lunes, julio 16, 2012

Manuel García: Sumergido en el acuario

Manuel García. Foto: Gabriel Gatica
La Hora

El Cantautor explica el concepto musical de su nuevo disco, analiza su conexión con la juventud y dice entender a los colegas cantautores o trovadores que miran con desconfianza su relación con la industria. "Tengo una estrategia, pero no sé si mi canción sale perjudicada", dice.

Por Manuel Vilches

"Hay cosas a las que un ariqueño nunca se acostumbra” dice Manuel García encogido de hombros y sobándose las manos, completamente entumido. Lleva 18 años en Santiago y el frío debe ser su único inconveniente por estos días, en los que acaba de terminar su cuarto disco solista, Acuario, y cuando prepara un ciclo de tres conciertos en el Caupolicán, un hito para el recinto desde su reapertura en 2005.

El trabajo -que ha llamado la atención por el uso de sonidos más ligados al pop- es para el cantautor premiado en el Festival de Viña un camino natural de búsqueda y que incluso empezó a trabajar antes de editar S/T, de 2010. “Diría que ese fue una transición para esto”, explica, antes de adentrarse en el concepto del reciente material.

“El cruce de versos y sonidos proponía un paisaje muy asociado a la poesía existencialista y futurista de personajes como (Ray) Bradbury y de otros expertos de la ciencia ficción, como (Isaac) Asimov, o las figuraciones estéticas de (Franz) Kafka, donde lo fantástico extrapola lo que es el ser humano. La canción Acuario, aparte de ser de las favoritas del disco, tiene la frase que acuña mejor el material: el acuario es la imagen de la gran ciudad y los peces somos nosotros, o nos devoramos o nos toleramos según cómo conviva con el otro. Hay una sensación de encierro e incertidumbre; para el pez, un acuario es un espacio estrecho que no es su hábitat natural y para nosotros la ciudad parece ser un poco eso”.

- ¿Cómo se llevó eso al trabajo gráfico?
- Gracias a Doctor Zombie, un dibujante extraordinario. Le conté algunas ideas y él hizo un trabajo muy autónomo, donde no hace una representación literal, sino que conecta un mundo fantástico como algo que puede ser sicológico. En la portada se ve mi alter ego que es un viajero y no se sabe si anda por el espacio o por uno mismo. Además, no se ve si la capa la mueve el viento o el agua o si el sol atardece en el mar o los peces vuelan. Hay un cruce de energías interesante, me armo nuevas historias con los dibujos.

- Y en cuanto al sonido, ¿cómo se llegó al resultado final?
- Me apoyé en la producción de Marcelo Aldunate, que es un interesante personaje con una larga carrera de productor radial. Me interesaba su forma de grabar las guitarras, de entender los ritmos, de alcanzar características más actuales que se salen del esquema garage y tienen un sonido más internacional, al nivel de las mejores bandas.

- ¿Tiene que ver con proyectar la carrera internacionalmente?
- No, tiene que ver más bien con una búsqueda estética natural. Hay que acordarse de que empecé con una banda rock (Mecánica Popular) que abandoné porque hacíamos cosas muy vintage, de los sesenta y los setenta, y cuesta mucho salir de eso. Creo que esa parte de la ecuación se despeja al escuchar el disco. Hay canciones crípticas, hechas con seriedad y no hay una actitud servil a ningún estilo ni a ninguna moda, porque quizás para el mercado es más fácil seguir el modelo del cantautor con guitarra que a alguien que se mueve constantemente entre muchos ámbitos. Escuchando el material, hay un esquema donde me veo y me siento cómodo y que enriquece el repertorio de mis conciertos.

- ¿En qué sentido?
- En que al final de cada recital veía que muchos jóvenes se animaban con las cosas más rocanroleras y que me quedaba corto con mi repertorio, así que puse cosas de compañeros cantautores y de otras bandas. Por eso ahora contaba con toda esa energía, porque importa tener un disco que responda a ese cariño y esa amplitud que antes no se veía. En mi generación, uno antes iba a la peña o a la discoteca, era Abba o Víctor Jara, pero ahora pueden venir a bailar y a cantar cosas con otra energía.

- ¿Cómo se explica esta conexión con gente tan menor?
- Creo que una de las ventajas de la sacrificada vida de un artista es que puedes quedarte un poco en la niñez o hacerte las preguntas de la adolescencia hasta una edad muy avanzada, a diferencia de otra gente que tiene que acomodarse a lo que le toca por el trabajo o por su vida. A mí, en cambio, mi mamá aún puede retarme por la ropa con la que salgo a la calle.

- Pero de los cantantes que siguen ellos, debes ser el mayor.
- Absolutamente, y eso es porque, a pesar de los años, los muchachos se reflejan porque uno los respeta. Para mí no es broma lo que dice un niño de nueve o diez años y en los de 14 ó 15 hay un mundo de interés, ver qué piensan, cómo su corazón se enfrenta al mundo. Y lo mismo con los viejos, conversando con ellos uno encuentra pepitas de oro y en una canción puedes citar a La dama de las camelias, un libro que leyeron muchos mayores en el colegio.

CANTAR Y VENDER


- ¿Cómo no perder el asombro ante tres conciertos en el Caupolicán, un gran éxito que ya parece una cosa natural?
- Una de las cosas que me amarró a la tierra fue la muerte del Nelson Schwenke. Uno nunca se olvida que ellos dieron un puntapié para que la gente te escuche con atención. Cuando estás entusiasmado planeando, hay algo que te para y te dice que no vayas tan rápido. El disco nuevo y los conciertos hay que celebrarlos, pero también hay que saber que hay un capitán menos en el equipo y que el partido se juega de otra manera. Si antes me creía el delantero para disfrutar y hacer los goles, ahora crees que estás en mediocampo, más aterrizado.

- ¿No genera una sensación extraña que, mientras tú ganaste gaviotas, él y otros músicos toquen o hayan tenido que tocar en bares o locales más pequeños?
- Suena raro, pero creo que a veces no está mal que la música no ocupe todos los espacios. Yo establecí un paradigma de trabajo, una estrategia con los medios en la que no sé si salgo ganando o perdiendo, si sale perjudicada la canción o si salgo a flote. Por eso, cuido que en todos los conciertos haya una nota de seriedad, por masivo que sea. Yo entiendo a los compañeros de canto que me miran con desconfianza y dicen “este pintamonos de dónde salió”, porque sé que tomé un camino distinto a varios colegas que siguieron un modelo de la Nueva Trova, que armaban un espectáculo con la guitarra y la ropa que traían puesta. Silvio Rodríguez lo hizo así, pero él es un genio de proporciones nucleares, a diferencia de otros que vamos a exponer nuestra canción y nos pueden ayudar las luces o una puesta en escena, bienvenidos. Tú estarás de acuerdo conmigo en que muchos trovadores, muy importantes y muy respetables, cayeron en un...

- ¿Fundamentalismo confuso?
- Sí, un fundamentalismo un poco confuso, pero entendible y que yo mismo defendí por mucho tiempo. Pero después tomé una estrategia y de ahí, entre hacer esfuerzos para que tu música se escuche y venderse, hay una pestaña de diferencia y cada uno sabe dónde le aprieta el zapato, hasta dónde llega y por qué va a Viña, se pone tal ropa, va a la televisión o entrega una canción para una serie de televisión. La historia dirá qué hace cada uno con sus posibilidades y recursos, y finalmente creo que es inevitable que se imponga la verdad. Ese juego es delicado y para emitir juicios categóricos creo que hay que tener un poco de paciencia.

El viejo comunista y rejuvenecido


García ya ha dicho que no le pareció oportuno incluir canciones sobre los recientes movimientos sociales en su último disco. “A veces las canciones deben esperar su tiempo”, explica, junto con ejemplificar con el caso de El viejo comunista. “La cantábamos en muchos actos sociales con el Coré (grupo de música latinoamericana que integró a mediados de los noventa) y creo que no tenía una significación concreta o un reflejo en el público de esa época. La grabé en Pánico con desazón, pensando en que había tenido su vida y muerte y que la traía al disco como parte de la colección de canciones de mi vida y se volvió canción vigente para jóvenes de 14 ó 15 en una era distinta, con otra significación. Por eso yo hago un poco de silencio y hago mía una frase de Pablo Milanés ante el gran poder del movimiento: ‘La palabra es de ustedes, me callo por pudor’. Ojalá pudiera reflejarlo en algún tema, sería increíble”, dice.

La creación y el baúl


En Acuario, García repitió un modelo con el que le gusta trabajar en cada disco: además de las creaciones nuevas, hurga entre las ideas que ha grabado en muchos años y en diversos formatos. “Siempre reviso mi material, para descubrir cosas olvidadas y traer algo al presente. Antes, por ejemplo, abandonaba una canción porque sólo tenía una estrofa y un estribillo, y yo creía que debía ser un viaje más completo, pero con el andar del tiempo empiezas a valorar las canciones que tienen sólo eso y ves que a los cachureos no les faltaba tanto para ser una canción. Pero siempre hay un disco nuevo, porque hay algo que te falta, que se complementa con estas otras cosas”, cuenta.

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