El ocaso del circo Ringling Su historia incluye a varios chilenos.
Destacados artistas nacionales, como el tony Ñico y la troupe Pacheco, participaron en las funciones del Ringling Brothers and Barnum & Bailey Circus. La legendaria compañía surgió en 1871 e inspiró varias películas, entre ellas "Dumbo". Cerrará en mayo de este año, aunque no todas son malas noticias en el mundo circense.
PILAR DUCCI Autora de "Días de circo"
El circo vigente más antiguo del mundo, de 1871, el Ringling Brothers and Barnum & Bailey Circus, anunció el cierre definitivo para el próximo mayo. Se ha presentado en forma ininterrumpida durante 146 años, y ahora baja sus cortinas para siempre y por razones económicas, dados los enormes costos que significa mantener y mover un circo de este tipo.
El circo Ringling viaja hasta hoy en dos trenes: el Blue Tour y el Red Tour; así como la flota de camiones Gold Tour. Cada tren se compone de vagones que se extienden por más de un kilómetro de longitud, y se presentan por todo Estados Unidos en grandes "arenas" de 3 pistas (dejaron de usar carpas en 1956). En su máximo apogeo presentaban a más de 15 elefantes en escena, además de tigres, leones, dromedarios, caballos y sus acróbatas ecuestres.
Los mejores artistas del mundo se han lucido sobre sus pistas. Incluso una serie de circenses chilenos hicieron noticia allí. En 1905, la troupe Pacheco deslumbró en los trapecios volantes, y la familia Farfán volvió a fascinar al mundo en la década del 70. Y no podemos dejar de mencionar al gran tony Ñico (Marcos Droguett), quien incluso ostenta una placa conmemorativa en Sarasota, Florida, cuna de este gran circo. El chileno Tabayara Maluenda, considerado el mejor domador del mundo, brilla actualmente sobre las pistas del Ringling, aunque por poco tiempo más (ver recuadro).
Películas que inspiró
El Ringling, sinónimo de excelencia artística y grandiosas puestas en escena, contribuyó a construir la imaginería universal en torno al circo. La película, ganadora del Oscar a la Mejor Película, "The Greatest Show on Earth" (1952) -del director Cecil B. DeMille y protagonizada por Charlton Heston- fue rodada íntegramente en el Ringling. De hecho, el título de la película es el lema de este circo.
Ciertamente era el espectáculo más fabuloso del mundo, pero ahora todo eso está próximo a terminar. Cediendo a presiones de grupos animalistas, el Ringling "jubiló" a sus elefantes en mayo del año pasado (se encuentran actualmente en el Centro de Conservación de Elefantes del mismo circo), con la esperanza de que esta medida atraería más audiencias. Sorpresivamente, la venta de entradas decayó prácticamente a cero. Contrario a lo que se pensó, el público adoraba a los elefantes desde la llegada del emblemático elefante africano Jumbo , en 1892.
Hace años que los circos han ido retirando los animales -de hecho, hay 17 países que prohíben a los animales en la industria de entretención-; por ejemplo, el estado de California tiene restricciones tan severas que hace imposible mantener animales, y el estado de Nueva York está considerando su prohibición. Actualmente, en Chile, la Ley de Circo 20.216 contempla a los circos como "espectáculos con animales". Sin embargo, los enormes costos de mantención y las presiones de grupos animalistas hacen imposible la tenencia de animales exóticos.
El tema es complejo. Así como hay detractores con respecto a las presentaciones de los "animales artistas", también hay quienes favorecen estos números (evidentemente en condiciones humanitarias), considerándolos parte fundamental del espíritu circense. Pero es notable que el circo, con y sin animales, sigue más vivo que nunca: más de 120 circos itineran por todo Chile, y en Estados Unidos, los circos -en especial los latinos-, las escuelas, fundaciones e instituciones circenses florecen en cada estado, a pesar del golpe que significa el cierre del Ringling.
Tragedias en el circo
El circo mundial ha sufrido grandes golpes durante toda su existencia: desde las historias ya olvidadas de persecución y muerte contra los circos gitanos hasta terribles tragedias, como la pérdida del magnífico circo de Sarrasani durante el bombardeo de Dresden, en 1945. El circo Razzore naufragó en el Caribe en 1946, y un circo completo desapareció sin dejar rastros en el Golfo de Penas, en Chile. El mismo Ringling ha tenido su cuota de tragedias: en 1944, un gran incendio acabó con la vida de más de 150 personas, en su mayoría niños que atendían al show . Sin ir más lejos, el año 2010, un circo completo (Circo de las Montini) desapareció en el tsunami frente a las costas de Dichato. Y siempre el circo, a trastabillones, cojeando, vuelve a sobreponerse y se adapta a las nuevas condiciones.
Por eso es difícil comprender el fin del circo Ringling, en un minuto en que los circos atraviesan, a nivel mundial, por un muy buen momento. Grandes festivales, como el de Montecarlo, Albacete, Figueres, China o Cuba, venden miles de entradas para sus glamorosas funciones. Y el Smithsonian Institution celebrará sus 50 años de existencia con el Folklife Festival 2017 en honor a las artes circenses.
Janet Davis, connotada historiadora del circo de la Universidad de Texas, Austin, analiza la evolución del circo Ringling durante las últimas décadas, y una de las mayores críticas que realiza ella es que las enormes dimensiones del circo Ringling, sus números motorizados y "hi-tech", a costa de los tradicionales números de acróbatas o malabares, y la ausencia de animales lo fueron convirtiendo en un espectáculo más cercano a un musical que al circo mismo.
Los Feld, dueños del circo Ringling, sacrificaron las dimensiones más profundas del circo con tal de captar más audiencias, conduciéndolo por un rumbo que dañó su sustento cultural. Rodney Huey -relacionador público del circo Ringling durante casi dos décadas- añade que los costos se elevaron a niveles prohibitivos. Una familia de 4 personas llegaba a gastar US$ 250 entre el estacionamiento, las entradas y los dulces.
Pero analiza que quizás la causa más relevante en la pérdida de audiencias está relacionada con el cambio en las dinámicas familiares de las últimas décadas. Bajo la premisa de que el circo es un espectáculo familiar, el Ringling apelaba a las madres para que llevaran a sus hijos y pudiesen tener la experiencia circense que ellas tuvieron de pequeñas. Sin embargo, con ambos padres trabajando a tiempo completo, una generación entera de niños -que hoy son padres- perdió su vínculo e intimidad con el circo. El circo Ringling dejó de tener el sentido cultural que tenía, pero lo más grave de todo es que no supo leer los cambios culturales en la sociedad norteamericana ni utilizó uno de los grandes patrimonios del circo: su inherente flexibilidad.
Vitalidad del circo chileno
La enseñanza de las artes circenses tampoco ha decaído. En Estados Unidos se registran más de 400 escuelas de circo. El circo Juventas, en St. Paul, Minnesota, enseña a más de 2.500 estudiantes anualmente; el chileno Gino Farfán dirige la más importante escuela de circo de Nueva York, y el maestro Julio Revolledo Cárdenas, historiador del circo en México, dirige una carrera universitaria de artes circenses en la Universidad de Mesoamérica, Puebla. En Chile, la escuela El Circo del Mundo lleva casi 20 años ejerciendo una labor educativa y social.
Hoy, el circo chileno está posicionado como un gran referente para Europa. El Festival de Figueras ha galardonado en varias ediciones al payaso Pastelito, a Matute o al Clan Caluga. Alejandro Escobedo recibió un premio especial en el Festival de Cirque de Demain, en Francia, y en forma espectacular, la joven acróbata Catalina Palma Aguirre ganó hace pocos días el trofeo de plata en el prestigioso Festival Internacional de Circo de Montecarlo.
Y nuestro circo no solo es valorado por la calidad de los artistas que produce, sino, muy especialmente, por su carácter de circo familiar. Germán Aguirre, presidente del Sindicato de Artistas Circenses -fundado en 1935 por el gran ciclista cómico Manuel Sánchez-, destaca la importancia formativa de la familia. Ocho o 10 generaciones de circenses han crecido bajo sus carpas, y los niños se educan en la cultura circense. Crecen montando carpas, cambiándose de un lugar a otro, para convertirse luego en artistas. Algunos de ellos se convierten en empresarios de sus propios circos.
Sin perder de vista los vaivenes de la sociedad, el circo está siempre adaptándose, con imaginación y creatividad, constituyendo hasta hoy un importante foco de entretención en el país. Un circo grande en Chile corta aproximadamente 800.000 boletos al año. Es la única industria cultural de Chile autogestionada y autofinanciada.
El deceso del Ringling es sin duda un gran golpe. Pero también es una oportunidad para fortalecer y valorar lo que hace al circo realmente grande. No son las tres pistas o el número de elefantes o artistas, sino que es la magia, el grado de intimidad y cercanía de los artistas con el público. El circo nos recuerda que ver el espectáculo "de verdad" no tiene precio. Ver a artistas arriesgar sus vidas mientras vuelan por el aire, sin efectos especiales, sin repeticiones, es un privilegio cada vez más escaso. En especial, con la presencia cada vez más marcada de realidades virtuales, filtros y redes sociales.
Nicanor Parra señala que el circo es el "folklore mismo de una nación". También es un crisol cosmopolita, que acoge a huérfanos, marginados y muy especialmente a artistas de todo el mundo, inmigrantes que contribuyen con su creatividad, destrezas, lenguajes y costumbres, enriqueciendo las artes circenses y la sociedad en general.
Chilenos en el Ringling
En mayo próximo, el circo Ringling realizará su última función. Dos artistas chilenos serán testigos de este momento. El mejor domador del mundo, Tabayara Maluenda, se apronta para continuar con su exitosa carrera en Europa y el trapecista Rigoberto "Chin" Cárdenas parte al Circo Caballero (en Estados Unidos). Para el mundo circense, tradicionalmente actuar en el Ringling es equivalente a llegar a Harvard, y no son pocos los chilenos que lo lograron. La famosa "Troupe Pacheco" fue destacada en la prensa norteamericana como los mejores trapecistas del mundo e integraron el elenco del Ringling en 1905. En la década del 60, el Tony Ñico (Marcos Droguett) encantó al público norteamericano con su humor del tony chileno y nunca más volvió a Chile. Hoy, una placa conmemora su paso por el circo en Sarasota, cuna del Ringling. A su vez, los legendarios Flying Farfans fueron parte del Ringling durante los años 70 y principios de los 80. En la actualidad sus descendientes trabajan en destacados circos mundiales, incluso el Cirque du Soleil.
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