domingo, noviembre 29, 2009

Mira Niñita: las mujeres en el rock chileno

Publicamos un fragmento del texto ganador del Concurso de Ensayo, organizado por la Universidad Diego Portales, el Goethe Institut y El Mercurio. El ensayo ganador se titula "Mira niñita: Apuntes sobre creación y experiencia cultural de rockeras chilenas", de Fabio Salas. También fueron premiados "Memoria y entendimiento. El arte del poeta y guitarronero", de Fidel Améstica, y "Machado de Assis y La Letra Escarlata", de Fernando Emmerich.

FABIO SALAS
Al comenzar a tratar el tema de las artistas rockeras en el rock chileno lo primero que salta a la vista son dos aspectos sumamente importantes de prever: 1. el carácter necesariamente periférico y dependiente del rock chileno respecto del rock anglosajón. 2. el comportamiento pendular e intermitente en la cronología de sus manifestaciones históricas. En efecto, entendemos que el RCH es a todas luces un espacio secundario en la macrohistoria del rock iberoamericano y que invariablemente se manifiesta en sus propuestas sonoras un discurso imitativo, cuando no calcado y clonador, de los estilos hegemónicos que cada cierto tiempo promueve el rock anglosajón (británico y norteamericano). De ahí su dependencia, estilística, tecnológica y estética y su rotunda marginalidad, idiomática e ideológica dentro del imaginario audiovisual frente al mainstream anglo. Por otra parte el rock chileno tampoco ocupa un sitial de privilegio al lado de otros referentes del rock iberoamericano, como el rock nacional argentino, el brasilero o el español. Nunca ha sido capaz de abrir cuñas para su difusión y consumo allende nuestras fronteras y al menos hasta comienzos de la presente década de los dos mil, tampoco señalaba un alto consumo discográfico en el mercado nacional ni una alta emisión en las radioemisoras chilenas.

De ahí que se explique lo señalado en segundo término: la oscilación entre sucesivas etapas de florecimiento y reactivación musical y fonográfica al mismo tiempo que alterna con otros lapsos de marasmo y marcado decaimiento público en lo que es casi un elemento estructurante de su economía. De modo que es normal que en su historia se inscriban etapas de mayor expansión comercial y onvocatoria con otras etapas de duro entrampamiento e inercia cultural. Estos detalles aludidos inciden en la notoria condición de marginalidad y arrinconamiento en que han vivido las rockeras chilenas, al punto que todos los trabajos existentes en la literatura del rock chileno ni siquiera se plantean el hecho de ver la presencia de las artistas mujeres como un asunto que exige una precisión por sí sola y diferenciada del análisis general.

La pregunta entonces a formular es: ¿Ha habido mujeres artistas importantes en la historia del rock nacional? Y de ser así: ¿Qué es lo que demanda una pauta de diferenciación frente a su condición de mujeres creadoras?

Respuesta a la primera pregunta: sí. A todas luces que sí. Afirmación que se puede sustentar en numerosos ejemplos de bandas y agrupaciones que no hubiesen logrado la relevancia que tuvieron en algún minuto sin el aporte de tales artistas.

Los ejemplos son abundantes: ¿hubiese sido posible la relevancia que tuvo a fines de los sesenta un grupo como Aguaturbia sin el peso protagónico, vocal e icónico de su cantante Denise? ¿La música de Fulano en plenos años ochenta habría logrado su estatus de culto que hoy posee sin los aportes vocales, instrumentales y escénicos específicos de Arlette Jequier? ¿Es pensable el folk rock de los años ochenta sin la aparición señera de Sol Domínguez y su grupo Sol y Medianoche? ¿Se puede omitir el aporte silencioso y sustantivo de María José Levine en el pop electrónico de los años noventa? ¿No fue determinante para la resurrección musical y pública de Los Jaivas la participación de la baterista Juanita Parra? Y en fin, ¿no resulta justo mencionar que bandas como Saiko, Mal Corazón, Sónica o Christianes lograron impactarel medio local gracias a la presencia de sus integrantes femeninas? ¿Acaso Nicole no es la única personalidad del rock chileno que logró fichar en un sello discográfico de selección (Maverick, propiedad de la cantante ítaloamericana Madonna) fuera de todos los malos augurios y dudas que se vertieron sobre su talento?.

Si nunca se ha reparado en estos detalles conviene recordar que el primer disco de rock and roll que se grabó en nuestro país y que dio paso al movimiento de la Nueva Ola Chilena fue realizado por una mujer Nadia Milton, al despuntar los años sesenta.

Y así la historia de las rockeras nacionales está jalonada de aportes que han sido omitidos o nunca tomados en consideración por la crónica musical chilena. La importancia creciente de estas artistas ya no puede ser soslayada porque en esencia constituye un aporte verdadero y sustancial a la existencia de nuestra música rock.

Aunque a simple vista este creciente protagonismo femenino no es antagonista ni sexista, simplemente está reclamando su lugar y para ello no necesita la validación del testimonio masculino tanto dentro de la propia escena musical como tampoco de la crítica especializada, nos guste o no la idea.

En relación a la segunda pregunta formulada más arriba, hay que precisar lo siguiente: la cultura chilena siempre ha asumido, bajo una especie de atavismo machista, una suerte de predominio natural del varón, como algo natural e incuestionable la supremacía de los hombres en el campo de las artes y de la música, como si el género masculino tuviese la responsabilidad rectora de tales espacios por un mandato sobreentendido o aceptado socialmente.

Supremacía que es vista como abierta superioridad en algunos casos pero que siempre se ha percibido, de ahí la mención de atavismo cultural, como algo pre-establecido donde los varones debemos dirigir el curso de las cosas. Tratar de precisar de dónde viene el origen de esta situación es algo que escapa a los límites de este documento. No estamos en condiciones de asumir que esta situación de exclusión cultural se haya debido a una estrategia deliberada del poder macho como asimismo a una estrategia deliberada de ocultamiento malicioso y pernicioso causado por alguna instancia de poder exclusivamente masculina, ya que a simple vista pareciera que no es así, pero... ¿cómo explicar entonces la flagrante contradicción entre la grandeza humana y artística de nuestro mayor genio musical, Violeta Parra, y el silenciamiento e incomprensión que su obra tuvo en vida?

¿Cómo justificar su relegación a una esfera todavía no protagónica camuflada bajo el oportunismo de los homenajes mediáticos y nunca validada desde el ámbito gubernamental o educativo?

Mira Niñita

Tercer concurso de Ensayo en Humanidades Contemporáneas, Colección Pensamiento Contemporáneo, Ediciones Universidad Diego Portales, 2009.

Fuente: El Mercurio
http://diario.elmercurio.com/2009/11/29/artes_y_letras/artes_y_letras/noticias/86D91A8D-66F2-4E01-96B0-C6556BADE338.htm?id={86D91A8D-66F2-4E01-96B0-C6556BADE338}

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