domingo, mayo 26, 2013

Concierto de la "Valparaíso Big Band" Invitado especial: Patricio Manns




Comunicado de prensa

Los invitamos a un encuentro donde esta destacada agrupación interpretará canciones emblemáticas de la Nueva Canción Chilena especialmente adaptadas a una Gran Orquesta, las que serán presentadas por Patricio Manns.

La Corporación Cultural De La Reina y el Club de Jazz de Santiago invitan al concierto de la Big Band de Valparaíso dirigida por el músico y compositor Luis Cheul quienes interpretarán un programa dedicado a la Nueva Canción Chilena, el que será presentado por Patricio Manns, en un espectáculo a realizarse el sábado 15 de junio a las 20:30 hrs. en la sala de nuestra institución ubicada en calle Santa Rita N° 1153 esquina Echeñique.

En esta oportunidad interpretarán un repertorio basado en su disco "Abre la Muralla" (2012) ganador del Fondo de la Música, donde rinden un homenaje a la Nueva Canción Chilena,  proyecto que cuenta con doce canciones emblemáticas de Víctor Jara, Inti Illimani y Patricio Manns, entre otros,  especialmente adaptadas a una Gran Orquesta, siendo un trabajo inédito de indudable proyección nacional e internacional.

Luis Cheul & Valparaíso Big Band

Orquesta con doce años de experiencia, compuesta por quince músicos formados en las más prestigiosas academias musicales de la región (Escuela Moderna, Universidades de Valparaíso, de Playa Ancha y Católica de Valparaíso), así como de la generosa tradición de bandas instrumentales de la ciudad, como el colegio Salesianos y Armada de Chile.  Bajo el formato de una clásica Big Band, ha innovado en nuevas formas de escuchar la música nacional, adaptando canciones de origen nacional al siempre exigente formato de las Grandes Orquestas, lo que le ha valido importantes reconocimientos nacionales e internacionales. Ha participado de importantes eventos nacionales, como el Forum Universal de las Culturas de Valparaíso, Festival de Jazz de Valparaíso, Festival de Big Bands de Viña del Mar, además realizar de conciertos en más de 40 comunas del país. La agrupación se ha adjudicado proyectos de los Ministerios de Educación, Relaciones Exteriores y Cultura, además del Gobierno Regional de Valparaíso.

En el año 2011 realiza la gira “Eurojazz Big Tour”, realizando 16 conciertos en España, Francia, Bélgica, Alemania, Suiza e Italia. Esta gira, fue financiada por el Ministerio de Relaciones exteriores y el Consejo Nacional de la Cultura. Además, ha realizado conciertos en Uruguay y Argentina.

Fecha: 15 de Junio de 2013
Horario: 20:30 hrs.
Lugar: TEATRO CORPORACIÓN CULTURAL DE LA REINA
Dirección: SANTA RITA Nº 1153 ESQUINA ECHEÑIQUE
Entrada General: $ 4.000.-
Estudiantes: $3.000.-
Informaciones: 2277 62 14

31 Minutos estrena nuevo show inspirado en la radio y con Guaripolo como protagonista

La Tercera


Radio Guaripolo es el espectáculo que tendrá una temporada en el Teatro Municipal de Las Condes y regiones a partir de julio.
por Claudio Vergara


Irrumpieron en la televisión, ampliaron su éxito al cine y revitalizaron su impacto en eventos de arrastre masivo. Pero el nuevo show de 31 Minutos, el mismo que los traerá de vuelta luego de su memorable debut en el último Festival de Viña del Mar, tributará a otro histórico medio de difusión: la radio.

“Los referentes iniciales de nuestros espectáculos siempre son mundos atractivos o que conocemos de nuestra niñez. No es nostalgia, es sólo porque nos parecen familiares: yo crecí con una abuela que estuvo postrada por años y con la que escuchaba radio todo el día”, explica Alvaro Díaz, uno de los mentores del desaparecido espacio, al contextualizar Radio Guaripolo, el flamante espectáculo que tendrá una temporada de vacaciones de invierno del 10 al 21 de julio, en el Teatro Municipal de Las Condes y que se extenderá en una gira regional de cuatro fechas (ver recuadro).

Tal como reza su nombre, el montaje -que mostró un adelanto en el reciente festival La rebelión de los muñecos- centra su relato en un programa radial nocturno, de esos que eran patrimonio de la AM antigua y que servía para animar los turnos de los nocheros, conducido por Guaripolo, el felpudo personaje autodenominado “favorito de los niños de 31 minutos” y que siempre batalla con el desprecio de Tulio Triviño.

Se trata de un espacio de llamados telefónicos que funciona en base a telefonazos de los personajes más insignes del noticiero y también a pitanzas impulsadas por el propio conductor, apelando a su carácter malicioso. La ambientación de la emisora responde al espíritu nocturno de la trama y parece sacada de la escena blusera de Chicago en los años 50, de aspecto arrabalero, clandestino y con guiños a los emblemas de ese sonido. Además, la historia, que se extenderá por una hora y tiene a 40 títeres en escena, ofrecerá jingles, avisos y un puñado importante de las canciones de 31 Minutos, como parte de la continuidad de la apuesta radial ficticia e incluyendo temas que, hasta ahora, no se habían interpretado en sus anteriores presentaciones.

Díaz sigue: “Es una oda a la radio antigua, donde había mucha conversación e interacción con la gente, aunque acá muchos personajes se despertarán y se molestarán con los llamados de Guaripolo. Además, muchas de las canciones estarán remozadas en base a ese lenguaje nocturno. Y en cuanto a la escenografía, es más teatral, ya no es un concierto con las reglas del show de rock, tiene más escenografía, hay más movimiento de los personajes, más contacto con el público, hay explosiones, etc. Básicamente, lo acomodamos para un lugar cerrado”.

Pese a los cambios, la puesta en escena mantendrá las mismas voces y la misma banda que integró sus aplaudidas escalas en Lollapalooza y Viña, formada por Pedropiedra, Camilo Salinas y los hermanos Pablo y Felipe Ilabaca. Eso sí, esta vez los antecedentes son categóricos: su primera vez en la Quinta Vergara marcó lo más visto del certamen (con un peak de 53 puntos de rating), lo que aumentó su público y, de paso, supone mayor interés en sus próximas presentaciones.

“Después de Viña teníamos la opción de seguir mostrando lo mismo, pero para nosotros es importante proponer algo nuevo, correr un riesgo. Es una forma de mantener vivo el mundo de 31 Minutos. Ahí al menos mi inspiración es Les Luthiers, que, pese a mostrar elementos históricos y súper reconocibles, siempre agregan detalles nuevos y van cambiando sus shows. Además, no podemos sucumbir a la presión de Viña y a lo que ya pasó. Lo tratamos de evitar, para así ir cambiando y mejorando”, sentencia Díaz en torno a un trabajo, que tiene armada su escenografía y que a mediados del próximo mes retomará los ensayos más definitivos.

En el futuro inmediato, el programa tiene agendada su nueva temporada en TVN -luego de ocho años- para 2014, con el aval de los $ 89 millones que ganó del Consejo Nacional de Televisión (CNTV). Eso sí, Díaz asegura que aún no hay contratos firmados con la red estatal y que por ahora, sólo han existido conversaciones avanzadas. Será una nueva etapa para un fenómeno que aún no piensa en bajar el telón.

A 50 años del disco “Nahuel Jazz Quartet”.

Carátula del LP “Nahuel Jazz Quartet”, diseñada por Carlos Vásquez.
Revista Matiz

Por Álvaro Menanteau

En un artículo publicado en revista Matiz en noviembre de 2012 recordábamos la publicación del primer disco LP (long play, o vinilo de larga duración) grabado por jazzistas chilenos, el disco “El jazz en Chile”[1]. En esta oportunidad quisiéramos conmemorar los 50 años que se cumplen de la grabación del LP “Nahuel Jazz Quartet” (L.R.4, 1963). Este disco es el primer LP realizado por un conjunto chileno de jazz en particular, pues consideremos que el LP “El jazz en Chile” reunía a varias agrupaciones captadas en vivo.

La historia de este disco se inició a fines de la década de 1950, cuando el pianista Omar Nahuel (Rancagua 1936 – Santiago, 1969) se vinculó a las actividades que se realizaban en el Club de Jazz de Santiago. Allí Nahuel se destacó como pianista en el estilo del jazz moderno, que por esos años recién empezaba a decantar en nuestro medio. Por aquellos días sólo un puñado de pianistas entre aquellos que visitaban el Club de Jazz podían dominar la técnica e inventiva que exigía el piano moderno; entre éstos se hallaban Fernando Morales, Miguel Saacán, Francisco Eyzaguirre y Mariano Casanova.

Omar Nahuel hacia 1965.

Entre los instrumentistas activos al interior del Club de Jazz Omar Nahuel reclutó en 1960 a los integrantes de su primer trío, para luego ampliarse a cuarteto con Patricio Ramírez (saxo alto), Alfonso Barrios (contrabajo) y Orlando Avendaño (batería). Desde un primero momento el grupo de Nahuel se destacó por cultivar el jazz moderno, en la senda del cool jazz en boga por esos años, y en oposición al jazz tradicional practicado por conjuntos de aficionados que también circulaban por el Club de Jazz de Santiago.


El grupo de Nahuel, ya bautizado como Nahuel Jazz Quartet,  registró dos temas en el disco “El jazz en Chile”, presentándose luego en el Quinto Festival de Jazz de Concepción y en el Primer Festival de Jazz de Mar del Plata, en Argentina. De regreso en Santiago de Chile, el conjunto registró su primer LP en tres sesiones de grabación, los días 2, 15 y 29 de mayo de 1963. Fueron grabados ocho temas, contando además con la participación (en tres de ellos) de un músico invitado, el clarinetista Patricio Lara. Este último era músico aficionado, quien dos días antes de la primera sesión de grabación se había titulado de médico; su condición de aficionado no fue impedimento para que registrara en este disco una interesante versión de Donna Lee, de Charlie Parker.

Nahuel Jazz Quartet, 1963.

La gran mayoría de los temas grabados constituyen standards del repertorio jazzístico norteamericano, salvo Tranquilo (composición de Lara/Ramírez) y de L.R.361,  compuesto por la dupla Nahuel/Ramírez. El orden del repertorio grabado para este disco también fue cuidadosamente presentado, pues se alternan temas rápidos y lentos, piezas con el cuarteto (Serenata, de Leroy Anderson) y otras en piano trío (That old feeling), o en quinteto con saxo y clarinete (Here it is, de Dizzy Gillespie).

El resultado final es un disco atemporal, que puede ser valorado por la circunstancia del contexto en que fue grabado, o bien por el espíritu clasicista que emerge de cada interpretación. La ejecución es sobria y emotiva a la vez, reflejo de la búsqueda de una musicalidad difícil de conseguir en el medio jazzístico de la época, en que la improvisación colectiva y la espontaneidad eran referentes que aún dominaban la escena local, fuertemente dominada por el jazz tradicional.
Lado 2 del disco “Nahuel Jazz Quartet”.

Junto con la calidad musical también cabe destacar la calidad técnica de esta grabación. El técnico de sonido de este disco fue Rafael Hidalgo, quien logró captar de un modo magnífico las interacciones entre los músicos, empleando micrófonos Neumann U-47 y la limitada tecnología de aquella época. Nuevamente debemos lamentar que esta notable grabación (tanto en lo estético como en lo técnico) aún no haya sido reeditada digitalmente y de manera oficial, privando hasta hoy a muchos auditores potenciales del disfrute de un registro musical de indudable valor histórico. Por el momento podemos acceder a los registros digitalizados que, desde Suecia, una hija y el nieto de Omar Nahuel han subido a Youtube[2]. Mediante esta acción ellos han paliando de algún modo esta falencia que, hasta ahora, no hemos sabido resolver desde Chile.



Alfredo Castro: “Estoy en la quiebra”

Capital

Alfredo Castro está dolido. Dice que su “proyecto de vida ha sido arruinado”. Se refiere al Teatro La Memoria, que deberá cerrar sus puertas por falta de fondos. En esta entrevista habla de las crisis de las salas independientes y cuestiona las políticas culturales. Por Pablo Marín / Fotos: Verónica Ortíz


En el interior del Teatro La Memoria, en calle Bellavista, las paredes lucen las hojas de un comunicado “a la opinión pública y a los medios de comunicación”. Lo firma Alfredo Castro (57), en su calidad de director artístico del Centro de Investigación Teatral Teatro La Memoria, y en lo medular informa que este último “cesará sus actividades docentes y de investigación después de 8 años de funcionamiento”.

La determinación, que se suma al cierre del Teatro del Puente, se origina en “la no obtención de recursos en los fondos concursables, durante dos años consecutivos, de ninguno de los proyectos presentados como Teatro La Memoria, ni de los presentados por docentes de nuestro teatro, tampoco la realización de proyectos que nos han sido presentados por el Consejo de la Cultura”. Aunque, agrega el comunicado, el problema es más amplio y apunta a la “falta de políticas culturales a largo plazo”, que entre otras cosas entreguen “recursos permanentes” en el ámbito de la creación.


El documento ha circulado y la voz de Castro se ha hecho escuchar, en especial a través de una carta al director en El Mercurio donde refuta dichos del también actor y actual ministro Luciano Cruz-Coke respecto de la gestión de las “salas para pocas personas”. Y donde le daba una repasada a la experiencia de Lastarria 90, de la cual Cruz-Coke fue socio.(ver carta al final de la nota)

Ahora que está aunando voluntades con otras salas independientes y que, al cierre de esta edición, estaba convocado por la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados a hablar del tema junto a Héctor Noguera, el intérprete y director se refiere al cuadro general. Y no deja pasar un informe de Fondart sobre una de sus postulaciones: “Estupendos currículos, proyecto de alto impacto a la comunidad, los currículos de los participantes son notables. Pero hay una frase que dice, ‘no tiene excelencia’. Por esa frase, estoy en la quiebra”.

-¿Es definitivo el cierre? ¿Está sujeto a algo?

-No está amarrado a nada. Es una decisión derivada de una crisis súper fuerte entre enero y fines de marzo, cuando postulan nuestros alumnos. Esta escuela vive de lo que cancelan mensualmente los alumnos y no teníamos alumnos. O teníamos muy pocos. Ahora, el eje de este asunto es que falta un Estado que subvencione ciertas áreas del arte. Pero ahora resulta que nosotros somos pésimos gestores y que nuestras obras son pésimas.

La crisis es una cadena bien perversa: la gente no tiene plata para estudiar y si no tiene plata, no se inscribe. Por lo tanto, yo no puedo sostener este espacio. Aparte de eso, se me niegan los fondos para mantenerlo. Hay un círculo que no tiene que ver con la gestión buena o mala. Es un círculo como el de la pobreza: si alguien no me da un empujón en la medida que yo aporto un bien social, no puedo salir de ahí.

-¿Qué puede decir de la gestión?

-En esta escuela hay muy buenos profesores. Están Juan Radrigán, Diamela Eltit, Rodrigo Pérez, Marcos Guzmán y los seminarios, a mi entender, son muy buenos. De esta escuela han salido proyectos muy importantes del teatro, ha salido gente importante, lo que es una demostración práctica de que la gestión es buena. Ahora, ningún fondo recibido ha servido para gestión: los fondos son para habilitación y por ley no pueden usarse para gestión.


El problema acá es económico y estructural. Por ejemplo, aparecen en la escena nacional el GAM, con 1.900 millones de presupuesto anual; el Centro Cultural Palacio La Moneda, con 1.500 millones; el Teatro Municipal de Santiago, con 2.163 millones anuales. Yo aprecio esto y está toda la gente de teatro feliz porque la labor que hacen es maravillosa. Pero, ni yo, ni el Ictus, ni Noguera, ni el Teatro de la Palabra ni ningún teatro independiente puede competir en igualdad de condiciones.

-Si ganan el fondo están bien, pero si no ganan en dos años están en crisis…

-Es un problema súper serio. En todos los países desarrollados se entiende que la creación artística es un bien social que debe que ser subvencionado, como la salud o la educación. Los bienes culturales no son tangibles, pero hacen un aporte social a una sociedad más íntegra, más sensible, mejor educada. Hablamos de una materialidad que no es física, sino ética, y eso es subsidiado por los gobiernos.

Ahora, ésta es una quiebra que no me está sucediendo sólo a mí o al Teatro del Puente. Hay teatros emblemáticos, como el Ictus, al que por respeto ético cualquier gobierno debería destinar fondos, ni siquiera concursables. El Fondart se creó hace 20 años, se reformuló algunas veces, pero ese fondo está agotado en su fundamento y sus montos son ridículos. Lo que yo estoy diciendo es que Chile debe tener una política cultural clara.

-¿Y esa política va más allá de los fondos? ¿Qué están planteando?

-Hay gran cantidad de creadores que, por su obra y trayectoria, ameritan ser subvencionados por el Estado. Durante 30, 35, 40 años han comprobado su talento, creatividad y su aporte cultural a un país. Por lo tanto, lo que proponemos las personas que somos dueños de salas independientes, que somos creadores y gestores, aparte de docentes, es que se nos subvencione permanentemente sin apelar a fondos concursables, obviamente a cambio de proyectos anuales que ameriten esos fondos.

Creemos que es absurdo que muchos teatros hayan aportado para salvar los espacios escénicos, para recuperar patrimonio y que después los dejan botados. Entonces esta plata es de todos los chilenos, que está invertida en todo lo que tú ves acá, en esa sala y focos.

-¿Se trata de considerar patrimonialmente a los lugares y a las personas?

-Esto es como construir un hospital. Tú dices, “ahí está el hospital”, pero éste es un hospital público y tienes que sostenerlo. Y no va a ser con la empresa privada, porque a la empresa privada le interesan otras cosas. Yo llevo 35 años en esto y no es viable: ninguna empresa privada te va a ayudar.

Lastarria 90, el ex teatro del ministro Cruz-Coke, una vez que termina su contrato con Minera La Escondida, arriendan el teatro y yo digo ¿Por qué, si Luciano dice “la empresa privada tiene que aportar”? La empresa privada no va a aportar.

En otros países es un prestigio enorme que una empresa apoye a los teatros, a la ópera, la pintura, las artes escénicas, lo que sea. Acá no existe esa voluntad ni esa cultura. Lo que hay que hacer es un trabajo largo en el tiempo con los pequeños empresarios, con los jóvenes, con las grandes empresas para que empiecen a ver teatro y a decir “me gusta, yo quiero ver a este gallo”.

-¿Entra ahí en conflicto con la idea de “impacto social” adjunta a las obras evaluadas en los fondos?

-No puedes comparar a una escritora que venda 200 libros con una que vende 4 millones. Puede que la de 4 millones sea una pésima escritora y la otra una grande. En arte hay una cuestión que se mide en el tiempo, que no es inmediato. En la Estación Mapocho se presentó una compañía europea que montaba un espectáculo para una persona dentro de una caseta y uno salía completamente conmocionado de ese espectáculo que duraba 3 o 4 minutos. Y yo he visto obras con 3.000 a 4.000 personas que son un bodrio ¿Qué impacto tienen esas obras en la sociedad? Pero, ¡qué pregunta es ésa! Ésa es una pregunta completamente fascista.

Ahora yo comprendo que se haga labor social para que la gente vaya al teatro. Para este país, las entradas son caras. Si yo me arruiné, es por tratar de traer público cobrando más y más barato. Por dar becas y becas a gente que no podía estudiar.

Lo hice porque soy un idealista, porque soy un imbécil tal vez, pero creo que el eje de visión de Estado está completamente alterado: no es que el artista tenga que ir a pedir limosna al Estado; el Estado tiene que ir a sus artistas y decirles “mira, tú llevas 30 años trabajando, tienes una obra, se te estudia en las escuelas, has representado a Chile en el extranjero, has ganado premios, así que te vamos a ayudar”.

-¿Hay una autocrítica en todo esto?

-Yo no acepto que nadie que no haya estado aquí diga que he hecho una mala gestión, ni que Tito Noguera ha hecho una mala gestión. Acá se han dado obras increíblemente buenas, han venido desde Raúl Ruiz hasta Castelucci, un gran director italiano. Han dado talleres y seminarios gente muy importante. He adecuado los seminarios a los tiempos: empecé haciendo seminarios por dos años y ahora hacemos 5 seminarios al año de 6 semanas cada uno. He bajado las entradas a $2000 pesos para que venga la gente. Donde recae toda esta dificultad es un problema ético: cómo vas a someter la creación a juicios de un empresario que me diga, “a ver, yo te pago la obra si me montas Shakespeare”. A mí me fascina Shakespeare, pero no es mi interés en este momento, quiero hacer una obra sobre el abuso en los supermercados. “Ah, no, no te pasamos ni un peso”.

-¿Se ve tentado por la política?

-No. El 2009 apoyé a Jorge Arrate, que planteaba lo que se está oyendo ahora: asamblea constituyente, nueva Constitución. Fui encargado de cultura apoyando a Jorge, con mucho orgullo, porque creo en ese proyecto profundamente.

Lo que pasa ahora es que a ningún candidato le interesa la cultura. Estaba la Javiera Parada con Bachelet, pero renunció y no he sabido de nadie más que quiera escuchar qué pasa en la cultura. El mundo de la cultura es el gremio más desprotegido del país: un artista no tiene ni contrato, ni seguro social, ni isapre, ni AFP. Y cuando se plantea un proyecto Fondart por un sueldo de 300 mil pesos por dos meses, te bajan el proyecto porque es muy alto el sueldo.

-¿Y no sería sensato vincular más frontalmente el arte y la cultura con la formación educativa?

-El arte tiene mucho que ver con la educación. Lo que pasa es que cumple una función de una inutilidad tremenda, aunque lo digo como paradoja. Es inútil que alguien escriba un libro, que escriba poesía. Neruda es inútil, Gabriela Mistral, Zurita, la Violeta Parra, todo es inútil. Pero si te fijas bien, quienes han dado espíritu, alma, identidad a un país, somos los artistas.

Entre dos mundos

“Tengo separadas mis dos cosas”, dice Alfredo Castro cuando uno lo saca de La Memoria y los temas asociados. “Éste es mi proyecto de vida que ha sido arruinado”, dice por un lado para sentenciar, acto seguido, que “mis proyectos personales son otra cosa”.

De estos últimos hay varios, siendo los más vistosos sus desembarcos en el cine (el último de los cuales fue No) y en la pantalla chica: a la TV ha vuelto tras renunciar hace más de un año a las teleseries que lo tuvieron como rostro por largo tiempo. Por de pronto, está su rol protagónico en un remake local de la serie estadounidense In treatment (o, más bien, de la serie israelí que dio pie a ésta). En terapia, como se llama, lo tiene como un siquiatra que se sienta a escuchar a sus pacientes, pero que también se examina a sí mismo, así como los métodos que emplea, mientras el espectador saca sus propias conclusiones. Para Castro, ésta es otra televisión.

“En terapia es una serie maravillosamente bien escrita que juega con una dificultad ética ¿debe un analista comprometerse con sus pacientes? La supervisora del psiquiatra le dice al tipo que no, y él le dice que está completamente equivocada. Va a provocar un remezón fuerte. Se muestra la vida de este hombre con su familia, que es común y corriente, pero con abismos emocionales, unas dificultades emocionales tremendas, que las tiene todo Chile: la hija teniendo relaciones sexuales muy pequeña, el hijo metido en drogas, la mujer con un amante. Y cada historia que se revela es impresionante y pone en la mira cuestiones y discusiones éticas muy potentes”.

-¿Lo lleva esto a explorar otros territorios de la actuación? ¿Le pasó con No?

-En No la fisura entre la realidad y la ficción es mínima, lo que no me permite “actuar”. Es una paradoja, porque evidentemente si no estuviera actuando estaría en el siquiátrico. Lo que digo es que me permite entrar en un grado de verosimilitud tan notable que si yo hablo a este volumen [volumen normal de una conversación] reviento al sonidista. Tuve que entrar en un aprendizaje que te pone en un estado emocional muy impresionante.

-¿Qué viene por esos lados?

-Me retiré de la televisión aterrado, muerto de susto. Estaba mal en televisión y la televisión estaba mal conmigo. Estaba muy mala onda, mal genio y la gente lo pasaba mal conmigo. Pero después del retiro, empezó a aparecer una cantidad de proyectos maravillosos, desde En terapia hasta la nueva temporada de Prófugos. Y voy a estar en la serie de Andrés Wood sobre la Caravana de la Muerte, y en la serie sobre la película No. Son todas producciones fantásticas. Me siento un gallo tremendamente afortunado, dichoso. Grabo todos los días 30 minutos de televisión, y pregúntale a cualquier persona que trabaja en TV y te dice que eso es una locura.

-¿Qué rescata de su paso por teleseries como las de Vicente Sabatini?

-Esas teleseries mostraban un país. Podía haber romance, comedia, un thriller en medio, pero su mayor importancia estuvo en un concepto de país. La gente adora eso. Ahora, creo que series como Los 80, Los archivos del cardenal o El Reemplazante están dando un giro importante en la televisión. Ahora los canales están modificando sus parrillas y viendo que estas series cortas de dos o tres meses, dejan a todo el mundo feliz. •••

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Carta enviada a Cartas al Director de El Mercurio, y publicada el 7 de Mayo de 2013


Como Director Artístico del Centro de Investigación Teatro La Memoria quisiera expresar mi punto de vista a propósito de algunas aseveraciones manifestadas en la edición del domingo 5 de mayo, como así mismo las declaraciones en torno al tema del ministro Cruz Coke aparecidas en "El Mercurio" el 28 de abril.

Quisiera en primer lugar aclarar algunos rumores que dicen relación con este artículo y es que, debido a la crisis por la que atraviesa el Teatro La Memoria se habría vendido este espacio a una clínica vecina a nuestro teatro y que es debido a nuestra "mala gestión" que nos encontramos en esta situación crítica. Ambas aseveraciones son falsas.

El Teatro La Memoria en sus siete años de existencia ha recibido dos Fondart para "habilitación", es decir infraestructura y restauración de una sala que data de fines de 1.800 como fábrica textil. Es decir, lo que se realizó con fondos concursables otorgados por el Estado fue recuperar un patrimonio en riesgo de perderse y quien concurra a nuestra sala puede verificar su espectacular infraestructura, comodidad y lo acogedor que resulta esta sala para los espectadores, y cómo los creadores que ahí trabajan pueden hacerlo con la dignidad que merecen. Estos fondos recibidos no son de gestión.

La crisis que afrontamos varias salas de teatro la conocemos en profundidad solo quienes día a día, durante años, vivimos en la desesperación de la "fortuna" de obtener un fondo concursable o no obtenerlo. Por esto me siento en condiciones de señalar que para la existencia de compañías de teatro con proyectos reflexivos y profundos, que ahonden con creatividad y calidad sus proyectos, es necesario no cerrar salas, sino tener salas con viabilidad de recursos permanentes que permitan su permanencia en el tiempo.

No concuerdo con el ministro Cruz Coke cuando argumenta que "salas para pocas personas" y "un poco más experimentales en su programación (...) suelen no tener una gestión de público que permita tener más ingresos". Yo lo invito a revisar los proyectos de Teatro Camino y Teatro La Memoria presentados al Fondo y especialmente creados para este tipo de Pymes culturales, que son los que conozco y que han tenido igual suerte: su rechazo. Ahí encontrará planes claros de gestión que además venimos realizando durante muchos años.

El ministro nos critica y trata de ser simplista en nuestros análisis, de hacer gestiones de mala calidad, de no conocer nuestros costos fijos, no saber cuantos recursos públicos hemos recibido y desconocer los flujos de caja. Le puedo asegurar que esa información está en los proyectos de Teatro Camino y La Memoria. Pero hoy debemos cerrar salas, porque no se nos asignan recursos permanentes para continuar nuestra entrega, porque se nos han negado los fondos para organizaciones culturales creadas el 2011.

El ministro afirma que no hemos buscado "mecanismos creativos y de gestión", y que debemos "reflexionar sobre las obras que montamos, el tipo de público que convocamos y buscar la generación de recursos propios". ¿Vamos a permitir, en el caso de que existiera interés de algún privado, que éste intervenga en nuestros repertorios y proponer ellos las obras que montamos y decidir ellos, los empresarios o la empresa privada, el público al cual dirigir nuestras creaciones?

El señor ministro puede dar testimonio y fe que el Teatro Lastarria 90, que según sus palabras él "administraba", y que cumplió una labor magnífica durante años, debió ser dada en arriendo una vez que el privado que los apoyaba a él y su socio Felipe Braun, terminara su contrato de colaboración. Pero yo no podría, como lo hace el ministro aducir mala administración o mala gestión de parte de ellos, al contrario.

Invito al señor ministro, a mis colegas, a los creadores de este país, a pensar juntos cómo cambiar y trabajar por un bien que va solo en beneficio de la comunidad, de ayudar a un país más sensible, más instruido afectiva y críticamente, a consolidar un imaginario heterogéneo, diverso, inclusivo, de ciudadanos sensibles e instruidos, que puedan aportar a la formación de un imaginario cultural común.

Y quisiera convocar a quienes nos debemos: al público, a nuestros espectadores, a nuestros verdaderos críticos y cómplices, a exigir y defender su derecho a la cultura.

Alfredo Castro
Director artístico

Teatro La Memoria



Historia viva: vuelve Herbie Hancock

El Mercurio

Su concierto será el 14 de agosto en el Teatro Caupolicán.
A los 73 años está considerado el pianista más influyente del jazz contemporáneo. Actuará por quinta vez en nuestro país, con un repertorio centrado en el disco Grammy "The imagine project".  

IÑIGO DÍAZ 

"Solo somos dos amigos que tocan el piano", le dijo a la prensa en 1988. Claro que "el piano" no era un instrumento doméstico, sino dos ejemplares Steinway & Sons de cola, y los "dos amigos" serían nada menos de Chick Corea y Herbie Hancock, de 46 y 48 años, respectivamente. Fue la primera vez que Herbie Hancock tocó en Chile, en el Estadio Chile, en una actuación con repertorio de improvisación para pianos paralelos.

Veinticinco años después, el gran pianista de jazz volverá a tocar en el país, en su quinta visita, el próximo 14 de agosto en el Teatro Caupolicán, el mismo escenario donde su amigo Chick Corea dio el último gran concierto masivo de jazz en Santiago, en 2010, ante unas cinco mil personas. Dada la categoría de Hancock, la cifra en la convocatoria podría superarse fácilmente.

Herbie Hancock es considerado el pianista vivo más influyente del jazz, debido a su largo recorrido por las sucesivas transformaciones de la música, en cuanto a lenguajes y tecnologías (ver trayectoria). Compositor, improvisador y académico, es además un punto de encuentro entre la industria pop y el mundo paralelo del jazz. Es ganador de premios Grammy y el responsable de que la Unesco acogiera la moción de instaurar el Día Internacional del Jazz el 30 de abril.

Luego de su visita de septiembre de 1992 con los músicos del quinteto de Miles Davis (fallecido el año anterior); su actuación de abril 1998 con los alumnos del Thelonious Monk Institute, y su concierto de octubre de 2000 con el saxofonista Wayne Shorter, en esta ocasión el pianista dará un concierto basado en el repertorio de "The imagine project" (2010), que le valió su último Grammy en 2011.

Hasta aquí no se ha confirmado la banda, aunque se dice que sería un cuarteto en el que el músico de mayores credenciales es el baterista Vinnie Colaiuta (colaboraciones con Frank Zappa, Joni Mitchell y Sting). Entradas entre $18.000 y $70.000 (sistema Ticketeck).

 Protagonista de la música

Los años Blue Note
El rostro lo dice todo: es un Hancock de 21 años en el inicio de su carrera solista. En "Takin' off" (1962), con composiciones como "Watermelon man", el pianista muestra enfoques que van desde el hard bop cordal hasta una propuesta modal. El disco abre la serie de ediciones de Blue Note, que se extienden hasta 1969, en paralelo a la militancia en el quinteto de Miles Davis, que comenzó 1963.

Un funk conceptual
Antes del superventas "Head hunters", con ese profundo riff de "Chameleon", en 1973 Hancock publicó "Sextant", un trabajo muchísimo más abstracto que su sucesor. El crítico Thom Jurek lo describe como "post-modal y de un libre impresionismo que ornamentan los límites del funk". Si entre la juventud afroamericana el funk era una música del cuerpo, entonces Hancock lo expande y envía al espacio.

La gran maquinaria
Nunca se había visto una colección de robots automatizados menos pulcros que los que aparecen en el videoclip de "Rock it", verdadero hit mediático para un Hancock instalado en MTV. Aparece en el disco "Future shock" (1983), que concreta su progresivo ingreso a la era de la música hecha con las novedades tecnológicas análogas.

Tiempo de canciones
Con su disco de 1996 "The new standard", el pianista ya había trabajado con repertorios no jazzísticos ("Norwegian wood", de John Lennon; "Mercy street", de Peter Gabriel; "All apologies", de Kurt Cobain), pero en "The imagine project", derechamente incluyó voces para versionar nuevas canciones: "Imagine" (Lennon), "Don't give up" (Gabriel), "Exodus" (Marley). Ha sido su mayor triunfo como músico de la industria.

Los cambios y repercusiones que trae la nueva Ley de Donaciones Culturales

El Mercurio


Ampliar el universo de donantes (entre ellos personas naturales y donantes con cargo al impuesto de herencia) y diversificar los proyectos susceptibles de recibir donaciones es lo que busca la reforma legal que se aprobó tras dos años de trabajo. La idea es ampliar los beneficios tributarios para que haya pequeños, medianos y grandes donantes.

Camila Ortiz Miranda

17 mil millones de pesos. Esa es la cantidad de dinero que se les inyectó a proyectos culturales chilenos durante el 2011 a través de la Ley de Donaciones Culturales. La llamada "Ley Valdés", fue aprobada en 1992 como una forma de impulsar los aportes de privados al campo de la cultura. A modo de incentivo, se estableció entonces que el 50% del monto donado fuera retribuido por medio de una exención tributaria.
Durante sus más de veinte años de funcionamiento, la normativa, si bien exitosa, ha sido objeto de numerosas propuestas para perfeccionarla. Aunque el número de donaciones ha ido aumentando con los años, no son pocas las observaciones que ha recibido, especialmente en términos de la necesidad de agilizarla y acercarla a los estándares internacionales, lo que permitiría aumentar el número de beneficiados y de donaciones.

Respondiendo a estas críticas, y con el objetivo de destrabar la normativa legal existente y aumentar la participación de la sociedad civil, es que se inició un proceso de reformulación de la misma, la que culminó el miércoles de la semana pasada con la aprobación de la reforma.

Se trata de un proyecto prioritario para la administración del Presidente Piñera: estuvo más de dos años en elaboración y posterior discusión en el Congreso, hasta llegar a su aprobación unánime en el Senado y por 84 votos a favor y 1 en contra en la Cámara Baja. Justo a tiempo para alcanzar a ser parte de los logros del próximo discurso del 21 de mayo. Entre las novedades incorporadas destacan principalmente el aumento en el número de donantes y beneficiarios de la ley, así como la ampliación de los plazos de ejecución de los proyectos (de 2 a 3 años), una mayor fiscalización y la posibilidad de comercializar los productos realizados con estos fondos, lo que antes no estaba permitido.

Posibilidad de donar colecciones

Uno de los aspectos más destacados por distintos expertos del área cultural es el aumento del universo de beneficiarios y, principalmente, donantes. Si hasta la semana pasada solo las empresas con utilidades y los contribuyentes del impuesto global complementario podían realizar donaciones y recibir rebajas tributarias, ahora podrán también hacerlo, entre otros casos, las empresas con pérdidas, las personas naturales que sean empleados dependientes, chilenos no residentes o extranjeros con actividad comercial en el país, y los contribuyentes del impuesto a la herencia. La idea es incrementar el universo de posibles donantes, cuyo número, según cifras del Consejo de la Cultura y las Artes, se ha mantenido estático en los últimos años e incluso con tendencia a la baja.

Como explica el ministro Luciano Cruz-Coke, "esta reforma significará un enorme salto para la cultura y el patrimonio en nuestro país, fortaleciendo el rol de la sociedad civil en el desarrollo cultural. De este modo, todo aquel que quiera donar no tendrá ninguna excusa, pero sí muchos incentivos para hacerlo. Esta nueva ley ampliará enormemente el camino avanzado, incentivando que pequeños, medianos y grandes donantes, así como distintos tipos de gestores culturales, puedan comprometerse con el desarrollo cultural de nuestro país".

La idea es lograr que las donaciones culturales no sean atribución exclusiva de las grandes empresas. Así se explica la incorporación, por ejemplo, de los contribuyentes del impuesto a la herencia como posibles donantes, quienes podrán donar tanto en especies como en dinero, con cargo al impuesto a la herencia. La idea detrás de esta medida es, sin embargo, privilegiar la donación de colecciones. Como explica Óscar Agüero, secretario ejecutivo del Comité Calificador de Donaciones Culturales, esto es especialmente novedoso, ya que "posibilita la donación de colecciones completas que de otra forma se pudieran haber perdido tras la muerte del coleccionista. Este incentivo tributario constituye así un esfuerzo por mantenerlas íntegras, evitando que se desarmen", señala.

Apoyo a la mantención de monumentos

Además incorporar nuevos donantes, la modificación a la ley trae bastantes novedades. En cuanto a los beneficiarios, por ejemplo, destaca la incorporación de la Dibam y los propietarios de inmuebles que tengan alguna declaratoria patrimonial. Para Emilio de la Cerda, secretario ejecutivo del Consejo de Monumentos Nacionales, esto último es especialmente importante ya que ayuda a suplir una deuda histórica del Estado en cuanto a la preservación del patrimonio nacional.

"Hacían falta una serie de medidas para mejorar la conservación del patrimonio en Chile. Hasta el momento teníamos una protección muy legalista de nuestro patrimonio, es decir, que establece un marco legal y categorías como las de monumento histórico y zonas típicas, pero no mucho más. No existía una acción decidida para la inversión de fondos en estos bienes. Aquí la "Ley Valdés" lo que hace es suplir una dimensión importante de esa brecha y es el primer paso en una batería de medidas que pretenden subsanar esta precariedad basal que tiene nuestra protección del patrimonio declarado", destaca De la Cerda.
Similar es la opinión de Óscar Acuña, ex secretario ejecutivo del Consejo, quien señala: "Es una muestra del desarrollo del país el que estemos preocupándonos en serio del tema patrimonial. Hoy día, tener a cargo un bien patrimonial es algo que es de exclusiva responsabilidad del propietario. Tenemos que avanzar en que sea una responsabilidad mucho más colectiva. La aprobación de esta nueva ley apunta precisamente en esta línea", indica el actual rector de la Universidad SEK.

Se podrán vender los libros

De la Cerda agrega, además, que si bien es muy pronto para hacer proyecciones con respecto a cuánto aumentará la inversión con la aplicación de estas modificaciones, la tendencia debiese ser al alza. "No sabemos cómo se irá a dar, pero el escenario es prometedor ante el aumento del universo de donantes. Si consideramos que un gran proyecto de restauración patrimonial, por ejemplo, podría alcanzar fácilmente los cuatro mil millones de pesos, podemos proyectar un incremento significativo en la inversión", explica.
Otro punto a destacar es la modificación que permite la comercialización de los productos realizados a través de proyectos financiados por medio de la Ley de Donaciones (como libros, espectáculos o proyectos audiovisuales). Antes, las publicaciones no podían ser vendidas o no se podía cobrar entrada. Ahora sí podrán ser comercializadas, aunque con la condición de que se realice una retribución cultural a la comunidad (distribuyendo ejemplares gratuitos, haciendo shows sin costo, etcétera). Como explica Carlos Aldunate, presidente de la Corporación de Patrimonio Cultural de Chile, el cambio es relevante ya que ayuda a fomentar el acceso a estos objetos. "En una sociedad como la nuestra, la comercialización es la vía de distribución más efectiva, la única manera de que los productos lleguen donde realmente se los necesita. Hoy en día, las instituciones donatarias no tienen cómo distribuirlos y, por lo tanto, acumulan libros, CDs y otros productos de muy buena calidad, los que quedan olvidados en las bodegas", señala el también director del Museo Precolombino.

Plataforma para escoger dónde donar

La ley también trae novedades para los antiguos donantes, quienes anteriormente no podían descontar más de 14.000 UTM como beneficio tributario. Hoy, esa cifra aumenta a 20.000 UTM (poco más de 800 millones de pesos), en una medida orientada a incrementar el monto en dinero de las donaciones recibidas, que si bien ha crecido exponencialmente, no representa aún más del 10% de lo que el Estado invierte en cultura. Además, podrán acceder (al igual que los nuevos donantes) a la plataforma virtual que, junto con la nueva ley, entrará en vigencia el 1 de enero de 2014 y a través de la cual se podrá acceder a un banco de proyectos aprobados y que estén en busca de donaciones. Esta plataforma también servirá como un centro de emisión de certificados y de recursos (como modelos de estatutos para la creación de corporaciones), con el objetivo de modernizar el sistema y facilitar el acceso a la información a distintos productores y gestores culturales.

Esta mayor fiscalización y transparencia es algo que destacan por parte de Minera Collahuasi, una de las empresas que más aportan en cultura por medio de la Ley de Donaciones. "Creemos que es indispensable que haya total transparencia en la presentación, tramitación, aprobación y realización de los proyectos. En este sentido, alabamos la acuciosidad del Comité Calificador de Donaciones Culturales en esta tarea, la que se ve reforzada en la nueva 'Ley Valdés'", señala Bernardita Fernández, gerente de Asuntos Corporativos de Collahuasi.

Otro aspecto que interesa a las grandes empresas que se acogen a la Ley de Donaciones es la mayor agilidad con la que se podrá realizar el proceso, así como el aumento en las opciones a la hora de elegir en qué aportar. Como señala Gema Swinburn, gerente de Relaciones Institucionales de Banco Santander: "Estas modificaciones significan un incentivo a seguir apoyando, o bien apoyar con un poquito más de plata. Además, al aumentar los posibles beneficiarios, aumentan también las alternativas de dónde donar", explica.
Se busca incentivar la donación de colecciones.

 Lo que viene: los fondos patrimoniales

Si bien esta reforma es una de las más grandes de las que ha sido objeto la Ley de Donaciones Culturales, existe una modificación significativa que quedó pendiente. Se trata de la incorporación del endowment , o fondo patrimonial, como alternativa de financiamiento para los beneficiarios de la Ley de Donaciones. En términos prácticos, esto significaría que recursos recibidos a través de esta ley podrían inyectarse a un gran "fondo patrimonial", el que sería utilizado como capital para realizar inversiones inmobiliarias o bursátiles, por ejemplo, y cuyas utilidades serían utilizadas por los beneficiarios de las donaciones culturales.

La idea detrás de los fondos patrimoniales es que proyectos de gran envergadura y que requieran constantemente de recursos (como un nuevo museo que debe enfrentar costos operacionales mensuales, por ejemplo) cuenten con una fuente de financiamiento permanente y no tengan que estar postulando reiteradamente a proyectos de financiación.

Si bien esta era una de las aristas que más le interesaban al Presidente Piñera en la reforma de la Ley Valdés, se decidió dejarla fuera de esta modificación por razones de tiempo. De todas formas, el interés persiste, por lo que existe un proyecto en el que se está trabajando de forma informal (y que tiene un estado de avance considerable), con el objetivo de llevarlo a conversaciones con el Ejecutivo y el Parlamento y poder aprobarlo antes del final de esta administración.

¿Demasiado 'Hitler' en Wagner? El juicio de Thomas Mann

El Mercurio


La apropiación que los nazis hacían de la obra de Wagner le exigió al gran escritor alemán enfrentar la cuestión de si la legitimación wagneriana del Estado totalitario era una proyección ideológica consecuente de esa estética. Su juicio adquirió nuevos matices, haciendo más complejo el balance entre admiración y reservas que la obra de Wagner siempre le mereció.

Antonio Bascuñán Rodríguez

El 23 de marzo de 1933, un mes después de la conmemoración de los cincuenta años de la muerte de Richard Wagner, Adolf Hitler obtuvo del parlamento alemán los poderes extraordinarios con los que fundó el Tercer Reich. El fin de semana del 16 y 17 de abril, encontrándose en Suiza, Thomas Mann se enteró de una protesta de la ciudad de München en su contra difundida por la prensa y la radio con motivo de su ensayo "Sufrimiento y grandeza de Richard Wagner", que había ofrecido como conferencia en Amsterdam, Bruselas y París en homenaje a su aniversario.

El panfleto acusaba a Mann de infamia por calificar la obra de Wagner como "diletantismo", y le reprochaba un esnobismo estetizante por pretender validarla en virtud de su afinidad con el psicoanálisis y su carácter cosmopolita. Por cierto, ninguna de esas ideas de Mann resultaba particularmente nueva o escandalosa. Lo inédito era la violencia con que se manifestaba esa voluntad de exclusión por parte del establishment de München, que no le perdonaba su giro republicano después de la primera guerra mundial. En la nueva Alemania él no tenía cabida.

En el exilio Mann reanudó su reflexión sobre Wagner. La apropiación que los nazis hacían de su obra le exigió enfrentar la cuestión de si la legitimación wagneriana del Estado totalitario era una proyección ideológica consecuente de esa estética. Su juicio adquirió nuevos matices, haciendo más complejo el balance entre admiración y reservas que la obra de Wagner siempre le mereció.

Wagner, el diletante genial

"El arte de Wagner es un diletantismo monumentalizado e impulsado a lo genial con la máxima fuerza de voluntad e inteligencia". Esa es la afirmación que desquició al establishment bávaro. En ella se expresan a la vez admiración por Wagner como autor de una obra -"la" obra por excelencia- y reservas a las pretensiones estéticas de la idea de la obra de arte total.

Esas reservas provienen de Nietzsche. La fusión de poesía y música pretendida por Wagner afecta a su poesía -irrelevante sin la música-, pero sobre todo a su música, porque su teatralidad la priva de autenticidad. El hombre de teatro es el que está por delante del resto en un punto: sabe que lo que ha de producir el efecto de ser verdadero no debe serlo. De esa máxima, tomada de François-Joseph Talma, Nietszche dedujo categórico: "La música de Wagner nunca es verdadera".

Más matizado, Mann considera que se trata de música "amusical", que consiste en una suma de pensamientos acústicos, y que de no ser por el genio expresivo de Wagner habría permanecido en el mero diletantismo. Lo admirable no se encuentra en la validez de la idea de la obra de arte total, sino en la intensidad y la magnitud que Wagner intentó realizarla, en su dimensión épica.

Wagner, el cosmopolita y naturalista

También de Nietzsche proviene la idea de que la comprensión nacionalista de la obra de Wagner es un malentendido alemán. Hasta Wagner -observa Mann- lo alemán en el romanticismo había sido íntimo y local. Pero nada es menos local que la obra de Wagner, donde no hay una nota de música popular. Lo alemán en Wagner deviene en una formidable auto-representación dirigida al resto de las naciones. Su vocación es mundial.

Mann considera la obra de Wagner, junto con la de Ibsen, como la contribución nórdica al arte monumental europeo del siglo XIX, equiparable en ese nivel a la gran novela francesa, rusa o inglesa, y a la pintura impresionista francesa. En el norte de Europa, esa búsqueda romántica de lo humano inaccesible a la razón calculadora tiene lugar en el teatro.

Lo específicamente característico del teatro de Wagner, por contraste con el de Ibsen, es su recurso al mito. Mann no ve en ello una contraposición sino una alternativa al naturalismo. En vez de escudriñar lo humano en un retrato de la sociedad, Wagner prefiere desentenderse de toda convención. Pero su propósito no es otro que la indagación psicológica.

Mann advierte en la obra de Wagner una anticipación de Freud. Eso no sólo responde a las sorprendentes coincidencias entre algunos episodios de sus personajes y la teoría psicoanalítica. Mann considera que la mejor versión del romanticismo alemán lo emparenta con el psicoanálisis. La peor versión del romanticismo es la que ve en él una glorificación de lo irracional. La mejor, la que lo entiende como un interés intelectual en lo afectivo. Eso es a su juicio el psicoanálisis y toda psicología de Schopenhauer en adelante: un desenmascaramiento de las ilusiones de la razón, para la mejor protección de la civilización.

Wagner, el metapolítico

La fuga de Wagner al mito no es puramente estratégica. Es expresiva de lo que Mann advierte como la marca característica del espíritu alemán: su desinterés por lo social y lo político. Ese es un vacío, un déficit cultural que puede ser artísticamente fructífero, pero que resulta peligroso para momentos de crisis, donde la tarea urgente es la definición de un orden social justo. En esos momentos, ese déficit conduce a soluciones que constituyen sustitutos míticos de la política. Pero en la política los sustitutos míticos son mentiras.

En 1937, todavía en Suiza, este diagnóstico conducía a Mann a denunciar la apropiación de Wagner por los nazis como una manipulación, un abuso interpretativo. Wagner no fue el profeta del Estado totalitario, sino el autor de una utopía estético-social. El arte lo era todo para él; la política, nada.

En ningún punto es esto más claro que en la vibrante alocución de Hans Sachs al pueblo en la escena final de "Los Maestros Cantores de Nüremberg". Las ominosas referencias al peligro de sumisión a un poder extranjero no conducen allí a un llamado a las armas o a una nueva forma de gobierno, sino a la preservación del arte: "aun si se hiciera polvo el Sacro Imperio Romano-Germánico, quedaría para nosotros el sagrado arte alemán".

Dos años después, en Estados Unidos, la lectura de un artículo de Peter Viereck, que resumía su tesis Metapolítica: La raíces de la mentalidad nazi, lo lleva a juzgar de otro modo la relación entre la estética de Wagner y la ideología nazi. El término, adoptado de una publicación del círculo de Bayreuth, fue acuñado por Viereck para resumir los componentes de la ideología nazi: culto romántico de lo irracional, negación racista de la moral universal, socialismo económico y colectivismo.

Mann toma ese diagnóstico para reformular su tesis. El nacionalsocialismo ya no es una ideología que abusa de una utopía estética, sino su trágica consecuencia. Lo revolucionario mítico-reaccionario de la obra de Wagner tiene la misma forma cultural primitiva del "movimiento metapolítico" que aterroriza al mundo.
De ahí deduce Mann la necesidad de la derrota, no de Hitler, sino de Alemania. Porque no hay dos Alemanias, una buena y otra mala, sino una sola. Lo que debe ser golpeado es esa mentalidad, la que tiende a huir de la política para refugiarse en el mito primigenio poético. Es ese carácter alemán -"uno de los desarrollos más finos pero más inconvenientes de la naturaleza humana", así la cita de Mann a Harold Nicolson- lo que tiene que ser derrotado, para que Alemania pueda recuperar su tradición centenaria de amistad por todo lo social e insertarse en una Europa pacífica.

Alemania fue derrotada, pero tampoco hubo lugar en ella para Thomas Mann. No lo quiso ni lo necesitó. El exilio le había demostrado que podía llevar consigo su herencia alemana, que podía legítimamente ser un alemán del mundo.

Wagner, el mago

A pesar de todas las críticas a la estética de Wagner y a su proyección política, su música siempre fascinó a Thomas Mann. Siguiendo a Nietzsche, Mann resistió esa fascinación como quien intenta superar una adicción. Ese ejercicio de autosuperación se proyectó en su biografía personal, en su estilo literario y en su práctica política. En todos esos frentes, Thomas Mann fue el hombre que se impuso a sí mismo, sin dejar nunca de reconocerse también como el hombre al cual él se impuso, al hipnotizado por Wagner.

Ningún pasaje es más elocuente a este respecto que una reflexión de 1911, escrita en Lido, simultáneamente con la concepción de "La Muerte en Venecia." Respondiendo a una encuesta periodística, Mann sostiene que la obra maestra ideal del siglo XX habrá de ser esencialmente distinta de la obra de Wagner: "más lógica, más plena de forma y clara, más estricta y serena, portadora de una nueva clasicidad que no busque su grandeza en lo colosal-barroco ni su belleza en la embriaguez". Pero termina confesando que "cuando inadvertidamente un sonido, un giro significativo de la obra de Wagner alcanza mi oído, tiemblo de alegría, me sobreviene una especie de nostalgia juvenil, y una vez más, como la primera, mi espíritu se somete a la vieja magia sagaz e ingeniosa, añorante y astuta".

Esta admirable observación de Mann describe en mi opinión una experiencia común a todo auditor reflexivo de Wagner. Por una parte se tiene la convicción de que ya sea por su efectismo o porque el simple expediente de la repetición de los temas musicales no compensa su falta de desarrollo formal, esa música es intrínsecamente deficitaria. Al mismo tiempo, desconcertantemente, se tiene la certeza íntima de que ella es capaz como ninguna otra de expresar el sentimiento. O dicho de manera más simple, que Wagner, aun impostor, posee un secreto conocimiento del corazón.

Un mar de tinta en torno a Richard Wagner


El Mercurio

Autor de una obra indispensable, uno de los grandes logros de la tradición occidental, el maestro de Bayreuth tiene luces y sombras. Una serie de publicaciones permiten acercarse a ambas.

Patricio Tapia

En los conciertos de Wagner en París en 1860 -que lograron entonces la gloria y el entusiasmo, a diferencia de la miseria, veinte años antes-, el escritor y crítico Champfleury escribió sus impresiones. Recordaba una crítica que se le había hecho a Wagner, que carecía de melodías: "Cada fragmento de cada ópera de Wagner no es sino una vasta melodía, que recuerda el espectáculo del mar".

Como un mar, como un océano, de aguas no siempre tranquilas y a veces turbulentas, la vida y la obra de Richard Wagner ha ocupado a generaciones. Sus escritos, su música, sus teorías, personajes y su política han generado miles de interpretaciones y continúan provocando controversias.

Quien quiera tener una acabada narración de su vida puede recurrir a la monumental biografía de Martin Gregor-Dellin. Por su parte, el libro de Bryan Magee "Aspectos de Wagner" es una brevísima y aguda introducción a varios asuntos de y sobre el compositor alemán. El libro de George Bernard Shaw, "El perfecto wagneriano", sigue siendo una buena forma de entrar a "El anillo del nibelungo". El libro de Enrique Gavilán, "Entre la historia y el mito", aunque más académico, es una meditación iluminadora sobre el tema. Finalmente, están dos textos de los más importantes -para bien o para mal- del propio Wagner: "Ópera y drama" y "El judaísmo en la música" (1850).

Pensamiento y acción

Wagner tuvo una vida como de ópera. Fue un revolucionario y sufrió el exilio. Vivió en la pobreza y mimado por monarcas. Conoció el fracaso y el éxito más clamoroso. Amó a muchas mujeres y fue amado por otras tantas. Huyendo de la persecución de sus acreedores, viajó a París (1839-1842), donde todo fue penurias. Tras el éxito de su obra "Rienzi" (1842) fue nombrado maestro de capilla en Dresde, pero los movimientos revolucionarios de 1848 lo encuentran como un anarquista socialista en la senda de Feuerbach y amigo de Bakunin. Participó en la "Revolución de Dresde" (1849) desde las barricadas. Tras el fallido alzamiento debió escapar a Weimar y luego a Zúrich, donde pasaría 10 años de exilio. Allí escribiría cuatro "ensayos", todos famosos y uno infame -como escribe la traductora al castellano- que sustentarían teóricamente su obra posterior: "Arte y revolución" (1849), "La obra de arte del futuro" (1849) y, fundamentalmente, "Ópera y drama" (1851), además de "El judaísmo en la música" (1850).

Por primera vez en castellano, se dispone de "El judaísmo en la música" . Wagner lo publicó no una sino tres veces: en una revista, con seudónimo, en 1850; luego, como folleto independiente, ampliado y con su nombre, en 1869; y lo incorporó a sus "Obras reunidas" en 1873. Hay quienes se refieren al texto como una demostración de Wagner como furibundo protonazi, otros, como una concesión al espíritu de su tiempo.
Lo cierto es que es un documento importante en la historia del antisemitismo europeo. Su lectura muestra un escrito virulento, que reincide y da crédito a todo tipo de estereotipos antisemitas (son usureros, parásitos, forasteros que no pronuncian bien el alemán), a los que Wagner agrega sus aportaciones: tienen excesiva presencia en ciertos ámbitos (por primera vez se habla de la "judaización"), ellos son "espontáneamente repulsivos" e incapaces de crear obras de arte. Al final de su panfleto les propone redimirse por la desaparición; por la asimilación, se entiende, pero la palabra alemana también podría dar pie a suponer que es la muerte (y al menos un coetáneo así lo entendió). La redención por la autodestrucción será un tema constante en la obra de Wagner.

En su segunda edición agrega un epílogo que revela sus tendencias paranoicas al verse como víctima de un complot judío por ese panfleto, que pocos leyeron. Esa edición fue muy criticada, por judíos y gentiles.
Según Magee -quien, por cierto, rechaza el antisemitismo-, Wagner fue la primera persona en advertir un "renacimiento judío", pero su antijudaísmo ha impedido reconocerle tal mérito. Un argumento que suavizaría esta dimensión serían los amigos judíos de Wagner. En 1869 él habla de sus "devotos amigos" judíos que "van conmigo en el mismo barco". Al menos varios de ellos (Joseph Rubinstein, Carl Tausig y Hermann Levi) parecen haber sido más víctimas que amigos de Wagner, pues todos ellos sacrificaron su vida musical y algunos su vida sin más, suicidándose, por influencia del maestro de Bayreuth, quien hacia el final de su vida fue radicalizando sus manifestaciones antijudías, según anota su esposa Cosima -tan antisemita como él- en sus diarios. Así, en una "broma" de 1881 que recogió Cosima, Wagner manifestó su deseo de que todos los judíos se quemaran juntos mientras asistieran a una representación de una obra de Lessing.

Ópera y drama. Mito e historia

El proyecto fundamental de Wagner era la recuperación de la unidad de las artes ante la fragmentación de los géneros (la separación de música, teatro, novela, etc.). "Ópera y drama" da forma a la "obra de arte total".

Uno de los aspectos más importantes de la ruptura estética de Wagner a mediados del siglo XIX es el rechazo de la historia como tema de la ópera. El tema de la obra de arte del futuro deberá ser el mito y no la historia. De ahí la importancia de Grecia -como modelo estético, como recipiente de los mitos esenciales humanos-, aunque Wagner no hizo ninguna obra de tema griego. El mito está fuera de la historia y como dice en "Ópera y drama", "es siempre verdadero".

Wagner convierte a la orquesta en elemento del drama. Con la estructura de leitmotiv , motivos musicales, la orquesta permite al espectador conocer aspectos de la acción desconocidos para sus protagonistas. Magee apunta que el empleo del monólogo interior en la novela -con Dujardin- surgió para intentar que las palabras hicieran en la ficción lo que la orquesta de Wagner hizo en sus óperas.

Enrique Gavilán en " Entre la historia y el mito" analiza el historicismo y sus paradojas. Los temas históricos invadían los escenarios incluso en las obras del propio Wagner antes de 1848 ("Rienzi", "Tannhäuser", "Lohengrin"). Incluso en sus obras no históricas se presentaba la acción en una ambientación rigurosa. "El anillo del nibelungo" es una obra que en teoría rechaza la historia como tema en favor del mito, pero las puestas en escena son historicistas. Ahí está la incongruencia entre Wotan como mito y la vestimenta supuestamente medieval del actor que lo representaba.

Según Gavilán, la obra madura de Wagner la ordena en dos trilogías separadas por una tetralogía: las óperas románticas ("El holandés errante", "Tannhäuser" y "Lohengrin") y los dramas finales ("Tristán e Isolda", "Los maestros cantores de Núremberg" y "Parsifal") y representarían tres modelos de tiempo (el tiempo místico, el tiempo de la historia y el tiempo cíclico) y tres maneras de enfrentar la destrucción: la entrega, la renuncia, la compasión.

Vapores

En la última novela del escritor austríaco Franz Werfel -entonces, 1945, exiliado, en California-, el narrador viaja a un planeta distante, miles de años en el futuro, y allí se encuentra con una presentación de algo que un nativo alienígena le describe como "obra de arte total". El viajero espacio-temporal se sobresalta y le dice al extraterrestre que ha oído esa expresión, e incluso la obra, antes: "Usualmente dura cinco horas. El vapor surge desde abajo con una música maravillosa que no tiene principio ni final, y el barbudo cantante en piel de lobo pasa nerviosamente su larga lanza de una mano a otra...".

Recoge así muchos de los lugares comunes sobre Wagner. Quizá el vapor pueda entenderse como metáfora de las melodías nebulosas, sin fin, de una progresión evasiva y efectos hipnóticos. Pero no, es realmente vapor. Magee informa que Wagner fue el primero en instalar chorros de vapor para poder colorearlos, además de los decorados que se desplazan. En realidad, el abandono de la historia no era más importante que otros cambios introducidos por Wagner después de 1848, como la ubicación de la orquesta debajo del escenario o la obra teatral como un festival sagrado, antes de cuyo inicio la intensidad de las luces disminuye hasta la oscuridad.

En 1876, cuando pudo ver finalmente levantado su anfiteatro en el que se podría representar el drama del porvenir, Wagner sustituyó los palcos y plateas por asientos en abanico sobre un suelo en pendiente con igual visión para todos.

George Bernard Shaw en "El perfecto wagneriano" (1898) -ahora traducido con un largo estudio preliminar que aborda desde el wagnerismo en Inglaterra hasta las diversas ediciones del libro- es una guía de turista a la tetralogía, que, según Shaw, "con todos sus dioses, sus gigantes y sus enanos; sus sirenas, sus valkirias, su yelmo de los deseos, su anillo mágico, su espada encantada o su tesoro milagroso, es un drama que pertenece al presente, y no a una fabulosa antigüedad remota". Y la interpreta como una alegoría del capitalismo o como el primer manifiesto socialista artístico.

Música y vida

La biografía Richard Wagner , de Gregor-Dellin, habla poco de su música. En ella algunos puntos son mejor tratados que en cualquier otra biografía, por la documentación actualizada (Gregor-Dellin, por ejemplo, fue el editor de los "Diarios" de Cosima Wagner). Sus actividades revolucionarias en Dresde (aunque en parte es para defenderlo de acusaciones de traición); la escritura y publicación de los cuatro "ensayos de Zúrich"; sobre todo, la relación (1868-1877) y el rompimiento con Nietzsche: no por "Parsifal" y el horror de Nietzsche ante la genuflexión ante lo cristiano, sino por la intromisión de Wagner y sus infidencias con terceros de la atormentada vida sexual de Nietzsche, quien en "El caso Wagner" señala con agudeza: "Wagner no ha reflexionado sobre nada con tanta profundidad como sobre la redención: su ópera es la ópera de la redención". Y quizá con la relativa excepción de "Los maestros cantores de Núremberg", todos los dramas de Wagner giran sobre esa idea: siempre hay una culpa del pasado que pesa en el presente.
Wagner era ególatra hasta lo inconcebible: cada cosa, idea o persona existía para él en relación a sí mismo y su obra. Pero no hay que lamentarlo: su encuentro determinante con la obra de Schopenhauer en 1854 se expresó, entre otras cosas, en la inspiración para "Tristán e Isolda". ¿Qué es su obra: teatro, poesía, un "arte total"? Probablemente lo fundamental sea su música, que ha sobrevivido a las puestas en escena más excéntricas en el mejor de los casos y triviales en el peor. El propio Wagner dijo que sus óperas eran "actos musicales hechos visibles".

 La teleserie de los Wagner

Si la vida de Wagner era como una ópera, la de su familia tiene más de teleserie que de ópera: casi al mismo instante de la muerte de Wagner, la historia de sus descendientes ha sido una de intrigas, renuncias, mentiras, maniobras varias, en que todo tipo de parentescos se enfrentan entre sí. Los libros de Jonathan Carr, "El clan Wagner" (Turner /Océano) y "La familia Wagner", de Brigitte Hamann (Editorial Juventud), dan una breve biografía del primer Wagner, Richard. Pero la "Guía de Wagner", de Hans-Joachim Bauer (Alianza, dos tomos), contiene una breve y confiable biografía del músico y cerca de 1.000 entradas que se ocupan de la obra, ideas, actividad y relaciones de Wagner, además de la investigación posterior.

Cosima Wagner se ocupó del Festival y del legado del músico con fiera dedicación a través de sus 43 años de viudez. Su antisemitismo era menos reflexivo que el de su marido y se tornó implacable cuando se incorpora a su círculo el inglés H. S. Chamberlain, conspicuo teórico del racismo, quien se casó con una hija de Wagner, Eva. El hijo de Wagner, el sexualmente ambiguo Siegfried, se casó con otra inglesa, Winifried Williams-Klindworth, quien tan tempranamente como 1923 se mostró fascinada con Adolf Hitler. En 1930, Cosima y Siegfried murieron con meses de diferencia, y Winifried se hizo cargo del Festival, que desde 1933 gozó del apoyo de Hitler y quien fue un visitante frecuente en casa de la familia Wagner, donde los cuatro hijos de Winifried le llamaban "tío lobo". Durante la guerra, Hitler visitó a uno de estos "sobrinos", Wolfgang, después de que fue herido, y liberó al otro, Wieland, de entrar al combate.

Carr señala, con todo, que la música de Wagner no fue el trasfondo sonoro de la Alemania nazi: no solo las presentaciones de óperas durante el período declinaron, sino que a la mayoría de los altos jerarcas esa música les aburría.

La reapertura del Festival de Bayreuth en 1951 tomó una dirección muy distinta. Winifried, viuda de Siegfried, a cuyo cargo corrió la dirección del Festival entre 1931 y 1944, renunció en beneficio de sus hijos Wieland y Wolfgang, quienes rompieron con el Bayreuth anterior. Wieland murió en 1966 y Wolfgang en 2010. En 2008 asumen la dirección las hermanastras Eva y Katherina Wagner, hijas de Wolfgang.

Varia wagneriana

Para acercarse a Wagner hay todo tipo de caminos. El teólogo (y melómano) Hans Küng, en "Música y religión" (Trotta, 2008), aborda a Mozart, Wagner y Bruckner. En el caso de Wagner (son artículos que aportó a los programas del Festival de Bayreuth) lo hace en clave teológica. En "Parsifal", por ejemplo, a pesar de toda su imaginería cristiana, ve una síntesis del acervo cultural cristiano y budista, pero en todo caso ve "la redención del hombre por la gracia de Dios". Y en "Wagner / estética" (U. de Las Palmas, 2010), de Isabel Pascua y Sonia Mauricio, hay artículos desde sus relaciones con la literatura española del Siglo de Oro, las artes plásticas o una composición de Albéniz.

Dos libros fundamentales son "Escúchame con atención. Liturgia del relato en Wagner" (Universidad de Valencia, 2007), en que Enrique Gavilán reúne nueve estudios unidos por un tema común, el papel del relato en el drama wagneriano: desde el mito de las mujeres o "El holandés errante" como un momento clave en la obra de Wagner hasta las oberturas y su posición como límite que separa la vida cotidiana y la "esfera del arte". Y la edición de los "Escritos sobre Wagner" de Nietzsche (Biblioteca Nueva / Catalonia, 2003) en edición de Joan Llinares ofrece en un solo volumen "Richard Wagner en Bayreuth" (1876), la cuarta consideración intempestiva, un homenaje tardío, cuando comienza a distanciarse de su antiguo maestro y amigo; "El caso Wagner" (1888) y "Nietzsche contra Wagner" (1889).

Teatro Municipal de Santiago y Telefónica transmitirán vía streaming Concerto de Lang Lang

Bío Bío


El recital del afamado pianista chino Lang Lang –este lunes 27 de mayo, a las 19:00 horas– inaugurará una nueva era en el Teatro Municipal de Santiago, pues por primera vez difundirá uno de sus espectáculos en directo vía streaming, por internet.

Adicionalmente, se realizará una transmisión especial a la Universidad de Frontera, de Temuco, donde alrededor de cinco mil personas podrán ver, de forma gratuita y en vivo, a Lang Lang–embajador de Telefónica– tocando a través de una pantalla gigante en alta definición.

No sólo quienes asistan al Teatro Municipal de Santiago el lunes 27 de mayo, a las 19:00 horas, tendrán el privilegio de presenciar el debut de Lang Lang en Chile. Todo el que cuente con conexión a internet podrá acceder a www.movistarchile.tv y www.municipal.cl y ver al artista chino tocando magistralmente las Sonatas para piano n° 4, 5 y 8 de Mozart y las cuatro Baladasde Chopin.Se trata de un hecho histórico para el Teatro Municipal de Santiago, pues por primera vez en su historiatransmitiráuno de sus espectáculos vía streaming abierto por internet a nivel nacional, que en esta ocasión será posible gracias a Telefónica, auspiciador de la gira que trae a Lang Lang por primera vez a Latinoamérica.

“Precisamente, uno de los principales objetivos de esta nueva administración ha sido ampliar los públicos, abrir el teatro a la gente. El Municipal no es sólo de Santiago, es de Chile e iniciativas como éstas reafirman esta política. La idea es seguir usando este tipo de herramientas tecnológicas u otro tipo de incentivos para conectar a la gente con eventos culturales tan atractivos como el recital de Lang Lang”, afirma Carolina Tohá, Alcaldesa de Santiago y Presidenta de la Corporación Cultural de Santiago.

Esta transmisión por internet también permitirá a alrededor de 5.000 personas ver el recital del pianista–el mismo día, a la misma hora, vía streaming HD con conexión punto a punto–en una pantalla gigante que estará instalada en las dependencias de la Universidad de la Frontera.De esta forma, al tradicional peregrinaje del Teatro Municipal de Santiago por regiones se unirá un nuevo ingrediente: la tecnología.“Todos los años presentamos conciertos, óperas y ballets en distintos puntos del país con el fin de ampliar la difusión de nuestros espectáculos. Nos alegra enormemente continuar con esta misión, esta vez uniéndonos a las nuevas tendencias de difusión de la cultura. Y qué mejor que hacerlo con el recital de LangLang, un músico joven que precisamente representa a las nuevas generaciones”, comenta Andrés Rodríguez, Director General del teatro capitalino.

“Para nosotros Lang Lang es un aliado importante.A partir del 2011, el artista se convirtió en nuestro embajador de marca y juntos comenzamos a viajar por el mundo para llevar a cada rincón la música clásica. Tenerlo en Chile es reconfortante y mucho más si podemos desplegar nuestra tecnología para difundir su concierto en lugares públicos del país. Una acción alineada en nuestro constante fomento al desarrollo cultural”, señala Claudio Muñoz, presidente de Telefónica en Chile.

Lang Lang en Chile
27 mayo 2013 / 19:00 horas

Teatro Municipal de Santiago
www.municipal.cl
www.movistarchile.tv

Hombre Bestia




Juan a través de un e-mail dirigido a nuestra dirección purochilemusical@gmail.com nos invita cordialmente a descargar el disco de Hombre Bestia


Daddy Yankee vuelve a Chile en julio con concierto solidario

Cooperativa.cl


El astro compartirá escenario con Jadiel y Croni-K el 5 de ese mes en Movistar Arena.. El encuentro recaudará fondos para la Fundación Deportistas por un Sueño.


Daddy Yankee  fijó su regreso a Chile en una visita de características únicas y especiales: un concierto que se realizará el 5 de julio en el Movistar Arena de Santiago con el objetivo de recaudar fondos para la Fundación Deportistas por un Sueño.

El astro puertorriqueño demuestra así su compromiso con la causa de la fundación, en uno de los mejores momentos de su carrera, con los éxitos de su último disco "Prestige", como "Limbo", "Lovumba" y "Llegamos a la disco". El show será la antesala de uno de sus grandes desafíos de este año: una gira por Europa, la que emprenderá una vez que se haya concretado su reencuentro con el público chileno.

La fundacion Deportistas por un Sueño es una institución liderada por su presidenta Sandra Corrales, que lucha por la dignidad de los niños que padecen enfermedades crónicas y/o terminales donde se mejora la calidad de vida y promueve su integración ciudadana e igualdad de derecho de vida.

Junto a Daddy Yankee estarán el puertorriqueño Jadiel, "El incomparable", y los chilenos Croni-K, una de las agrupaciones más destacadas de la música urbana en Chile y Sudamérica.

Puedes comprar aquí tus entradas de Daddy Yankee a través de La empresa Ticketbis



lunes, mayo 20, 2013

LA GALLERA!!! Y DE CARAMBA EN CONCIERTO




Comunicado de prensa

*La agrupación de cueca y cantos populares La Gallera!!! se presentará en la Sala Master el jueves 23 de mayo.

*Serán acompañados por el grupo De Caramba, que se encuentran preparando su primera producción discográfica.

El jueves 23 de mayo, en la Sala Master de la Radio Universidad de Chile, las agrupaciones de cueca y música popular La Gallera y De Caramba, se reunirán por primera vez para realizar un concierto en vivo para el programa “El Zócalo Nacional”.

La Gallera!!! cuenta con diez años de trayectoria. En diciembre pasado lanzaron su tercer disco titulado "Cantando como jugando” y actualmente preparan su participación en el programa Do-Remix de TVN. Esta agrupación, que desarrolla principalmente repertorio de cuecas, incorporó nuevas sonoridades y ritmos en su última producción, manteniendo la calidad y estilo de canto que los caracteriza.. El quinteto está conformado por Horacio Hernández en guitarra, Fernando Barrios en percusiones, Giancarlo Valdebenito en contrabajo, Juan Pablo Villanueva en guitarras y Cristian Mancilla en piano, cuatro y tiple.

En este concierto, serán acompañados por el grupo De Caramba,  quienes se encuentran en proceso de grabación de su primer disco. Su propuesta musical está basada en la cueca chilena y en las creaciones musicales surgidas del aprendizaje y la práctica de ella. El cuarteto está conformado por Ignacio Andrade en acordeón, Diego Cabello en guitarras, Ignacio Puga en contrabajo y Gustavo San Martín en batería.

Este concierto está citado a las 20:30 hrs y será transmitido en vivo por la Radio Universidad de Chile y su programa El Zócalo Nacional. Las entradas tienen un valor de $3.000 el día del evento, y $2.500 en preventa escribiendo a lagallera.cuecachilena@gmail.com


La Gallera y De Caramba en concierto.
Jueves 23 de mayo 2013
Sala Master, Radio Universidad de Chile
Miguel Claro 509, Providencia.
Entrada: $3.000 general; $2.500 preventa (lagallera.cuecachilena@gmail.com)

Santiago tiene su primer Paseo de las Estrellas de la música

El Mercurio


A un costado de Movistar Arena se ubica un boulevard con las manos inmortalizadas de artistas como Marc Anthony, Kool & The Gang, Romeo Santos y Joan Manuel Serrat. Pronto se sumarán The Killers, Miguel Bosé y Pet Shop Boys.

Javier Contreras

¿Qué podrían tener en común The Killers, Romeo Santos, Kool & The Gang, Marc Anthony, Pet Shop Boys o Joan Manuel Serrat? Sus estilos musicales, por cierto, difieren, pero todos han visitado Chile recientemente. Y hay algo más. Todos han inmortalizado sus manos en placas de metal que desde este mes se estarán exhibiendo en el Paseo de las Estrellas de Movistar Arena, boulevard ubicado al costado surponiente del recinto del Parque O'Higgins que los recibió en distintas fechas del último semestre.

Si el Teatro Chino de Los Angeles hizo lo propio con astros del cine como Marilyn Monroe, Clark Gable, Rita Hayworth o, ahora último, los protagonistas de la saga de "Harry Potter", la apuesta aquí es replicar la experiencia con las diversas figuras musicales que se vayan presentando en la arena capitalina. "Este ha sido un viejo anhelo desde que abrimos, en 2006, y finalmente el año pasado se concretó. Primero se quería dotar de un espacio artístico fotografiable para el público, y allí llegamos a la conclusión de que necesitábamos tener un recuerdo de los artistas", explica Francisco Leyton, gerente general de Movistar Arena.

La primera placa se instaló el 25 de noviembre del año pasado, y contenía las huellas de todos los integrantes del grupo nacional Los Jaivas, quienes se dieron un alto antes de su show del 7 de ese mes como apertura del concierto de Robert Plant, para poner sus manos sobre una superficie de arcilla, la que luego se usó como molde para fundir en metal. Le siguieron nombres como Marc Anthony, Marco Antonio Solís, Romeo Santos, el conjunto estadounidense Kool & The Gang, el ex Supertramp Roger Hodgson y los españoles Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina.

"La idea es que haya un equilibrio entre lo anglo y lo latino. Lo importante es que sean artistas que sean queridos por el público y que también quieran a su público", sostiene Leyton. Añade que el criterio de selección es minucioso y que se consulta a una comisión de expertos integrada por productores, periodistas y representantes de los sellos, perspectiva que se contrasta con el entusiasmo que los seguidores de los candidatos generen en las redes sociales.

"Es una gestión que realizamos a través de las productoras, quienes luego se entienden con el management de los artistas, los que hasta el momento han aceptado por el número y diversidad de nombres con los que ya contamos". Próximamente se agregarán las placas de Miguel Bosé, la banda estadounidense The Killers, Ana Gabriel, el skater Tony Hawk -único exponente no musical- y el dúo británico Pet Shop Boys, últimos en plasmar sus manos antes de su show del pasado lunes. El Paseo de las Estrellas se puede visitar antes de cada evento que se realice en Movistar Arena, y la meta es que en el futuro se convierta en un polo turístico de la capital.
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Los artistas que han dejado sus huellas

Marc Anthony fue uno de los primeros artistas en inmortalizar sus manos. Brandon Flowers, líder de The Killers, plasmó sus manos antes de su show, al igual que Romeo Santos y los españoles Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina.

domingo, mayo 19, 2013

Jodorowsky: "Si me hubieran dado el Fondart, ésta sería una película chilena"

El Mercurio

Su película "La danza de la realidad" fue ovacionada en el Festival de Cannes. Desde ahí, critica la falta de fondos locales en el filme: "Me dio una furia espantosa".

Ernesto Garratt Viñes Enviado especial

CANNES.- Ayer la ovación fue cerrada para "La danza de la realidad", el regreso del director chileno Alejandro Jodorowsky al cine después de "The rainbow thief", de 1990. La sala de la Quincena de Realizadores estaba repleta.

Jodorowsky, quien se quedó a hablar con el público tras la proyección, fue claro. "Esta no es una película chilena, es mexicana y francesa", deslizó, recalcando su molestia por la falta de apoyo que tuvo de parte del Fondart al momento de rodar esta poética y surrealista producción que se convirtió en una de las estrellas de la sección paralela del Festival de Cannes.

"Un regreso triunfante", calificó Peter Bradshaw, crítico del diario inglés The Guardian; "Jodorowsky, un poeta en Cannes", aplaudió, por su parte, el medio francés Le Figaro. Los Angeles Times tituló su reseña como: "El chileno rey del culto aún es el mago de lo extraño".

Las frases de alabanza dan cuenta de la buena recepción de esta historia autobiográfica, que mezcla datos reales y memorias con el poder surrealista de su cuerpo de trabajo en el cine -con filmes de culto como "El topo" y "La montaña sagrada"-, y como guionista en cómics, como en "La casta de los metabarones" y "El incal".

"La danza de la realidad" fue filmada en su natal Tocopilla con dineros franceses y mexicanos. Muestra la infancia del director, encarnado por el niño Jeremías Herskovits, y su difícil relación con su padre, Jaime Jodorowsky, un stalinista que odia el gobierno de Carlos Ibañez del Campo. Aquí es interpretado por uno de los hijos del cineasta, Brontis Jodorowsky.

Además, participan en la cinta otros vástagos del artista, Axel Jodorowsky y Adán Jodorowsky, quien también es responsable de una notable banda sonora.

En la historia, el niño Alejandro, de familia de inmigrantes judíos, trata de encajar entre los niños de la ciudad mientras su madre (la joven soprano chilena Pamela Flores) canta en tono lírico todas sus líneas, porque, en esta ficcionada realidad, es cantante de ópera. Alejandro sufre por el duro trato paterno para "que sea un hombre", el que incluye cachetadas de fuerte tenor e idas al dentista sin anestesia.

La película, fiel al espíritu controversial del cineasta, tiene fuertes escenas de tortura y tomas donde los personajes de la madre y el padre, en distintos momentos, orinan exponiendo sus genitales. La provocación artística marca el menú de Jodorowsky en este comentado regreso, y a la que se agregan un vivo sentido del humor, surrealismo y un pulso narrativo magnífico.

-Usted señaló que esta película no era chilena ...
"Yo fui con mucho cariño a Tocopilla, y yo sabía que íbamos a venir a Cannes, porque todas mis películas han venido, y eso es importante para el Fondart. Pensé que ellos nos iban a dar el dinero (US$ 400 mil) para filmar. Nos hicieron firmar papeles con estos tinterillos, y no nos dieron nada. Entonces me dio una furia espantosa, y no dije nada, porque no lo necesitaba, ya que había encontrado capital francés y mexicano. Cuando llegó al festival empezaron a decir 'Ah, la industria chilena tiene tres películas en Cannes'. Es mentira, porque no me dieron nada, y dije que no es chilena".

-Por qué cree usted que no le dieron el Fondart?
"Qué se yo; no me importa. Supongo que son amigotes, que tienen su pequeña mafia y que les dan a quienes les da la gana. Yo creo que por tontos. Y lo digo con mucho cariño chileno: si me hubieran dado ese dinero, se podría decir que es una película chilena".

Además de "La danza de la realidad", Jodorowsky es protagonista en Cannes por otra razón. En la Quincena de Realizadores también se presenta el documental "Jodorowsky's Dune", de Frank Pavich, que enseña el abortado pero legendario proyecto del chileno para llevar al cine la famosa novela de Frank Herbert, algo que finalmente hizo David Lynch. "Es bueno el documental, es un manifiesto", dice Jodorowsky.