lunes, agosto 15, 2016

Aparece primer atlas lingüístico y etnográfico de Chile

El Mercurio

Miembro de la Academia Chilena de la Lengua, Claudio Wagner, ha trabajado desde 1996 en esta obra que reúne más de 250 mil palabras y expresiones usadas en 216 localidades del país.  

Maite Manzanares 

¿Cómo hablamos los chilenos? ¿Qué diferencias lingüísticas hay a lo largo del territorio nacional? Casi 20 años de investigación ha implicado realizar el primer Atlas Lingüístico y Etnográfico de Chile (ALECh), el que recopila más de 254 mil palabras usadas a lo largo del territorio nacional. "Pertenece a ese tipo de obras que llamo 'clásicas': nació siendo clásica, solo le falta la consagración que llega con el tiempo. Será siempre obra de referencia, obligado punto de partida, abridora de rumbos", escribe el director de la Academia Chilena de la Lengua, Alfredo Matus, sobre la obra que ahora permite que Chile se sume a la lista de los países que ya tienen los suyos, como Estados Unidos, Canadá, Colombia y México.

Todo comenzó en 1996, cuando su autor, el lingüista y miembro de la Academia Chilena de la Lengua Claudio Wagner, reunió a un equipo de investigadores para desarrollar este atlas, el que se concretó gracias a dos proyectos de investigación Fondecyt. Así, comenzó un trabajo de tres años de encuestas a lo largo de todo el país (específicamente en 216 localidades), y luego, años de procesamiento de la información.

La palabra "bolita", por ejemplo, es usada desde el norte de Chile hasta la IX Región, pero desde Valdivia hasta Cochrane (en la XI Región), la que predomina es la palabra de origen ítalo-germano "bocha", dando cuenta de la influencia de los colonos alemanes en el sector.

Ejemplos como este muestran que el ALECh permite develar aspectos cotidianos de la vida, costumbres e influencias de otras comunidades idiomáticas en el habla nacional. "Considerando que el lenguaje de un pueblo constituye el patrimonio cultural inmaterial más profundo y que mejor lo caracteriza, un atlas lingüístico se convierte en un instrumento insustituible de diagnóstico lingüístico global de un territorio determinado, perdurable por mucho tiempo, dada la lentitud natural de los cambios que se producen en la lengua, que puede enseñarnos mucho acerca de una serie de realidades no lingüísticas, como la existencia de pueblos originarios hoy ya desaparecidos, migraciones llegadas al país y su influencia en el español, desplazamiento de poblaciones, interrelación con pueblos originarios vigentes, relación entre límites políticos y fronteras lingüísticas, y la existencia de objetos y costumbres hoy ya desaparecidos o en extinción", dice Wagner.

Actualmente existe una versión demostrativa del atlas en el sitio Atlaslinguistico.cl, página donde puede comprarse la versión completa, con sus 1.147 mapas. El formato impreso está a la espera de su publicación: "Los costos de impresión para los cinco tomos del ALECh, que implican más de 1.300 páginas, solo podrían ser asumidos por una empresa privada o por el Estado", comenta Wagner.

"Creo que para el hablante común de nuestro país los ejemplos entregados deberían revelarle todo un mundo sorprendente -concluye Claudio Wagner-. Primero, por la existencia de todas las variantes dialectales que solo un instrumento como un atlas lingüístico puede entregar, y que normalmente desconoce o conoce a medias, incluido el encuestador. Y segundo, por la riqueza que cada palabra manifiesta al ser estudiada, ya que el examen de su distribución espacial da cuenta no solo de las personas que hoy la hablan y qué las motiva, sino también de la historia de las personas que la hablaron y cuyo lenguaje reflejaba su actuar como seres humanos, que se fue perfilando como herencia para las generaciones futuras".

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