jueves, enero 12, 2017

Chile tiene festival

El Mercurio

Los hay de la guinda, copihue, naranja, tomate y hasta del pescado frito. De norte a sur, el verano marca el inicio de certámenes que mezclan música, comida y diversión en balnearios y pueblos, cuyos municipios invierten grandes sumas para atraer turistas y hacerse conocidos.  

M. SAAVEDRA y EQUIPO DE REGIONES 

Corría 1988 y en la maulina localidad de Empedrado, el entonces alcalde Francisco Muñoz Vivallo quiso realizar ese verano un festival bautizado en honor de uno de los productos más cosechados en la zona: las callampas. Consciente del imán de mofas y bromas de doble sentido que se generarían en torno al certamen, decidió mantener el nombre justamente para dar a conocer el pueblo al resto de Chile. Lo consiguió. Durante los tres años que existió como tal, el Festival de la Callampa robó portadas en diarios y minutos en televisión.
-Trajimos a artistas locales y a otros conocidos, como Zalo Reyes, a quien le entregamos el trofeo del festival.

Claro que hubo problemas. Recuerda que la idea era elegir una reina del certamen artístico, "pero por razones obvias, nadie se presentó". En 1992 fue rebautizado Festival Oro Verde.

Con la llegada del verano, esta forma parte de una larga lista de certámenes estivales que en balnearios y pueblos rurales homenajean a algún producto que caracteriza a esa zona o se nutren de una tradición local. En ellos, cada municipio pone lo mejor de sí en recursos o ganas para que el evento salga lo mejor posible, tanto en organización como en artistas. Un organizador de eventos cifra en $30 millones el costo promedio, dependiendo de los artistas.

En muchos casos, es la oportunidad que tiene la gente de ver de cerca a figuras que solo conocen por la TV.

En el Maule, casi todas sus 30 comunas organizan su propio festival. Curepto tiene el de la Camelia, en honor a la flor que abunda en el pueblo. En Villa Alegre está el Festival de la Naranja, cuyas calles están llenas de este árbol. En Pencahue, cada verano se realiza el del Melón, su fruto característico. En Colín, cerca de Talca, está el Festival del Tomate, que crecen en invernaderos y en octubre son los primeros en ser cosechados. Y en Vilches, en la precordillera de San Clemente, se homenajea al Copihue.

Romeral hace algunas semanas apagó las luces de su Festival de La Guinda, por las plantaciones de este fruto en la zona. Se realiza en un anfiteatro natural con capacidad para 15 mil personas, una especie de "quinta chica" y que en los años 70 tenía una "concha acústica" semejante a la del Festival de Viña. Dicen ahí que la de la Quinta Vergara fue una copia sacada de la concha romeralina.

Todos tienen su propio "monstruo", entregan trofeos, hacen gala de selectos jurados y son transmitidos por radio o canales regionales de televisión. La puesta en escena se ha profesionalizado. De simples tarimas y ampolletas de colores como escenario han pasado a sofisticados montajes, potentes amplificaciones de sonido e iluminación robotizada. En sus shows, animadores de TV, cantantes y bandas musicales constituyen el "gancho".

Arica no tiene festival, pero desde hace 16 años cuenta con un carnaval. Se llama "Con la Fuerza del Sol" y está centrado en el folclor andino. Durante tres días, las principales calles y avenidas concentran más de 20 mil participantes, entre bailarines y músicos de Chile, Bolivia, Perú y Argentina. Cada jornada reúne a más de 50 mil espectadores, en pasacalles que se extienden durante casi todo el día y gran parte de la noche.

En Atacama, el Festival de la Canción del Camarón, en Freirina, desde hace 25 años enciende sus luces los primeros días de febrero. En su última versión, la estrella fue "El Puma" Rodríguez, quien causó furor en el pueblo de 6.500 habitantes. Fans de todo Chile, Bolivia y Argentina llegaron en masa.

La mayoría de las 33 comunas de la Región de O'Higgins pasa el verano al son de música, bailes y buena mesa, como el Festival de la Voz de Pichidegua. En Biobío, el de Dichato se creó después del terremoto de 2010, para levantar el turismo. La primera versión fue televisada y tuvo bastante éxito. Ahora se transmite por radio, pero igual llegaron 30 mil asistentes a la última versión, quintuplicando la población local.

Hace 9 años que, en enero, Tralcao, a 20 minutos de Valdivia, se llena de un rojo intenso. Se trata de la Fiesta de la Cultura y la Cereza, en la que se rinde homenaje a esta fruta en plena cosecha. En Osorno se van por lo animal, con su Festival de la Carne y la Leche -los productos emblema de la comuna-, que el año pasado congregó a 15 mil personas que eligieron a su reina y bailaron al son de la competencia folclórica y de artistas nacionales y extranjeros
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En Aysén, enero es la fecha en la que Puerto Cisnes celebra la Fiesta del Pescado Frito. Si bien no es un festival propiamente tal, igual congrega a artistas de renombre. Aparte de ofrecer abundante merluza austral, en ella se construye una casa y se hace una minga en beneficio de una familia de escasos recursos.

Mauricio Sánchez se crió en Villa Tehuelches, un poblado a 100 kilómetros de Punta Arenas. Recuerda que cuando niño se organizó la primera versión del Festival de la Esquila, y él y sus compañeros de escuela ayudaron a ornamentar el casino del pueblo para acoger a los comensales. Eso fue hace 30 años. Hoy, dice, es la principal fiesta de la zona y llegan unos 8 mil chilenos y argentinos.

-Nos identifica como el principal evento campestre de la Patagonia en el verano.
¿El premio? Degustar el tradicional asado al palo o la parrillada de chuletas de cordero.



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