Musiclaje era un programa que se emitía todos los viernes a las 20.00 en radio Universidad de Chile; este programa fue un proyecto que nació bajo el alero de despertar cultural que se vivió a los fines de la dictadura y, como mucho de esos proyectos, murió con el apagón cultural que se vivió en los inicios de la democracia. Este programa fue hecho muchos años solamente por Cristian Rosemary, en sus últimos años incorporó a Gerardo Figueroa.
A comienzos del año 1992 este proyecto emitió 3 programas especiales sobre el Quilapayún con una entrevista a Eduardo Carrasco, a esos programas se sumó Germán Mollo, en ese entonces seminarista, que por esos años había aparecido a la luz publica como productor del programa Concierto Latinoamericano, un proyecto que fue llevado adelante por Enrique Monje Yánez en Radio Beethoven, y por el cual también pasó un tiempo el desaparecido Pedro Henríquez.
Estos especiales sobre el Quila, se alejaron levemente de las emisiones que corrientemente hacia Musiclaje, y eso uno puede darse cuenta al escuchar la cortina del programa (con el grupo Fulano), Musiclaje estaba enfocado primordialmente a la musica Rock Chilena, a los nuevos eslabones como Hugo Moraga; ahí por ejemplo escuché el disco Viva Chile De Electrodomésticos cuando ya estaba descontinuado. Si bien por línea programática era más lógico escuchar un especial del Quila en concierto Latinoamericano, acá se dio el mundo al revés y un poco tiempo después el Latinoamericano de radio Beethoven se lanzó con un especial de 3 programas dedicado a Los Jaivas.
En esa época sobre el quila no se sabia prácticamente nada, lo último de ellos que conocíamos eran sus actuaciones en Chile del año 89, y si bien todos los otros grupos habían vuelto, el quila se había mantenido en Francia, dejando a su director en Chile. La discografía del quila en Chile en esa época aun era escasa, las ediciones se mantenían en algunas recopilaciones que publicó alerce basado en las ediciones DOM, pero a una velocidad tan lenta y con tanta falta de continuidad que hasta fines de los 90 aún no era posible encontrar estas ediciones en Chile cuando el trabajo lo tomó el sello Warner. En esos años era más fácil encontrar las ediciones de Fonomusic España que llegaron a la Feria del disco en casete, vinilo y CD, que una edición nacional. Por eso se agradeció la selección musical de Musiclaje basado en su mayoría en material que en Chile se encontraba inédito o discontinuado; incluso algunos de ellos hasta el día de hoy aún no han sido editados en Chile.
A fines del 92 supimos sobre el Quila con la edición de Latitudes, pero sobre eso ya hablaremos, por ahora les dejo con los programas de Musiclaje dedicados al Quilapayún.
http://purochile.podomatic.com/
Programa N° 1:
Programa Nº2:
Programa Nº3:
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Programa Nº1
Programa Nº2
Programa Nº3
Este es un blog que tiene como misión recopilar información o noticias sobre música chilena, la Industria musical y la industria cultural de nuestro país aparecida en diversos medios de comunicación. Por lo tanto los textos son propiedad de los medios y de los periodistas que encabezan cada nota.
miércoles, octubre 31, 2007
lunes, octubre 29, 2007
La sobrevivencia de la música cebolla
MÚSICA POPULAR. Revival y permanencia
Óscar Contardo
El documental sobre la vida de Los Ángeles Negros marca el redescubrimiento de la fibra cebolla del alma nacional. El género nacido en los 60 ha sido redescubierto por la generación de los 90. Como diría Germaín de la Fuente: "Y volveré, en tus brazos caeré; las estrellas brillarán, nuestro amor renacerá".
El mito, que más que mito era leyenda y más que leyenda rumor, decía que Chile le debía la expresión "música cebolla" a Antonio Skármeta. Pero el novelista lo desmiente: "No fui yo quien acuñó el término música cebolla". La leyenda debió nacer cuando Skármeta entrevistó al mismísimo Ramón Aguilera -intérprete de "Por qué eres mala"- para la revista cultural La Quinta Rueda. El artículo apareció el 7 de junio de 1973 y el entrevistador dejaba adivinar el fan de boleros atrapado en el cuerpo de un escritor. Tan fan era Skármeta, que incluyó la voz de Aguilera en su película Ardiente Paciencia: "Cuando aparece la despampanante Marcela Osorio pongo de fondo Que me quemen tus ojos". No era la primera incursión de la voz de Ramón Aguilera en una película. También fue parte de la banda sonora de Tres Tristes Tigres, de Raúl Ruiz.
El autor de "Matchball" y "La chica del trombón" añade: "Le pregunté a Ramón directamente qué pensaba del apodo de cantante "cebolla" que le ponían entonces algunos disc-jockeys por sus letras cursi o lacrimosas, la respuesta fue más o menos asÍ: "Mientras reciba la platita que estoy ganando no me importa qué nombre de tubérculo me pongan".
Aguilera sabía del menosprecio al género que consagró el lamento del cornudo y el de los corazones trizados. Un estilo que tan bien se daba en nuestro país. La cebolla no sólo brotaba con fuerza, también tenía audiencia, aunque el consumo interno viviera en la eterna tensión entre el gusto por el cancionero cursi, suspirado y sufrido y la vergüenza a reconocer la debilidad públicamente.
"A fines de los 60, el peruano Lucho Barrios vendía dos millones de discos en América del Sur y el 40 por ciento de ellos los vendía en Chile. Barrios se jactaba de lograr vender discos sin necesidad de promoción", explica el musicólogo Juan Pablo González. Placer culpable, le llamarían años después al gusto por escuchar aquello que no está bien escuchar. Una expresión, la de "placer culpable", que aparece en la mitad del recientemente estrenado documental de Los Ángeles Negros, la cinta de los creadores de Actores Secundarios sobre la banda chilena más exitosa de los 70.
Los Ángeles Negros era cebolla fina de exportación. Germaín de la Fuente, su vocalista emblemático templó su voz a la orilla de un bracero en una quinta de recreo de su natal San Carlos. De La Fuente traspasó fronteras de todo tipo y ha inspirado desde Zalo Reyes hasta Los Bunkers, pasando por Vicky Carr, Jorge González, Raphael, Beasty Boys y Los Tres. Globales en plena Guerra Fría, Los Ángeles Negros triunfaron entre Río Grande y la Patagonia, con una fusión de funky y canciones románticas ejecutadas con formación rockera y estética Beatles. Una mezcla que muchos en Chile trataron de esconder bajo la alfombra por lo cebollenta. "No entiendo cómo pude ser tan tonto", se lamenta en el documental un productor que alguna rechazó programar a los intérpretes de "Y volveré", la canción que es a Los Ángeles Negros lo que "Te recuerdo Amanda" es a Víctor Jara.
El baldón "cebolla" era lapidario. El musicólogo Juan Pablo González descubrió una entrevista al disc-jockey Ricardo García, reemplazante de Raúl Matas en el programa Discomanía. En esa entrevista de 1968 García aclaró: "En nuestro programa no difundimos música cebollenta". Así era no más. Gustaba, pero asustaba.
Tributario del bolero, el vals peruano y la ranchera mexicana, el género de la canción romántica de intensidad extrema nació en una época con una industria de discos en plena expansión. "Hacia finales de los 50 y comienzos de los 60, el rock and roll comienza a aplacarse. El espacio que deja permite que se desarrolle la balada romántica especialmente en México. En un ámbito más subterráneo surgirá la música cebolla". Tan importante como los elementos puramente musicales para definir el género sería el estilo interpretativo. La gracia de la performance debía acompañar a la voz, y para eso el gran modelo fue el ecuatoriano Julio Jaramillo, "modelo e inventor del estilo. Jaramillo tuvo 23 hijos y murió en 1978 a los 43 años de una insuficencia respiratoria y no de cirrosis como se murumró un tiempo", cuenta Juan Pablo González. Jaramillo estableció los parámetros de un estilo sensiblero, "lo que los peruanos llamaban estilo cantinero, que se da en el norte costero del Perú y en Guayaquil, Ecuador. Un estilo de manierismo exacerbado, mucha emoción y situaciones muy al límite", explica González. Tendencia a la afectación femeninamente exagerada, que llevó a Lorenzo Valderrama, otro representante del género, a precaverse y posar junto a su mujer y su hijo frente a las cámaras de la prensa gráfica de la época. No fuera a pensarse otra cosa.
Los Ángeles Negros y Los Galos compartirían ese sonido espeso y lánguido que con órgano, guitarra eléctrica, bajo y batería se escucharía en los auditorios radiales setenteros, en las quintas de recreo, en carpas de la periferia, fuentes de soda recubiertas en formalita o en las muchas giras a provincia. "Hay registro de lo común que eran las giras no sólo a través de los anuncios, sino por la cantidad de accidentes que sufrían las bandas viajando en unas micros desvencijadas por carreteras maltrechas", puntualiza González.
El viaje rumbo a la reivindicación comenzaría en los 90, cuando las bandas de rock comenzaron la operación de desempolvar el pasado."iene un revival general, en Estados Unidos de la música negra y aquí a redescubrir la historia musical olvidada", reflexionan Jorge Leiva y Pachi Bustos, creadores del documental Los Ángeles Negros. Un síntoma de la comunión intergeneracional es la canción de los créditos finales del documental que reúne aAnita Tijoux (recientemente nominada por los premios MTV) junto a Álvaro López y Mauricio Durán, de Los Bunkers, en la interpretación de "Tú y tu mirar", de Germaín de la Fuente (el video se puede ver en YouTube).
Para los documentalistas la supervivencia del género, pese al menosprecio, se debe a la existencia de una fibra naturalmente cebolla en el chileno. La misma que transforma en ídolo a Marco Antonio Solís, el mexicano que trata a sus fans de damitas y clama porque no hay nada más difícil que vivir sin ti. Una fibra que no es rockera (por algo los Rolling Stones no llenan el nacional), sino más bien sufridamente romántica. "Otro ejemplo es el cantante colombiano Charlie Zaa, quien llegó a Chile con el repertorio de Julio Jaramillo, vendió como en ninguna otra parte y se hizo famoso sólo aquí", explica Jorge Leiva. Es la misma fibra sufriente que hizo de Los Ángeles Negros una leyenda.
Hits
Y Volveré
Las Ángeles Negros.
Texto escogido: "Amor adiós, no se puede continuar; ya la magia terminó, ahora tengo que marchar, será mejor, seguir nuestra soledad; si hoy el cielo se cubrió, quizá mañana brille el sol".
Juramento, Julio Jaramillo.
Texto escogido: "No puedo verte triste porque me mata tu carita de pena; mi dulce amor, me duele tanto el llanto que tu derramas que se llena de angustia mi corazón".
Como deseo ser tu amor, Los Galos.
Texto escogido: "Como deseo ser tu amor para poder vibrar así con cada espacio de tu cuerpo. Como deseo ver la luz de la mañana y junto a mí sentir aliento de tu boca".
Los grandes éxitos de Los Ángeles Negros fueron reeditados en dos discos recopilatorios lanzados este mes paralelamente al documental.
Skármeta: un fan de la música aromántica
El escritor Antonio Skármeta no sólo es un admirador de la canción romántica. También es autor de lo que él clasifica como "boleros cebolla" .
"Yo escribí boleros que cantábamos en fiestas y hasta los Ramblers tocaron una vez en una radio de la calle Miraflores un 'instrumental' mío que se titulaba 'Okey'", confidencia el autor de Ardiente paciencia.
"La perla roja" se llama el bolero de su autoría que decide revelar-"es el más cursi"- y cuyo comienzo dice así: "Quiero que el próximo verano nos casemos y formemos en un suburbio nuestro hogar/una casa modesta con muchas ventanas, donde el sol envidioso, envidioso nos pueda mirar".
-¿Le avergonzó alguna vez ser un seguidor de esta música?
"Estoy absolutamente dichoso de haberme remitido toda la vida al magnífico espectáculo del mundo sin inhibiciones ni prejuicios. El genio vive tanto en la alta cultura como en los arrabales de la subcultura. Es bien cierto lo que usted dice de que hubo y hay pontificadores que querían y quieren determinar el bien y el mal, tanto en política como en música, en literatura, en cine. Los intelectuales chilenos odiaban en los '50, '60 y '70 las películas de Hollywood. Los melodramas de Douglas Sirk les producían urticaria. Sólo cuando París, a través de 'Cahiers de Cinema' le da el visto bueno a Hollywood, entonces los snobs locales comienzan a suspirar por sus productos. Lo mismo pasa hoy con los gustos literarios. Muy tempranamente Nicanor Parra se rió de esta vocación 'yanacona' del ambiente cultural chileno. El patético arribismo que exhibe la televisión hoy cuando se pone 'cultural' muestra que esto ya es un sello de identidad nacional".
- A fines de los '60, en medio de un ambiente de compromiso político, la música no comprometida debió ser mirada con sospecha...
"Recuerdo que en los '60 yo era un joven profesor de Filosofía Contemporánea en el Pedagógico de la Universidad de Chile, donde enseñaba a Sartre, Heidegger, Ortega. Por esos días, publiqué mi primer libro de cuentos "El entusiasmo", lo que motivó que me hicieran abundantes entrevistas. En una de ellas me preguntaron: aparte de escritor y catedrático de Filosofía ¿qué otra cosa querría ser? Yo que amaba a Elvis y a Los Beatles contesté: discjockey. La izquierda y ultraizquierda me formó un tribunal popular en la sala E 103 de la Facultad de Filosofía, de la cual salí absuelto sólo porque probé que las raíces del rock and roll estaban en los blues, que era la música originaria de las minorías negras oprimidas en USA".
- ¿Cuáles son los límites de la canción romántica cebolla, cuándo algo comienza a ser cebolla y cuándo deja de serlo?
"Para contestar esta pregunta, me remito a dos maestros. Robert Frost: "No tears in the writer, no tears in the reader" ("Si no hay lágrimas en el escritor, no hay lágrimas en el lector"). Y a Ring Lardner: "How can you write if you can't cry?" ("¿Cómo puedes escribir si no puedes llorar?").
http://diario.elmercurio.com/2007/10/28/artes_y_letras/_portada/noticias/A53BD52B-DE6D-41DE-B503-133D716EB5D1.htm?id={A53BD52B-DE6D-41DE-B503-133D716EB5D1}
Óscar Contardo
El documental sobre la vida de Los Ángeles Negros marca el redescubrimiento de la fibra cebolla del alma nacional. El género nacido en los 60 ha sido redescubierto por la generación de los 90. Como diría Germaín de la Fuente: "Y volveré, en tus brazos caeré; las estrellas brillarán, nuestro amor renacerá".
El mito, que más que mito era leyenda y más que leyenda rumor, decía que Chile le debía la expresión "música cebolla" a Antonio Skármeta. Pero el novelista lo desmiente: "No fui yo quien acuñó el término música cebolla". La leyenda debió nacer cuando Skármeta entrevistó al mismísimo Ramón Aguilera -intérprete de "Por qué eres mala"- para la revista cultural La Quinta Rueda. El artículo apareció el 7 de junio de 1973 y el entrevistador dejaba adivinar el fan de boleros atrapado en el cuerpo de un escritor. Tan fan era Skármeta, que incluyó la voz de Aguilera en su película Ardiente Paciencia: "Cuando aparece la despampanante Marcela Osorio pongo de fondo Que me quemen tus ojos". No era la primera incursión de la voz de Ramón Aguilera en una película. También fue parte de la banda sonora de Tres Tristes Tigres, de Raúl Ruiz.
El autor de "Matchball" y "La chica del trombón" añade: "Le pregunté a Ramón directamente qué pensaba del apodo de cantante "cebolla" que le ponían entonces algunos disc-jockeys por sus letras cursi o lacrimosas, la respuesta fue más o menos asÍ: "Mientras reciba la platita que estoy ganando no me importa qué nombre de tubérculo me pongan".
Aguilera sabía del menosprecio al género que consagró el lamento del cornudo y el de los corazones trizados. Un estilo que tan bien se daba en nuestro país. La cebolla no sólo brotaba con fuerza, también tenía audiencia, aunque el consumo interno viviera en la eterna tensión entre el gusto por el cancionero cursi, suspirado y sufrido y la vergüenza a reconocer la debilidad públicamente.
"A fines de los 60, el peruano Lucho Barrios vendía dos millones de discos en América del Sur y el 40 por ciento de ellos los vendía en Chile. Barrios se jactaba de lograr vender discos sin necesidad de promoción", explica el musicólogo Juan Pablo González. Placer culpable, le llamarían años después al gusto por escuchar aquello que no está bien escuchar. Una expresión, la de "placer culpable", que aparece en la mitad del recientemente estrenado documental de Los Ángeles Negros, la cinta de los creadores de Actores Secundarios sobre la banda chilena más exitosa de los 70.
Los Ángeles Negros era cebolla fina de exportación. Germaín de la Fuente, su vocalista emblemático templó su voz a la orilla de un bracero en una quinta de recreo de su natal San Carlos. De La Fuente traspasó fronteras de todo tipo y ha inspirado desde Zalo Reyes hasta Los Bunkers, pasando por Vicky Carr, Jorge González, Raphael, Beasty Boys y Los Tres. Globales en plena Guerra Fría, Los Ángeles Negros triunfaron entre Río Grande y la Patagonia, con una fusión de funky y canciones románticas ejecutadas con formación rockera y estética Beatles. Una mezcla que muchos en Chile trataron de esconder bajo la alfombra por lo cebollenta. "No entiendo cómo pude ser tan tonto", se lamenta en el documental un productor que alguna rechazó programar a los intérpretes de "Y volveré", la canción que es a Los Ángeles Negros lo que "Te recuerdo Amanda" es a Víctor Jara.
El baldón "cebolla" era lapidario. El musicólogo Juan Pablo González descubrió una entrevista al disc-jockey Ricardo García, reemplazante de Raúl Matas en el programa Discomanía. En esa entrevista de 1968 García aclaró: "En nuestro programa no difundimos música cebollenta". Así era no más. Gustaba, pero asustaba.
Tributario del bolero, el vals peruano y la ranchera mexicana, el género de la canción romántica de intensidad extrema nació en una época con una industria de discos en plena expansión. "Hacia finales de los 50 y comienzos de los 60, el rock and roll comienza a aplacarse. El espacio que deja permite que se desarrolle la balada romántica especialmente en México. En un ámbito más subterráneo surgirá la música cebolla". Tan importante como los elementos puramente musicales para definir el género sería el estilo interpretativo. La gracia de la performance debía acompañar a la voz, y para eso el gran modelo fue el ecuatoriano Julio Jaramillo, "modelo e inventor del estilo. Jaramillo tuvo 23 hijos y murió en 1978 a los 43 años de una insuficencia respiratoria y no de cirrosis como se murumró un tiempo", cuenta Juan Pablo González. Jaramillo estableció los parámetros de un estilo sensiblero, "lo que los peruanos llamaban estilo cantinero, que se da en el norte costero del Perú y en Guayaquil, Ecuador. Un estilo de manierismo exacerbado, mucha emoción y situaciones muy al límite", explica González. Tendencia a la afectación femeninamente exagerada, que llevó a Lorenzo Valderrama, otro representante del género, a precaverse y posar junto a su mujer y su hijo frente a las cámaras de la prensa gráfica de la época. No fuera a pensarse otra cosa.
Los Ángeles Negros y Los Galos compartirían ese sonido espeso y lánguido que con órgano, guitarra eléctrica, bajo y batería se escucharía en los auditorios radiales setenteros, en las quintas de recreo, en carpas de la periferia, fuentes de soda recubiertas en formalita o en las muchas giras a provincia. "Hay registro de lo común que eran las giras no sólo a través de los anuncios, sino por la cantidad de accidentes que sufrían las bandas viajando en unas micros desvencijadas por carreteras maltrechas", puntualiza González.
El viaje rumbo a la reivindicación comenzaría en los 90, cuando las bandas de rock comenzaron la operación de desempolvar el pasado."iene un revival general, en Estados Unidos de la música negra y aquí a redescubrir la historia musical olvidada", reflexionan Jorge Leiva y Pachi Bustos, creadores del documental Los Ángeles Negros. Un síntoma de la comunión intergeneracional es la canción de los créditos finales del documental que reúne aAnita Tijoux (recientemente nominada por los premios MTV) junto a Álvaro López y Mauricio Durán, de Los Bunkers, en la interpretación de "Tú y tu mirar", de Germaín de la Fuente (el video se puede ver en YouTube).
Para los documentalistas la supervivencia del género, pese al menosprecio, se debe a la existencia de una fibra naturalmente cebolla en el chileno. La misma que transforma en ídolo a Marco Antonio Solís, el mexicano que trata a sus fans de damitas y clama porque no hay nada más difícil que vivir sin ti. Una fibra que no es rockera (por algo los Rolling Stones no llenan el nacional), sino más bien sufridamente romántica. "Otro ejemplo es el cantante colombiano Charlie Zaa, quien llegó a Chile con el repertorio de Julio Jaramillo, vendió como en ninguna otra parte y se hizo famoso sólo aquí", explica Jorge Leiva. Es la misma fibra sufriente que hizo de Los Ángeles Negros una leyenda.
Hits
Y Volveré
Las Ángeles Negros.
Texto escogido: "Amor adiós, no se puede continuar; ya la magia terminó, ahora tengo que marchar, será mejor, seguir nuestra soledad; si hoy el cielo se cubrió, quizá mañana brille el sol".
Juramento, Julio Jaramillo.
Texto escogido: "No puedo verte triste porque me mata tu carita de pena; mi dulce amor, me duele tanto el llanto que tu derramas que se llena de angustia mi corazón".
Como deseo ser tu amor, Los Galos.
Texto escogido: "Como deseo ser tu amor para poder vibrar así con cada espacio de tu cuerpo. Como deseo ver la luz de la mañana y junto a mí sentir aliento de tu boca".
Los grandes éxitos de Los Ángeles Negros fueron reeditados en dos discos recopilatorios lanzados este mes paralelamente al documental.
Skármeta: un fan de la música aromántica
El escritor Antonio Skármeta no sólo es un admirador de la canción romántica. También es autor de lo que él clasifica como "boleros cebolla" .
"Yo escribí boleros que cantábamos en fiestas y hasta los Ramblers tocaron una vez en una radio de la calle Miraflores un 'instrumental' mío que se titulaba 'Okey'", confidencia el autor de Ardiente paciencia.
"La perla roja" se llama el bolero de su autoría que decide revelar-"es el más cursi"- y cuyo comienzo dice así: "Quiero que el próximo verano nos casemos y formemos en un suburbio nuestro hogar/una casa modesta con muchas ventanas, donde el sol envidioso, envidioso nos pueda mirar".
-¿Le avergonzó alguna vez ser un seguidor de esta música?
"Estoy absolutamente dichoso de haberme remitido toda la vida al magnífico espectáculo del mundo sin inhibiciones ni prejuicios. El genio vive tanto en la alta cultura como en los arrabales de la subcultura. Es bien cierto lo que usted dice de que hubo y hay pontificadores que querían y quieren determinar el bien y el mal, tanto en política como en música, en literatura, en cine. Los intelectuales chilenos odiaban en los '50, '60 y '70 las películas de Hollywood. Los melodramas de Douglas Sirk les producían urticaria. Sólo cuando París, a través de 'Cahiers de Cinema' le da el visto bueno a Hollywood, entonces los snobs locales comienzan a suspirar por sus productos. Lo mismo pasa hoy con los gustos literarios. Muy tempranamente Nicanor Parra se rió de esta vocación 'yanacona' del ambiente cultural chileno. El patético arribismo que exhibe la televisión hoy cuando se pone 'cultural' muestra que esto ya es un sello de identidad nacional".
- A fines de los '60, en medio de un ambiente de compromiso político, la música no comprometida debió ser mirada con sospecha...
"Recuerdo que en los '60 yo era un joven profesor de Filosofía Contemporánea en el Pedagógico de la Universidad de Chile, donde enseñaba a Sartre, Heidegger, Ortega. Por esos días, publiqué mi primer libro de cuentos "El entusiasmo", lo que motivó que me hicieran abundantes entrevistas. En una de ellas me preguntaron: aparte de escritor y catedrático de Filosofía ¿qué otra cosa querría ser? Yo que amaba a Elvis y a Los Beatles contesté: discjockey. La izquierda y ultraizquierda me formó un tribunal popular en la sala E 103 de la Facultad de Filosofía, de la cual salí absuelto sólo porque probé que las raíces del rock and roll estaban en los blues, que era la música originaria de las minorías negras oprimidas en USA".
- ¿Cuáles son los límites de la canción romántica cebolla, cuándo algo comienza a ser cebolla y cuándo deja de serlo?
"Para contestar esta pregunta, me remito a dos maestros. Robert Frost: "No tears in the writer, no tears in the reader" ("Si no hay lágrimas en el escritor, no hay lágrimas en el lector"). Y a Ring Lardner: "How can you write if you can't cry?" ("¿Cómo puedes escribir si no puedes llorar?").
http://diario.elmercurio.com/2007/10/28/artes_y_letras/_portada/noticias/A53BD52B-DE6D-41DE-B503-133D716EB5D1.htm?id={A53BD52B-DE6D-41DE-B503-133D716EB5D1}
La obra visual de Violeta Parra canta en La Moneda
ÓLEOS, ARPILLERAS Y SOBRERRELIEVES.Bordan el alma nacional:
Maite Armendáriz Azcárate
Todo le sirvió a Violeta para hacer las escenografías con que dejó estampada el alma de su patria.
De ese Chile con que ella soñaba, de esa tierra que ella hacía cantar y bailar con sones verdaderos, versos autóctonos y valientes.
De eso hablan las obras plásticas que se comienzan a exponer a partir del 9 de noviembre en el Centro Cultural Palacio La Moneda.
MAITE ARMENDÁRIZ AZCÁRATE
Una hepatitis fue la causante. La dejó en cama por meses. Violeta creyó volverse loca. Cómo soportar el reposo pasados los 40 años, si desde que nació un 5 de octubre de 1917 no había parado de cantar, recolectar canciones y amigos por los caminos del mundo. Ni el cuidado de sus hijos la había paralizado para cruzar fronteras ni todas las vallas inimaginables de pobreza e incomprensión le impidieron cultivar lo que le gritaba adentro... y ahora la hepatitis... Violeta volvió a ver la luz después de días de inamovilidad, cuando quitó la cortina de arpillera que cubría esa ventanita de su cuarto angosto de madera y, poco a poco, casi sin saber, la comenzó a bordar.
Su vida fue un gran bordado a pulso; cabizbaja, con las manos aferradas a las cuerdas de la guitarra, entonaba su particular voz; tomaba pinceles, barro, papel mojado, agujas y lanas, con la misma habilidad que preparaba una comida de la nada.
Por fin en casa
Parte de su genial creación plástica hoy por fin los chilenos podrán conocerla en vivo y en directo. Se trata de 47 piezas que se expondrán repartidas a través de tres muestras que se presentarán consecutivamente en un espacio especialmente implementado en el primer nivel subterráneo del centro cultural ubicado en plena plaza de la casa de gobierno.
La Fundación Violeta Parra, creada en 1992 por los hijos de Violeta, Isabel, Ángel, y Carmen Luisa, cedió las obras al Centro Cultural Palacio La Moneda en 2006, en comodato por 8 años para su restauración, conservación y exhibición. El proyecto se realiza con el apoyo de Minera Escondida y la Ley de Donaciones Culturales.
Una vez más, cuando cumpliría 90 años, esta mujer logra, a pesar de reconocerse fea, desplegar belleza y así como ayer marcó presencia en los más importantes círculos culturales del mundo hoy en su patria sus creaciones plásticas y sonoras logran traspasar épocas y fronteras para seguir vigentes y animar a las nuevas generaciones.
Una veintena de sus óleos, 13 arpilleras y 9 obras en papel maché se comienzan a lucir temáticamente en las dos salas preparadas, donde la luz existe únicamente para las obras, según lo dispone el proyecto museográfico, desarrollado por la oficina de diseño Amarcanda. El público podrá asimismo oír su música y conversaciones a través de pantallas de video y gigantografías que actúan como contexto e introducción en esta desconocida faceta plástica de la famosa folclorista chilena.
Autodidacta de tomo y lomo
"Un día vi frente a mí un trozo de tela y empecé a hacer cualquier cosa, aunque no pude producir nada esa primera vez, la segunda vez quise copiar una flor, salió como una botella, después quise poner un tapón a la botella y el tapón me salió como cabeza, entonces dije, esto es una cabeza. Le puse nariz, ojos, boca. La flor no era una botella, después la botella no era botella, era una señora y esa señora mira... El problema es lo más simple del mundo, no sé dibujar", respondió la cantautora en una entrevista cuando sus arpilleras ya eran parte de ella misma, asegura Fernando Sáez en la biografía que realiza de la artista, "La vida intranquila. Violeta Parra". Gracias a su generosa riqueza de datos y frescura de estilo, esta biografía "esencial", como la llama su autor, se lee de un tirón y ya alcanza la tercera edición.
Queda claro que, salvo la persistente motivación de su hermano Nicanor, nadie le enseñó a Violeta esta faceta de artesana y artista visual que desarrolla desde los primeros años de la década del 50. Primero abordó la pintura a destajo, utilizó preferentemente el óleo sobre tela o madera prensada, le gustaba asimismo moldear la tierra, técnica que descubrió en el taller de su amiga la escultora Teresa Vicuña, mientras compone, revisa y corrige las décimas que lee en voz alta, no sin intentar también corregir a la misma Teresa, tanto así que la escultora le anima a probar lo que ella misma le sugiere. El resultado es sorprendente asegura Fernando Sáez: "Son figuras de hombres, mujeres moldeadas en forma primitiva, simple, pero con la misma fuerza que Violeta le daba a lo que pasara por sus manos". Agrega que por esa porfía que la caracterizaba, de esas obras no quedaron rastros porque se negó a llevarlas al horno. Otras tantas de sus cerámicas se disolvieron tras una lluvia inesperada cuando eran expuestas en la primera Feria Chilena de Artes Plásticas en el Parque Forestal. Como era su costumbre frente al público, Violeta borda, pinta, hace figuras en greda, canta y toca la guitarra.
De sus manos también nacieron esculturas en alambre, máscaras hechas de mosaicos de granos y grandes arpilleras bordadas con acontecimientos familiares, costumbres y creencias populares, una boda, una mañana de aseo, el velorio de un angelito, y hasta sus canciones tomaron nueva forma enredadas en la lana.
El color y la textura son sus herramientas para comunicar como cronista su entorno, la historia de su patria, y su propia vida sentimental, bastante variada por lo demás. Ocupaba el verde cuando sentía esperanza, el rojo para envolver su enojo y evidenciar su denuncias, y siempre, aseguraba "uso como base los colores araucanos: amarillo, negro, violeta, rojo y rosado de la flor del copihue".
Antes que en su patria, entendieron su mensaje las autoridades del Museo de Artes Decorativas del Palacio de Louvre, a quienes logró conquistar para montar allí en 1964 parte de su obra plástica y convertirse así en la primera artista latinoamericana que lo consigue. Sólo en el 92 es reconocida de ese modo en Chile cuando se exhiben 33 de sus cuadros y tejidos en el Centro Cultural Estación Mapocho. Y por distintas razones de ubicación de las obras plásticas recién en el 2000 el Museo de Bellas Artes le abre sus puertas.
Y eso que a la muestra de París le siguen exposiciones en Suiza, en Cuba y, más tarde, nuevamente en el Louvre. Luego vendrían Madrid, Nápoles, Estocolmo, La Haya, Buenos Aires, Washington, además de pequeñas exhibiciones en Santiago y otros lugares de Chile en distintos períodos.
Lo último en realizar fueron sus trabajos en papel maché, abordó aquellos cuadros sobre madera prensada, mezclando engrudo y diarios. Con esta especie de pintura y escultura en relieve a veces fabricaba máscaras, a las que incorporaba porotos, lentejas, garbanzos. La mayoría de estas obras las hizo Violeta en su casa taller en la Rue Voltaire de Ginebra, donde residió por temporadas. En tanto sus primeras arpilleras y pinturas nacen en su casa de La Reina en Santiago, calle Segovia 7366.
Pero su obra quedó repartida por el mundo, nunca firmó un cuadro y de continuo los regalaba a sus amigos. Por ello, para sus descendientes, que hoy encabezan la fundación que lleva su nombre, no ha sido facil reunir su legado.
"Voy llenando espacios en mis tapices... Y con mis pinturas: ellas están todas en mi cabeza, como mis canciones. Cuando siento que hay una persona sensible o que le nace un sentimiento al ver lo que hago, me quedo tranquila. Sólo hago algo en lo que pueda poner la emoción".
Exposición: Obras plástica de Violeta Parra
A partir del 9 de noviembre
Horario: Martes a Domingo 10 a 19:30 horas
Entrada liberada: De 10 a 13:30 horas:
Entrada general (ticket valido para todas las salas de exposición) $600 Estudiantes, convenios, tercera edad $300
Niños menor de 5 años Entrada liberada
Una década demoraron sus hijos y los más cercanos en encontrar un adecuado lugar que les diera a estas obras suficientes garantías para conservarlas y asegurara un nexo adecuado hacia el público.
El montaje de la exposición
El montaje separado en tres etapas ha tomado en cuenta la vida de Violeta, su entorno, su motivación y su naturaleza de mujer.
1.- Comienza con "La celebración, fiesta, vida y música". Donde la tónica son sus obras en papel maché, "Nietos en fiesta", "La cueca", "El niño en el columpio"; los óleos "Regalo en Ginebra", "Fiesta en casa de Violeta" y las arpilleras "La cueca", "El circo donde", y aquel en que recuerda a su gran amigo Thiago De Mello, entre otras de sus creaciones.
2.-. En la segunda etapa la alegría da paso a sus más íntimas inquietudes: "De Chile, historia y entorno", contempla las obras "Genocidio" y "Hombre de negocios", ambas en papel maché. Los óleos "Prisionero inocente", "Mitin del 2 de abril" y "Leyendo El Peneca". En tanto, entre las arpilleras se encuentran "Fresia y Caupolicán", "Los conquistadores" y los dos grandes textiles que evocan el "Combate Naval de Iquique".
3.- Como suele darse en muchas vidas, la tercera etapa se centra en "Lo Espiritual, mística, religión vida y muerte". Tópicos que se reflejan en sus pinturas "La última cena", "Juicio Final", "Esperando el ataúd", "La hija curiosa" y en su particular "Cristo en bikini", bordado en arpillera.
Regalos para Violeta: libro y sitio web
Para celebrar los 90 años del nacimiento de la folclorista, las mismas entidades que hacen posible esta exposición, encabezadas por la Corporación Patrimonio Cultural de Chile, lanzan el libro "Violeta Parra: Obra visual". Es un completo catálogo que reúne las piezas que hoy se encuentran en manos de la Fundación Violeta Parra, como también aquellas obras pertenecientes a coleccionistas privados.
El libro se presenta con textos escritos por Isabel Parra (hija y compañera de empeños y múltiples andanzas). Contiene el análisis y acabados estudios de la historiadora Isabel Cruz, el filósofo y dramaturgo José Ricardo Morales y Cecilia García-Huidobro. Gráficas resultan sobre todo las imágenes que captaron a Violeta trabajando en su taller. Es diseñado por Carlos Altamirano, de Ocho Libros Editores, con fotografías de Fernando Balmaceda.
Por su parte, el sitio del Patrimonio Cultural Chileno, www.nuestro.cl, puso en línea un número especial sobre la vida y obra de Violeta Parra. A través de notas, entrevistas y reportajes, aborda sus diversas facetas de folclorista, rescatadora de la tradición popular, cantora, compositora y artista visual. En el nuevo sitio que salta a la internet como un nuevo regalo para Violeta se presentan entrevistas a sus hijos Ángel e Isabel; al compositor Miguel Letelier, cuya familia cultivó una estrecha relación con la artista; a su hermano Lalo Parra, además de reportajes sobre el llamado "clan Parra"
http://diario.elmercurio.com/2007/10/28/artes_y_letras/_portada/noticias/6E7A83E2-0AE2-41FB-97D3-FD0789647B77.htm?id={6E7A83E2-0AE2-41FB-97D3-FD0789647B77}
Maite Armendáriz Azcárate
Todo le sirvió a Violeta para hacer las escenografías con que dejó estampada el alma de su patria.
De ese Chile con que ella soñaba, de esa tierra que ella hacía cantar y bailar con sones verdaderos, versos autóctonos y valientes.
De eso hablan las obras plásticas que se comienzan a exponer a partir del 9 de noviembre en el Centro Cultural Palacio La Moneda.
MAITE ARMENDÁRIZ AZCÁRATE
Una hepatitis fue la causante. La dejó en cama por meses. Violeta creyó volverse loca. Cómo soportar el reposo pasados los 40 años, si desde que nació un 5 de octubre de 1917 no había parado de cantar, recolectar canciones y amigos por los caminos del mundo. Ni el cuidado de sus hijos la había paralizado para cruzar fronteras ni todas las vallas inimaginables de pobreza e incomprensión le impidieron cultivar lo que le gritaba adentro... y ahora la hepatitis... Violeta volvió a ver la luz después de días de inamovilidad, cuando quitó la cortina de arpillera que cubría esa ventanita de su cuarto angosto de madera y, poco a poco, casi sin saber, la comenzó a bordar.
Su vida fue un gran bordado a pulso; cabizbaja, con las manos aferradas a las cuerdas de la guitarra, entonaba su particular voz; tomaba pinceles, barro, papel mojado, agujas y lanas, con la misma habilidad que preparaba una comida de la nada.
Por fin en casa
Parte de su genial creación plástica hoy por fin los chilenos podrán conocerla en vivo y en directo. Se trata de 47 piezas que se expondrán repartidas a través de tres muestras que se presentarán consecutivamente en un espacio especialmente implementado en el primer nivel subterráneo del centro cultural ubicado en plena plaza de la casa de gobierno.
La Fundación Violeta Parra, creada en 1992 por los hijos de Violeta, Isabel, Ángel, y Carmen Luisa, cedió las obras al Centro Cultural Palacio La Moneda en 2006, en comodato por 8 años para su restauración, conservación y exhibición. El proyecto se realiza con el apoyo de Minera Escondida y la Ley de Donaciones Culturales.
Una vez más, cuando cumpliría 90 años, esta mujer logra, a pesar de reconocerse fea, desplegar belleza y así como ayer marcó presencia en los más importantes círculos culturales del mundo hoy en su patria sus creaciones plásticas y sonoras logran traspasar épocas y fronteras para seguir vigentes y animar a las nuevas generaciones.
Una veintena de sus óleos, 13 arpilleras y 9 obras en papel maché se comienzan a lucir temáticamente en las dos salas preparadas, donde la luz existe únicamente para las obras, según lo dispone el proyecto museográfico, desarrollado por la oficina de diseño Amarcanda. El público podrá asimismo oír su música y conversaciones a través de pantallas de video y gigantografías que actúan como contexto e introducción en esta desconocida faceta plástica de la famosa folclorista chilena.
Autodidacta de tomo y lomo
"Un día vi frente a mí un trozo de tela y empecé a hacer cualquier cosa, aunque no pude producir nada esa primera vez, la segunda vez quise copiar una flor, salió como una botella, después quise poner un tapón a la botella y el tapón me salió como cabeza, entonces dije, esto es una cabeza. Le puse nariz, ojos, boca. La flor no era una botella, después la botella no era botella, era una señora y esa señora mira... El problema es lo más simple del mundo, no sé dibujar", respondió la cantautora en una entrevista cuando sus arpilleras ya eran parte de ella misma, asegura Fernando Sáez en la biografía que realiza de la artista, "La vida intranquila. Violeta Parra". Gracias a su generosa riqueza de datos y frescura de estilo, esta biografía "esencial", como la llama su autor, se lee de un tirón y ya alcanza la tercera edición.
Queda claro que, salvo la persistente motivación de su hermano Nicanor, nadie le enseñó a Violeta esta faceta de artesana y artista visual que desarrolla desde los primeros años de la década del 50. Primero abordó la pintura a destajo, utilizó preferentemente el óleo sobre tela o madera prensada, le gustaba asimismo moldear la tierra, técnica que descubrió en el taller de su amiga la escultora Teresa Vicuña, mientras compone, revisa y corrige las décimas que lee en voz alta, no sin intentar también corregir a la misma Teresa, tanto así que la escultora le anima a probar lo que ella misma le sugiere. El resultado es sorprendente asegura Fernando Sáez: "Son figuras de hombres, mujeres moldeadas en forma primitiva, simple, pero con la misma fuerza que Violeta le daba a lo que pasara por sus manos". Agrega que por esa porfía que la caracterizaba, de esas obras no quedaron rastros porque se negó a llevarlas al horno. Otras tantas de sus cerámicas se disolvieron tras una lluvia inesperada cuando eran expuestas en la primera Feria Chilena de Artes Plásticas en el Parque Forestal. Como era su costumbre frente al público, Violeta borda, pinta, hace figuras en greda, canta y toca la guitarra.
De sus manos también nacieron esculturas en alambre, máscaras hechas de mosaicos de granos y grandes arpilleras bordadas con acontecimientos familiares, costumbres y creencias populares, una boda, una mañana de aseo, el velorio de un angelito, y hasta sus canciones tomaron nueva forma enredadas en la lana.
El color y la textura son sus herramientas para comunicar como cronista su entorno, la historia de su patria, y su propia vida sentimental, bastante variada por lo demás. Ocupaba el verde cuando sentía esperanza, el rojo para envolver su enojo y evidenciar su denuncias, y siempre, aseguraba "uso como base los colores araucanos: amarillo, negro, violeta, rojo y rosado de la flor del copihue".
Antes que en su patria, entendieron su mensaje las autoridades del Museo de Artes Decorativas del Palacio de Louvre, a quienes logró conquistar para montar allí en 1964 parte de su obra plástica y convertirse así en la primera artista latinoamericana que lo consigue. Sólo en el 92 es reconocida de ese modo en Chile cuando se exhiben 33 de sus cuadros y tejidos en el Centro Cultural Estación Mapocho. Y por distintas razones de ubicación de las obras plásticas recién en el 2000 el Museo de Bellas Artes le abre sus puertas.
Y eso que a la muestra de París le siguen exposiciones en Suiza, en Cuba y, más tarde, nuevamente en el Louvre. Luego vendrían Madrid, Nápoles, Estocolmo, La Haya, Buenos Aires, Washington, además de pequeñas exhibiciones en Santiago y otros lugares de Chile en distintos períodos.
Lo último en realizar fueron sus trabajos en papel maché, abordó aquellos cuadros sobre madera prensada, mezclando engrudo y diarios. Con esta especie de pintura y escultura en relieve a veces fabricaba máscaras, a las que incorporaba porotos, lentejas, garbanzos. La mayoría de estas obras las hizo Violeta en su casa taller en la Rue Voltaire de Ginebra, donde residió por temporadas. En tanto sus primeras arpilleras y pinturas nacen en su casa de La Reina en Santiago, calle Segovia 7366.
Pero su obra quedó repartida por el mundo, nunca firmó un cuadro y de continuo los regalaba a sus amigos. Por ello, para sus descendientes, que hoy encabezan la fundación que lleva su nombre, no ha sido facil reunir su legado.
"Voy llenando espacios en mis tapices... Y con mis pinturas: ellas están todas en mi cabeza, como mis canciones. Cuando siento que hay una persona sensible o que le nace un sentimiento al ver lo que hago, me quedo tranquila. Sólo hago algo en lo que pueda poner la emoción".
Exposición: Obras plástica de Violeta Parra
A partir del 9 de noviembre
Horario: Martes a Domingo 10 a 19:30 horas
Entrada liberada: De 10 a 13:30 horas:
Entrada general (ticket valido para todas las salas de exposición) $600 Estudiantes, convenios, tercera edad $300
Niños menor de 5 años Entrada liberada
Una década demoraron sus hijos y los más cercanos en encontrar un adecuado lugar que les diera a estas obras suficientes garantías para conservarlas y asegurara un nexo adecuado hacia el público.
El montaje de la exposición
El montaje separado en tres etapas ha tomado en cuenta la vida de Violeta, su entorno, su motivación y su naturaleza de mujer.
1.- Comienza con "La celebración, fiesta, vida y música". Donde la tónica son sus obras en papel maché, "Nietos en fiesta", "La cueca", "El niño en el columpio"; los óleos "Regalo en Ginebra", "Fiesta en casa de Violeta" y las arpilleras "La cueca", "El circo donde", y aquel en que recuerda a su gran amigo Thiago De Mello, entre otras de sus creaciones.
2.-. En la segunda etapa la alegría da paso a sus más íntimas inquietudes: "De Chile, historia y entorno", contempla las obras "Genocidio" y "Hombre de negocios", ambas en papel maché. Los óleos "Prisionero inocente", "Mitin del 2 de abril" y "Leyendo El Peneca". En tanto, entre las arpilleras se encuentran "Fresia y Caupolicán", "Los conquistadores" y los dos grandes textiles que evocan el "Combate Naval de Iquique".
3.- Como suele darse en muchas vidas, la tercera etapa se centra en "Lo Espiritual, mística, religión vida y muerte". Tópicos que se reflejan en sus pinturas "La última cena", "Juicio Final", "Esperando el ataúd", "La hija curiosa" y en su particular "Cristo en bikini", bordado en arpillera.
Regalos para Violeta: libro y sitio web
Para celebrar los 90 años del nacimiento de la folclorista, las mismas entidades que hacen posible esta exposición, encabezadas por la Corporación Patrimonio Cultural de Chile, lanzan el libro "Violeta Parra: Obra visual". Es un completo catálogo que reúne las piezas que hoy se encuentran en manos de la Fundación Violeta Parra, como también aquellas obras pertenecientes a coleccionistas privados.
El libro se presenta con textos escritos por Isabel Parra (hija y compañera de empeños y múltiples andanzas). Contiene el análisis y acabados estudios de la historiadora Isabel Cruz, el filósofo y dramaturgo José Ricardo Morales y Cecilia García-Huidobro. Gráficas resultan sobre todo las imágenes que captaron a Violeta trabajando en su taller. Es diseñado por Carlos Altamirano, de Ocho Libros Editores, con fotografías de Fernando Balmaceda.
Por su parte, el sitio del Patrimonio Cultural Chileno, www.nuestro.cl, puso en línea un número especial sobre la vida y obra de Violeta Parra. A través de notas, entrevistas y reportajes, aborda sus diversas facetas de folclorista, rescatadora de la tradición popular, cantora, compositora y artista visual. En el nuevo sitio que salta a la internet como un nuevo regalo para Violeta se presentan entrevistas a sus hijos Ángel e Isabel; al compositor Miguel Letelier, cuya familia cultivó una estrecha relación con la artista; a su hermano Lalo Parra, además de reportajes sobre el llamado "clan Parra"
http://diario.elmercurio.com/2007/10/28/artes_y_letras/_portada/noticias/6E7A83E2-0AE2-41FB-97D3-FD0789647B77.htm?id={6E7A83E2-0AE2-41FB-97D3-FD0789647B77}
viernes, octubre 26, 2007
chancho en piedra SCD vespucio 24 octubre
El pasado miercoles fuimos testigos de la versatilidad de los chancho, de su calidad sonora, y que realmente hay precisión y calidad en todos los formatos. Ese día los chancho entregaron 2 horas de su repertorio en formato Unplugged, pero en ese unplugged con guitarras eletroacusticas, no tan ortodoxo como Mcartney ni como Los Tres; pero en donde era necesario demostrar calidad interpretativa en canciones que iban a carecer de distorsión y de efectos. Las canciones sonaron perfectamente entregadas, con variaciones en los juegos ritmicos que acercaron algunas de las canciones a los mas profundo del cancionero latinoamericano, es así como se pudieron escuchar versiones en ritmo de bossa nova, de samba, de cueca, de ritmos peruanos, pascuences, mapuches, de malambo argentino, de una simple balada, con un dominio de los formatos y de la entrega musical bastante acertada. Se nota demasiado que lo pasan bien, y eso lo siente uno al estar presente en sus conciertos, lo que lleva al publico a derrochar energía y felicidad por cada uno de los poros.
En este concierto el grupo aprovechó de mostrar "condor", uno de los temas inéditos de su disco grandes exitos que salé a la venta las proximas semanas. Pero queda en el aire cuando va a ver un disco nuevo de los chanchos, que paso con la cantata?, hace un par de años que estamos con el mismo repertorio, por supuesto que este aire en los conciertos es fenomenal, pero mirando un poco mas allá nos queda la duda hasta cuando tendremos que esperar.
Un excelente concierto, todo fresco, todo de calidad.
En este concierto el grupo aprovechó de mostrar "condor", uno de los temas inéditos de su disco grandes exitos que salé a la venta las proximas semanas. Pero queda en el aire cuando va a ver un disco nuevo de los chanchos, que paso con la cantata?, hace un par de años que estamos con el mismo repertorio, por supuesto que este aire en los conciertos es fenomenal, pero mirando un poco mas allá nos queda la duda hasta cuando tendremos que esperar.
Un excelente concierto, todo fresco, todo de calidad.
miércoles, octubre 03, 2007
VIOLETA + VICTOR BBC
http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/misc/newsid_7024000/7024663.stm#
http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/misc/newsid_7021000/7021793.stm
Dos grandes de la música popular
Andrea Henríquez
Santiago de Chile
Jara y Parra se convirtieron en los referentes más importantes de la música popular.
Las creaciones de los cantautores chilenos Violeta Parra y Víctor Jara se entrelazaron hacia una búsqueda incesante de la identidad latinoamericana y se convirtieron en máximos referentes de la música popular.
Esta semana, el mundo conmemora 90 años del nacimiento de la pionera de la nueva canción chilena y 75 del natalicio del hombre que siguió su camino y que se transformó en un símbolo de la lucha por la defensa de los derechos humanos.
¿Cómo los ven las nuevas generaciones?
Raíces
A principios de los años cincuenta, Violeta Parra recorrió las zonas rurales de Chile y descubrió las raíces más profundas de la poesía y el canto popular.
(Violeta) empezó a hablar de los problemas sociales de Chile, de la pobreza, de la injusticia, del hambre...
Tita Parra, nieta de Violeta
"Descubrió las décimas, los distintos tipos de versos populares y las infinitas maneras de cantar la tonada, la cueca. Ella redescubrió el folklore chileno, pero además, experimentó y llegó a un nivel muy alto", le dijo a BBC Mundo la cantautora Tita Parra, nieta de Violeta.
Junto al folklorista y cantautor argentino Atahualpa Yupanqui, Violeta Parra fue pionera de la nueva canción latinoamericana, un movimiento cultural comprometido con el sentir popular y que se convirtió en voz de denuncia de la injusticia social.
"Empezó a hablar de los problemas sociales de Chile, de la pobreza, de la injusticia, del hambre, de todo lo que sufrieron los mapuche, los obreros, los mineros, los pescadores, la gente de Chiloé, con todas sus canciones, ocupando los ritmos y las músicas", agregó Tita Parra.
Participe: ¿sigue vigente la canción protesta?
Siguiendo el camino
Víctor Jara y Violeta Parra se conocieron y mantuvieron una relación especial.
Víctor era gran admirador de Violeta y feliz iba a su casa. Violeta lo escuchaba cantar y lo animaba. Era una relación como de profesora a alumno
Joan Jara, esposa de Víctor
"Víctor era gran admirador de Violeta y feliz iba a su casa. Violeta lo escuchaba cantar y lo animaba. Era una relación como de profesora a alumno", le explicó a BBC Mundo Joan Jara, esposa de Víctor.
Luego de varias giras internacionales, en los años sesenta Violeta Parra instaló en las afueras de Santiago una carpa de arte popular. En éste, su refugio, fue donde escribió sus últimas canciones.
"La habíamos conocido más como cultora de la música campesina, pero cuando salió con estas canciones como 'Volver a los Diecisiete', 'Gracias a la Vida', 'Maldigo el Alto Cielo', tremendas canciones que ni nos imaginábamos que tenía adentro, nos abrió los ojos hacia el mundo en el que todo se conjugaba, la tradición y esta búsqueda nueva", le dijo a BBC Mundo el músico Jorge Coulon, integrante del grupo Inti-illimani.
Violeta Parra se suicidó a los cincuenta años sin alcanzar a ver los frutos de su creación artística. Sin embargo, otros músicos siguieron el ejemplo y mantuvieron vivo su legado.
La nueva canción chilena
Víctor Jara continuó el camino descubierto por Violeta Parra y se convirtió en uno de los principales exponentes de la nueva canción chilena. En los años sesenta, el lugar de encuentro de los músicos comprometidos con el movimiento social y político era la Peña de los Parra.
Jara participó activamente en la campaña política de Salvador Allende.
"Por su militancia, por el contenido de sus canciones, era la peña el lugar natural. Es así como él se incorporó y trabajamos juntos hasta el 11 de septiembre (de 1973)", le dijo a BBC Mundo el cantautor Ángel Parra, hijo de Violeta.
En los años setenta, Víctor Jara convirtió su voz y su guitarra en herramientas de cambio social y participó activamente en la campaña que llevó a Salvador Allende a la presidencia de Chile.
Durante este período, sus canciones y las de Violeta se escucharon fuerte en sindicatos, fiestas campesinas, federaciones de estudiantes y grupos de obreros.
Pocos días después del golpe de Estado que encabezó Augusto Pinochet, el cantautor fue detenido, torturado y asesinado.
Luces
Violeta Parra y Víctor Jara conjugaron la música popular con temas contemporáneos y para muchos músicos sus creaciones siguen siendo una fuente de inspiración.
OTROS PARRAS DESTACADOS
Nicanor (hermano de Violeta): anti poeta
Eduardo (hermano de Violeta): cantautor
Ángel (hijo de Violeta): cantautor
Tita (nieta de Violeta): cantautora
Isabel (hija de Violeta): cantautora
Javiera (nieta de Violeta): cantautora
"Ellos son como mis padres, son mi camino. Cada vez que estoy creando busco en ellos las luces", señaló a BBC Mundo el trovador Mauricio Gutiérrez.
"Son los dos grandes parámetros donde nos identificamos musicalmente. Es nuestra fuente para enriquecernos si queremos tener influencia chilena", le dijo a BBC Mundo el músico Antar, bisnieto de Violeta.
"América Latina les debe, y mucha gente también, porque todo lo que ahora se conoce como world music, de alguna manera tiene sus raíces ahí", agregó Jorge Coulon.
Víctor Jara y Violeta Parra trascendieron el tiempo y el espacio. Hoy sus obras se mantienen vivas y sus voces se siguen escuchando.
http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/misc/newsid_7021000/7021793.stm
Dos grandes de la música popular
Andrea Henríquez
Santiago de Chile
Jara y Parra se convirtieron en los referentes más importantes de la música popular.
Las creaciones de los cantautores chilenos Violeta Parra y Víctor Jara se entrelazaron hacia una búsqueda incesante de la identidad latinoamericana y se convirtieron en máximos referentes de la música popular.
Esta semana, el mundo conmemora 90 años del nacimiento de la pionera de la nueva canción chilena y 75 del natalicio del hombre que siguió su camino y que se transformó en un símbolo de la lucha por la defensa de los derechos humanos.
¿Cómo los ven las nuevas generaciones?
Raíces
A principios de los años cincuenta, Violeta Parra recorrió las zonas rurales de Chile y descubrió las raíces más profundas de la poesía y el canto popular.
(Violeta) empezó a hablar de los problemas sociales de Chile, de la pobreza, de la injusticia, del hambre...
Tita Parra, nieta de Violeta
"Descubrió las décimas, los distintos tipos de versos populares y las infinitas maneras de cantar la tonada, la cueca. Ella redescubrió el folklore chileno, pero además, experimentó y llegó a un nivel muy alto", le dijo a BBC Mundo la cantautora Tita Parra, nieta de Violeta.
Junto al folklorista y cantautor argentino Atahualpa Yupanqui, Violeta Parra fue pionera de la nueva canción latinoamericana, un movimiento cultural comprometido con el sentir popular y que se convirtió en voz de denuncia de la injusticia social.
"Empezó a hablar de los problemas sociales de Chile, de la pobreza, de la injusticia, del hambre, de todo lo que sufrieron los mapuche, los obreros, los mineros, los pescadores, la gente de Chiloé, con todas sus canciones, ocupando los ritmos y las músicas", agregó Tita Parra.
Participe: ¿sigue vigente la canción protesta?
Siguiendo el camino
Víctor Jara y Violeta Parra se conocieron y mantuvieron una relación especial.
Víctor era gran admirador de Violeta y feliz iba a su casa. Violeta lo escuchaba cantar y lo animaba. Era una relación como de profesora a alumno
Joan Jara, esposa de Víctor
"Víctor era gran admirador de Violeta y feliz iba a su casa. Violeta lo escuchaba cantar y lo animaba. Era una relación como de profesora a alumno", le explicó a BBC Mundo Joan Jara, esposa de Víctor.
Luego de varias giras internacionales, en los años sesenta Violeta Parra instaló en las afueras de Santiago una carpa de arte popular. En éste, su refugio, fue donde escribió sus últimas canciones.
"La habíamos conocido más como cultora de la música campesina, pero cuando salió con estas canciones como 'Volver a los Diecisiete', 'Gracias a la Vida', 'Maldigo el Alto Cielo', tremendas canciones que ni nos imaginábamos que tenía adentro, nos abrió los ojos hacia el mundo en el que todo se conjugaba, la tradición y esta búsqueda nueva", le dijo a BBC Mundo el músico Jorge Coulon, integrante del grupo Inti-illimani.
Violeta Parra se suicidó a los cincuenta años sin alcanzar a ver los frutos de su creación artística. Sin embargo, otros músicos siguieron el ejemplo y mantuvieron vivo su legado.
La nueva canción chilena
Víctor Jara continuó el camino descubierto por Violeta Parra y se convirtió en uno de los principales exponentes de la nueva canción chilena. En los años sesenta, el lugar de encuentro de los músicos comprometidos con el movimiento social y político era la Peña de los Parra.
Jara participó activamente en la campaña política de Salvador Allende.
"Por su militancia, por el contenido de sus canciones, era la peña el lugar natural. Es así como él se incorporó y trabajamos juntos hasta el 11 de septiembre (de 1973)", le dijo a BBC Mundo el cantautor Ángel Parra, hijo de Violeta.
En los años setenta, Víctor Jara convirtió su voz y su guitarra en herramientas de cambio social y participó activamente en la campaña que llevó a Salvador Allende a la presidencia de Chile.
Durante este período, sus canciones y las de Violeta se escucharon fuerte en sindicatos, fiestas campesinas, federaciones de estudiantes y grupos de obreros.
Pocos días después del golpe de Estado que encabezó Augusto Pinochet, el cantautor fue detenido, torturado y asesinado.
Luces
Violeta Parra y Víctor Jara conjugaron la música popular con temas contemporáneos y para muchos músicos sus creaciones siguen siendo una fuente de inspiración.
OTROS PARRAS DESTACADOS
Nicanor (hermano de Violeta): anti poeta
Eduardo (hermano de Violeta): cantautor
Ángel (hijo de Violeta): cantautor
Tita (nieta de Violeta): cantautora
Isabel (hija de Violeta): cantautora
Javiera (nieta de Violeta): cantautora
"Ellos son como mis padres, son mi camino. Cada vez que estoy creando busco en ellos las luces", señaló a BBC Mundo el trovador Mauricio Gutiérrez.
"Son los dos grandes parámetros donde nos identificamos musicalmente. Es nuestra fuente para enriquecernos si queremos tener influencia chilena", le dijo a BBC Mundo el músico Antar, bisnieto de Violeta.
"América Latina les debe, y mucha gente también, porque todo lo que ahora se conoce como world music, de alguna manera tiene sus raíces ahí", agregó Jorge Coulon.
Víctor Jara y Violeta Parra trascendieron el tiempo y el espacio. Hoy sus obras se mantienen vivas y sus voces se siguen escuchando.
martes, octubre 02, 2007
+ VIOLETA
Violeta Parra
Joven a los 90
2/10/2007
Fue aplaudida y coreada como una estrella pop en La Yein Fonda, y es sólo el comienzo. Con nuevos discos, libros, películas, obras de teatro, exposiciones y Silvio Rodríguez como invitado al cumpleaños este 4 de octubre, Violeta Parra cobra nueva vida esta temporada.
David Ponce
Es pasada la medianoche del 18 de septiembre último en la Quinta Normal de Santiago y una larga hilera de gente se agolpa frente a la carpa de la Yein Fonda, habitual cita dieciochera dedicada este año por Álvaro Henríquez y Los Tres a Violeta Parra. La fila ni siquiera avanza, porque es tal la cantidad de público adentro que hace falta que salga gente antes de seguir vendiendo entradas. Y no es para pasar el 18 con reggaetón ni cumbia: lo que está sonando a esta hora en la fonda son las voces de Isabel y Ángel Parra, en vivo, cantando y tocando canciones de su madre, Violeta Parra.
Este 4 de octubre se cumple su nonagésimo natalicio, pero la homenajeada está más joven que nunca. No son sólo diplomas ni reconocimientos oficiales, sino algo mucho mejor. A noventa años de su nacimiento y a cuarenta de su muerte, la folclorista chilena es una presencia que crece entre músicos y públicos de distintas generaciones, desde la más profunda aproximación folclórica hasta sus obras disponibles en internet para la nueva generación pop.
En la Yein Fonda, Isabel Parra arenga al público a entonar a Violeta. Y a veces la gente entona más fuerte que los propios artistas, los versos de "La jardinera" y "Volver a los diecisiete", parte del repertorio que Ángel e Isabel presentan esta noche. "La Violeta es muy querida y tengo la impresión de que ahora estas velitas cumpleañeras empiezan a iluminarnos a todos", dice la propia Isabel Parra días más tarde. Porque no deja de ser un misterio que la gente cante estos versos de memoria. Después de todo rara vez Violeta Parra ha sonado en la radio en Chile, buena parte de sus discos originales no se puede comprar en las tiendas, porque sólo han sido reeditados en compilaciones.
Violeta volvió del cielo
Violeta Parra hizo su primer disco en 1956 en Francia, Chants et rhythmes du Chili, para el sello Le Chant du Monde. De vuelta, empezó a grabar en Chile.
Entre 1956 y 1966 hizo doce discos: siete en Chile, tres en Francia, uno en Alemania y uno en Argentina. Además hay veinte ediciones póstumas que completan un catálogo de cerca de ciento cincuenta canciones grabadas.
En todas ellas se destaca por el rescate del folclor, sus notables composiciones propias y lo poderoso de sus letras. Cosas que hacia su disco final, Las últimas composiciones de Violeta Parra (1966), se hacen más patentes. Baste decir que ahí puso de un viaje cuatro creaciones universales como "Rin del angelito", "Run Run se fue pa'l norte", "Volver a los diecisiete" y "Gracias a la vida".
Es justo esta etapa final la que su nieta, Javiera Parra, abordará en el disco de canciones de Violeta Parra que lanzará en abril de 2008.
"La última etapa es la más fructífera en términos musicales, ella se estaba sofisticando, son más interesantes, tienen más hueso que roer. Hay mucha personalidad", dice Javiera.
La nieta también es un link con otras iniciativas. Junto a su padre, Ángel Parra, va a participar tanto en la música de una obra de teatro callejero dirigida por Rodrigo Pérez, como en la de una cinta de Raúl Ruiz basada en "Violeta se fue a los cielos" (2006), libro de Ángel Parra.
También se avecinan nuevas ediciones musicales de la artista. Para octubre está previsto el lanzamiento de su primer box set, publicado por el sello Warner, que incluirá Las últimas composiciones (1966) y el fugaz disco grabado por la cantante en 1961 en Argentina, donde el LP fue censurado debido a la letra de protesta de la canción "Por qué los pobres no tienen", según relata el escritor Fernando Sáez en su biografía de Violeta Parra "La vida intranquila" (1999), recién relanzada. Y un adelanto ya disponible es la reedición que el sello EMI hizo de Carpa de La Reina (1965) que la muestra en su faceta de anfitriona en la carpa que tenía en esa comuna.
Cueca, rock e internet
El actor y cuequero Daniel Muñoz también tiene a su Violeta Parra favorita: es la recopiladora, la que recogió las cuecas campesinas que Muñoz acaba de grabar en el segundo disco de su grupo de cueca urbana, La otra patita (2007).
"Nuestra línea se aleja un poco de las cuecas campesinas, pero dimos con éstas y nos gustaron mucho las melodías", explica.
El desenfado del rock siempre ha combinado con la rebeldía de la artista, y el próximo ejemplo es el del trío Matorral, uno de los grupos locales más sensibles a la historia musical chilena. "Puedes ser un buen músico, pero es más difícil hacerte de un lenguaje y tener las cosas claras", distingue Felipe Cadenasso, cantante y guitarrista, que grabó una adaptación de la épica "Cantores que reflexionan" para el disco que el grupo lanzará el 14 de noviembre. "No me siento un continuador de ella, pero me imagino que es grande por este tipo de cosas. Aunque hubiera hecho sólo esa canción ya es mucho".
Más nuevos aún son cantantes pop de última generación como Javiera Mena y Gepe, que bajaron a Violeta Parra de internet para incorporarla entre sus diversas influencias, como cuando Gepe ha cantado en vivo "El palomo" y "Santiago penando estás". Y desde antes se destacan con nitidez Los Bunkers, quienes no descartan editar en un disco el repertorio de Violeta Parra que grabaron en vivo hace dos años.
"Siempre es interesante ver las lecturas de las otras personas", redondea la propia Javiera Parra. "Mientras más gente se atreva a desempolvar a Violeta de esa categoría de gigante es mejor".
www.violetaparra.scd.cl
http://www.lamusica.emol.com/detalle/index.asp?idnoticia=277203
Joven a los 90
2/10/2007
Fue aplaudida y coreada como una estrella pop en La Yein Fonda, y es sólo el comienzo. Con nuevos discos, libros, películas, obras de teatro, exposiciones y Silvio Rodríguez como invitado al cumpleaños este 4 de octubre, Violeta Parra cobra nueva vida esta temporada.
David Ponce
Es pasada la medianoche del 18 de septiembre último en la Quinta Normal de Santiago y una larga hilera de gente se agolpa frente a la carpa de la Yein Fonda, habitual cita dieciochera dedicada este año por Álvaro Henríquez y Los Tres a Violeta Parra. La fila ni siquiera avanza, porque es tal la cantidad de público adentro que hace falta que salga gente antes de seguir vendiendo entradas. Y no es para pasar el 18 con reggaetón ni cumbia: lo que está sonando a esta hora en la fonda son las voces de Isabel y Ángel Parra, en vivo, cantando y tocando canciones de su madre, Violeta Parra.
Este 4 de octubre se cumple su nonagésimo natalicio, pero la homenajeada está más joven que nunca. No son sólo diplomas ni reconocimientos oficiales, sino algo mucho mejor. A noventa años de su nacimiento y a cuarenta de su muerte, la folclorista chilena es una presencia que crece entre músicos y públicos de distintas generaciones, desde la más profunda aproximación folclórica hasta sus obras disponibles en internet para la nueva generación pop.
En la Yein Fonda, Isabel Parra arenga al público a entonar a Violeta. Y a veces la gente entona más fuerte que los propios artistas, los versos de "La jardinera" y "Volver a los diecisiete", parte del repertorio que Ángel e Isabel presentan esta noche. "La Violeta es muy querida y tengo la impresión de que ahora estas velitas cumpleañeras empiezan a iluminarnos a todos", dice la propia Isabel Parra días más tarde. Porque no deja de ser un misterio que la gente cante estos versos de memoria. Después de todo rara vez Violeta Parra ha sonado en la radio en Chile, buena parte de sus discos originales no se puede comprar en las tiendas, porque sólo han sido reeditados en compilaciones.
Violeta volvió del cielo
Violeta Parra hizo su primer disco en 1956 en Francia, Chants et rhythmes du Chili, para el sello Le Chant du Monde. De vuelta, empezó a grabar en Chile.
Entre 1956 y 1966 hizo doce discos: siete en Chile, tres en Francia, uno en Alemania y uno en Argentina. Además hay veinte ediciones póstumas que completan un catálogo de cerca de ciento cincuenta canciones grabadas.
En todas ellas se destaca por el rescate del folclor, sus notables composiciones propias y lo poderoso de sus letras. Cosas que hacia su disco final, Las últimas composiciones de Violeta Parra (1966), se hacen más patentes. Baste decir que ahí puso de un viaje cuatro creaciones universales como "Rin del angelito", "Run Run se fue pa'l norte", "Volver a los diecisiete" y "Gracias a la vida".
Es justo esta etapa final la que su nieta, Javiera Parra, abordará en el disco de canciones de Violeta Parra que lanzará en abril de 2008.
"La última etapa es la más fructífera en términos musicales, ella se estaba sofisticando, son más interesantes, tienen más hueso que roer. Hay mucha personalidad", dice Javiera.
La nieta también es un link con otras iniciativas. Junto a su padre, Ángel Parra, va a participar tanto en la música de una obra de teatro callejero dirigida por Rodrigo Pérez, como en la de una cinta de Raúl Ruiz basada en "Violeta se fue a los cielos" (2006), libro de Ángel Parra.
También se avecinan nuevas ediciones musicales de la artista. Para octubre está previsto el lanzamiento de su primer box set, publicado por el sello Warner, que incluirá Las últimas composiciones (1966) y el fugaz disco grabado por la cantante en 1961 en Argentina, donde el LP fue censurado debido a la letra de protesta de la canción "Por qué los pobres no tienen", según relata el escritor Fernando Sáez en su biografía de Violeta Parra "La vida intranquila" (1999), recién relanzada. Y un adelanto ya disponible es la reedición que el sello EMI hizo de Carpa de La Reina (1965) que la muestra en su faceta de anfitriona en la carpa que tenía en esa comuna.
Cueca, rock e internet
El actor y cuequero Daniel Muñoz también tiene a su Violeta Parra favorita: es la recopiladora, la que recogió las cuecas campesinas que Muñoz acaba de grabar en el segundo disco de su grupo de cueca urbana, La otra patita (2007).
"Nuestra línea se aleja un poco de las cuecas campesinas, pero dimos con éstas y nos gustaron mucho las melodías", explica.
El desenfado del rock siempre ha combinado con la rebeldía de la artista, y el próximo ejemplo es el del trío Matorral, uno de los grupos locales más sensibles a la historia musical chilena. "Puedes ser un buen músico, pero es más difícil hacerte de un lenguaje y tener las cosas claras", distingue Felipe Cadenasso, cantante y guitarrista, que grabó una adaptación de la épica "Cantores que reflexionan" para el disco que el grupo lanzará el 14 de noviembre. "No me siento un continuador de ella, pero me imagino que es grande por este tipo de cosas. Aunque hubiera hecho sólo esa canción ya es mucho".
Más nuevos aún son cantantes pop de última generación como Javiera Mena y Gepe, que bajaron a Violeta Parra de internet para incorporarla entre sus diversas influencias, como cuando Gepe ha cantado en vivo "El palomo" y "Santiago penando estás". Y desde antes se destacan con nitidez Los Bunkers, quienes no descartan editar en un disco el repertorio de Violeta Parra que grabaron en vivo hace dos años.
"Siempre es interesante ver las lecturas de las otras personas", redondea la propia Javiera Parra. "Mientras más gente se atreva a desempolvar a Violeta de esa categoría de gigante es mejor".
www.violetaparra.scd.cl
http://www.lamusica.emol.com/detalle/index.asp?idnoticia=277203
lunes, octubre 01, 2007
VIOLETA PARRA POR DOS
Les dejo dos notas sobre Violeta Parra publicado el día de ayer en el mercurio, a esto habría que sumarle las paginas que le entregó el The Clinic a Violeta en la edición del Jueves Pasado.
OCTUBRE DE 1966. "Vengan a cantar junto a mí, no tengo plata para gastar en propaganda"
Violeta Parra: su desconocida entrevista cuatro meses antes de su muerte
Alfonso Molina Leiva
Reacia a las notas de prensa, la cantautora conversó durante varias horas con un joven estudiante que escribía en el "Suplemento Dominical" de "El Mercurio", quien llegó a la habitación en que vivía, contigua a la carpa de La Reina.
Desencantada por las pocas personas que acudían a su espectáculo, Violeta Parra narra aquí pasajes de su infancia y juventud y reflexiona con melancolía sobre su quehacer musical, en esta entrevista que transcribimos casi en su totalidad.
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ALFONSO MOLINA LEIVA
En la comuna de La Reina, en el límite aquel en que la ciudad deja de ser tal y empieza a tener su dominio el campo, se encuentra levantada una carpa grande y vistosa con una entrada rústica formada por troncos. Esa carpa es el orgullo de Violeta Parra. Posee un interior amplio con sillas de madera y totora y largos mesones de madera en bruto sobre piso de tierra. "Me gusta sentarme en la tierra porque sé que estoy firme y sentir la naturaleza en mí. Palparla con mis manos y sentirme cerca de ella para poder olerla". "Para mí no hay nada más hermoso que las cosas rústicas, quiero emplear todo lo que la naturaleza da y emplearlo tal como de ella nace".
Llegué un día de lluvia, era temprano y la función no empezaba. No estaba muy seguro de encontrarla allí porque pensaba que aquel lugar era sólo donde iba a cantar, creía que vivía en un departamento en el centro de Santiago. Pero no fue así.
"Así vivo yo"
Me hicieron pasar a la parte trasera de la carpa donde se encuentra una casita de adobes, más bien dicho a una pieza, sólo una, donde ella vive y que compone toda su casa. El recibimiento que me dispensó fue el más extraño del que hasta entonces había sido objeto. Fue algo así como una especie de advertencia a posibles dudas que yo pudiera tener con respecto al lugar donde vive y al mismo tiempo un saludo.
"Adelante", dijo. "Ésta es mi casa, así vivo yo". No sería difícil dar una descripción del lugar, pero más fácil resulta decir que basta con imaginarse una casita de campo, hecha con adobes, de techo bajo y piso de tierra. De ese suelo de conformación irregular, en que los muebles difícilmente guardan una posición nivelada. Estaba recostada en la cama porque, según me explicaba, había trabajado hasta tarde y luego comenzaba a llegar el público y la velada se prolongaría hasta avanzadas horas de la noche. Digo que la encontré recostada en la cama, porque inmediatamente al lado de la puerta se encuentra lo que hace de dormitorio, como asimismo un poco más retirado está el comedor y también unos sillones que representan el living. Todo en una sola pieza.
Sobre la cama tenía unos instrumentos musicales que eran unas guitarras pequeñas hechas con caparazón de animales y de muchas cuerdas, traídas de una reciente gira que había realizado a Bolivia, además de un cuatro venezolano. Su velador lo constituía un tronco rudimentario y las frazadas se componían de unos chales confeccionados por ella misma. Mientras conversábamos afinaba aquellos instrumentos y me contaba que la casa la había construido ella misma. Los adobes los había hecho con barro de su patio y el diseño era propio, así como también había dirigido la obra. "A usted le parecerá extraño todo esto, que viva así, sin lo que otras personas llaman comodidades. Para mí esto es comodidad, me crié en el campo y viví así largo tiempo y jamás cambié mi modo de vida".
La viruela
Cuando quise saber sobre su niñez, me dijo: "No le encuentro mayor interés hablar sobre mi infancia que fue como la de todos los niños, además mucha gente la conoce y no tiene nada de extraordinario. Éramos pobres, somos muchos hermanos y mi padre era profesor de música en un pueblito de Chillán y también algo aficionado a la bebida. Mi primera expresión de actuación en público fue un día en que yo me di cuenta de que no había dinero para alimentarnos. Tomé mi guitarra (no tendría más de 11 años) y junto con mis hermanos menores salí a cantar al pueblo provista con una canasta. Cantamos en la calle y no recibíamos dinero, sino que alimentos y frutas. Pasamos gran parte del día fuera del hogar y ya tarde volvimos con la canasta llena de comida para nuestra casa. Mi madre estaba muy preocupada y nos esperaba intranquila. Cuando llegamos y le narré lo que habíamos hecho, nos abrazó y lloró inconsolablemente y, posteriormente, me dio un gran sermón. No salí nunca más a cantar a la calle y mucho menos a pedir comida".
"Luego nos trasladamos a Temuco, a un pueblo al interior de la provincia. Aquel viaje que realizamos en tren tiene un amargo recuerdo para mí. Durante el trayecto me sobrevino una espantosa enfermedad que no era otra que la temida viruela, la que me contagié en el coche en que viajábamos. Llegamos con grandes esfuerzos al pueblo al que mi padre fue trasladado y pasé muchos días en cama al borde de la muerte. Realmente no sé cómo me salvé". Su rostro guarda hoy las huellas de aquella terrible enfermedad.
"En realidad, no creo que haya más cosas de importancia en mi niñez que recordar, salvo la principal, que fue el gusto por la música chilena, que empecé a practicar en esa temprana edad".
"Escriba lo que ve"
"Quiero que ponga en lo que va a escribir, dijo, todo lo que ve, lo que se hace en esta carpa y lo que presencia la gente que aquí viene. No escriba cosas hermosas acerca de mí, ni aquellas que puedan ser apreciaciones subjetivas, así como también narre exactamente el modo de vida y que su interpretación quede a cargo de aquel que me visita y el que me conoce. Deseo que lleguen a esta carpa y se den cuenta personalmente de lo que aquí se realiza y cómo se canta el verdadero folclore".
"Ojalá que por medio de esta entrevista se invite a todos a visitarme y decirles que vengan a cantar junto a mí, no tengo plata para gastar en propaganda y quiero aprovechar esta oportunidad. La mantención de la carpa y el pago de los artistas me llevan gran parte de las entradas".
Hay una especie de nube sobre Violeta Parra, que no la deja mantenerse tranquila y que es causada por la ausencia de juventud en su carpa. Ellos no van a visitarla, los que van por lo general son matrimonios y gente mayor de edad. Me comenta que lamenta la indiferencia de los jóvenes por estas reuniones de música folclórica, acentuada además porque compuso para ellos una canción con gran cariño y dedicación, especialmente dirigida a los estudiantes.
Narró sus experiencias del viaje realizado a Europa y América y de las atenciones muy especiales que recibió en Francia. Después de largo rato de conversación, tuve que retirarme, porque empezó a llegar público para esa noche. Dejé atrás a esa mujer que ha dedicado íntegramente su vida a la música de nuestro pueblo, que quiso dejar en mí una cordial invitación para todos aquellos que quieren ver y escuchar cómo se canta con real dedicación nuestra música chilena.
La historia de un encuentro inesperado: "Fue una conversación triste"
"No va a querer darte ninguna entrevista. Ella es bien difícil", fue la sentencia lapidaria que le dirigió José María Navasal, entonces editor del "Suplemento dominical" de "El Mercurio", al inexperto estudiante de primer año de derecho que le proponía entrevistar a Violeta Parra, en septiembre de 1966.
Alfonso Molina tenía entonces 19 años y había llegado a "El Mercurio" como estudiante escolar con ganas de escribir, influido por las clases de literatura que recibía del hermano Martín Panero, su profesor en el Instituto Alonso de Ercilla, de los hermanos maristas.
En el diario lo recibió un lacónico José María Navasal, quien le pidió que le trajera sus crónicas, y finalmente se las terminó publicando en la contratapa del suplemento dominical, que luego sería reemplazado por la "Revista del Domingo".
Dos días en La Reina
Molina llevaba doce meses escribiendo entrevistas a personas del ambiente artístico, como Orietta Escámez, Pepo y Octavio Cintolessi. Y pese a los presagios de Navasal, persistió en sus intenciones de entrevistar a Violeta.
"Fui el primer día a ver su espectáculo en la carpa de La Reina. Había muy poco público, unas 20 o 30 personas, en una carpa que podía recibir a mucha gente, sobre mil, calculo. Servían en el interior unos trozos de carne y anticuchos dentro de un brasero, acompañado de sopaipillas, empanadas y un vaso de mistela (un trago en base a aguardiente, canela, palos de membrillo, cáscara de naranja y clavo de olor). El interior de la carpa tenía sillas de totora y mesones sobre piso de tierra".
"Era un encuentro casi familiar, ella conversaba con los asistentes y entraba y salía de la tarima. Cuando terminó, me acerqué con timidez a pedirle una entrevista. Fue gentil, tal vez porque me vio bien joven. Me citó para el otro día, a las cinco de la tarde".
"Al otro día, cuando llegué, no estaba para nada preparada para la entrevista, aún cuando la habíamos acordado la noche anterior. Supuse que estaba descansando en su casa-pieza, seguramente recostada. Ella misma me abrió la puerta y sólo entrar, estaba la cama y un trozo de tronco que hacía las veces de velador".
"Me mostré algo sorprendido porque pensé que estaba cometiendo una imprudencia al entrar a su dormitorio, y ella misma, notando mi actitud, me tranquilizó diciendo que así vivía ella, que ése era su estilo. El hecho de tener la cama tan pegada al suelo era consecuencia del pavor que le provocaban los temblores, que le recordaban el gran terremoto que azotó en 1939 a la ciudad de Chillán".
"Fue un encuentro amable y sincero. Tal vez porque yo era un desconocido se abrió y me relató muchos episodios de su vida. Estuvimos conversando hasta la noche, cuando ella tuvo que irse a hacer su presentación en la carpa".
"Tenía una voz baja y aguda al mismo tiempo. No era una voz impostada ni educada para modular, pero no era ordinaria en sus expresiones. Jamás titubeó al conversar, era asertiva y orgullosa de su obra".
El desamor
Durante cuatro horas, el tono de desencanto de una Violeta que conjugaba humildad y altivez impresionó al novel periodista. "Me hablaba del desamor y la soledad, de que necesitaba a los hombres, pero ellos la traicionaban". Sus fracasos amorosos y su poco reconocido caminar por Chile buscando la música del pueblo constituyeron tópicos recurrentes. También sus composiciones. "Yo no canto tonteras', recuerdo que repetía".
Fue una entrevista triste. "Era joven y quedé muy apesadumbrado. Me demoré como dos semanas en escribirlo". Unos meses después, Violeta Parra se suicidó en la carpa de La Reina, el domingo 5 de febrero de 1967.
"No me sorprendió. Había palpado su desencanto. Lo entendí de inmediato. Creo que fue la última entrevista que dio a la prensa durante su vida. No he visto ninguna publicada con fecha posterior".
Con el tiempo, Alfonso Molina se convirtió en un reputado corredor de la Bolsa de Comercio. Pero no olvida su melancólico encuentro con Violeta, hace ya cuatro décadas.
http://diario.elmercurio.com/2007/09/30/artes_y_letras/_portada/noticias/96CCAEA0-7812-40B7-99A1-12C3C88424F9.htm?id={96CCAEA0-7812-40B7-99A1-12C3C88424F9}
ENSAYO. Vigencia de su obra:
VIOLETA después de vivir un siglo
Juan Pablo González
"Empezamos a trabajar en la casa de Nicanor(...) Ahí nació el proyecto de transcribir a escritura pautada todo lo que había recopilado del folclor, que era una enormidad. Ella había viajado bastante por el territorio nacional. Empezamos a transcribir y a comentar". (Gastón Soublette).
Foto:El Mercurio
El aporte de Violeta Parra radica en transformar una categoría segregante, como es el folclor, en una unificante, como es el arte. Su obra se convierte en fuente iluminadora para todo artista, pues allí se halla la palpitación de la gente más pretérita. Las canciones de Violeta son canciones de su tiempo, de un tiempo de agudos conflictos sociales, que por primera vez eran expresados en forma elocuente por la canción popular.
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JUAN PABLO GONZÁLEZ
Musicólogo del Instituto de Música UC.
En una mesa redonda en torno a la figura de Violeta Parra, organizada por la Vicerrectoría de Comunicaciones y Extensión de la Universidad Católica en 1971, el escritor y antropólogo peruano José María Arguedas afirmaba que Violeta representa uno de los casos más excepcionales e interesantes de cuantos se pueden presentar en el arte latinoamericano. Su aporte radica -señala Arguedas- en haber transformado una categoría segregante, como es el folclor, en una unificante, como es el arte. Su obra se convierte en fuente iluminadora para todo artista, pues allí se encuentra la palpitación de la gente más pretérita, más menospreciada, más segregada, que, por haber creado en ese estado de marginalidad, crea obras que constituyen un mensaje pleno de fuerza, concluye el escritor peruano.
Economía de recursos
En efecto, el legado de Violeta Parra, en una tierra más bien austera en expresiones musicales, consistió justamente en ampliar las influencias de la canción chilena, con una visión más artística que antropológica del problema, incorporando prácticas musicales pretéritas y de otros pueblos de América, siempre dentro de una severa economía de recursos. La canciones de Violeta, atrayentes por su sinceridad expresiva y por su notable factura formal, son canciones de su tiempo, de un tiempo de agudos conflictos sociales, que por primera vez eran expresados en forma elocuente por la canción popular. En su obra poética, musical y plástica, impacta la frontalidad de la crítica, en una tierra de eufemismos; la mezcla del amor humano con el amor divino, en una sociedad católica; y su libertad para vivir y ser mujer, en una época sin feminismos.
Si bien sus canciones surgen del fragor de su tiempo, lo han trascendido con creces, adquiriendo nuevos sentidos para las audiencias venideras. "Gracias a la vida", "Volver a las diecisiete", "Me gustan los estudiantes", "La carta", "Arauco tiene una pena" y "Run Run se fue pa'l norte", por ejemplo, son canciones de amor, de dolor y de lucha, creadas hace más de cuarenta años, pero que mantienen toda su frescura y fuerza original. De este modo, Violeta Parra ejercerá una influencia importante en músicos chilenos de distintas corrientes musicales y sus canciones serán interpretadas tanto por grupos de huasos como por bandas de rock. Sin embargo, será su libertad para mezclar raíces musicales diversas, tocando ritmos chilotes en instrumentos andinos, por ejemplo, la que marcará el camino de las propuestas más originales de la música popular chilena.
Apertura de un manantial
Si no podemos imaginar la existencia de Quilapayún o de Inti-Illimani sin la senda abierta por Violeta Parra, tampoco podemos concebir a Los Jaivas y Congreso sin el despertar hacia la mezcla latinoamericana propuesta por Violeta. Incluso, por su actitud franca, creativa y transgresora, algunos músicos actuales ven en ella el espíritu rebelde del rock en nuestro suelo. De este modo, no resultará extraño que al cambiar el siglo, Alvaro Henríquez, del grupo Los Tres, produzca un CD llamado justamente "Después de vivir un siglo", cita de "Volver a los diecisiete", donde confluyen los solistas y bandas chilenas de rock y pop más destacados de comienzos del nuevo siglo, como Chancho en Piedra, Lucybell, Los Miserables, Mamma Soul, Los Bunkers, Joe Vasconcellos, Javiera Parra y Anamaría Tijoux. Cada uno de ellos con sus particulares modos de aproximarse a la obra de Violeta.
La necesaria ampliación de la paleta sonora y expresiva de la canción chilena, había sido iniciada por Violeta a comienzos de los '50, desenterrando géneros, instrumentos y prácticas musicales sepultadas por el tiempo. "Voy a desentierrar canciones", decía. Es así como recorrió el país recolectando repertorios y formas de interpretación que luego difundirá y fundirá en su propia creación. En ella, habita una conciencia de artista que la hace transitar caminos propios y originales.
Ya sea por la crucial influencia de su hermano mayor, Nicanor Parra; por haber expuesto sus tapices en el Museo de Artes Decorativas de el Louvre; o por vivir artísticamente su vida, Violeta Parra instala un campo artístico y popular propio. De este modo, su obra poético-musical se transforma en el mayor impulso renovador que ha recibido la música popular chilena desde su interior. Esta renovación se entiende al descubrir en Violeta una personalidad artística completa, que no sólo buscó expresarse a través de la música, la poesía y la plástica, sino que a través de su propia vida, la que transformó en un acto artístico, que define muy bien la renovación del ser mujer, de la cultura popular, y de la música chilena en la década de 1960. El drástico fin que Violeta puso a su vida, manifiesta el total control del artista sobre su obra, en la que también se ha transformado su propia existencia.
La aparición de la Nueva Canción en Chile, que alcanzó ribetes de movimiento continental, fue posible gracias a talentos individuales como el de Violeta, al que se sumaron sus hijos Angel e Isabel, junto a Patricio Manns, Rolando Alarcón y Víctor Jara. La mezcla instrumental desarrollada por la Nueva Canción Chilena y su perfil de música elaborada y abierta a la innovación, constituye todo un modelo para el desarrollo de nuevas mezclas y elaboraciones musicales en Chile, país que ha aumentado su apertura a influencias externas desde el retorno de la democracia, pero que se mantiene ante el peligro de permanecer sepultado bajo ellas.
Hoy día, los nuevos cantautores chilenos permanecen confundidos bajo la maraña de sonidos que envuelve la escena musical contemporánea, mientras que el rescate del folclor ha sido sustituido por el husmeo en las músicas del mundo. Si a esto sumamos la enorme circulación musical a la que se enfrenta el auditor actual y la influencia ejercida por el mercado, podremos imaginar a las nuevas Violetas Parra, si las hubiese, desplazadas por la larga fila de estrellas que buscan la fama instantánea en televisión. Los cantautores chilenos actuales se han alejado de la industria musical establecida, cultivando un modo independiente de producción y distribución de su obra, que ha sido parcialmente financiado por fondos públicos concursables. Entre las nuevas cantautoras se destacan Magdalena Matthey, Elizabeth Morris y Francesca Ancarola y, entre los cantautores, Francisco Villa y Gepe.
El imperio del diseño y del remake llegado con la posmodernidad, el pop parece invadirlo todo. Lo hace al amparo de poderosas corporaciones internacionales de la entretención, que repletan nuestros parlantes de booms-booms bien ecualizados. Ante ellos, el cantautor sólo puede mantener distancia. No es que las canciones de Violeta no se sigan cantando, somos nosotros los que no logramos escucharlas.
La próxima exposición de Violeta
Después de muchos años viajando en maletas y paquetes por todo el mundo, de la mano de Isabel y Ángel Parra, la obra visual de Violeta encontró un lugar para que todos los chilenos la pudieran ver. La muestra se realizará en el Centro Cultural Palacio de la Moneda a partir del 8 de noviembre y, según cuenta su directora Alejandra Serrano "se exponen 47 piezas, entre óleos, arpilleras y obras en papier maché, que se dividen en tres muestras definidas temáticamente, las que serán presentadas consecutivamente en un espacio especialmente concebido y diseñado para ello (el primer nivel subterráneo) y que dentro del centro es de gran visibilidad y presencia. Este espacio incluirá también elementos sonoros, audiovisuales y gráficos".
Esto fue posible gracias a un comodato -gestionado por la Corporación del Patrimonio Cultural- en que la Fundación Violeta Parra (comandada por sus dos hijos) entregó hasta 2012 las obras plásticas de la artista al Centro Cultural Palacio de la Moneda, quienes adquirieron el compromiso de dar un alto estándar a su exhibición y, por supuesto, a su conservación (su restauración se realizó por medio de un FONDART). La condición de la exposición es que se realizara sin lucro.
El trabajo, según explica Cecilia García-Huidobro, vicepresidenta de la corporación, ha sido enorme: "Hemos trabajado dos años en ayudar a la Fundación en los términos del comodato y en la implementacion del espacio, y la publicación de un libro que es a su vez el catálogo de la muestra, todo ello con la ayuda de la Ley de Donaciones Culturales y Minera Escondida". Ángel Parra está contento con esa solución: "Esto representa la posibilidad de que el legado sea visto físicamente por todo el mundo, que es lo que mi mamá quería, que la gente se sienta identificada con la cultura popular chilena y que supiera que en ella hay dignidad. Que desarrolle un gusto por Chile".
No se sabe qué ocurrirá después con la obra visual -hasta ahora la menos conocida- de la cantautora. De todos modos, un espacio definitivo se hace imprescindible, pues además de la obra visual, la fundación tiene en su poder los manuscritos y grabaciones, objetos personales y otras expresiones de Violeta Parra.
http://diario.elmercurio.com/2007/09/30/artes_y_letras/artes_y_letras/noticias/D75879A3-2AF7-4DEC-8545-557BB3B5289E.htm?id={D75879A3-2AF7-4DEC-8545-557BB3B5289E}
OCTUBRE DE 1966. "Vengan a cantar junto a mí, no tengo plata para gastar en propaganda"
Violeta Parra: su desconocida entrevista cuatro meses antes de su muerte
Alfonso Molina Leiva
Reacia a las notas de prensa, la cantautora conversó durante varias horas con un joven estudiante que escribía en el "Suplemento Dominical" de "El Mercurio", quien llegó a la habitación en que vivía, contigua a la carpa de La Reina.
Desencantada por las pocas personas que acudían a su espectáculo, Violeta Parra narra aquí pasajes de su infancia y juventud y reflexiona con melancolía sobre su quehacer musical, en esta entrevista que transcribimos casi en su totalidad.
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ALFONSO MOLINA LEIVA
En la comuna de La Reina, en el límite aquel en que la ciudad deja de ser tal y empieza a tener su dominio el campo, se encuentra levantada una carpa grande y vistosa con una entrada rústica formada por troncos. Esa carpa es el orgullo de Violeta Parra. Posee un interior amplio con sillas de madera y totora y largos mesones de madera en bruto sobre piso de tierra. "Me gusta sentarme en la tierra porque sé que estoy firme y sentir la naturaleza en mí. Palparla con mis manos y sentirme cerca de ella para poder olerla". "Para mí no hay nada más hermoso que las cosas rústicas, quiero emplear todo lo que la naturaleza da y emplearlo tal como de ella nace".
Llegué un día de lluvia, era temprano y la función no empezaba. No estaba muy seguro de encontrarla allí porque pensaba que aquel lugar era sólo donde iba a cantar, creía que vivía en un departamento en el centro de Santiago. Pero no fue así.
"Así vivo yo"
Me hicieron pasar a la parte trasera de la carpa donde se encuentra una casita de adobes, más bien dicho a una pieza, sólo una, donde ella vive y que compone toda su casa. El recibimiento que me dispensó fue el más extraño del que hasta entonces había sido objeto. Fue algo así como una especie de advertencia a posibles dudas que yo pudiera tener con respecto al lugar donde vive y al mismo tiempo un saludo.
"Adelante", dijo. "Ésta es mi casa, así vivo yo". No sería difícil dar una descripción del lugar, pero más fácil resulta decir que basta con imaginarse una casita de campo, hecha con adobes, de techo bajo y piso de tierra. De ese suelo de conformación irregular, en que los muebles difícilmente guardan una posición nivelada. Estaba recostada en la cama porque, según me explicaba, había trabajado hasta tarde y luego comenzaba a llegar el público y la velada se prolongaría hasta avanzadas horas de la noche. Digo que la encontré recostada en la cama, porque inmediatamente al lado de la puerta se encuentra lo que hace de dormitorio, como asimismo un poco más retirado está el comedor y también unos sillones que representan el living. Todo en una sola pieza.
Sobre la cama tenía unos instrumentos musicales que eran unas guitarras pequeñas hechas con caparazón de animales y de muchas cuerdas, traídas de una reciente gira que había realizado a Bolivia, además de un cuatro venezolano. Su velador lo constituía un tronco rudimentario y las frazadas se componían de unos chales confeccionados por ella misma. Mientras conversábamos afinaba aquellos instrumentos y me contaba que la casa la había construido ella misma. Los adobes los había hecho con barro de su patio y el diseño era propio, así como también había dirigido la obra. "A usted le parecerá extraño todo esto, que viva así, sin lo que otras personas llaman comodidades. Para mí esto es comodidad, me crié en el campo y viví así largo tiempo y jamás cambié mi modo de vida".
La viruela
Cuando quise saber sobre su niñez, me dijo: "No le encuentro mayor interés hablar sobre mi infancia que fue como la de todos los niños, además mucha gente la conoce y no tiene nada de extraordinario. Éramos pobres, somos muchos hermanos y mi padre era profesor de música en un pueblito de Chillán y también algo aficionado a la bebida. Mi primera expresión de actuación en público fue un día en que yo me di cuenta de que no había dinero para alimentarnos. Tomé mi guitarra (no tendría más de 11 años) y junto con mis hermanos menores salí a cantar al pueblo provista con una canasta. Cantamos en la calle y no recibíamos dinero, sino que alimentos y frutas. Pasamos gran parte del día fuera del hogar y ya tarde volvimos con la canasta llena de comida para nuestra casa. Mi madre estaba muy preocupada y nos esperaba intranquila. Cuando llegamos y le narré lo que habíamos hecho, nos abrazó y lloró inconsolablemente y, posteriormente, me dio un gran sermón. No salí nunca más a cantar a la calle y mucho menos a pedir comida".
"Luego nos trasladamos a Temuco, a un pueblo al interior de la provincia. Aquel viaje que realizamos en tren tiene un amargo recuerdo para mí. Durante el trayecto me sobrevino una espantosa enfermedad que no era otra que la temida viruela, la que me contagié en el coche en que viajábamos. Llegamos con grandes esfuerzos al pueblo al que mi padre fue trasladado y pasé muchos días en cama al borde de la muerte. Realmente no sé cómo me salvé". Su rostro guarda hoy las huellas de aquella terrible enfermedad.
"En realidad, no creo que haya más cosas de importancia en mi niñez que recordar, salvo la principal, que fue el gusto por la música chilena, que empecé a practicar en esa temprana edad".
"Escriba lo que ve"
"Quiero que ponga en lo que va a escribir, dijo, todo lo que ve, lo que se hace en esta carpa y lo que presencia la gente que aquí viene. No escriba cosas hermosas acerca de mí, ni aquellas que puedan ser apreciaciones subjetivas, así como también narre exactamente el modo de vida y que su interpretación quede a cargo de aquel que me visita y el que me conoce. Deseo que lleguen a esta carpa y se den cuenta personalmente de lo que aquí se realiza y cómo se canta el verdadero folclore".
"Ojalá que por medio de esta entrevista se invite a todos a visitarme y decirles que vengan a cantar junto a mí, no tengo plata para gastar en propaganda y quiero aprovechar esta oportunidad. La mantención de la carpa y el pago de los artistas me llevan gran parte de las entradas".
Hay una especie de nube sobre Violeta Parra, que no la deja mantenerse tranquila y que es causada por la ausencia de juventud en su carpa. Ellos no van a visitarla, los que van por lo general son matrimonios y gente mayor de edad. Me comenta que lamenta la indiferencia de los jóvenes por estas reuniones de música folclórica, acentuada además porque compuso para ellos una canción con gran cariño y dedicación, especialmente dirigida a los estudiantes.
Narró sus experiencias del viaje realizado a Europa y América y de las atenciones muy especiales que recibió en Francia. Después de largo rato de conversación, tuve que retirarme, porque empezó a llegar público para esa noche. Dejé atrás a esa mujer que ha dedicado íntegramente su vida a la música de nuestro pueblo, que quiso dejar en mí una cordial invitación para todos aquellos que quieren ver y escuchar cómo se canta con real dedicación nuestra música chilena.
La historia de un encuentro inesperado: "Fue una conversación triste"
"No va a querer darte ninguna entrevista. Ella es bien difícil", fue la sentencia lapidaria que le dirigió José María Navasal, entonces editor del "Suplemento dominical" de "El Mercurio", al inexperto estudiante de primer año de derecho que le proponía entrevistar a Violeta Parra, en septiembre de 1966.
Alfonso Molina tenía entonces 19 años y había llegado a "El Mercurio" como estudiante escolar con ganas de escribir, influido por las clases de literatura que recibía del hermano Martín Panero, su profesor en el Instituto Alonso de Ercilla, de los hermanos maristas.
En el diario lo recibió un lacónico José María Navasal, quien le pidió que le trajera sus crónicas, y finalmente se las terminó publicando en la contratapa del suplemento dominical, que luego sería reemplazado por la "Revista del Domingo".
Dos días en La Reina
Molina llevaba doce meses escribiendo entrevistas a personas del ambiente artístico, como Orietta Escámez, Pepo y Octavio Cintolessi. Y pese a los presagios de Navasal, persistió en sus intenciones de entrevistar a Violeta.
"Fui el primer día a ver su espectáculo en la carpa de La Reina. Había muy poco público, unas 20 o 30 personas, en una carpa que podía recibir a mucha gente, sobre mil, calculo. Servían en el interior unos trozos de carne y anticuchos dentro de un brasero, acompañado de sopaipillas, empanadas y un vaso de mistela (un trago en base a aguardiente, canela, palos de membrillo, cáscara de naranja y clavo de olor). El interior de la carpa tenía sillas de totora y mesones sobre piso de tierra".
"Era un encuentro casi familiar, ella conversaba con los asistentes y entraba y salía de la tarima. Cuando terminó, me acerqué con timidez a pedirle una entrevista. Fue gentil, tal vez porque me vio bien joven. Me citó para el otro día, a las cinco de la tarde".
"Al otro día, cuando llegué, no estaba para nada preparada para la entrevista, aún cuando la habíamos acordado la noche anterior. Supuse que estaba descansando en su casa-pieza, seguramente recostada. Ella misma me abrió la puerta y sólo entrar, estaba la cama y un trozo de tronco que hacía las veces de velador".
"Me mostré algo sorprendido porque pensé que estaba cometiendo una imprudencia al entrar a su dormitorio, y ella misma, notando mi actitud, me tranquilizó diciendo que así vivía ella, que ése era su estilo. El hecho de tener la cama tan pegada al suelo era consecuencia del pavor que le provocaban los temblores, que le recordaban el gran terremoto que azotó en 1939 a la ciudad de Chillán".
"Fue un encuentro amable y sincero. Tal vez porque yo era un desconocido se abrió y me relató muchos episodios de su vida. Estuvimos conversando hasta la noche, cuando ella tuvo que irse a hacer su presentación en la carpa".
"Tenía una voz baja y aguda al mismo tiempo. No era una voz impostada ni educada para modular, pero no era ordinaria en sus expresiones. Jamás titubeó al conversar, era asertiva y orgullosa de su obra".
El desamor
Durante cuatro horas, el tono de desencanto de una Violeta que conjugaba humildad y altivez impresionó al novel periodista. "Me hablaba del desamor y la soledad, de que necesitaba a los hombres, pero ellos la traicionaban". Sus fracasos amorosos y su poco reconocido caminar por Chile buscando la música del pueblo constituyeron tópicos recurrentes. También sus composiciones. "Yo no canto tonteras', recuerdo que repetía".
Fue una entrevista triste. "Era joven y quedé muy apesadumbrado. Me demoré como dos semanas en escribirlo". Unos meses después, Violeta Parra se suicidó en la carpa de La Reina, el domingo 5 de febrero de 1967.
"No me sorprendió. Había palpado su desencanto. Lo entendí de inmediato. Creo que fue la última entrevista que dio a la prensa durante su vida. No he visto ninguna publicada con fecha posterior".
Con el tiempo, Alfonso Molina se convirtió en un reputado corredor de la Bolsa de Comercio. Pero no olvida su melancólico encuentro con Violeta, hace ya cuatro décadas.
http://diario.elmercurio.com/2007/09/30/artes_y_letras/_portada/noticias/96CCAEA0-7812-40B7-99A1-12C3C88424F9.htm?id={96CCAEA0-7812-40B7-99A1-12C3C88424F9}
ENSAYO. Vigencia de su obra:
VIOLETA después de vivir un siglo
Juan Pablo González
"Empezamos a trabajar en la casa de Nicanor(...) Ahí nació el proyecto de transcribir a escritura pautada todo lo que había recopilado del folclor, que era una enormidad. Ella había viajado bastante por el territorio nacional. Empezamos a transcribir y a comentar". (Gastón Soublette).
Foto:El Mercurio
El aporte de Violeta Parra radica en transformar una categoría segregante, como es el folclor, en una unificante, como es el arte. Su obra se convierte en fuente iluminadora para todo artista, pues allí se halla la palpitación de la gente más pretérita. Las canciones de Violeta son canciones de su tiempo, de un tiempo de agudos conflictos sociales, que por primera vez eran expresados en forma elocuente por la canción popular.
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JUAN PABLO GONZÁLEZ
Musicólogo del Instituto de Música UC.
En una mesa redonda en torno a la figura de Violeta Parra, organizada por la Vicerrectoría de Comunicaciones y Extensión de la Universidad Católica en 1971, el escritor y antropólogo peruano José María Arguedas afirmaba que Violeta representa uno de los casos más excepcionales e interesantes de cuantos se pueden presentar en el arte latinoamericano. Su aporte radica -señala Arguedas- en haber transformado una categoría segregante, como es el folclor, en una unificante, como es el arte. Su obra se convierte en fuente iluminadora para todo artista, pues allí se encuentra la palpitación de la gente más pretérita, más menospreciada, más segregada, que, por haber creado en ese estado de marginalidad, crea obras que constituyen un mensaje pleno de fuerza, concluye el escritor peruano.
Economía de recursos
En efecto, el legado de Violeta Parra, en una tierra más bien austera en expresiones musicales, consistió justamente en ampliar las influencias de la canción chilena, con una visión más artística que antropológica del problema, incorporando prácticas musicales pretéritas y de otros pueblos de América, siempre dentro de una severa economía de recursos. La canciones de Violeta, atrayentes por su sinceridad expresiva y por su notable factura formal, son canciones de su tiempo, de un tiempo de agudos conflictos sociales, que por primera vez eran expresados en forma elocuente por la canción popular. En su obra poética, musical y plástica, impacta la frontalidad de la crítica, en una tierra de eufemismos; la mezcla del amor humano con el amor divino, en una sociedad católica; y su libertad para vivir y ser mujer, en una época sin feminismos.
Si bien sus canciones surgen del fragor de su tiempo, lo han trascendido con creces, adquiriendo nuevos sentidos para las audiencias venideras. "Gracias a la vida", "Volver a las diecisiete", "Me gustan los estudiantes", "La carta", "Arauco tiene una pena" y "Run Run se fue pa'l norte", por ejemplo, son canciones de amor, de dolor y de lucha, creadas hace más de cuarenta años, pero que mantienen toda su frescura y fuerza original. De este modo, Violeta Parra ejercerá una influencia importante en músicos chilenos de distintas corrientes musicales y sus canciones serán interpretadas tanto por grupos de huasos como por bandas de rock. Sin embargo, será su libertad para mezclar raíces musicales diversas, tocando ritmos chilotes en instrumentos andinos, por ejemplo, la que marcará el camino de las propuestas más originales de la música popular chilena.
Apertura de un manantial
Si no podemos imaginar la existencia de Quilapayún o de Inti-Illimani sin la senda abierta por Violeta Parra, tampoco podemos concebir a Los Jaivas y Congreso sin el despertar hacia la mezcla latinoamericana propuesta por Violeta. Incluso, por su actitud franca, creativa y transgresora, algunos músicos actuales ven en ella el espíritu rebelde del rock en nuestro suelo. De este modo, no resultará extraño que al cambiar el siglo, Alvaro Henríquez, del grupo Los Tres, produzca un CD llamado justamente "Después de vivir un siglo", cita de "Volver a los diecisiete", donde confluyen los solistas y bandas chilenas de rock y pop más destacados de comienzos del nuevo siglo, como Chancho en Piedra, Lucybell, Los Miserables, Mamma Soul, Los Bunkers, Joe Vasconcellos, Javiera Parra y Anamaría Tijoux. Cada uno de ellos con sus particulares modos de aproximarse a la obra de Violeta.
La necesaria ampliación de la paleta sonora y expresiva de la canción chilena, había sido iniciada por Violeta a comienzos de los '50, desenterrando géneros, instrumentos y prácticas musicales sepultadas por el tiempo. "Voy a desentierrar canciones", decía. Es así como recorrió el país recolectando repertorios y formas de interpretación que luego difundirá y fundirá en su propia creación. En ella, habita una conciencia de artista que la hace transitar caminos propios y originales.
Ya sea por la crucial influencia de su hermano mayor, Nicanor Parra; por haber expuesto sus tapices en el Museo de Artes Decorativas de el Louvre; o por vivir artísticamente su vida, Violeta Parra instala un campo artístico y popular propio. De este modo, su obra poético-musical se transforma en el mayor impulso renovador que ha recibido la música popular chilena desde su interior. Esta renovación se entiende al descubrir en Violeta una personalidad artística completa, que no sólo buscó expresarse a través de la música, la poesía y la plástica, sino que a través de su propia vida, la que transformó en un acto artístico, que define muy bien la renovación del ser mujer, de la cultura popular, y de la música chilena en la década de 1960. El drástico fin que Violeta puso a su vida, manifiesta el total control del artista sobre su obra, en la que también se ha transformado su propia existencia.
La aparición de la Nueva Canción en Chile, que alcanzó ribetes de movimiento continental, fue posible gracias a talentos individuales como el de Violeta, al que se sumaron sus hijos Angel e Isabel, junto a Patricio Manns, Rolando Alarcón y Víctor Jara. La mezcla instrumental desarrollada por la Nueva Canción Chilena y su perfil de música elaborada y abierta a la innovación, constituye todo un modelo para el desarrollo de nuevas mezclas y elaboraciones musicales en Chile, país que ha aumentado su apertura a influencias externas desde el retorno de la democracia, pero que se mantiene ante el peligro de permanecer sepultado bajo ellas.
Hoy día, los nuevos cantautores chilenos permanecen confundidos bajo la maraña de sonidos que envuelve la escena musical contemporánea, mientras que el rescate del folclor ha sido sustituido por el husmeo en las músicas del mundo. Si a esto sumamos la enorme circulación musical a la que se enfrenta el auditor actual y la influencia ejercida por el mercado, podremos imaginar a las nuevas Violetas Parra, si las hubiese, desplazadas por la larga fila de estrellas que buscan la fama instantánea en televisión. Los cantautores chilenos actuales se han alejado de la industria musical establecida, cultivando un modo independiente de producción y distribución de su obra, que ha sido parcialmente financiado por fondos públicos concursables. Entre las nuevas cantautoras se destacan Magdalena Matthey, Elizabeth Morris y Francesca Ancarola y, entre los cantautores, Francisco Villa y Gepe.
El imperio del diseño y del remake llegado con la posmodernidad, el pop parece invadirlo todo. Lo hace al amparo de poderosas corporaciones internacionales de la entretención, que repletan nuestros parlantes de booms-booms bien ecualizados. Ante ellos, el cantautor sólo puede mantener distancia. No es que las canciones de Violeta no se sigan cantando, somos nosotros los que no logramos escucharlas.
La próxima exposición de Violeta
Después de muchos años viajando en maletas y paquetes por todo el mundo, de la mano de Isabel y Ángel Parra, la obra visual de Violeta encontró un lugar para que todos los chilenos la pudieran ver. La muestra se realizará en el Centro Cultural Palacio de la Moneda a partir del 8 de noviembre y, según cuenta su directora Alejandra Serrano "se exponen 47 piezas, entre óleos, arpilleras y obras en papier maché, que se dividen en tres muestras definidas temáticamente, las que serán presentadas consecutivamente en un espacio especialmente concebido y diseñado para ello (el primer nivel subterráneo) y que dentro del centro es de gran visibilidad y presencia. Este espacio incluirá también elementos sonoros, audiovisuales y gráficos".
Esto fue posible gracias a un comodato -gestionado por la Corporación del Patrimonio Cultural- en que la Fundación Violeta Parra (comandada por sus dos hijos) entregó hasta 2012 las obras plásticas de la artista al Centro Cultural Palacio de la Moneda, quienes adquirieron el compromiso de dar un alto estándar a su exhibición y, por supuesto, a su conservación (su restauración se realizó por medio de un FONDART). La condición de la exposición es que se realizara sin lucro.
El trabajo, según explica Cecilia García-Huidobro, vicepresidenta de la corporación, ha sido enorme: "Hemos trabajado dos años en ayudar a la Fundación en los términos del comodato y en la implementacion del espacio, y la publicación de un libro que es a su vez el catálogo de la muestra, todo ello con la ayuda de la Ley de Donaciones Culturales y Minera Escondida". Ángel Parra está contento con esa solución: "Esto representa la posibilidad de que el legado sea visto físicamente por todo el mundo, que es lo que mi mamá quería, que la gente se sienta identificada con la cultura popular chilena y que supiera que en ella hay dignidad. Que desarrolle un gusto por Chile".
No se sabe qué ocurrirá después con la obra visual -hasta ahora la menos conocida- de la cantautora. De todos modos, un espacio definitivo se hace imprescindible, pues además de la obra visual, la fundación tiene en su poder los manuscritos y grabaciones, objetos personales y otras expresiones de Violeta Parra.
http://diario.elmercurio.com/2007/09/30/artes_y_letras/artes_y_letras/noticias/D75879A3-2AF7-4DEC-8545-557BB3B5289E.htm?id={D75879A3-2AF7-4DEC-8545-557BB3B5289E}