jueves, noviembre 04, 2010

Mónica Echeverría: “Violeta Parra no fue una virgen”

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Mónica Echeverría presentará hoy, en la feria chilena del libro, “Yo, Violeta”, la biografía novelada sobre la cantautora. La escritora narra la brutalidad, la pobreza y el talento de la artista, sin tapujos para desmitificar su historia y ubicarla en el lugar que le corresponde: la “Viola” carnal, comunista y rabiosa.


No es la primera vez que Mónica Echeverría desenmaraña la vida de personajes chilenos, pero ella asegura que esta vez fue distinto. “La Viola” se le clavó en el pecho, como un amor no correspondido y siempre supo que escribiría sobre ella. La conoció cuando la cantautora se presentó ante su marido, el arquitecto Fernando Castillo Velasco, quien en ese tiempo era alcalde de la comuna de La Reina en Santiago. Violeta Parra, ya conocida, le pidió un terreno para poner su universidad del folclor y una carpa para sus presentaciones. El encuentro fue un año antes de que se suicidara. La escritora jamás olvidó esa tenacidad disfrazada de huesos enjutos y ojos grandes.

Durante la entrevista, Mónica ofrecerá bombones venezolanos, hablará de su jardín de flores fucsias y de una fuente de agua que relaja a los convidados. También se explayará sobre como fue cubrirse de la piel de Violeta con esta biografía escrita en primera persona.

“Yo, Violeta” es el producto de una investigación de dos años, donde entrevistó a hermanos, mentores y pupilos de la cantautora. Descubrió el erotismo y la cólera de la artista, también el limbo entre fatalidad y existencia en el que vivió toda su vida. Dualidad que la hizo escribir “Maldigo el alto cielo” y “Gracias a la vida”, dos canciones profundamente contradictorias entre sí.

Mónica Echeverría estudió pedagogía en castellano y entre sus logros está ser cofundadora del teatro Ictus en Santiago, también lideró el movimiento por el Centro Cultural Estación Mapocho. Luego se fue del país arrancando como tantos otros de la dictadura. El exilio la llevó a Cambridge, junto a su esposo desde 1974 a 1978. Emancipación que le sirvió para entender a la artista. Para la escritora, la vida de Violeta tiene semblantes de brutalidad y de genio, pero por sobre de libertad. Aquí se muestra a “La Viola” como si fuera la primera punk chilena, la que recibió todas las piedras de una sociedad patriarcal y clasista.

-¿Cuál fue el mito más grande que se tejió en torno a Violeta Parra y que se deshizo durante esta investigación?

-Que la hicieran inmaculada, hablando un lenguaje que no le corresponde, un mito que para mi gusto no la enaltece. Es mucho más importante decir que ella es una genio salida de la pobreza campesina, de una infancia donde pasó hasta hambre. Eso es más trascendente que ponerla sin hombres, sin amantes. Ella conoció muy bien el amor, fue apasionada y también furiosa.

- ¿Que le pasó a usted al escribir en primera persona y andar en los zapatos de la cantautora?

-En general me involucro con los personajes, en este caso la realidad está mezclada con hechos del alma que son difíciles de probar, pero con las entrevistas que realicé, supe que allí estaban. En la última parte de libro escribo como habría sido una misiva de Violeta a su hermano Nicanor. A ella le hubiera gustado que él diera a conocer la carta que dejó la noche anterior antes de dispararse. Su hermano la tiene guardada bajo siete llaves. Ella la escribió enojada, se sintió desamparada no sólo por los hijos, sino por lo poderosos de este país.

-¿Cómo se originó la idea de escribir esta biografía narrada en la voz de Violeta Parra?

-Había demasiados secretos sobre la vida de Violeta, cosas que no se habían dicho o que habían tergiversado en parte su verdadera personalidad. La investigación duró dos años y hablé con amigos, hermanos y compañeros de viaje. También conversé con gente que la ayudó a transcribir su música como el compositor y premio nacional Miguel Letelier. Hablé con el historiador de arte Gastón Soublette que la incentivo tanto en su carrera, ella les decía “los pitucos de mierda”. Todas esas personas me hablaron sobre su doble personalidad, cariñosa un día y al otro de mal genio y hablando puras cochinadas.



El fuego de Violeta

Mónica Echeverría no duda en reconocer a Violeta Parra como una mujer erótica, ha dicho que era incapaz de vivir sin tener un tipo en su cama. En su libro demuestra que para la artista, los hombres fueron su elemento vital, pero también la herida abierta de toda su vida. En sus canciones logró plasmar todas sus desventuras y el fatídico final, el último paso entre los encuentros y desencuentros con el suizo Gilbert Fabre, o su “chinito”, como le gustaba llamarlo. Para Echeverría, las decepciones conformaron parte del instinto musical de Violeta. Ella no se medía en amar u odiar, pegar escobazos, lanzar escupitajos y maldiciones al hombre que la engañara. Una escena que devela la escritora en su libro, fue como la cantautora golpeó a su pareja, el pintor Julio Escámez, cuando se enteró de sus infidelidades. “La Viola” le pegó con una guitarra y luego le prendió fuego al colchón en que ambos durmieron, como una forma de exorcizar sus noches de pasión. “No fue una virgen, fue una mujer fuerte, erótica y con un temperamento terrible”, espeta la escritora.

-¿Cómo se relacionó Violeta con los hombres que transitaron por su vida?

- Violeta no podía vivir sin amor y sin una pasión desgarradora, a veces le iba mal y en muchas de sus canciones se tomaron estos temas de manera fuerte. Si te das cuenta, antes de suicidarse escribió sus más grandes obras, como “Gracias a la vida” y “Volver a los 17”. Ella fue una mujer sensual que no podía estar sin un hombre que le hiciera el amor, un hombre que la acariciara.

-“El noviciado del dolor”, lo llamó usted para ser más precisa. ¿Cómo marcaron su música todas las tragedias que vivió?

-Todos somos parte de eso, de pasar por penas y no es sencillo batirse en la vida, pero a Violeta le costó todo mucho más. Tuvo grandes dolores, la perdida de una hija, la muerte del padre, de su hermanito Polo, el abandono de su gran amor y el desprecio de la gente que la rodeaba. Fue una vida muy dramática a ratos con momento de pasión y alegría, pero también muy trágica.

-Hay episodios muy sombríos que usted revela en el libro y que los hermanos nunca lhan mencionado, como el de su hermana Yuquita, que era discapacitada mental.

- Yuquita vivió mucho tiempo y se ha rodeado de una falsa imagen, esa hermana y sus problemas son el resultado de uno de los episodios de violencia del padre de Violeta. En una de sus borracheras, él llegó a la casa y golpeó a la madre que tenía en sus brazos a la niña. La pequeña al caer de sus brazos se golpeó la cabeza en la punta de un brasero. Un episodio brutal, cuando la Yuquita creció era un bultito que no hablaba y que sus hermanos hacían rodar por el suelo. Esas cosas nunca las han contado.

-¿Qué le dijo la familia Parra acerca de el libro? ¿Se enojaron?

-Creo que lo deben haber leído, Javiera (Parra) me prestó el cuadro para la portada del libro, creo que a sus familiares no les gustó que ella lo hiciera. El otro día escuché a Ángel (Parra) en la radio y dijo que no leería el libro, que no quería saber de el. Sé que de todos modos lo leerán.

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