viernes, septiembre 14, 2012

La faceta más íntima de Juan Pablo Izquierdo

El Mercurio


El director chileno -actual titular de la Orquesta de Cámara de Chile- revela sus primeros años en el Colegio Saint George, su vida familiar, sus estudios en Chile y en el extranjero; y sus encuentros con el pianista Claudio Arrau.

Maureen Lennon Zaninovic

A la mañana siguiente de recibir la noticia del Premio Nacional de Música, Juan Pablo Izquierdo se traslada al Teatro Municipal de Ñuñoa (ex California). El director titular de la Orquesta de Cámara de Chile es felicitado por todos los músicos y por Luciano Cruz-Coke, ministro de Cultura. Y los aplausos continúan. Se traslada hasta la Pastelería California -uno de sus lugares predilectos cada vez que le toca ensayo o función- y todos los funcionarios del local se levantan para saludarlo. "Estamos 'chochos' de tener a un cliente que hoy es Premio Nacional'', le dicen.

"Este barrio es muy significativo para mí. Cerca de esta pastelería había una librería que me encantaba y ahí conseguí toda la colección 'Sandokán', de Emilio Salgari", rememora el director.

Hijo del hombre de negocios y agricultor Luis Izquierdo Valdés y de Rebeca Fernández Lecaros, Juan Pablo Izquierdo es el cuarto de cinco hermanos: Gonzalo, historiador; Luis, médico; Francisco, agricultor, y Rebeca (la única viva). "En mi familia, por el lado materno, se encuentran personalidades muy notables como Vicente Huidobro, Santa Teresa de Los Andes (Juanita Fernández Solar) y Miguel Serrano", explica el músico chileno.

El Saint George y ''El joven laurel''

Sus estudios primarios y secundarios los realizó en el Colegio Saint George, cuando éste estaba emplazado en la Avenida Pedro de Valdivia, esquina con Pocuro. "Después del colegio, caminábamos hacia Providencia y nuestra primera parada era visitar a nuestras amigas de las Monjas Argentinas, luego seguíamos hacia el Villa María, el Liceo 7 y la Maisonnette. Era un barrio de mucha amistad", dice Izquierdo.

En el Saint George formó parte de "El joven laurel", un grupo literario dirigido por Roque Esteban Scarpa: todo un semillero de talentos y generador de varios célebres artistas e intelectuales de nuestro país como Armando Uribe, Antonio Avaria, José Miguel Ibáñez y Jorge Swinburn, entre otros. "Era un colegio lleno de creatividad, con compañeros muy buenos y profesores realmente muy importantes, como el historiador Mario Góngora. En un momento don Roque me pidió que dirigiera la revista de 'El joven laurel'. Me negué, porque nunca he escrito ni siquiera un poema. 'No', me respondió. Me vi un poco obligado a asumir este desafío", comenta el director.

Desde muy pequeño comenzó a manifestarse, y de manera muy vívida, su pasión por la música. "Siempre el lenguaje que he tenido para expresarme ha sido la música. Nunca se me ocurrió hacer otra cosa. La música ha sido maravillosa en mi vida, pero también complicada, porque con muy pocos compañeros del colegio pude compartir esa pasión. Imagínate que a los 12 años ya estaba escuchando a Arnold Schönberg".

Su padre también fue clave en el decantamiento de vocación artística. "Siempre me dijo que él hubiera querido ser pianista. Tenía un oído extraordinario y le encantaba la ópera. También tenía a sus compositores predilectos: Beethoven y Wagner, para él los más grandes. Siempre lo recuerdo, como una fotografía muy vívida, escuchando a Brahms. Totalmente inmerso en la música. Su pasión era muy fuerte". Fue él también quien lo llevó a sus primeros conciertos en el Teatro Municipal, uno de ellos con el director alemán Hermann Scherchen, dejó una huella imborrable en Izquierdo. "Fue una experiencia reveladora. Me acuerdo, además, que también actuó una jovencísima pianista: Edith Fischer. Fue un concierto maravilloso y la dirección de Scherchen me fascinó hasta tal punto que después lo seguí escuchando en grabaciones". Claro que con una mamá dueña de casa y un papá exitoso empresario, asumir este mundo de manera profesional no fue muy fácil. Izquierdo rememora que su familia finalmente accedió a que estudiara composición en el Conservatorio de la Universidad de Chile, con el compromiso de que también cursara arquitectura. "Acepté esta proposición, pero duré tres meses en arquitectura y me echaron de la casa. Alcancé a dormir un día en la casa de un amigo que vivía en Los Leones y en la tarde vino un hermano a buscarme. Lo que finalmente terminó por tranquilizar a mi padre es que esto no era un capricho o una locura. La música era algo serio para mí".

Siguiendo a Scherchen

En la Universidad de Chile su profesor de composición fue Juan Orrego-Salas, luego siguió por un tiempo corto con Carlos Botto y con Juan Adolfo Allende, sobrino de Pedro Humberto Allende. Posteriormente postuló a una beca en Viena para continuar sus estudios de composición. "Fui a esa ciudad porque quería encontrarme con la escuela de Arnold Schönberg, pero en Viena ya estaban muy distanciados de él y decidí marcharme".

Se fue a Hamburgo, Alemania, a escuchar un concierto dirigido por Hermann Scherchen, de quien secretamente añoraba ser su alumno. Claro que no fue fácil que lo aceptara. Juan Pablo Izquierdo tuvo que pasar por pruebas bastante heroicas. Por ejemplo, en un momento el director alemán comenzó a silbar una nota y a la media hora después le preguntaba al músico chileno que le dijera la nota exacta que silbó. "Afortunadamente tengo oído absoluto y pude responderle bien. Fue un alivio. También me hizo escribir de memoria la Primera Suite de Bach. Él era de una exigencia sin piedad".

A los 25 años regresó a Chile, y le tocó dirigir -en la época de Domingo Santa Cruz y Alfonso Letelier- a la Orquesta Sinfónica, pero también asiste a Juan Matteucci, batuta titular de la Filarmónica y lo nombran director del departamento de música de la Universidad Católica, cargo que ejerció durante tres años. Hasta esta universidad llegó una circular que anunciaba el concurso Dimitri Mitropoulos, un certamen internacional muy codiciado porque el ganador podría viajar a EE.UU. y dirigir nada menos que a la Filarmónica de Nueva York. Y Juan Pablo Izquierdo se lo ganó:

"Me tocó ser asistente de Leonard Bernstein y Lorin Maazel, entre otras legendarias batutas. Bernstein era un gran músico, con un carisma impresionante. La experiencia en Nueva York fue ardua, pero marcó un momento muy importante en mi vida", dice el músico chileno

Su encuentro con Arrau

Estando en Nueva York también tuvo su primer contacto con Claudio Arrau. "Yo estaba dirigiendo 'La Valse', de Ravel, y se acercó al camarín el maestro con otro pianista chileno, Mario Miranda. Me comentó que le había gustado mucho mi dirección de esta pieza y la relacionó con otra obra del compositor francés: 'Gaspard de la Nuit'. Me invitó a comer y así lo hicimos. Al terminar la cena me preguntó que si me gustaría dirigir en Europa. Por supuesto que le dije que sí. Y a los 15 días tenía una invitación para dirigir en el Festival de Holanda, con él al piano. Aunque no se pudo concretar este compromiso, tras ese encuentro comenzó mi carrera de director itinerante en Europa. Comencé a vivir constantemente en gira".

Años después, en el Palau de la Música de Barcelona, lo volvió a encontrar. "Se supone que Arrau tocaría 'Gaspard de la Nuit', pero a último momento cambió el programa por 'Fantasía', de Schumann, que ejecutó de manera espléndida. Al terminar el concierto le pregunté que por qué había cambiado el programa y me dijo que porque no sabía la pieza. ¡Pero si la había tocado mil veces! ¿Qué pasó realmente?: mi visión es que él constantemente estaba profundizando y buscando nuevas visiones de una obra y hasta que no tuviera una concepción completamente madura, no se sentía capaz de volver a abordarla en público. No nos vimos mucho, pero cada vez que me tocó compartir con Claudio Arrau quedé impresionado con su intensidad intelectual. Era un artista muy sabio y sorprendente", comenta el músico chileno.

El resto de la historia profesional de Juan Pablo Izquierdo es más o menos bien conocida. Le tocó liderar una de las mayores revoluciones musicales en Chile, en los 80, al asumir como titular de la Filarmónica. Impuso concursos y trajo a músicos "importados" como jefes de fila. También le tocó asumir la refundación de la Orquesta Sinfónica de Chile -un proceso que quedó inconcluso- y por años dirigió el Centro de Estudios Orquestales de la Universidad Carnegie Mellon, en Pittsburgh.

Sus lazos familiares

Juan Pablo Izquierdo se casó primero con Ana Victoria Silva y de esa relación nacieron cuatro hijos: Juana, Ana María, Ximena y Pablo. Luego contrajo matrimonio con Trinidad Jiménez, con quien lleva más de 40 años juntos. De esta última relación nacieron los mellizos Emilia y Lucas.

Con tanto compromiso internacional y el ritmo de los conciertos, ¿cómo se compatibiliza la vida familiar? 
"Fácil no ha sido", dice el director y agrega que "no debe haber sido sencillo para un hijo tener a una persona que viajara tanto y espero que ellos no resintieran esta ausencia. Mis relaciones de amistad y familiares siempre han estado vinculadas al mundo de la música. Por eso admiro tanto que mi mujer Trinidad -a quien le dedico este Premio Nacional- tenga un mundo propio, una profesión ya que estudió Teología en Estados Unidos; porque vivir con una persona, dedicada 100% a la dirección, puede ser, a veces, como toparse con un ser un tanto ausente. El mundo del sonido ha sido fundamental para mi existencia".

Su histrionismo y "mal genio"

Con tanta experiencia en la dirección orquestal, Juan Pablo Izquierdo bien sabe de indisciplinas y de manejo de distintas personalidades. ¿Le ha tocado perder la paciencia? 
"Sí. Cuando tú estás ensayando una sinfonía importante, como la de Beethoven, quieres sacar lo mejor del grupo. Ahora, si hay indisciplina o resistencia a la obra, es inevitable que se produzca una fricción. Tengo fama de ser mal genio, porque me gusta la concentración. Pero las resistencias, cuando son superadas, pueden producir resultados extraordinarios", puntualiza el músico chileno.

Su impronta en escena tampoco pasa inadvertida. Con gran expresividad y una mirada muy propia, penetrante y con cierto dejo de teatralidad, el director ha sabido marcar una diferencia. "Es un estilo propio que no podría comparar con un grande como lo fue Leonard Bernstein y menos con Gustav Mahler. A este último, por ejemplo, siempre se lo vinculó a una escuela tremendamente expresiva y dramática, casi demoníaca. Son miradas distintas a esta profesión. En mi caso personal, cada vez que dirijo, por un ejemplo una sinfonía de Beethoven, es muy importante seguir lo que la música me va diciendo. Esa es mi pauta", señala Izquierdo.

Desde hace cuatro años asumió la titularidad de la Orquesta de Cámara de Chile y conoce muy bien el medio nacional y en especial la realidad de la música de cámara que, a su juicio, "está pasando por un momento realmente extraordinario en este país, y con esto no sólo me refiero a las temporadas que ha venido desarrollando con gran éxito la Fundación Beethoven; sino que fundamentalmente a los ciclos con artistas nacionales que programan las universidades de Chile y la Católica. También he visto una gran efervescencia en regiones", puntualiza Juan Pablo Izquierdo.

 Sus directores y compositores chilenos más importantes

Al preguntársele por las más prestigiosas batutas nacionales, Juan Pablo Izquierdo cita, en primer lugar, a Víctor Tevah , quien a su juicio "por mucho tiempo estuvo ligado y fue el alma de la Orquesta Sinfónica". También se refiere a Juan Matteucci, "un director fundamental y gran impulsor de la Orquesta Filarmónica".
En su lista también aparecen Jorge Peña Hen y Fernando Rosas . "Este último, además de ser un gran amigo, fue fundamental en la creación de dos importantes orquestas nacionales: la de Cámara de Chile y la Sinfónica Nacional Juvenil. Además, tuvo un enorme talento como organizador y gestor cultural. Su carisma era impresionante".

De las generaciones más recientes, Izquierdo resalta el trabajo de Max Valdés, Rodolfo Fischer, José Luis Domínguez y Eduardo Browne . "Y recientemente ha surgido una nueva hornada de músicos tremendamente talentosos, como Víctor Hugo Toro, Julio Doggenweiler, Pablo Carrasco y Alejandra Urrutia".
En cuanto a compositores , confiesa que su lista es larga y que, afortunadamente, la obra de varios de ellos ha sido abordada por la Orquesta de Cámara de Chile. Entre otros, cita a Leon Schidlowsky , Juan Orrego-Salas y a Domingo Santa Cruz .



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