domingo, abril 16, 2017

Menos es más: La experiencia musical de un jesuita

El Mercurio

Próximo a una estética de la música étnica, la fusión y la meditación, "Küme mongen" pone atención en la naturaleza y sus tiempos.

IÑIGO DÍAZ

"La encíclica del Papa Francisco 'Laudato si', donde hace una importante crítica social, me abrió los ojos. Empecé a pensar en cómo crear una música que ayude a desarrollar una conciencia de ecología integral", dice el sacerdote jesuita y músico Cristóbal Fones (42), acerca de su disco "Küme mongen". "La considero una música contracultural: vivimos en una cultura de las satisfacciones rápidas y el rendimiento, y este trabajo busca que detengamos la marcha para reflexionar y conectarnos", agrega.

Vinculado a la Compañía de Jesús desde hace más de 20 años y ordenado sacerdote en 2007, Fones estudió música en Berklee y ha publicado 10 discos desde que lanzó "Te contemplo en el mundo", en 1996. "Mi música no está enfocada en la liturgia, pero tiene que ver con la oración personal. Por eso me he dado mucha libertad para componer", señala Fones.

Con arreglos de Luciano Valdebenito, "Küme mongen" es un ejemplo de esa proyección creativa desde que Fones comenzó a escribir sus tempranas canciones trovadorescas. Hoy ha llegado a un discurso autoral que se sostiene en sonidos muy diversos, con instrumentos de cámara como violín, cello, piano y guitarra, pero también con aerófonos como el ney de Turquía, el bansuri de India o el sakuhachi de Japón. En ese sentido, sus nueve piezas, tituladas en lenguas originarias, se aproximan a la estética de la fusión étnica. Narrativamente, Fones la entiende como música de meditación o contemplación.

"Hay sonidos de olas, viento, aves o grillos, porque quería representar los procesos de la naturaleza. Nosotros vivimos forzando esos tiempos para producir más y así caemos en todo tipo de frustraciones. 'Küme mongen' es la expresión en mapudungún para decir 'buen vivir', lo que es muy distinto a 'vivir mejor', como buscan las culturas occidentales", refiere el músico que fue misionero durante dos años en la comunidad mapuche Aillen, cerca de Tirúa.

Allí, en 2001, escribió su "Misa ülkantun", un canto mapuche para la liturgia católica, que algunas comunidades siguen utilizando. "Esa experiencia fue clave para mí. Creo que he llegado a una composición que se conecta con lo corporal, lo que también es sacramental. Lo material me remite a algo trascendente. No hago una música etérea o celestial: mientras más humano, más divino", concluye.

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