lunes, diciembre 04, 2017

Retratan a los devotos de las fiestas religiosas del desierto de Atacama

El Mercurio

Andrés Figueroa hizo más de cien sesiones de fotos en las fiestas de la Virgen de Ayquina, La Tirana y Las Peñas, y en la de San Lorenzo de Tarapacá.  

Por Romina de la Sotta Donoso 

Es una de las expresiones culturales más fuertes de nuestro país, una herencia invaluable que se transmite de padres a hijos y que una vez al año se exhibe en todo su esplendor.

Los bailes religiosos del Norte Grande se concentran en cuatro fiestas, tres de ellas dedicadas a la Virgen. La más grande es La Tirana, que congrega a 250 mil personas y reúne bailes de origen minero, algunos de origen incaico, como los Antawaras; bolivianos, como los Chunchos, y las Diabladas, además de Chinos, Gitanos e Indios, inspirados estos en el cine western . Y mientras la Fiesta de la Virgen de Ayquina se hace en el Altiplano, a 3 mil metros sobre el mar, los peregrinos que asisten a la Virgen de Las Peñas, en la Quebrada de Livílcar, deben caminar más de tres horas.

La Fiesta de San Lorenzo de Tarapacá reúne a 70 mil personas en un pequeño poblado, Likantay, en la Quebrada de Tarapacá, y se realiza desde 1640.

Los protagonistas de este universo cultural son los cientos de bailes religiosos vigentes en el Norte Grande y que el fotógrafo Andrés Figueroa (1974) exploró por diez años. Fueron más de cien sesiones de fotos, en las que retrató a representantes de 50 cofradías, muchas de ellas con varios siglos de tradición. "El Baile Chino de La Tirana, por ejemplo, ya iba cuando Tarapacá era todavía peruano, desde Andacollo", dice Figueroa.

Sus retratos son unipersonales, e incluyen Cuyacas, Tobas, Morenadas, Tinkus, Indios Sioux, Pieles Rojas, Diabladas y Osadas, entre otras. "Primero los aíslo de la fiesta y después los retrato mirando a la cámara. Hay una comunicación con esta persona que nos está regalando su imagen, y toda la cultura sincrética que envuelve su actitud y su traje, con los símbolos que aluden a las culturas originarias, la religión católica y la cultura pop", revela.

"Estas fiestas no son carnavales. La gente baila para comunicarse con la Virgen o el santo, o para pagar una manda; es un acto religioso, una expresión comunitaria. Participan personas de todas las edades y trabajan todo el año para esto. Hay una preocupación muy fuerte por la estética. Todo está hecho a pulso, pero con mucha creatividad y amor, con soluciones económicas, pero bellas. La gente realmente se esmera por ofrecer lo mejor a la Virgen o al santo", agrega.

Ahora, después de haber expuesto una selección de su trabajo en el Museo del Quai Branly, en París, y en el Festival Goa, en India, tiene su propia muestra en la Galería de Cristal de la Biblioteca Nacional. "Bailarines del Desierto" consta de 25 retratos de 100 x 80 cm, trajes e imágenes de contexto.

"Es reconfortante exhibir esto en la Biblioteca Nacional, un espacio republicano perfecto para poner en valor nuestra herencia cultural y ayudar a que se conozcan y valoren las expresiones culturales de nuestros pueblos. Estas fiestas son mezcla de nuestras raíces, de nuestro mestizaje, de lo originario con lo católico, y esas raíces son lo que nos constituye como pueblo y lo que nos identifica", comenta.

La exposición estará abierta hasta el 31 de diciembre, pero además Figueroa publicó un libro de lujo, de 160 páginas, con 70 de sus retratos e impresiones de altísima calidad, con apoyo de un Fondart. Se imprimieron 800 ejemplares, que distribuye Librería Flach (Villavicencio 301, barrio Lastarria), y el volumen incorpora textos bilingües de dos especialistas, Andrea Jösch y Bernardo Guerrero Jiménez, que profundizan en el valor de este acervo vivo.

"En cada foto se indica el nombre de la persona, el baile al que pertenece y la fiesta a la que va. Es lo mínimo que podía hacer", cierra el autor, quien en su web despliega gran parte de este patrimonio que está rescatando: Andresfigueroa.cl/bailarinesdeldesierto.

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