El Mercurio
Estrella de la ópera de nuestros días, debutará en Chile el sábado 17 de noviembre, en el Teatro del Lago (Frutillar). En entrevista con "El Mercurio", comenta cómo fue su viaje desde la Música Antigua a Verdi y Puccini, y cómo su madre, cuando ella solo tenía 4 años, adivinó que su futuro estaba en el canto.
Por Juan Antonio Muñoz H.
Nada ha sido habitual ni convencional respecto de Sonya Yoncheva (Plovdiv, Bulgaria, 1981), estrella del mundo actual de la ópera, que ya en su adolescencia fue anfitriona de un programa de televisión búlgaro sobre música y que poco después, junto a su hermano menor, Marin, ganó el concurso "Hit-1" para cantantes pop. Su maestría en canto lírico la obtuvo en 2009, en el Conservatoire de Musique de Genève, aunque ya en 2007 era parte de la academia "Jardin des Voix" de William Christie. Su vida musical profesional se inició junto a Les Arts Florissants y también con Le Concert d'Astrée y Emmanuelle Haïm. Comenzó por Händel, Rameau y Monteverdi, y hoy vive inmersa en aguas muy distintas: las de Bellini, Verdi y Puccini, como gran figura de la Scala de Milán, la Ópera de París, el Covent Garden de Londres y el Metropolitan de Nueva York.
Desde Berlín, anticipando su debut en Chile y América Latina, previsto para el sábado 17 de noviembre en el Teatro del Lago (Frutillar), comenta su reciente debut como "Medea" (Cherubini):
"Estuvo muy bien. Medea es un animal absolutamente increíble. Una mujer pasional, muy fuerte, muy sexy e impredecible. Es de esas mujeres que provocan fanatismo".
-Usted se ha especializado en este tipo de mujeres. Porque Norma (Bellini) y Poppea (Monteverdi) tienen rasgos comunes con Medea.
"Sí, es verdad. Y esos son los animales que a mí me gustan. Los que me mueven a estar en el escenario para hacerlos vivir. A mí, aparte de cantar, me gusta mucho actuar, y estos personajes hay que actuarlos".
-Hay que tener cuidado para no convertirse en una especie de Medea o de Norma...
"(Ríe) ¡No, no, no! ¡Ninguna posibilidad...! Además, son personajes de otro tiempo, ficticios, casi de las películas. No puedo imaginarme en absoluto tomando las decisiones que ellas toman".
-Aunque en este mundo hay algunas Medeas, Normas y para qué decir Poppeas...
"Es cierto. Hace como un mes, exactamente cuando estaba trabajando en Medea, escuché en la radio que una mujer en Estados Unidos mató a tres de sus hijos. Eso me golpeó de una manera muy fuerte, porque no puedo imaginar siquiera que exista tal sentimiento. Es la brutalidad, la barbaridad de nuestra especie, que a veces se manifiesta".
"Para mí, William Christie es un dios"
-En su viaje como cantante usted ha hecho un recorrido muy especial: desde Monteverdi y Händel, pasando por el barroco francés hasta Bellini, Verdi y Puccini. ¿Pudo alguna vez imaginar ese camino?
"Para nada. Nunca he sido tan ambiciosa como para imaginar algo así. Este viaje siempre ha estado conectado en mí con una sensación de pura inspiración. Nunca calculé nada. Jamás me dije voy a hacer Tosca dentro de 5 años y luego Manon Lescaut... Nada de eso. No soy ese tipo de mujer ni de artista".
-Usted partió en la llamada Música Antigua. ¿Cómo siente en su alma este repertorio?
"Me encanta; para mí es la música que contiene las armonías más ricas y también las más actuales. Tanto por sonido como por colores se hace muy cercana al jazz e incluso a la música popular".
-Ese vínculo con el jazz puede deberse a que hay una mayor libertad a la hora de la ejecución...
"Absolutamente. Sobre todo la música de Monteverdi, que es una suerte de gran teatro dramático. No sirve tanto cantar cuanto trabajar muchísimo sobre la palabra, sobre el texto. Esto es algo que aprendí de Monteverdi y que he llevado a todo mi repertorio: servir el texto antes de imaginar la música".
-¿Cómo ha sido para usted trabajar con William Christie (el director del conjunto Les Arts Florissants)?
"Yo lo adoro, para mí es un dios. Tiene una personalidad deliciosa; es un genio y es muy humilde. Es uno de los pocos directores con los que siempre me emociono al momento de hacer música".
-Cuando la escuché en vivo por primera vez, en "Don Carlos" (Verdi), en París, me impresionó no solo la belleza sino el tamaño de su voz, que es como un mar. Esas voces tan grandes no son habituales en la Música Antigua. ¿Qué hacía Christie con eso? ¿La hacía callar?
"(Ríe) ¡Nooooo! En realidad este punto también fue una sorpresa para mí, porque todos mis colegas me decían lo mismo que tú me dices ahora. Al contrario, él me instó a ser siempre yo misma, con mi naturaleza de cantante y actriz; eso sí, haciendo bien las cosas, con los ornamentos como corresponde y todo lo demás. Nunca me frenó por el volumen de mi voz. Un día me dijo 'por favor, Sonya, ponte ahí y canta sin mirar a la orquesta'. Y luego le dijo a la orquesta que todos debían seguir mi cuerpo. Ellos solo escuchaban lo que yo hacía y miraban mi cuerpo. ¡Fue así como dirigí a todo Les Arts Florissants!".
"Nadie me tiró ni un tomate ni un huevo"
-Usted ha hecho bastante música francesa. Su "Medea" de Berlín fue la versión original en francés, y también el "Don Carlos" de París. ¿Le gusta en especial cantar en ese idioma?
"Es una lengua que hablo muy bien; es casi mi primera lengua. Respecto de esas obras, pienso que deben ser cantadas en sus idiomas originales porque tanto Cherubini como Verdi compusieron pensando en ese texto. No me suena bien una Medea en italiano, me parece artificial. Y sí, es verdad, me encanta cantar en francés".
-Otro de sus proyectos fue rescatar canciones compuestas por Clara Schumann y Pauline Viardot.
"Sí, y fue muy interesante para mí. Fue en 2014. Me pareció importante que la gente pudiera escuchar música compuesta por mujeres. Me gustó descubrir la relación de amistad que había entre Clara y Pauline, que se escribían casi todas las semanas para hablar de música, su pasión en común. Siempre hablamos de Robert Schumann y casi nunca de Clara, aunque ahora ella ya es más conocida, y para qué decir de Pauline Viardot, a quien aún muy pocos conocen. Ella era una pianista excelente, alabada por Liszt, quien además fue su maestro. Pero Pauline era muy discreta. Se conoce más a su hermana, la cantante María Malibrán, que cuando murió siendo tan joven se convirtió en una leyenda. Viardot, en cambio, vivía un poquito escondida del mundo social".
-Usted cantó recientemente Imógene de "Il Pirata" (Bellini), otro rol que, como Medea y Norma, se asocia con Maria Callas. Y lo hizo nada menos que en la Scala de Milán, donde ella reinaba. ¿Cómo se atrevió a hacer eso?
"¡Uffff! Realmente no lo sé. Estaba convencida de que era adecuada para mi voz. Además, la ópera me gusta tanto; es una lástima absoluta que poca gente la conozca porque es una obra maestra. Así que no tuve miedo para nada. Un crítico de Berlín escribió que él estaba sorprendido de que nadie en la Scala me hubiera pifiado porque se conoce cómo son los loggionistas (aficionados de Milán, famosos por ser despiadados con quien no les parece a la altura). Por suerte fue un éxito y nadie me tiró ni un tomate ni un huevo ni nada".
-Su hermano Marin es cantante pop y usted cantante lírica. ¿Cómo se dio eso?
"Mi mamá siempre quiso ser actriz y cantaba canciones de pop y rock. Mi papá cantaba también, y tenía una voz muy cálida y rica. Cuando yo tenía 4 años, mi mamá me dijo 'tienes que dedicarte a la música porque es perfecta para ti'. Yo no tenía ni una idea de lo que ella estaba hablando... Y lo mismo pasó con mi hermano. Ella estaba convencida por completo de que ese era para nosotros el camino. Y creo que tenía razón".
"Él era una estrella increíble en Bulgaria, pero el negocio de la música popular fue mucho para él, así que se decidió por la ópera, y como yo soy su hermana grande -soy siete años mayor-, lo estoy provocando y ayudando un poquito. Es un tenor lírico, con una voz muy bonita y es aún muy joven".
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