viernes, diciembre 23, 2011

Emblemático sello Alerce abandona las grabaciones propias y vive su ocaso


La Tercera

Durante este año, la disquera nacida en 1976 no produjo ni editó a nuevos artistas chilenos.

por Claudio Vergara

"Un período reflexivo". Con esos términos, Viviana Larrea define el 2011 de Alerce, el histórico sello legado por su padre, el fallecido locutor Ricardo García, y que dirige desde mediados de los 90. "Un período reflexivo" es el concepto con que bautiza uno de los trances más complejos en el recorrido de la discográfica: se trata de la temporada donde ostentan su registro más escuálido -sólo grabaron un disco, el tributo de Cuncumén a Margot Loyola- y donde se vieron obligados a impulsar una serie de ajustes que retratan el incierto presente de la disquera que, hasta hace no mucho, se alzaba como la cuna de los sonidos vernáculos y de las nuevas apuestas locales.

Una institución crecida con el lema de "La otra música", que en los 70 rescató el catálogo de la DICAP (la Discoteca del Cantar Popular que grabó a Víctor Jara y Violeta Parra, entre otros), que se convirtió en el bastión del canto nuevo durante la dictadura y que en los últimos 20 años empujó el nacimiento de nombres tan dispares como Los Tres, Chancho en Piedra y Manuel García.

"No podemos negar que el número de producciones ha bajado mucho, pero se debe al cambio de condiciones de todo tipo que ha vivido la industria. Por eso, estamos en una etapa de profunda reacomodación, para ver cómo nos vamos adaptando a este nuevo escenario", cuenta Larrea, alejando el fantasma de la desaparición definitiva que merodea a la firma desde hace varios años, pero asumiendo que ya no son actores relevantes de la escena nacional.

El mayor cisma sucedió a mediados de este año, cuando decidieron vender su estudio -llamado Estudio 380- junto con la residencia que ocupaban en la comuna de Ñuñoa, para mudarse a un departamento situado en Pedro de Valdivia Norte. El movimiento es clave: el estudio les permitía facturar gran parte del material propio y, de paso, abaratar costos en días de vacas flacas para las discográficas, ya que no tenían la necesidad de contratar servicios externos. Con su cierre, Alerce reduce de manera drástica las posibilidades de grabar y producir nueva música. De hecho, Larrea cuenta que hoy no tienen contrato vigente con ningún artista para futuros títulos. La ejecutiva sigue: "Nos pareció que el estudio ya no era necesario, porque ahora los artistas acceden más fácilmente a esos métodos y hasta pueden grabar solos. Pero en ningún caso nos cerramos, a futuro, a grabar de manera externa, como lo hacíamos antes. No hay proyecciones concretas, pero es algo que podríamos hacer".

De algún modo, el Estudio 380 marca el último intento de Alerce por mantenerse en el circuito discográfico. Inaugurado en 2003, la idea era convertirlo en el mayor epicentro de trabajos chilenos durante el nuevo siglo, en un proyecto similar al que los tuvo encabezando el nuevo rock local en los 90 y como una iniciativa que pretendía aplacar la partida de Silvio Rodríguez, uno de sus fichajes más vendedores y que abandonó la firma ese mismo año, tras una bullada polémica.

Hasta esos días, Alerce lo lograba: esa temporada vio nacer figuras como el trovador Patricio Anabalón, el grupo de hip hop Legua York, la banda Bajutopía -del hijo de Gervasio, Nahuel Viera- y disfrutó del crecimiento de Mecánica Popular. Dos años después, ese mismo estudio cobijó los dos primeros trabajos de García, los que precipitaron su actual popularidad. Pero la bonanza fue descendiendo, y en 2010 sólo editaron cinco producciones (El Parcito, Manuela Carrasco, Patricio Manns, Max Berrú y Daniel Cantillana).

Alianzas y soluciones

Diversas voces de la industria concluyen que la creciente independencia por la que optaron los músicos locales, la irrupción de sellos con distintos métodos de trabajo y su política más cerrada -sin tanto margen a la promoción- explican el complejo momento de Alerce. Además, el continuo éxodo de sus figuras, como Inti-Illimani y Rodríguez, mermó sus arcas. Gustavo "Lulo" Arias, líder de Legua York, dice: "Estoy muy agradecido de ellos, pero al final no nos sentimos comprendidos, porque no había mayor difusión de nuestra obra. No nos dábamos a conocer".

Si se quiere, la vacante dejada por Alerce ha sido tomada por disqueras como Feria Music u Oveja Negra. Por ejemplo, esta última, crecida al alero de la SCD y donde se mudó el propio Manuel García, estrenó 24 álbumes en 2010 y creció a 25 durante este año. La dinámica que ocupan es fichar a créditos con una generación previa de derechos autorales, monto que los propios músicos entregan como un adelanto para asegurar fabricación, producción y promoción de los discos.

Ante el escenario, y por primera vez en su historia, Alerce decidió abrirse y se unió al sello CNR, con el propósito de mezclar repertorio histórico para compilados rentables -de corte folclórico y con nombres como Tito Fernández- y que se venden en lugares como kioscos. "Siempre han tenido una gran cercanía con nosotros, por lo que además esta alianza les asegura visibilidad", cuenta Yuri Henríquez, gerente general de CNR.

Es que esa es la solución que mantendrá con vida a Alerce: la rentabilización de un riquísimo catálogo, que incluye 300 títulos y que se puede ver en webs como Portaldisc. Es también la maniobra que retrasa la agonía de gigantes como EMI, que este año lanzó los catálogos de Pink Floyd y Los Prisioneros, despachando 5 mil y 17 mil copias en Chile, respectivamente.

El único proyecto en carpeta

Durante este año, una de las pocas actividades impulsadas por Alerce fue la grabación de los shows que la facción de Inti-Illimani que lideran los hermanos Coulon dio en el teatro Ladrón de Bicicletas. El trabajo se grabó en vivo y el sello quiere lanzarlo en 2012. Pero el actual panorama ha congelado los planes. "Están las opciones de trabajar, pero aún no tenemos nada programado ni hemos resuelto plazos", dice Jorge Coulon.

1 comentario:

  1. http://www.selloalerce.com/noticias/reeditamos-titulos-historicos-de-nuestro-catalogo/

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