domingo, febrero 03, 2013

La interminable nostalgia de Los de Ramón

El Mercurio

Triple disco compilatorio "Homenaje" revisa la historia de este conjunto y la figura del influyente compositor e investigador Raúl de Ramón, el hombre que puso en valor las costumbres y canciones colchagüinas, y cuyo trabajo llegó a captar la atención de distintos músicos, desde Pedro Messone hasta Horacio Salinas.


Iñigo Díaz

La imagen de una Violeta Parra anticipando su propio fin en la portada del disco de 1966 "Las últimas composiciones" se ha convertido en todo un logotipo. Más allá de la mirada confundida y la estampa de mujer campesina con que el mundo la conoció, en esa fotografía aparece con un charango en sus manos, el instrumento que ella escogió para acompañar la sirilla chilota "Gracias a la vida". Pronto se convertiría en el símbolo de una nueva canción folclórica.

Pero antes, mucho antes de eso, un joven arquitecto aficionado a la música había salido de Santa Cruz, Sexta Región, en busca de nuevos horizontes en un viaje a través de Latinoamérica. Regresó a Santiago con vestimentas autóctonas, discos folclóricos, cancioneros populares e instrumentos musicales. En ese equipaje venía un charango altiplánico.

"Raúl de Ramón fue el primero en incorporar el charango en la música chilena. Es interesante ver a María Eugenia (Silva, su mujer y compañera musical) en 1956 tocando el charango en las fotos del dúo Los de Ramón que fueron publicadas en la prensa de la época", apunta Eugenio Rengifo, autor de la biografía de Los de Ramón "Un arreo en el viento" (SCD).

El origen está en ese episodio fundacional para el músico. Era 1956, y Raúl de Ramón García del Postigo, el segundo hijo de un prestigioso médico y hacendado colchagüino, recibió de su padre un viaje de regalo al titularse de arquitecto de la Universidad Católica. Su memoria, "Estudio de la casa tradicional chilena", se basaba en las construcciones patronales de Santa Cruz. Y fue el punto de partida para una investigación de tradiciones que se extendería hacia la música.

De Ramón comienza por el entorno en que vive. Sus estudios son más bien costumbristas: se centra en la arquitectura colchagüina y luego sigue con las tradiciones, hasta llegar a la vestimenta histórica. "Cuando Los de Ramón comienzan a tocar, él y su mujer visten el traje de los campesinos del siglo XVIII, esos que se pueden ver en cuadros de Rugendas, como 'El huaso y la lavandera'", señala el musicólogo de la Universidad Alberto Hurtado Juan Pablo González, autor de "Historia Social de la Música Popular en Chile" (Ediciones UC).

"Él es el patrón de fundo que se puso a investigar. En el campo chileno hay muchos patrones que cantan, payan y son poetas. El folclor y las costumbres de campo no están vinculadas sólo al peón. Ella, en tanto, inventó el traje de huasa basado en el traje masculino. No va vestida de 'china', sino de patrona con sombrero de huaso. Esa moda hoy día está replicada, pero ella fue la primera", agrega el académico.
"De Ramón transforma esa cultura popular de la zona de Colchagua en canciones y en libros. Además recupera una instrumentación folclórica chilena muy tradicional. Se centra en el uso del guitarrón. Trabajó directamente con el luthier Roberto Girard, a quien le pidió la fabricación de un guitarrón especial, a partir de lo que él había investigado en la historia de Colchagua", señala Rengifo, quien además es integrante de Los Huasos de Algarrobal desde 1969, uno de los conjuntos que heredaron el repertorio de Los de Ramón.
La vena y la raíz

Un reciente rescate fonográfico realizado por la Fundación Cardoen, a través de un disco de triple volumen titulado "Homenaje", vuelve a valorizar al Raúl de Ramón impulsor, compositor y cantor, y al conjunto que formó con María Eugenia Silva en 1956, y que a mediados de los años 60 integraría a los dos hijos del matrimonio, Carlos Alberto y Raúl.

La serie incluye más de treinta canciones de la autoría de De Ramón. Algunas, interpretadas por Los Huasos Quincheros durante los tiempos de esplendor del folclor de masas: "Rosa colorada", "La mula Rosilla" y "Nostalgia colchagüina", verdadero himno al interior de este cancionero.

"Llega a inventar géneros musicales. Los llama arreo, galopito, costina, sola y diálogo, una tonada cantada a dos voces entre él y su mujer. Sin embargo, esas nuevas denominaciones sólo permanecen dentro de su obra", afirma Juan Pablo González. "Es un compositor importante en su ámbito, al nivel de Jaime Atria ('La consentida'), Sergio Sauvalle ('El corralero'), Luis Aguirre Pinto ('Camino de luna') y sobre todo Francisco Flores del Campo, que es el autor más importante en esta línea", agrega.

"Raúl de Ramón hizo, incluso, un recorrido musical por la zona y produjo el disco, de la RCA Victor, llamado 'Savia chilena' (1970), donde rescató a muchos grupos que existían en la zona, en Paredones, Lolol, Marchigüe, Santa Cruz. Rescató grupos de tradición folclórica y autóctono, con personajes muy populares, y los grabó", dice Rengifo.

A su vez, después de su viaje por Latinoamérica, donde realiza un barrido de música folclórica regional, en paralelo al cancionero colchagüino, Raúl de Ramón monta un repertorio múltiple basado en ritmos y canciones americanas. Sus discos "Fiesta venezolana" (1960), "Panorama folklórico de Latinoamérica" (1966) y "Los de Ramón en América" (1969) dan cuenta de ese trabajo iniciático.

Juan Pablo González concluye: "Imagínate lo que es viajar con discos, trajes e instrumentos por un continente y en esa época. Su colección era enorme. Con Los de Ramón monta ese repertorio latinoamericano, que llega incluso a influenciar a los músicos de la Nueva Canción Chilena, entre ellos el joven Horacio Salinas (de Inti-Illimani). Los reconocen como los pioneros. Y si hay algo que siempre cuesta, es reconocer a alguien como el primero".

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