Lucho Córdova |
En Providencia y en Pudahuel fallecieron el baterista antofagastino y pionero del Club de Jazz , y el saxofonista porteño, considerado el mayor improvisador chileno de todos los tiempos.
IÑIGO DÍAZ
Córdova: el gran generador de Swing
"Antes que apareciera Lucho Córdova, la batería era un instrumento con el que delirábamos solo en las películas norteamericanas. Todos éramos súbditos vía celuloide de Gene Krupa. Pero cuando Córdova irrumpió en el Club de Jazz, nos convertimos al cordovismo", escribió Antonio Skármeta para "Mi batería y yo", las memorias de José Luis Córdova Ballesteros.
El músico falleció a los 93 años la noche del martes debido a complicaciones cardíacas y respiratorias. Sus restos están siendo velados en la iglesia Santo Toribio (La Capitanía 473), y su funeral se realizará mañana a las 10:00 en el cementerio Parque del Recuerdo, ocasión en que tocará la actual Orquesta Huambaly, que Córdova integró entre 1954 y 1959.
"Se nos fue el último mohicano. Córdova era el hombre de batalla, el que tenía que salir a tocar cada noche y responder a las exigencias de un mercado que entonces era muy dinámico. Ser músico popular en los 40 y 50, cuando tenías que manejar todo tipo de ritmos, era un enorme desafío", dice el musicólogo Álvaro Menanteau.
Antofagastino de nacimiento, Córdova fue cada vez un pionero. Comenzó a tocar la batería en 1940 y llegó a convertirse en el primer improvisador de hot jazz . Fue uno de los fundadores del Club de Jazz en 1943; y el primero en tocar jazz en el Teatro Municipal, en 1972. "Lucho fue un compañero de escenario y de la vida. Era un tipo que naturalmente te hacía llevar el ritmo con el pie", dice el trompetista Daniel Lencina. "Está el que tiene swing y el que no lo tiene, por mucho que muestre gran técnica. Lucho Córdova fue uno de los grandes generadores de swing", agrega el baterista
Córdova fue empleado fiscal y hombre de radio, además de jazzista por ocho décadas: "Toqué con todos los músicos, desde Luis Aránguiz, el trompetista de los comienzos, hasta Cristián Cuturrufo, el trompetista contemporáneo (...) Decidí ganarme la vida como músico de jazz en Chile y eso fue muy especial".
Alfredo Espinoza |
Espinoza: un melodista irrepetible
El longplay de la agrupación argentina La Porteña Jazz Band no indicaba los créditos correctamente, pero el crítico Pepe Hosiasson tomó nota de la indicación "A. Espinoza". Aquel era el mejor músico en la grabación. Cuando Hosiasson viajó a Buenos Aires preguntó por el tal A. Espinoza, le dijeron "ah sí, el chileno".
"¿Cómo el chileno? No puede ser chileno porque alguien que toca así yo lo conocería", respondió. En efecto, Alfredo Espinoza Cabezas, saxofonista alto y clarinetista, nacido en 1942, en el Cerro Cordillera de Valparaíso, se había mudado a Argentina siendo niño con su familia, "y finalmente se formó allá. Hizo historia en Buenos Aires y durante todos los años 70 fue un ídolo en París", recapitula Hosiasson. Fue conocido en Francia como "el chileno del saxofón", y el aura misteriosa que acompañó un desorden mental también contribuyó a generar esa leyenda.
Espinoza murió la mañana de ayer debido a múltiples complicaciones. Había sufrido un enfisema pulmonar y un accidente cerebrovascular, además de ser operado por un tumor. Su velorio se realiza en la capilla Casas del Sendero (Av. Pajaritos 1552, Maipú), y hoy, a las 14:00 horas, será trasladado al cementerio Parque del Sendero.
"Nunca toqué con un músico tan creativo y genuino. En los últimos veinte años fuimos compañeros. Nos juntábamos a tocar a dúo en mi casa en 1994 y después llevamos esos ensayos frente a un público en el Mesón Nerudiano, donde tocamos por años sin parar, hasta que se enfermó. Alfredo era un melodista que atravesaba las armonías", señala el pianista Giovanni Cultrera.
En 2011 debió retirarse para siempre, pero su figura quedó salvaguardada con el disco "Retrospectiva" (2012), que reúne sus grandes solos desde 1975; el documental "Escape al silencio" (2009), que reconstruye su mito en Francia, y la biografía "Alfredo Espinoza jazzman. Legendario y oscuro" (2013), del italiano Duccio Castelli.