domingo, junio 11, 2023

La canción protesta desafía a la ultraderecha en la mítica Grândola

Estravagarios, grupo formado por excomponentes históricos de Quilapayún, en su actuación de este viernes en Grândola. De Izquierda a derecha: Álvaro Pinto, Patricio Lisboa, Patricio Wang, Christian Goza, Rodolfo Parada, Renato Freyggang /MUNICIPIO DE GRÂNDOLA


 El Periódico.com

La localidad portuguesa, inspiradora del himno de la Revolución de los Claveles, ‘Grândola, vila morena’, de José Afonso, conserva muy viva su aura revolucionaria y organiza el Encontro da Canção de Protesto, que este fin de semana acogió conciertos y charlas con figuras como Estravagarios (miembros históricos de Quilapayún), Vitorino, A Garota Não, Bernardo Fuster y Luís Cília


Grândola es ese lugar de Europa donde, un caluroso sábado por la tarde, un centenar de vecinos se levantan del sofá para acudir a una charla sobre el papel de los cantautores en tiempos de las dictaduras latinoamericanas. Y donde la etiqueta de ‘canción protesta’ sigue tan o más viva que cuando, cinco décadas atrás, el trovador José Afonso dedicó a una batalladora institución local, la Sociedade Musical Fraternidade Operária Grândolense, la composición que, el 25 de abril de 1974, devendría himno popular de la Revolución de los Claveles, ‘Grândola, vila morena’.


Las credenciales imprimen carácter a esta localidad del Alentejo, a una hora de Lisboa, que luce no solo un aura simbólica: es aquí, en este municipio de consistorio comunista, donde cinco años atrás surgió el Encontro da Canção de Protesto, inspirado en el Encuentro que acogió La Habana en 1967 (germen de la Nueva Trova). Un ciclo de conciertos y actividades culturales, todas de acceso gratuito, con presupuesto público (ayuntamiento, Associação José Afonso y tres institutos lisboetas) que, muy a contracorriente, rechaza la noción de ‘festival’. “No es un evento festivo sino un espacio para la concienciación y la reflexión”, un lugar de encuentro de “artistas ajenos al entretenimiento, con una dimensión social”, explica José Abreu, el joven y entusiasta (30 años) representante municipal en el Observatório da Canção de Protesto, que en estos últimos años ha traído a figuras como Paco Ibáñez, Pi de la Serra y Maria del Mar Bonet.


Aquella primavera

Su sexta edición, este fin de semana, ha apuntado en buena parte a los trovadores en las dictaduras de España y Latinoamérica, ahora que se acerca a el 50º aniversario del asesinato de Víctor Jara (el 16 de septiembre). El pase del documental ‘El derecho de vivir en paz’, de la chilena Carmen Luz Parot, se sumó a una parrilla de actividades que no resultó oceánica, sino selecta y muy mimada, con conciertos, una exposición y sendas mesas redondas.


Actuó un grupo de leyenda, Estravagarios, veteranos de Quilapayún como son Rodolfo Parada y Patricio Wang, que recordaron “la ilusión y la esperanza” que les transmitió aquella primavera portuguesa de 1974. Fue paradójico, hizo notar Parada, que en aquel tiempo “unos militares derribaran una dictadura mientras otros levantaban otra”, deslizó comparando a Portugal y Chile. Estravagarios lucieron sus poderosas voces y sus minuciosas instrumentaciones, con guitarras, charango, flautas y percusiones, evocando tanto a Víctor Jara como a Violeta Parra, y citando la ‘Cantata de Santa María de Iquique’ (creada a partir de la matanza de un millar de obreros en una protesta en 1907), ‘La muralla’ y el himno de himnos ‘El pueblo unido jamás será vencido’.


Sentimiento fraternal

En cada butaca del Cine Granadeiro habían colocado un clavel. El Encontro cuida los detalles y propaga un ambiente de camaradería entre organizadores, creadores y público. Lo percibió Rodolfo Parada, yendo más allá si cabe, cuando en su mesa redonda (donde tomó parte el histórico cantautor portugués Luís Cília) señaló que en Grândola, “sin ser una capital, existe un sentimiento fuerte, solidario, fraternal, que nutre a todo aquel que la visita”. Otros dos veteranos ofrecieron conciertos, el portugués Vitorino y el gallego Miro Casabella (miembro, en los 60, de Voces Ceibes), así como una atractiva voz de nueva planta, A Garota Não, reflejo de que esta ‘canção protesta’ no es cosa de melancólicos provectos.


La plática sustanciosa la desató también Bernardo Fuster, que recordó cuando operaba como cantautor clandestino, en la órbita del FRAP, bajo el nombre de Pedro Faura (antes de unirse a Luis Mendo en Suburbano), y confesó que, escuchando a José Mário Branco, descubrió “que era posible hacer canción política con un nivel altísimo de calidad”. Tema de eterna discusión, este, ante el que José defiende la exigencia artística, si bien observa que, en ocasiones, “una canción sencilla, panfletaria, puede ser muy importante”.


Quizá sea el momento de crear algunas de ellas, nuevas y, si es posible, muy buenas, ahora que la extrema derecha no solo enseña las fauces a escala europea, sino que merodea por el Alentejo y el conjunto de Portugal, asentada en la marca Chega! (es decir, ‘basta’). “Nos preocupa la perspectiva nacional, que esto se contagie como un virus”, cavila José Abreu. Mientras llega, o no, un nuevo himno, el culto a José Afonso sigue resonando en estas calles y, con él, la melodía de “Grândola, vila morena, terra da fraternidade”.


Rodolfo Parada y Patricio Wang (de Estravagarios), con Luís Cília y Nuno Pacheco./MUNICIPIO DE GRÂNDOLA


viernes, junio 09, 2023

Eduardo Carrasco y el vibrante nacimiento de DICAP en la explosión cultural de la UP

 


Revista Grito


Por Maximiliano Sepúlveda y Rodrigo Burgos / Foto: Acemedia Comunicaciones


Conversamos en exclusiva con el histórico líder de Quilapayún, quien además fue el primer director artístico del sello DICAP, casa discográfica nacida bajo el vendaval musical de la Unidad Popular, donde el rigor militante supo dialogar con múltiples géneros, algunos aún inéditos en la industria, para construir un momento estelar de expresión, creatividad y arte en nuestro país. En esta entrevista, Eduardo Carrasco nos cuenta los orígenes de DICAP, la idea detrás del proyecto, y cuál era el ambicioso plan del sello para los años venideros, truncado ese martes de septiembre que se llevó todo.


¿Cómo surge la idea de DICAP?


La primera idea que surgió fue la de hacer un disco, denominado «Por Vietnam», con un fin muy preciso. No había un plan para hacer un sello.


Nos acercamos al Partido Comunista tras volver de una gira organizada por el programa «Chile ríe y canta», a cargo de René Largo Farías, promotor muy interesado en el folclore, que hacía giras y festivales, siempre con la idea de promover el género, organizaba cosas y trabajaba con la Cora (Corporación de la Reforma Agraria). Eran pésimos negocios ya que no había interés en general, el folclore tenía muy poca difusión.


El tema es que hicimos una gira internacional con esa empresa de promociones por razones muy curiosas, y es una muestra de cómo se iban encadenando las cosas. Un empresario de viajes que organizaba charters, armó una gira con Europa que culminaba con la celebración de los 50 años de la Revolución Rusa. El viaje tuvo un percance ya que justo estalló la Guerra de los Seis Días (conflicto en el que se enfrentaron Israel y los países de la denominada Liga Árabe, liderados por Egipto, en 1967), -por lo tanto todos los viajeros de origen judío que habían comprado pasajes para este viaje desistieron de viajar ya que los soviéticos apoyaron al bando árabe-, y por lo tanto habían unos 20 o 30 cupos en el viaje que no iban a usarse, y a René Largo se le ocurrió que los cupos fuesen ocupados por artistas, considerando además que todos los gastos de la gira, hoteles, comidas, etc, estaban pagados, entonces se le ocurrió hacer una gira e ir organizando actuaciones en la Unión Soviética, Francia, Italia, España u otros países porque era una gira larga, unos dos meses.


Se armó un grupo artístico con Quilapayún, Patricio Manns, y varios más. Y partimos con este grupo que andaba en plan turístico. Andábamos para todos lados con ellos y donde se pudiese conseguir un teatro, René se las ingeniaba con eso, montábamos algún espectáculo.


La gira funcionó, y nuestro compromiso con el PC fue en aumento. Eran tiempos de la reforma universitaria donde el partido tenía una posición bastante pragmática y eso nos acercó.


Yo era muy amigo de un dirigente estudiantil, y era mi compañero de banco en Filosofía, Carlos Cerda (connotado dirigente político y escritor chileno, autor de la novela Morir en Berlín), y un día conversando con él en el patio del Pedagógico, me comentó que iba a haber un evento internacional de la juventud en Bulgaria (1968), que sería un gran evento, y que se estaba formando una delegación chilena, preguntándome qué se podía llevar de regalo para las otras delegaciones. A nosotros nos interesaba porque teníamos varias canciones montadas que, si bien no eran abiertamente cuestionadas por nuestro sello (EMI Odeón, casa británica que mantenía el catálogo de Los Beatles, entre otras figuras de la época), significaba poner a la compañía en una situación difícil porque eran abiertamente políticas y eso era complejo para una empresa inglesa. No íbamos a ir a un conflicto, era absurdo. Ellos nunca nos pusieron ninguna traba.


Entonces pensamos en hacer un disco con estas canciones, más otras que debíamos incorporar, un saludo a las demás delegaciones o un himno, cosas así. Hablamos con los encargados de la parte financiera del partido, se nos dijo que era viable y comenzamos a ver con quién podíamos trabajar y qué podíamos a hacer. Y grabamos el disco «Por Vietnam». Sacamos una primera edición de unos mil ejemplares, gran parte de los cuales se iban a ir con la delegación chilena, para regalar. No había ningún objetivo comercial o de difusión.


Sacamos el disco con un equipo amateur. Arrendamos un estudio de la RCA Víctor, en la calle Matías Cousiño, y trabajamos con Luis Torrejón. El disco se grabó en dos días. En esa época era así, se preparaba una canción y se grababa inmediatamente.


Comenzó a generarse un interés por el disco que iba más allá de los objetivos que nos habíamos planteado. Empezó a venderse y a salir nuevas ediciones para vender, y en 15 días se transformó en un boom de ventas.


Empezó a haber bastante plata. Y como, para nosotros era un tema político, renunciamos a los derechos y no recibimos ningún pago. Con esos recursos, se financió un galpón para las JJCC, que funcionaba en una casa en calle Marcoleta, y no había espacio para reuniones masivas. El disco seguía vendiéndose y se empezó a distribuir en provincia.


En vista del éxito, y considerando que nosotros habíamos renunciado a esas platas, pensamos en usar los recursos para grabar otros discos. Había muchas cosas que se podían grabar, pero que no se hacía por dificultades de los sellos, por falta de atractivo comercial o derechamente por sus contenidos políticos. Sin contratos ni nada, éramos amigos y lo hicimos.


Hicimos un disco de Neruda, otro de la CUT (Central Única de Trabajadores, antecesora de la actual Central Unitaria), sacamos un disco llamado «Chile en Cuatro Cuerdas», con canciones de Violeta transcritas para cuarteto de cuerdas, con arreglos de Gastón Soublette, cosas bonitas y de buen nivel artístico. Hicimos un disco con una cantante griega, Danai Stratigopoulou, que nadie conocía acá, con textos de Neruda en griego y español. Empezamos a armar una cosa que, espontáneamente, comenzó a transformarse en una empresa, no en el sentido administrativo, sino en el sentido de un impulso cultural productivo.


En el caso del disco de Neruda fue divertido, lo pasé a buscar a la Chascona, yo tenía un Fiat 600 y teníamos que ir al centro, donde estaba el estudio Splendid. Era cómico ver cómo Neruda, que era bastante grande, se trataba de acomodar en la parte de atrás del Fiat. Matilde iba adelante y yo manejando para llegar al estudio, había que bajar muchas escaleras y Neruda decía que estábamos en la tumba de Tutankamón.


Como decía el trabajo era una cosa partidaria, pero a poco andar todos empezaron a notar que nos estaba yendo muy bien, que los discos se podían vender, y los dueños de las disquerías empezaron a pedirlos. Así que empezamos a organizar la distribución. En esto fue muy importante Rodrigo de la Fuente, que era el dueño de la Feria del Disco. Era muy simpático, nos quería mucho y tenía gran interés en nuestra música. Él tenía una red enorme. Lo mismo Ricardo García (N. de la R: seudónimo de Juan Osvaldo Larrea García, mítico locutor radial y figura clave en el desarrollo de la música popular chilena).


Quedó demostrado que era posible distribuir nuevas expresiones y músicas que, de otra forma, no se hubiesen podido grabar. Se empezaron a acercar muchos artistas y comenzó a armarse el sello. En ese momento se discutió al interior de la organización y se decidió que no era lo más conveniente que siguiera a la cabeza del sello ya que yo estaba muy vinculado al Quilapayún, etc. Nunca tuve como objetivo en la vida ser director de un sello, aunque éste fuera Dicap, así que gustosamente dejé eso, Juan Carvajal me sucedió en eso. Después aparecieron otros discos nuestros como «Basta», o la misma «Cantata».


¿No tenía más sentido lanzar la «Cantata» por un sello internacional considerando la envergadura del proyecto?


No, porque la «Cantata» tenía una orientación más política. Quizás hoy la «Cantata» se ve menos politizada de lo que se veía en esa época porque la difusión es mucho más abierta.


Además, quizás, la distancia de los años la desdramatiza en términos de irrupción estética…


Exacto. En ese momento sí era muy política y Dicap era su lugar. No había discusión al respecto. Seguimos haciendo discos más folclóricos con Odeon que se vendían muy bien, no había problema con eso.


¿Cuál es tu visión, entonces y ahora, respecto a Dicap como un vehículo para la aparición de otros grupos que no necesariamente estaban tan comprometidos con el proyecto político, como Los Blops o Combo Xingú?


Bueno, Los Blops eran amigos míos, tocábamos juntos y teníamos un vínculo. Sergio Ortega era el novio de la mamá de Juan Pablo Orrego (N. de la R, Carmen Silva) y junto con otros músicos, como Horacio Salinas, estudiábamos juntos en la Escuela de Música Vespertina que se formó, éramos compañeros de curso, hacíamos Jam Session en el garaje de la casa de Pedro Greene. Nos fumábamos unos pitos, lo pasábamos bomba. Hacíamos música distinta pero no había problema, éramos amigos.


Se percibía una conexión especial entre todos, una suerte de sinergia. Si bien Los Blops no eran políticos, sí eran simpatizantes del gobierno, superficialmente, no eran militantes como nosotros, pero cantaban con Víctor, con nosotros, no estaban en otra trinchera, estaban cerca. Todos estábamos cerca.


¿Había recelo respecto a la gente del mundo del rock respecto su compromiso con ciertas lógicas?, ¿Cómo se percibía esto en el sello?


Cuando nosotros estuvimos en la dirección del sello siempre nos preocupamos mucho de que el sello mantuviera una línea y no se transformara en otra cosa. Además, habíamos cedido los derechos de nuestras canciones así que estábamos muy atentos y había una política bastante amplia. No había censura por tipos de música, de ninguna manera. Tratábamos de que las cosas tuviesen una importancia cultural, que fuera una alternativa ante lo comercial.


Se abrieron unas compuertas, y apareció todo este movimiento con mucha gente que empezó a hacer canciones. Además, era un diálogo. Porque para que ocurriera lo que ocurrió con Dicap tuvo que haber un cambio en la gente, en su receptividad. Cuando salió el disco «X Vietnam», fue una bomba, vendíamos miles de discos, había un interés enorme. Había una sed de que ocurrieran esas cosas y que se difundieran y se armó todo. Dicap se transformó en una empresa importante en la industria discográfica en Chile.


Actualmente se producen fenómenos de ese tipo, como el del Estallido Social de Octubre, el ímpetu, la creatividad empieza a funcionar de una manera nueva, con consignas divertidas, surrealistas, poéticas, te das cuenta que hay un movimiento que se está produciendo, pero duró lo que duró, empezó la violencia, quedó la cagá. No tenía cauce, era un estallido. Lo que ocurrió en esa época fue una cosa prolongada, se dirigía a los campesinos, a los obreros, etc. Era grande, y duró los tres años. El golpe no lo detuvo, le cerró las puertas, lo amordazó, pero siguió en el exilio. No ha habido una política de asimilación de todo lo que se hizo afuera, mucha gente no sabe lo que ocurrió.


¿El golpe los sorprende aún en una etapa de espontaneidad o había un plan a futuro que se ve finalmente truncado?


Claro que había un plan a futuro. Habíamos descubierto que con la «Cantata Santa María» se había producido la asimilación de un género que no estaba en los libros como posibilidad expresiva de los músicos.


El plan era imitar la historia y desarrollo de la música, pasar de la cantata a la personificación, como la ópera. Nos estábamos preparando para eso. Formamos seis grupos, como un semillero con niños, niñas, mujeres, cada grupo tenía su repertorio común y propio. Les enseñábamos música, teatro, Sergio Ortega había vuelto a su labor docente y hablamos con Neruda para que nos hiciera un texto, teníamos un plan muy ambicioso. Habíamos hecho «La Fragua», que fue un intento sinfónico. Obviamente después no lo pudimos hacer. Teníamos financiamiento, todo.


¿Cómo recuerdas los festivales de «Nueva Canción Chilena»?


Participamos en dos, uno con «Plegaria a un Labrador», que ganamos, y otro donde no competimos, pero presentamos «La Cantata». Eran importantes porque se constituía como una tendencia dentro de la música nacional, estaba bien perfilada. Desde lo que hizo Violeta, Víctor, Rolando Alarcón, había una coherencia, y nosotros nos sentíamos parte de eso. Teníamos colaboradores de jerarquía como Luis (Advis), Sergio Ortega, con ganas de participar en lo que se estaba formando, y eso le exigía mucho a quienes componían canciones, en términos de subir el nivel.


No sé si se pudiera hacer un balance después de todos estos años, pero, si se hiciese, sería muy positivo. Nunca había habido un movimiento así en Chile, en ningún género.

jueves, junio 08, 2023

Partitura e improvisación: cuatro músicos más allá de MediaBanda

 El Mercurio


Los compositores Aurelio Silva y Florencia Novoa, junto a solistas de jazz y fusión como Rodrigo Aguirre y Felipe Martínez Guidicelli, estrenan obras autónomas en paralelo a su trabajo con esta emblemática agrupación.

IÑIGO DÍAZ

“Mejor es que escapes, peligra tu vida / Aprieta cachete, ya llega Godzilla”, canta Florencia Novoa en la versión mutante de “Godzilla”, una canción de Fulano del siglo pasado y que es un ariete entre el nuevo repertorio de MediaBanda, la orquesta donde ella es voz central.


MediaBanda es esa agrupación que tomó el mismo ideario creativo de Fulano, con una música dinámica, sarcástica, controversial y contingente. Los músicos de Fulano que la formaron en el año 2000 se rodearon solo de veinteañeros, desconocidos músicos con alta preparación técnica, de lectura y performance, en una práctica que ha seguido adelante por dos décadas. Florencia Novoa integra la tercera generación de estos músicos jóvenes con vida propia.


Y también con proyectos en la música popular en las bandas Oliva y Zapapanta, Novoa exhibe otros bordes creativos muy diversos. Es cantante lírica y compositora de música contemporánea, con una serie de partituras ya estrenadas. “Manará” es una de ellas: “Fue comisionada por la FOJI como homenaje a Jorge Peña Hen al cumplirse 50 años de su asesinato a manos de la Caravana de la Muerte. Fue interpretada por la Sinfónica Juvenil”, dice la compositora, que esta tarde estrenará también su obra “Tantum ergo”, un canto en latín con el Octeto Vocal UC, en el Templo Mayor del Campus Oriente.


En esa misma oleada de músicos que forman la MediaBanda aparece el saxofonista Rodrigo Aguirre, con 15 años de militancia allí. En su ruta paralela publicó el disco “Florece en las nubes”, un trabajo de composición para distintos ensambles jazzísticos y donde él escribe cada pieza pensando en uno de los muchos aerófonos que toca: saxo tenor, saxo alto, clarinete, flauta y flauta baja.


En la misma diversidad de inspiraciones y cometidos, el bajista eléctrico de MediaBanda Felipe Martínez Guidicelli presentó una obra de música experimental como testimonio de la época pandémica. El disco “Ritos cotidianos” se sustenta en pequeñas guías que el músico les entregó a sus colaboradores, convocados a sesiones telemáticas para improvisar inspirados por las distintas acciones que en tiempos de encierro cada persona en el mundo debió realizar repetitivamente: levantarse, desayunar, lavarse los dientes, sanitizar los espacios domésticos.


Justo al lado de Martínez Guidicelli en el escenario se ubica el guitarrista Aurelio Silva. También es compositor y esta semana obtuvo el Premio Pulsar en la categoría Música clásica por su partitura “Signos III”. “Forma parte de un ciclo de 18 obras de distinto formato, desde lo instrumental a lo acusmático, del proyecto ‘Cuadríptico': cuatro discos sobre las cuatro fases de la alquimia. Esta es una pieza para piano y electrónica, basado en un imaginario de música impresionista tipo Debussy y Ravel, pero procesado en un lenguaje actual por máquinas y efectos”, cierra Silva.


A los 24 años, Florencia Novoa ha estrenado partituras como “Tema y variaciones” en Nueva York. Claudia Kittsteiner









Caetano Veloso tuvo otra noche de gala en el Municipal



Anoche, Caetano Veloso , a sus 80 años, demostró total vigencia sobre el escenario. Cristian Carvallo

 


El Mercurio


El músico brasileño cerró ayer su paso por Chile con un segundo concierto, que exhibió una cita a Violeta Parra, temas nuevos y un variado repaso a su extensa carrera.

JOSÉ VÁSQUEZ

Caetano Veloso aparece en el escenario y el público lo recibe con aplausos controlados, como guardando la compostura que inspira el lugar. La imagen panorámica que ofrece el Teatro Municipal de Santiago es imponente, un recinto que pocas veces se abre a la música popular, pero la justificación sobra para recibir al astro brasileño que se planta al centro para arrancar su presentación.


Anoche, para su segunda actuación en el lugar, el cantautor inició su concierto con “Avarandado”, con una interpretación vocal que, a sus 80 años, mantiene su elegancia sobria.


Sin pausas, siguió de inmediato con “Meu coco”, homónima de su álbum más reciente lanzado en 2021, un tema que de entrada empieza a abrir la paleta sonora al rupturismo que en los sesenta encabezó con Gilberto Gil al frente del tropicalismo y que hoy todavía lo mantiene vigente con canciones como esta, que transitan entre la samba y el jazz con un sonido de alta definición.


Luego vinieron del mismo título “Anjos tronchos”, pero ahora añadiendo un rock más lúgubre, y “Nao vou deixar”, para un encuentro sonoro que en estos temas más nuevos mantiene arriba un cancionero siempre imprescindible en un concierto que de a poco iba sumando sus temas más clásicos, como el rock creciente de “You Don't Know Me”.


Tras eso, el músico se justificó con que su voz no estaba tan buena como el martes, pero la gente lo aplaudió más fuerte, como bajándole el perfil a una situación que murmuraron no se percibió. Ahí, el brasileño recordó cuando hace años, junto a Mercedes Sosa y Chico Buarque, cantó “Volver a los 17”, de Violeta Parra, en la televisión de su país. “Esa vez canté un trozo solamente, de una canción que adoro”, dijo, asegurando que le parecía “sagrada” y que por eso ahora pensaba cantarla también en su próxima escala en Buenos Aires. Su interpretación anoche, completa, fue coreada.


En el bis, vinieron “Mansidao”, “Odara” y “A luz de Tieta”, despidiendo un concierto, después de casi una hora y media, a la altura de su leyenda.


Backstage presidencial


El martes, luego de asistir a la cena organizada por AmCham, el Presidente Boric llegó al concierto de Caetano Veloso.


Invitado por la Embajada de Brasil, se ubicó en uno de los palcos del lugar acompañado de su pareja, Irina Karamanos, y de la ministra del Interior, Carolina Tohá. Tras el concierto, Boric compartió una distendida charla con el músico, en la que también estuvo la alcaldesa de Santiago, Irací Hassler, quien le entregó un obsequio al artista. El grupo se tomó fotos con el cantautor alrededor de una bandera chilena.


Testigos del encuentro señalan que Boric se dirigió a Caetano Veloso como “maestro” y que conversaron sobre música.


El martes, Boric compartió con el músico brasileño una distendida conversación. Ignacio Gálvez




Susan Boyle sufrió un derrame cerebral

 El Mercurio


La cantante escocesa de 62 años, quien saltó a la fama tras su participación en el programa “Got Talent”, reveló que en 2022 fue afectada por un derrame cerebral, por lo que en los últimos meses ha estado en un proceso de rehabilitación para volver a hablar y cantar. “He luchado como una loca para regresar a los escenarios y lo he logrado”, dijo después de presentarse el pasado fin de semana con el elenco del West End de Londres de “Los Miserables”, para interpretar “I dreamed a dream”, la misma canción con la que se hizo conocida.

Taylor Swift agotó las entradas para sus shows en Buenos Aires

 El Mercurio


Tras haberse vendido en pocas horas todos los boletos para sus conciertos del 9 y 10 de noviembre próximo, en el Estadio de River Plate de la capital trasandina, la cantante estadounidense agendó una nueva presentación de su gira “The Eras Tour” para el día 11 de ese mes, que también se agotó rápidamente. Se registraron filas virtuales de casi dos millones de personas. Swift se presentará después en Río de Janeiro, el 18 de noviembre, y en São Paulo, el 25 y 26 de ese mes. La venta general de los tickets en Brasil comenzará el próximo lunes.

miércoles, junio 07, 2023

Falleció Astrud Gilberto, la voz de “La chica de Ipanema”

 La cantante brasileña fue una de las que internacionalizaron el bossa nova .

MARIO VALLE

A los 83 años murió ayer en Filadelfia (Estados Unidos), donde residía desde hace mucho tiempo, la cantante brasileña, conocida mundialmente por ser la voz del popular tema de Antonio Carlos Jobim y Vinícius de Moraes, “La chica de Ipanema”.


“Astrud fue la verdadera chica que llevó el bossa nova de Ipanema. Fue la pionera y la mejor”, escribió su nieta Sofía en redes sociales, al informar la noticia de su deceso, aunque no precisó las causas.


Astrud Evangelina Weinert nació en Salvador de Bahía; hija de una instrumentista brasileña y de un profesor de lingüística alemán. En 1959, a los 19 años se casó con el guitarrista Joao Gilberto, de quien tomó su apellido al iniciar su carrera.


Se podría decir que la cantante fue una estrella por casualidad. Estando en 1963 en Nueva York con su marido, lo acompañó a una grabación, donde estaba el saxofonista Stan Getz, quien buscaba ponerle voz al tema “La chica de Ipanema”, que un año antes había sido llevado al disco en una versión instrumental. Como Astrud tenía una buena pronunciación del inglés fue la elegida y de ahí su salto a la fama. En 1965 ganó cuatro Grammy por esta exitosa canción, siendo la primera artista brasileña en obtener este galardón. Ese año también competía en la categoría de Mejor Artista Revelación, que quedó en manos de Los Beatles.


Su suave y susurrante voz también cautivó con temas como “Corcovado”, “Mañana de carnaval”, “Far away” y “Agua de beber”, que mezclaban la música brasileña con el pop y el jazz. Grabó 19 álbumes y el último fue “Finest Hour”, de 2001.


También hizo colaboraciones con George Michael, Chet Baker y Ennio Morricone. Ingresó al Salón de la Fama de la Música en 2002 y en 2008 recibió el Premio Grammy a la Excelencia Musical.


En 2022 había dejado la música para dedicarse a la pintura. Casada dos veces, primero con Joao Gilberto y luego con Nicholas LaSorsa, tuvo dos hijos.

Tom Morello regresó con un concierto vibrante y homenajeó a Chris Cornell

El Mercurio 

El músico de Rage Against The Machine repasó su carrera en el Teatro Caupolicán, luciendo todos los trucos que lo convirtieron en héroe de la guitarra.

José Vásquez

Anoche, puntual a las 21:00 horas, las luces del Teatro Caupolicán se fueron a negro y por los amplificadores del lugar empezó a sonar “Manifiesto”, de Víctor Jara, generando aplausos en el público que colmó el recinto hasta la tribuna para ver a Tom Morello, el espadachín de Rage Against The Machine (RATM), que en la sintonía contestataria de la banda usó la imagen del “perro matapacos” en la primera media hora del show, al fondo en la pantalla.


Morello apareció en el escenario junto a tres músicos y se despachó de entrada una versión completamente eléctrica de “One Man Revolution”, un tema acústico en su concepción, de su proyecto en solitario The Nightwatchman, que de inmediato levantó al público, una mayoría sub-40 que, receptiva, saltó con “Let's Get The Party Started”, con el guitarrista empezando a liberar de a poco los trucos que lo convirtieron en un héroe de las seis cuerdas.


El músico siguió con “Hold The Line” con un sonido potente, bien calibrado y un público que respondió eufórico al saludo del estadounidense, que repitió con convicción lo mismo que hace años se viralizó en videos, “acá he hecho los mejores conciertos de mi vida, Santiago tiene los mejores fans del jodido mundo”, dijo y prometió que lo que vendría serían canciones de 20 álbumes diferentes, siguiendo con el pasaje más esperado por sus fanáticos: el repaso a RATM y Audioslave, la banda que integró con el fallecido Chris Cornell.


La gente en cancha salta en los primeros acordes de “Bombtrack”, que inicia un medley que como un mash up en vivo, sigue sin parar con los comienzos de “Know Your Enemy”, “Bulls On Parade”, “Guerrilla Radio” y “Sleep Now In The Fire”, un pack poderoso, pero que sin la voz de Zack de la Rocha no alcanzó los movimientos telúricos de 2010, en su recordado debut en Chile en el estadio Bicentenario de La Florida.


El guitarrista desplegó toda su destreza en su instrumento, una demostración de talento en directo que fue celebrada en el Caupolicán. El medley terminó con “Cochise” y luego vino “Like a Stone”, ahora con la imagen de Cornell en la pantalla y una luz iluminando un micrófono vacío, a modo de tributo.


Morello continuó con un cover de “Voodoo Child”, de Jimi Hendrix; “Gossip”, su colaboración con los italianos de Månaeskin y “Lightning Over Mexico”, que grabó con Ana Tijoux y que no lo pudo acompañar anoche porque estaba en España.


Tras eso vino un medley con Prophets Of Rage, la banda que también integraron B-Real de Cypress Hill y Chuck D y DJ Lord, de Public Enemy; otro de RATM, que incluyó “Testify” y “Freedom”, un macizo cover a Bruce Springsteen; “The Ghost Of Tom Joad”, una versión de “Killing In The Name” sin cantante, aunque con la voz atronadora del público y la despedida con “Power To The People”, de John Lennon, como arengazo final de una noche de acomodadas declamaciones.

domingo, junio 04, 2023

ANDRÉS MAUPOINT La hazaña de un pianista chileno: grabar la integral de Bach


El Mercurio

El académico y compositor Andrés Maupoint, con el apoyo de la Academia Chilena de Bellas Artes, está registrando en la Sala Arrau del Municipal de Santiago la totalidad de la obra para clavecín del creador barroco, interpretada al piano. Un trabajo monumental, que por primera vez realiza un músico chileno, que se caracteriza por proyectar un perfil de artista global, que incorpora el estudio, la docencia, la composición y la interpretación en su quehacer. A este ciclo de Bach, le preceden obras integrales de Liszt y Beethoven ya grabadas.

Maureen Lennon Zaninovic

Su romance con la obra de Johann Sebastian Bach (1685-1750) tuvo sus primeros avances en la Región de Valparaíso. Andrés Maupoint (1968) comenzó a estudiar piano en la Pontificia Universidad Católica de esa ciudad, bajo la guía del maestro Fernando Cortés Villa. Luego —como muchos alumnos de la zona— se trasladó a Santiago para continuar su formación en la Facultad de Artes de la Universidad de Chile. “Como estudiante, uno inevitablemente pasa por el repertorio bachiano. Es parte de la carrera”, rememora este artista instalado en un café del Drugstore de Providencia.

Añade que siempre estuvo en él el interés por la composición y, de manera paralela al piano, formalizó sus estudios con el fallecido músico y académico Cirilo Vila, Premio Nacional de Artes Musicales 2004. Posteriormente, realizó un magíster y doctorado en composición con Dimitri Terzakis en la Hochschule für Musik und Theater “Felix Mendelssohn-Bartholdy”, en Leipzig (Alemania), y también, gracias a programas intercambios, tomó cursos en los conservatorios superiores de Lyon y París (Francia).

El año 2000, mientras estaba estudiando en Alemania, Andrés Maupoint se animó a postular a un concurso de composición, a propósito de los 250 años de la muerte de Bach. Obtuvo el primer lugar en este certamen organizado por la Mitel Deutsche Runfunk (Radio de la Alemania Central) y, como parte de ese estímulo, se estrenó su obra. Fue un acontecimiento trascendental que lo llevó a afianzar aún más su vínculo con el músico barroco, no ya desde la interpretación al piano, sino desde la creación. Recuerda que por esos años se sentía muy motivado por “La Pasión según San Mateo”, y se concentró en dos momentos de esa composición para dar forma a su pieza ganadora “Al Bechi”, que en hebreo significa “no llores”. Como explica este músico, exbecado de la Corporación Amigos del Municipal de Santiago, una de las fuentes de inspiración fue la frase “Elí, ¿lama sabactani?” (“Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”) y la simbología. “La numerología en Bach es muy importante, algunos piensan que son exageraciones, pero no. Yo no quise ser menos, y jugué con los números 6 y 7, los que me dieron gran parte de la estructura y los acordes de mi obra ganadora”, expresa este artista que suma varios primeros premios en importantes concursos nacionales e internacionales de composición.

Miembro de número de la Academia Chilena de Bellas Artes del Instituto de Chile, en los últimos años las obras de Andrés Maupoint han sido estrenadas en las más relevantes salas nacionales como el Municipal de Santiago, el Teatro de la Universidad de Chile y el Aula Magna Universidad Federico Santa María. En 2015, por ejemplo, la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile estrenó su Concierto para piano, creado especialmente para el pianista chileno Alfredo Perl. También ha desplegado una notable presencia en el extranjero, en espacios de primera línea como la Sala Weill del Carnegie Hall, el Teatro Colón de Buenos Aires, la Tonhalle de Düsseldorf y la Sala Rimsky Korsakov del Conservatorio de San Petersburgo, entre otros escenarios. Sus creaciones han sido interpretadas por las más prestigiosas batutas nacionales, como Juan Pablo Izquierdo, Rodolfo Fischer, David del Pino y el propio Alfredo Perl.

En 2010, en uno de los acontecimientos culturales del Bicentenario, participó en la reorquestación de la ópera nacional “Inés de Suárez”, de Giuseppe Guerra, que se presentó, a fines de ese año, en el Teatro Municipal de Las Condes con el apoyo de la Fundación Teatro a Mil.

El musicólogo Luis Merino señala a “Artes y Letras” que un aporte de Andrés Maupoint a la escena chilena es el alto nivel de su completo quehacer profesional como artista, “el que se ha vertebrado de manera integrada y crítica en la interpretación en piano y la dirección de conjuntos, en la composición, en el riguroso estudio analítico e histórico de la música, además de la enseñanza en la Facultad de Artes de la Universidad de Chile (en composición e interpretación), y como docente invitado en Leipzig, en Alemania”.

Un trabajo colosal

Siguiendo este historial de hitos, este creador decidió ir más allá en su fascinación hacia Bach y está embarcado en un inédito proyecto para nuestro país, con el patrocinio del Instituto de Chile y la colaboración del Teatro Municipal de Santiago. Se trata de la grabación de todas las obras para clavecín de esta figura capital del Barroco, que incluyen desde los pequeños minuetos, las invenciones, preludios y fugas, suites, partitas, toccatas, hasta sus impresionantes “Variaciones Goldberg”.

Para Luis Merino, estos videos-partituras serán, sin lugar a dudas, de una máxima utilidad para intérpretes, creadores, estudiosos, profesores y aficionados en general, “porque abordan la música de manera integral, informada y crítica, como lo ha hecho Andrés durante toda su carrera”, expresa. Y aclara que esta iniciativa se suma a otras valiosas grabaciones de su autoría: cinco volúmenes ya publicados, también patrocinados por la Academia Chilena de Bellas Artes, con obras de 11 creadores, entre compositoras y compositores chilenos o residentes en nuestro país, escritas entre 1997 y 2021, además del registro en cuatro volúmenes, de las 32 sonatas para piano de Beethoven, “con las que Maupoint se parangona a otros cuatro pianistas nacidos en Chile que han acometido la monumental tarea de interpretar este ciclo completo: Claudio Arrau, Alfonso Montecino, Edith Fischer-Waiss y Alfredo Perl”, cierra el musicólogo.

Silvia Westermann, presidenta de la Academia Chilena de Bellas Artes, se suma a los elogios y dice que “es una alegría inmensa apoyar estas grabaciones. Queremos ampliar la difusión de la cultura y salir de los muros del Instituto de Chile”.

Guillermo Soto, director de la Academia Chilena de la Lengua, complementa que su más reciente proyecto “es muy hermoso y pone a disposición de todo el mundo un conjunto de obras de Bach. Es un trabajo colosal por el que no hay sino que agradecerle”, apunta.

“Caí en la tentación”

Andrés Maupoint confiesa que siente una debilidad por los ciclos y, como parte de ello, grabó la obra de Liszt y de Beethoven, que se pueden apreciar en el canal de YouTube de la Academia Chilena de Bellas Artes (ver nota relacionada). “Realmente, me siento muy cómodo haciendo grabaciones, y este último trabajo me tiene fascinado”, apunta.

El académico de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile advierte que cuando emprendió la integral del llamado “genio de Bonn” avanzó con éxito hasta que le quedaban solo dos obras para finalizar su trabajo: las sonatas N° 21 (“Waldstein”) y N° 24. Fue en 2021 cuando el productor e intérprete en viola Cristóbal Giesen —quien estaba organizando conciertos con aforo reducido en Lo Matta Cultural— invitó a Andrés Maupoint a dar un recital en los jardines de esta casona patrimonial de Vitacura. “Le pregunté si me podían prestar el piano para completar este proyecto beethoveniano, pero me advirtieron que el instrumento era arrendado. Cristóbal se contactó con Marianne Lescornez, directora de coordinación artística y producción del Teatro Municipal de Santiago, y a los pocos días me dijo que le fue muy bien con las gestiones. Me prestaron por dos días la Sala Arrau y así pude registrar las dos sonatas que me faltaban. Como contraparte, yo grabé un recital que se transmitió por la plataforma Municipal Delivery”.

Andrés Maupoint continúa con sus recuerdos, y señala que, en 2021, le prestaron la sala en dos jornadas que se extendieron hasta la seis de la tarde, y como terminó a tiempo su tarea, “caí en la tentación, porque tenía ahí los ‘Preludios y fugas' de Bach y comencé a grabarlos. Quedé tan feliz que luego les escribí a Marianne Lescornez y a Carmen Gloria Larenas, directora general del Municipal de Santiago, para saber si me podían volver a prestar la Sala Arrau para acometer otro proyecto de envergadura: grabar toda la obra para clavecín de este músico barroco, interpretada al piano. Estamos hablando como de alrededor 240 obras, agrupadas en 22 videos. ¡Y me dieron luz verde!”.

Cristóbal Giesen, director gerente de Musicaplus, aplaude la concreción de este trabajo y, en particular, poner en valor a un músico como Andrés Maupoint, “quien encarna la figura de un gran artista como lo fue Franz Liszt. Eso es lo que se transmite”, expresa.

Alejandra Kantor, exdirectora de la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles y presidenta de la Fundación Richard Wagner, ha seguido de cerca su trayectoria y considera que estamos ante un peldaño más de la exitosa carrera de este “creador versátil. Chile debe estar muy orgulloso de él y de su generosa entrega”, dice Kantor.

Marianne Lescornez afirma que el Teatro Municipal de Santiago colabora de manera silenciosa con un “sinfín de proyectos de gran valor para el medio artístico nacional. Asimismo, hemos podido acoger y acompañar el valioso proyecto liderado por Andrés Maupoint que busca explorar y difundir el amplio universo de la obra de Bach”.

Ya se pueden apreciar tres videos con las piezas del músico barroco en el canal de YouTube de la Academia Chilena de Bellas Artes: “El clave bien temperado. Volumen I”, Toccatas BWV 910-916 y “El arte de la fuga”. “He grabado como un tercio de la obra completa. Este es un sueño proyectado para siete años, así que todavía me quedan cuatro años más para concluirlo”, aclara. Junto con ello, explica que ya grabó y próximamente se subirán a YouTube “Las invenciones”, “Sinfonías”, “Duetten”, “Seis Partitas” y “Seis Suites Francesas”. Los videos solo incluyen la música interpretada por Maupoint (la edición está a cargo de su exalumno de composición Joaquín Cires), “pero para darle un enfoque más educativo, en vez de colocar una imagen mía estática con el piano, los videos incluyen la proyección de partituras, lo que puede ayudar a la concentración, especialmente para los músicos que ingresan a este canal”, manifiesta el pianista. Otra de las particularidades de estos videos es que suman textos explicativos escritos, en su mayoría, por Alejandro Reyes, experto en Barroco y subdirector del Coro del Municipal de Santiago, además de otros aportes de los compositores Tomás Koljatic y Antonio Carvallo. También Maupoint advierte que, “como muchos otros de mis discos, podría haber grabado en Alemania y en Leipzig, una ciudad fuertemente vinculada a la obra de Bach, pero una iniciativa de estas dimensiones quise hacerla en mi país y en un espacio tan emblemático como la Sala Arrau del Teatro Municipal de Santiago”. Y comenta que “no me atrevería a decir que con estas grabaciones estoy marcando un hito. Eso les corresponderá decirlo a otros, pero entiendo que sería el primer chileno en grabar la integral para clavecín de este músico”.

Andrés Maupoint profundiza en el repertorio bachiano y considera que uno de sus sellos es que fue concebido como ciclos. Junto con ello, explica, “‘El clave bien temperado', por ejemplo, contempla 24 preludios y fugas que van recorriendo todas las tonalidades mayores y menores. Sus toccatas, en cambio, corresponden a distintos períodos, en particular a su período juvenil. Ahora, si nos detenemos en sus últimas composiciones, como ‘El arte de la fuga', ahí estamos en el sumun del lenguaje contrapuntístico. Bach tiene un dominio absoluto de los contrapuntos, es un reloj suizo. Consigue un engranaje sobrenatural”.

Al preguntarle por qué optó por este formato de YouTube, el intérprete señala que “lamentablemente siento que los CD están de ‘capa caída'. Mucha gente ya dejó de tener reproductores en sus casas y los mismos autos y computadores ya no cuentan con lectores de discos. Hoy la música está en Spotify y en redes sociales”. Andrés Maupoint reconoce, eso sí, que creció en una época marcada por la efervescencia de los vinilos y los discos compactos, “con la posibilidad de abrir un librito con notas y poderlo palpar. Para mí sería un sueño, una vez que termine este proyecto de la grabación, poder llevarlo a un formato físico, aunque sean unas pocas copias. Es otra experiencia”, concluye este artista que también cuenta con otras relevantes novedades discográficas. En 2023, otro conjunto de obras de su autoría será publicado bajo el sello Aula Records de la Universidad de Santiago.

viernes, junio 02, 2023

Pedro Messone fue una de las principales voces del folclor nacional

El cantante participó en seis ocasiones en la competencia del Festival de Viña del Mar, triunfando en dos oportunidades. También fue jurado y estuvo en el show . VIVIANA MORALES



El Mercurio

 El intérprete, quien popularizó icónicas canciones como “El solitario”, “El corralero”, “La tejedora” y “Pa' mar adentro”, falleció ayer a los 83 años. Además, hizo cine y teatro musical.

MARIO VALLE y RAIMUNDO FLORES

Fue uno de los impulsores en el país a comienzos de los años 60 del Neofolclor, movimiento musical que dio un giro al folclor nacional tradicional con innovadoras armonías y la introducción de varios instrumentos en las composiciones. Pedro Messone, quien desarrolló una carrera artística de más de seis décadas, murió en la madrugada de ayer a los 83 años, en el Hospital del Salvador, por complicaciones derivadas de una neumonía.


José Alfredo Fuentes, quien lo conoció al iniciar su carrera artística, fue muy cercano a Messone. Incluso, el miércoles último lo visitó junto a Wildo en el hogar en que ahora residía. “Tuve la oportunidad de estar con él, hacerle cariño y tomar sus manos. Por suerte, me despedí de buena manera”, dice, emocionado, y recuerda que fuera del gusto que los unía por la música, también era por el fútbol, e integraron una liga.


Messone nació en Temuco, pero siendo muy pequeño se fue a vivir con su familia por el traslado del trabajo de su padre a Valparaíso. Allí conoció a Luis “Chino” Urquidi, con quien los unía su pasión por la música. Fue así como crearon en 1962 el grupo Los Cuatro Cuartos, junto a Fernando Torti, Raúl Morales y Willy Bascuñán. Luego fue parte de los conjuntos Los de Las Condes y Los Paulos. Y a fines de 1966 decide iniciar una carrera como solista.


Grabó a compositores como Rolando Alarcón, Víctor Jara —fue el primero en llevar al disco “El cigarrito”— y Violeta Parra, con quien los medios de la época señalaban que habría tenido un romance, lo cual él, años después, desmintió y precisó que solo fueron muy buenos amigos.


En ese entonces, el director Eugenio Guzmán lo llamó para participar en “La pérgola de las flores”, que se había estrenado en 1960, y dado su éxito, tendría una nueva puesta en escena. Incluso, Messone realizó con esa obra una gira por México. Posteriormente, estuvo en otros montajes de este musical e incluso en la versión para televisión que se hizo en 1975, siempre en el papel de Tomasito, el campesino galán de esta producción. Además, en 1972 protagonizó otro musical, “Javiera y su fantasma”, junto a Silvia Piñeiro y Emilio Gaete.


El cantante también incursionó en el cine y realizó cuatro películas: “Tierra quemada” (1968), “Ayúdeme, usted compadre” (1968), “Volver” (1969) y “El afuerino” (1971).


El Festival de Viña del Mar fue testigo de varios de sus éxitos al participar en el show, como jurado y en la competencia. En 1965, junto a Los de Las Condes, obtuvo el segundo lugar con “El corralero”, de Sergio Sauvalle; un año después, el primer puesto con “La burrerita de Quillagua”, de Sofanor Tobar, junto a Los Paulos. En 1967 logra el tercer lugar con “Niña, sube a la lancha”, de Rolando Alarcón, y en 1982 triunfa con “La tejedora”, de Sandra Ramírez. En 1987 se presentó con el tema “Mi niña y yo”, de Juan Castillo, y en 2000, con “La tejedora”, fue parte de una versión del certamen con las mejores canciones ganadoras.


En 2018 obtuvo el Premio Nacional de Música Folclórica. Antes, en 1992, quiso incursionar en la política, siendo candidato por la UDI a alcalde de Buin, sin lograrlo.


En 2008, Messone había superado un cáncer, y tras recuperarse siguió con sus presentaciones como el show “Si vas para Chile”, y en 2020 grabó a la distancia, por la pandemia, junto a varios cantantes contemporáneos el tema “Volver a empezar”.


Fueron ayer varias las muestras de pesar tras su deceso. Rodrigo Salinas, presidente de la SCD, manifestó: “Su extraordinaria voz y talento son inmortales”.


Alberto Plaza señaló: “Ha partido un grande, gracias por tanto”.


Según José Alfredo Fuentes, “deja un legado muy importante en la música folclórica. Logró acercarla a la gente común y corriente, que a lo mejor estaba más acostumbrada a escuchar pop, rock o baladas”. Añadió que “Pedro era de los artistas más solicitados y queridos”, lo que atribuye a su buena pinta y simpatía.


Ginette Acevedo destacó que “el legado que deja es su voz maravillosa, sus puestas en escena con un carisma increíble. No hay nadie que se acerque a esa calidez que él tenía para cantar temas tan emblemáticos”.


Para Luis Jara, fue “una de las voces más representativas del neofolclor chileno” y dijo que es una triste pérdida para el patrimonio cultural.


Amante de la chilenidad, en 2005 Messone decía a “El Mercurio”: “Hay que ir a impregnarse de chilenidad en las fondas, porque ahí se ve el pueblo mismo. Hay que recorrerlas, una tras otra; algunas son más entretenidas que otras, pero hay que hacerlo, porque son parte de la historia de Chile”.