domingo, mayo 12, 2013

Los Bunkers lanzan su disco más ecléctico y fijan su mayor show local

La Tercera


La banda estrena este martes La velocidad de la luz, álbum con un sonido que remite a los 80. Aquí, una revisión de todos sus temas.

por Claudio Vergara


Mauricio Durán, guitarrista y compositor de Los Bunkers, observa los seis álbumes anteriores del conjunto y apuesta: “En este nuevo disco nos atrevimos con muchas cosas al revés de cómo las veníamos haciendo”. El giro es evidente y apunta a un asunto numérico: La velocidad de la luz presenta el tema Desperdíciame, el más largo escrito por el quinteto, extendido por cerca de siete minutos. También hay un viraje casi anímico: el final remata en la composición homónima, de carácter más luminoso, en contrapunto a las piezas sombrías con que cerraban sus trabajos. Y, finalmente, el cambio se explica en un sonido que consolida la presencia de sintetizadores, el protagonismo de teclados y baterías, y una nueva reverencia al pasado, pero esta vez en dirección a los 80, con The Beatles y The Kinks abriendo espacio a The Cure y The Human League. Se trata de su álbum más diverso y el mismo que lanzarán el 2 de agosto en el Movistar Arena.

* Desperdíciame

Que sea la composición más extensa de los penquistas es un mérito relativo. La verdadera gracia es que está situada en el comienzo. “Por lo general, estas canciones se ponen al final o en otro lado del disco, pero queremos que la gente le preste toda la atención que se merece”, justifica Durán. Casi en sincronía con ese sentido de apertura de un nuevo trabajo, el track escala hacia un crescendo épico y dramático, con baterías robustas y guitarras que resuenan como eco, en una escuela legada por Joy Division. O, incluso si se afina más el oído radial, se trata del tema más U2 creado por Los Bunkers. Pero como los paralelos siempre son injustos, es mejor dejarlo así: Desperdíciame es una de las mejores canciones de su flamante producción.

* Bailando solo

El segundo tema no sólo es el primer sencillo del trabajo; también representa uno de los mayores contrapuntos en la discografía del quinteto. Ahí donde Desperdíciame avanza majestuosa, Bailando... es un track servido para la discoteca, estableciendo el carácter ecléctico de La velocidad de la luz. “Que altiro quede claro que no hay una línea conductora”, acota el guitarrista. Eso sí, no todo es diferencias: como gran parte de sus nuevas canciones, las letras son interpelaciones a personas responsables de quiebres o distancias. Esta vez, Los Bunkers escriben mirando a otros.

* Sur

Una canción que los devuelve a su genética más reconocible, pero no sólo por las guitarras y la melodía amable, sino que por otro rasgo aún más intrínseco de los penquistas: cuando retratan la realidad local no lo hacen desde el dardo furibundo, sino que desde las sensaciones y la metáfora. Es el primero de tres temas que husmean en la contingencia que miran desde México. “Y eso es mejor, porque se ve con muchas más aristas que cuando estás encima”, asegura Durán.

* Si estás pensando mal de mí

Destinada a convertirse en segundo single y concebida en la etapa previa a Música libre (2010), la colección de covers de Silvio Rodríguez. Además, abre con teclados y una textura llena de recursos de estudio, en una impecable labor de producción. Otra de las cimas y que mantiene la rúbrica de hablarle a otro: “Nunca tuvimos casi nada en común/ siempre fue a la fuerza como dices tú”.

* No

Composición del vocalista Alvaro López. Baterías intensas, un teclado suave, armonías en combinación precisa y la voz imperativa del cantante para gritar que está harto de su actual compañía.

* El día en que dejaste de fingir

Y todo nació de un iPad. Al igual que varios de los temas de la entrega, esta nueva composición fue ideada desde una tablet, lo que permitió ensamblar mucho más recursos. Una melodía pegajosa y pensada para las radios.

* La maldición de mi país

Durán cuenta que esta canción fue creada el 15 de enero, cuando se cumplieron 10 años de la muerte del “Gato” Alquinta, lo que sirvió de inspiración para retratar nuevamente la historia chilena reciente. Eso sí, las letras -y su categórico título- tienen un vínculo casi inconsciente con otra catedral: Maldigo del alto cielo, de Violeta Parra, esa pieza furiosa que maldice a ambas cordilleras y a la solitaria figura de la bandera. Bajo bases sintetizadas y guitarras sucias, Los Bunkers se enojan de la misma manera: “Porque una sola estrella/ nunca es suficiente para resplandecer por siempre”.

* Dicen

Otro contrapunto. De la ira a distancia de La maldición... al remanso de Dicen. Además, se palpa como nunca la batuta del productor, Emmanuel del Real (Café Tacvba), en una canción que reverencia a su banda madre.

* Sábado

Los Bunkers en su plenitud, en otra creación parida hace casi tres años y que se ensambla en el tono melódico urgente de nombres como The Cure.

* La estación final

Si hay que rastrear en la genealogía de Los Bunkers, este tema tuvo su cuna más clara en los teclados relucientes de Me muelen a palos, en 2008. Hay bases sintetizadas y ese incontrarrestable tono de desencanto: “Porque tú te quejas todo el tiempo/ y no haces más que hablar sola en la oscuridad”.

* La velocidad de la luz

Curiosamente, como estrategas de la canción, el conjunto revierte esa sensación de desengaño y cierra con un tema que transmite hasta inocencia, inspirado en las imágenes de parejas y familias participando en las últimas marchas estudiantiles. Además, su simpleza se alza como el polo casi opuesto del inicio con Desperdíciame: otra muestra de que Los Bunkers han concebido la pieza menos uniforme de su carrera.

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