lunes, julio 08, 2013

Bonnaroo 2013 El Woodstock de nuestra generación

El Mercurio

Es el último bastión popular del hippismo, donde la música, las drogas y el amor libre reinaron durante cuatro noches bajo las voces de Paul McCartney, Tom Petty y ZZ Top. Esta fue "la granja" del país de las maravillas.

José Vásquez, desde Manchester, Tennessee, Estados Unidos.

Se paseaba completamente desnuda y a nadie parecía llamarle demasiado la atención. Iba bailando solo adornada de unos tubos fluorescentes en el cuello y la cintura. El lema, que a esa altura ya formaba parte del subconsciente colectivo, era: "Afteroo". Ella, una joven de unos 20 años, se encargaba de sumar a la gente que encontraba en el camino del gigantesco camping que funciona como casa pareada de Bonnaroo. La fiesta estaba lejos de acabar, aunque ya se comenzaran a desarmar los escenarios luego de cuatro inolvidables días de festival.

Habían pasado cerca de dos horas desde que Tom Petty and the Heartbreakers -con uno de esos emocionantes shows que dejan recuerdos para siempre- daban por finalizado el evento al que asistieron más de 80 mil personas por jornada. Pero bastaba dar una vuelta por el enorme predio casi 3 kilómetros cuadrados destinado a las carpas para constatar que aún había gente con ánimo de continuar. Que aún quedaban cervezas por destapar y nuevas amistades que hacer.

Por un lado, una banda de rock seguía metiendo ruido; en otro, una rave atraía bailarines a la fiesta interminable organizada por los campistas. Los beats machacaron hasta el amanecer mientras de fondo enormes grúas, camiones y containers se sucedían incesantemente como recordatorio de que todo lo bueno también tenía un final.

¡Dame esos cinco!

Bonnaroo es un festival distinto, pese a que su infraestructura de megaevento siga el patrón universal de estos espectáculos. Hay festivales que se realizan dentro de la ciudad, como Lollapalooza, Austin City Limits o Vive Latino. Y otros que se instalan fuera de ella, como Glastonbury -el padre de todos los festivales- y este oasis del hippismo que se levanta en el estado de Tennessee.

Pasar bajo el arco de ingreso al festival es ser partícipe de un carnaval de la alegría. Espontáneamente, la gente saluda con un entusiasta "¡happy Bonnaroo!", una especie de "¡Feliz Año Nuevo!", y va chocando -típico saludo estadounidense- sus palmas en el aire con quien se tope al frente. Y no es un exceso de entusiasmo aislado. ¿Será culpa de Molly, la droga de moda en estas tierras?

Manchester es el típico pueblo de Estados Unidos que a primera vista luce despoblado, pese a que cada cierta cantidad de kilómetros aparecen vestigios de civilización como supermercados y tiendas de departamentos. Ahí viven 10 mil personas que ven multiplicada ocho veces su población con cada festival, que este año celebró su edición número 12.

El lugar queda a una hora de Nashville -la capital de la música country- la ciudad más próxima a la que se puede acceder por avión. Los aventureros que llegan a pie desde ahí son los menos, todo el mundo se moviliza en auto, pese a que hay un sistema de buses de acercamiento.

En este punto, la visión sui géneris no existe. Enormes camionetas ( go big or go home , es una definición de principios en esta zona) ingresan al predio con campistas equipados con todo lo necesario para sobrevivir a Bonnaroo -camas, mesas, parrillas eléctricas, entre otros- que de todos modos ofrecen soluciones a la emergencia.

Porque si se quiere -por momentos, incluso, podría no ser una utopía- este podría transformarse en el escape perfecto al paraíso. Una invitación a vivir en un mundo mejor. Por cuatro días, Bonnaroo funciona como la ciudad ideal para pasearse sin preocupaciones. Un predio que en grandes porciones de terreno ofrece un pasto perfecto para andar descalzo -muchos lo disfrutaban así- y que está organizado en un plano de cuadrícula con 8 avenidas principales donde escoger el mejor lugar donde instalar un techo.

Las calles numeradas como Manhattan ayudan a no desorientarse, aunque de noche y con menos luz, no es difícil olvidar donde quedó la carpa. Hay avenidas en las que se pueden encontrar servicios indispensables como baños y duchas, hasta una gran cantidad de puestos de comida y alcohol y tiendas con merchandising -donde proliferan las poleras decoloradas de Grateful Dead- muy parecidas a las de cualquier feria artesanal playera.

También, en medio del campo, hay cajeros automáticos para sacar dinero y un supermercado para abastecerse de productos que van desde las cervezas y los alimentos no perecibles a las linternas.
Como si eso fuera poco, todos los días circula de forma gratuita un diario de Bonnaroo con notas de lo que pasó el día anterior y lo que se espera suceda en la jornada que viene. Entrevistas a los artistas que actuaron y notas para poner al tanto de lo que seguro no se alcanzó a ver. O de lo que derechamente no se tenía idea.
Porque aparte de los 9 escenarios de música por donde desfilaron nombres como Paul McCartney y Björk, también hay actuaciones sin aviso previo. Como la pactada con Jack Johnson que daría un show sorpresa en un pequeño tablado, pero que ante la baja a último momento de Mumford & Sons, debió aparecer en el escenario principal. O las programadas sesiones de jam , sin anunciar quién aparecerá.

Ahí, para asombro de los que llegaron a esas citas, realizaron irrepetibles actuaciones Brittany Howard, la voz eriza pelos de Alabama Shakes con Jim James de My Morning Jacket y John Oates. O miembros de Wu Tang Clan junto a Solange, la hermana alternativa de Beyoncé.

Eso podía estar sucediendo mientras en otro sitio tocaba ZZ Top o Billy Idol en días distintos. También pasaron por Bonnaroo Kendrick Lamar, el rapero del momento en Estados Unidos, Beach House y Wilco.
Paralelamente, en otro lado podía estar Bob Saget (el papá de la serie "Tres por tres" que transmitió Canal 13) realizando una rutina de stand up comedy , mientras en una sala de cine -sí, una sala de cine para 600 personas sentadas en medio del campo- se proyectaban documentales y películas como el estreno de "Crystal fairy", el último filme de Sebastián Silva, el cual está protagonizado por Michael Cera.
Otros podrían estar bailando en una discoteca silenciosa, donde la música sale solo por audífonos o si se prefería hacerlo de forma tradicional, en otra disco instalada dentro de un establo, un lugar donde la electrónica gobernaba.

El olfato de Tom Petty

Parece una república independiente donde no hay rivalidades y todos son amigos de todos. Puede que la felicidad esté estimulada químicamente por Molly, la droga sensación que todos buscaban, ya sea con mensajes en sus gorros o en sus poleras. Un distorsionador de la realidad que no provoca paranoia y que proyecta una sensación de estar dentro del "país de las maravillas", cuentan quienes la han probado.
O simplemente el relajo y la buena convivencia que se da entre la gente por la calidad de vida más tranquila que entrega esta parte del sur de Estados Unidos, perdida en la inmensidad del campo.

La paz y el amor reinan en esta burbuja paradisíaca del rock, que juega con la máquina del tiempo y actualiza el fenómeno de Woodstock a nuestra era. Los nuevos hippies tienen iPhone, pero aún repiten los códigos de los sesenta.

La marihuana, el acompañante clásico de este tipo de eventos, mantiene su liderazgo, algo que llegó hasta las mismas narices de Tom Petty, que durante su show ironizó con el buen olor que sentía desde el público.
El sol y el calor golpean fuerte al final de la primavera en el hemisferio norte. En el look, manda la comodidad y los trajes de baño son el vestuario que más se repite entre el público. Las mujeres se pasean en bikini, aunque no hay ni playas ni piscinas en kilómetros. Algunas hacen topless . Nadie se escandaliza. Nadie incomoda a nadie. Por eso no es difícil entender por qué en este lugar la gente se niega a que la fiesta llegue a su fin.

121
bandas estuvieron en el cartel oficial del festival.

Decenas de shows se realizaron fuera del programa oficial.

Ed Helms, uno de los protagonistas de "¿Qué pasó ayer? Parte III", también tocó en Bonnaroo.
El oficial de "Loca academia de policías", famoso por efectos de sonido con su voz, Michael Winslow, también realizó una performance en vivo.

" Go big or go home " es una definición de principios en esta zona. Los city car no existen en el sur profundo de Estados Unidos.

Una de las jam sessions más alabadas fue la realizada por Brittany Howard (Alabama Shakes), Jim James (My Morning Jacket) y John Oates (Hall & Oates).

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