domingo, abril 14, 2013

La industria editorial pasa al ataque frente a la avalancha digital

El Mercurio


La semana pasada se confirmó la fusión de Random House y Penguin, símbolo de la estrategia para equilibrar la potencia de los gigantes digitales Amazon, Apple y Google. El mundo del libro se mueve y la parte hispanohablante de él, tampoco se queda atrás.

Juan Ignacio Rodríguez Medina

Las fusiones y compras en el mundo editorial no son algo nuevo: Random House y Mondadori, luego Sudamericana, Plaza & Janés, Lumen...; Feltrinelli y Anagrama; Gallimard y Flammarion; Planeta, Seix Barral, Ariel, Paidos, Emecé...; o el grupo Lagardere, que en 2006 compró Time Warner Books para crear Hachette.

¿Por qué, entonces, tanto revuelo por la fusión entre Random House y Penguin? Pueden ser las cifras involucradas: nace la editorial más grande del mundo, con una facturación que llegaría a los tres mil millones de euros anuales. Sí, impresiona, pero no basta. La noticia es que, al fin, la industria editorial parece estar reaccionando a la avalancha de Amazon, Google y Apple. Según The New York Times, la fusión "podría desencadenar un round largamente esperado de consolidación mientras la industria se adapta al mercado digital".que los gigantes digitales crecen y crecen en la producción y venta de libros digitales (en agosto del año pasado, Amazon anunció que en Reino Unido vendía 114 libros digitales por cada 100 ejemplares de papel). Son los grandes distribuidores de contenido digital (en el caso de Amazon, también de productos físicos), lo que les da un inmenso poder para negociar los precios con los proveedores, en este caso las editoriales.

El año cero fue 2007, cuando Amazon lanzó su lector digital, Kindle, y Apple dio a conocer su iPhone.
Desde entonces las editoriales han reaccionado con lentitud al nuevo escenario (Amazon acaba de comprar la red social literaria Goodreads, donde dieciséis millones de usuarios se recomiendan lecturas, una adquisición que perfectamente pudo hacer alguna editorial) y han luchado por mantener el control de los precios sobre los libros digitales. Un botón de muestra: en abril del año pasado el Departamento de Justicia de Estados Unidos demandó por colusión a Apple y a cinco editoriales (Simon & Schuster, Hachette, Penguin, MacMillan y Harper Collins), quienes se habrían puesto de acuerdo con el gigante informático para fijar los precios de sus libros electrónicos. Una jugada que, por lo demás, fue un contraataque a Amazon, que quería forzar a las editoriales a vender sus libros por menos de diez dólares.

Tras eso, que más bien fue un manotazo de ahogado, Random House/Penguin se apresta a nadar. Marjorie Scardino, directora de Pearson (el grupo alemán dueño de Random House), reconoció que una de las posibilidades tras la fusión es generar "plataformas digitales para vender libros directamente a los consumidores". Pablo Dittborn, ex gerente general de Random House Mondadori Chile, y Arturo Infante, presidente de la Cámara Chilena del Libro y editor de Catalonia, coinciden al momento de interpretar la movida de Random House: "Pienso que ahora están detrás del manejo de contenidos más que de tantas toneladas de papel impreso", dice Infante. Dittborn complementa: "La única manera en que un editor puede enfrentarlos es siendo dueño de una cantidad de contenidos muy importante, de manera que el fuerte en la relación no sea el distribuidor, sino que siga siendo el editor".

Baste un dato para mostrar que hacia allá van las cosas: News Corporation, propietarios de HarperCollins, mostró interés en Penguin (también estuvo al acecho Rupert Murdoch, el magnate australiano de los medios), lo que habría apurado la fusión con Random House. Ahora, HarperCollins buscaría un nuevo socio. "No me sorprendería si todas las grandes editoriales estuvieran teniendo este tipo de conversaciones", dijo al New York Times el analista Ned May: "Yo esperaría ver realineamientos similares".

Gracias a la piratería

Un fenómeno al que el mundo hispanohablante no escapa. Ya tenemos a tres súper dominadores -Random House Mondadori, Planeta y Santillana-, y hay rumores de que la primera de éstas comprará Alfaguara (parte de Santillana); hace un tiempo Random House le compró a Mondadori su 50 por ciento del sello conjunto: "Eso deja a Random en un muy buen pie en toda la lengua castellana", dice Pablo Dittborn.

"El 75 por ciento de los libros que se venden provienen de los tres grandes grupos de edición en español, y se dice insistentemente que estos tres dentro de muy poco serán dos", señala el agente literario Guillermo Schavelzon. ¿Qué panorama se abre, entonces, en América Latina y España? "Por un lado están los grandes éxitos locales, únicos para cada país, autores, libros y temas que no viajan", explica Schavelzon. "A los autores les cuesta entender que en sus países puedan vender cincuenta o cien mil ejemplares, y pese a eso no interesen en el país de al lado, pero es así. Eso sostiene en gran medida a las casas locales de los grandes grupos. Desde el punto de vista de los autores, seguimos verificando que los grandes best sellers son en un 90 por ciento de origen anglosajón".

Sin embargo, según Schavelzon, en hispanoamérica el avance de Amazon, Google y Apple es menor (las ventas de libros digitales alcanzan alrededor de un 5% en España). "El impacto es más mediático que real, los gigantes digitales en español tienen un freno: la piratería. Mientras los países no actualicen su legislación, quienes se compran un dispositivo electrónico de lectura lo llenan de ediciones piratas", dice. E ironiza: "Curioso, una práctica sin duda delictiva que está hundiendo a editores y autores, es quien les pone freno a los monstruos que los estados apenas pueden controlar".

Pablo Dittborn, en cambio, cree que el impacto de esos "monstruos" va a llegar. "Cuando los libros bajen de precio, cuando tengas facilidad de acceso a la compra, cuando tengas la certeza de que el libro te llega bien, completo, se lee bien, y el diferencial de precio no sea tan grande, terminará triunfando la copia legal. Hay cifras que así lo dicen, hay títulos que han roto el porcentaje tradicional, de 3% a 5% en venta digital versus venta en soporte papel, y han llegado al 12%, al 15%, incluso al 30%, como el caso de 'Cincuenta sombras de Grey', en Estados Unidos y España".

Tampoco hay que olvidar que -aunque con muchas limitaciones todavía- Amazon ya llegó a España. Un arribo para el que los españoles se prepararon con Libranda, una plataforma que construyeron Planeta, Random House Mondadori, Santillana, Roca Editorial, Grup62, SM y Wolters, para gestionar los libros digitales en castellano. Y que, según se lee en su sitio web, hoy tiene acuerdo con más de 130 editoriales y distribuye contenido en más de 110 tiendas online en Estados Unidos y América Latina (en Chile opera con Buscalibre).

La puja entre España y América Latina

Hay que recordar que además de la vorágine digital, España vive hoy una crisis económica que ha hecho descender en más de 24% la impresión de libros en la última década. Una realidad que ha llevado a los europeos a confiar en el mercado latinoamericano. Si ya en los ochenta y noventa los españoles absorbieron a muchas editoriales locales, hoy se habla de este lado del mundo como una salida potencial a la crisis.
Otra mirada, habla de la oportunidad de que América Latina rompa con lo que se ha llamado "colonialismo español", a saber, la omnipresencia de España en América y la presencia de cada país americano solo dentro de sus propias fronteras. "El papel protagónico en la edición actual lo tienen las independientes, del mismo modo en que las editoriales latinoamericanas están a punto de guillotinar la supremacía editorial española", dice Galo Ghigliotto, director de Editorial Cuneta, y uno de los organizadores de la Furia del Libro, "y, por mucho que berreen los dinosaurios de las transnacionales, los mejores libros de los últimos años han sido publicados por editoriales independientes y no hay más".

Pablo Dittborn cree que es improbable un reordenamiento en esa materia: "En España se vendía el 60% o 70% de los libros, y el 30% en América Latina. Hoy puede ser 50 y 50, pero tienes que sumar a toda Latinoamérica para empatar recién con España", dice. "Lo que pasa es que las casas centrales están en España y son las que hacen las apuestas fuertes: por ejemplo, con la nueva novela de J. K. Rowling ("Una vacante imprevista"), para sentarse a la mesa y decir 'a mí me interesa', había que poner un millón de euros adelante. ¿Qué editorial latinoamericana puede decir 'yo apuesto un millón de euros para llevarme esos derechos, y yo venderle a España'? Imposible".

En lo que sí hay acuerdo es en el espacio que están ganando las editoriales medianas y pequeñas en América Latina y España. Aquellas "con criterios literarios", dice Schavelzon: "Lo que sucede es sencillo: una editorial chica vendiendo 1.200 ejemplares cubrió su inversión, un grupo grande necesita vender más de seis mil para llegar a un punto de equilibrio. Este es en mi opinión el aspecto más esperanzador y positivo de la crisis y la concentración".

El rol de esos editores será, o seguirá siendo, darle diversidad al mercado: "Trabajar los márgenes, los pliegues, los nichos que el sistema deja y desde ahí, como siempre ha ocurrido, aparecerán los grandes autores y contenidos futuros", prevée Infante. El desafío para ellas, cree Schavelzon, es ordenarse administrativa y financieramente, aprender a pagar a los autores ("así tendrán cada vez más") y aprovechar estos años para profesionalizarse.

En esas circunstancias, y aun siendo poco probable que América Latina adquiera la potencia editorial de España, sí se abre un horizonte de intercambio de autores al interior de la región. Es lo que se busca, por ejemplo, con los "diálogos latinoamericanos" que ha reunido a autores de este lado del mundo en las distintas ferias del libro.

"Hace tiempo que los autores hispanoamericanos dejaron de llamar tanto la atención de los lectores en España si comparamos con el fenómeno de los años del boom y las décadas posteriores", opina Andrea Viu, editora de Alfaguara Chile. "Por otra parte -dice-, América Latina es un mercado mucho más grande, diverso y a la vez cercano para nosotros. De ahí que sea muy interesante e importante el intercambio cultural entre latinoamericanos. La obsesión por llegar a España, como si esa fuera una bendición o coronación de alguna especie es algo que hoy no tiene el sentido que pudo tener en los años setenta u ochenta. Asimismo, para los autores españoles tampoco es fácil instalarse en Latinoamérica. Salvo unos pocos, la mayoría son desconocidos y no es fácil promoverlos".

Es el viejo nuevo mundo del libro. Algunos son más pesimistas: "El mapa editorial se reordenará como el de los bancos, los supermercados...", dice Arturo Navarro, quien fuera miembro del directorio de la Cámara del Libro y director editorial de Planeta Chile. "El mundo del libro va como el mundo en general, proceso de concentración acelerado, decisiones editoriales con criterio de rentabilidad exclusivamente, marginación de opiniones literarias, editores dirigidos por economistas y financieros, segmentación de la oferta con el consiguiente deterioro cultural, y empresas que dependen de un par de grandes éxitos anuales para sobrevivir", cree Guillermo Schavelzon.

Y otros ponen paños fríos: "El panorama no es apocalíptico. De hecho, ahora menos que nunca. Jamás habíamos tenido tanto espacio para la diversidad. Aparte de las posibilidades que dan los libros electrónicos, siempre ha habido unas pocas editoriales más grandes, unas cuantas medianas y cada día surgen más editoriales más pequeñas. Algunas crecerán y otras no, pero matices y diferencias habrá siempre", cree Andrea Viu. Arturo Infante se suma: "El reordenamiento del mapa editorial no es un fenómeno nuevo y se da con cierta periodicidad. Para las editoriales de habla hispana el movimiento del mapa ocurrido hace una década fue tan importante como el que ahora se nos avecina".

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