sábado, octubre 29, 2011

Una profesión convencional y una veta artística sí pueden ir de la mano

 


El Mercurio

Uno pronto será abogado, otro es dermatólogo y ella trabaja como periodista. Pese a sus responsabilidades, todos lograron cumplir un íntimo deseo: dedicarse al arte con la misma intensidad con que cumplen sus respectivas obligaciones. Aquí, sus consejos para lograrlo.

Javier Contreras

Pertenecen a generaciones distintas y se desenvuelven en campos diferentes. Rosario es periodista, Raúl ejerce la medicina, e Ignacio está terminando derecho. Pero los tres tienen algo en común: el amor por el arte. Pese a optar por carreras convencionales, todos encontraron la manera de canalizar sus respectivos lados B: Rosario es cantautora, Raúl se dedica a la fotografía, e Ignacio se abre camino como comediante. Ninguno pudo dedicarse al arte como principal actividad, pero de todos modos se las ingeniaron para hacerle un espacio en sus vidas. Y no como un mero pasatiempo, sino como algo tan serio como la carrera profesional que eligieron.

"Hago teatro desde que tengo 12 años", cuenta Ignacio Navarrete, quien actualmente prepara su examen de grado para recibirse de abogado de la Universidad Católica. El joven de 23 años barajó la posibilidad de estudiar actuación, pero prefirió apostar por las leyes, su otra pasión. "A mí me gusta hacer comedia y seguramente lo habría pasado mal estudiando teatro, que es algo mucho más amplio. Y también tenía inquietudes políticas, así que elegí derecho", explica. Le dijeron que tanto actores como abogados son expertos en el "arte de mentir", y pensó que la carrera le permitiría desarrollar sus dotes histriónicas. "Me tiré a la piscina, pero me di cuenta de que derecho era harto más árido de lo que imaginaba", confiesa. No dudó en anotarse en el primer grupo teatral de la escuela, pero Ignacio quería más.

Fue el salto a la fama de Stefan Kramer ese punto de inflexión. "Yo en el colegio imitaba a mis profesores, y Kramer me hizo ver que se podía hacer de eso una profesión. Empecé a hacer monólogos y decidí explotar las imitaciones", dice. Hoy Ignacio es toda una celebridad en Derecho de la UC, gracias a sus personificaciones de los distintos académicos de la escuela. "Era una mina de oro. Gente con más tics que los abogados no puede haber. Así que partí imitando sólo para mis compañeros, pero los profesores se enteraron y corrió el rumor de que había un Kramer de los abogados", revela. Escribió y produjo un disco con canciones que reproducían las cátedras de varios docentes, y hasta el propio decano le pidió que hiciera un video con sus interpretaciones para la gala de los 120 años de la escuela. Navarrete dice que ya no quiere ser abogado, o al menos estar encerrado en una oficina. "Me encantaría trabajar en un canal de TV, viendo el lado legal, pero también estar metido en el mundo del espectáculo. Mi consejo es que uno siempre puede complementar ambos lados", recalca.

En cambio, para Raúl Charlín, dermatólogo de la Universidad de Chile, sus dos pasiones van por rieles distintos. El médico de 34 años ha montado varias exposiciones de fotografía e incluso publicó un libro con sus trabajos llamado "País de la Ausencia". "La medicina llena un espacio de mí y el arte otro. Sentía que en la medicina me faltaba otra área para desarrollar y la encontré en la fotografía artística", cuenta.

Partió intuitivamente y sin mayores conocimientos. Pero una vez que terminó la especialidad de dermatología, se propuso el tema en serio. "Recién ahí tuve tiempo. Tomé diversos talleres, uno con Luis Poirot, y ahora estoy estudiando estética de la fotografía en la UC", cuenta. Charlín revela que su inquietud nunca supuso un conflicto con su vocación médica. "Fue un proceso. Descubrí la fotografía durante un viaje. Ahí me deslumbró la idea de la imagen, de hacer imperecedero lo perecedero". Desde entonces que busca encontrar un lenguaje propio, el que, dice, tiene puntos en común con su labor profesional. "Tengo una línea de trabajo que son los desnudos. Hay una investigación en el cuerpo humano, que tiene que ver con la medicina. Pero si hago un retrato no es para ver una lesión, como se hace en dermatología, sino para ir más allá, buscar la subjetividad a través de la objetividad", explica. Agrega que su profesión está lejos de ser un obstáculo, sino que todo lo contrario. "Tengo la ventaja de no depender económicamente del arte. Hago la fotografía que me gusta, sin tener que someterme a las reglas del mercado. Finalmente, una profesión te da plena libertad artística para tus otras inquietudes", remata.

Un diagnóstico que comparte Rosario Mena, periodista del Centro Cultural Palacio La Moneda, y también conocida cantautora del circuito independiente. Tras estudiar en España, Mena trabajó en prensa escrita y radio. Ya instalada en el país, supo que llegó el momento de cumplir un sueño que había postergado. "Desde chica siempre escribí canciones y las fui acumulando. Y se dio una configuración de circunstancias. Era 1998 y estaba rodeada de gente que hacía música electrónica, con mucha autoproducción. Eso me permitió la independencia de desarrollar mi idea musical. Pude sacar un disco autoproducido y di salida a todas esas canciones", cuenta.
Ha editado tres álbumes desde entonces, él último hace cuatro años, y si bien reconoce que su profesión le ha dado autonomía artística, afirma que ésta dialoga constantemente con su creación. "Sería difícil sólo dedicarme al arte, que en mi caso es muy autorreferente. Para mí también es importante recibir. Y eso lo hago a través de mi labor con la cultura, donde siempre estoy absorbiendo cosas", asegura. Es por eso que no duda a la hora de hacer un llamado a explorar la propia sensibilidad, sea cual fuere la actividad que se realice. "El hacer un arte te beneficia en el trabajo, te da otro enfoque, es una ventana para respirar de una rutina. Tener una ventana a algo que no es netamente funcional, te ayuda a sobrellevar todo lo funcional", reflexiona.

Arte online

Los tres coinciden en que el mayor acceso a la tecnología experimentado en la última década ha sido clave para desarrollar y difundir sus actividades artísticas. Ignacio Navarrete tiene un sitio web donde es posible conocer sus personajes y encargar un disco con sus imitaciones (www.nachonavarrete.cl). De igual forma, es posible apreciar los trabajos fotográficos de Raúl Charlín en su página www.rauliano.com. Y en el caso de Rosario Mena, basta entrar a YouTube para disfrutar de sus íntimas canciones y respectivos videos. Y para conocer más de su biografía, basta ingresar a www.rosariomena.cl.

 

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