrafo Roberto Gerstmann. Todos querían que la cápsula del tiempo revelara sus secretos.

Aliaga recuerda que la primera novedad con la que se encontraron fue la abundancia de escenas en color.
-Nos sorprendió la calidad de las imágenes y el buen ojo de Pinochet de la Barra al ir registrando tanto personajes como acontecimientos. Uno puede percibir a través de sus imágenes a una persona sorprendida con un territorio nuevo que se abre al conocimiento humano.

¿Qué grabó el diplomático? La llegada de la expedición a bordo de la fragata "Iquique" y el transporte "Angamos" de la Armada, la construcción de Soberanía, la primera base chilena, que sería rebautizada después como Arturo Prat, y de O'Higgins, la segunda. Ambas obras fueron dirigidas por el arquitecto Julio Ripamonti, a quien Pinochet de la Barra define en su libro "Base Soberanía y otros recuerdos antárticos" como "un iluminado por la fe antártica".

Por el lente de su cámara también pasaron las primeras exploraciones terrestres en suelo antártico, el primer vuelo de un avión chileno en la zona y visitas a las bases de otros países.

El material de Gerstmann es aún más amplio. Muestra el zarpe de la segunda expedición desde Valparaíso y la navegación por los canales. A bordo no solo iban diplomáticos y militares. También, escritores y cronistas que perpetuarían el viaje con sus relatos: el propio Pinochet de la Barra y autores como Francisco Coloane y Miguel Serrano.

Pero el tesoro helado aún tenía cosas que mostrar. En una escala en Puerto Edén, los expedicionarios se encuentran con nativos kawesqar. La mayoría ya viste a la usanza urbana, pero aún viven en chozas cubiertas con pieles de lobo y navegan en ligeras canoas. Ya en la Antártica, Gerstmann registra la inauguración de la Base O'Higgins por el Presidente Gabriel González Videla y hasta el partido entre las dotaciones de Chile e Inglaterra con que el continente blanco fue anexado al "planeta fútbol".

Aunque el material fue descubierto hace casi ocho años, recién ahora sale a la luz pública. En YouTube se puede ver el documental "El continente de la luz", que resume las tres expediciones en 50 minutos. Su realizador es el periodista Rafael Cheuquelaf, quien junto a Héctor Aguilar integra el dúo magallánico de música electrónica "Lluvia ácida". Ambos llevan años creando obras musicales y audiovisuales con la Antártica como principal inspiración. Hasta se han presentado en la Base Eduardo Frei.

"El continente de la luz" ha sido exhibido en talleres del Inach, en el canal de cable de la U. de Magallanes y en festivales de cine en Punta Arenas. Y con apoyo del sello Pueblo Nuevo Netlabel, fue presentado en el Museo de Arte Contemporáneo y en la Feria Internacional del Libro 2012, en Santiago.

-Para nosotros, esta película retrata lo más parecido a un viaje a la luna que hayan realizado los chilenos.
Cheuquelaf resume así el carácter épico que tienen las imágenes perpetuadas en esos tres rollos. Dice que cuando vio las imágenes por primera vez sintió que "nuestra música se conectaba a nivel rítmico y atmosférico". "Lluvia ácida" volverá el lunes a la Antártica. Grabarán sonidos para su proyecto "Insula in albis" ("Isla en blanco", en latín), que retratará la vida humana y natural en la isla Rey Jorge.

Una vida que ya en 1947 seducía a visitantes como el teniente Boris Kopaitic, primer comandante de la Base Soberanía y jefe de los seis pioneros chilenos que vivieron en la Antártica. Quien, cuando la expedición se aprestaba a dejarlos, a las puertas de un invierno frío y desconocido, se despidió de sus superiores con un "si no vienen a buscarme en el verano de 1948, me quedaré encantado dos años".

Esa misma vida que Pinochet de la Barra describió en un poema: "Antártica no es un continente como los demás. Es agua blanca, sólida y suave. Instalada en un trozo de roca. Es un continente de lujo, una joya que brilla. Como fanal de nuestro planeta en la noche del universo".

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