lunes, marzo 10, 2014

De la ópera a "Cats"

El Mercurio

Este 13 de marzo se estrena en el Teatro Municipal de Las Condes la versión oficial del premiado musical "Cats", de Andrew Lloyd Webber. Y aunque será montado por los mismos productores de "El hombre de la mancha" y "Chicago", esta vez no serán actores quienes se paren en la línea de fuego, sino tres cantantes: la soprano Maribel Villarroel, el barítono Arturo Jiménez y el jazzista Andrés Zará. Aquí, explican cómo se enfrentaron a un musical que casi no conocían, pero que terminó enamorándolos.

Por Jimmy Gavilán  

Cuando una simple historia de gatitos se distorsiona, puede llegar a ser tan apasionante como un musical de Broadway. Por lo menos, eso consiguió Andrew Lloyd Webber cuando musicalizó los poemas de T. S. Eliot en 1981. Y es algo que ahora también se espera de la versión chilena del musical "Cats", que llega a la cartelera del Teatro Municipal de Las Condes este 13 de marzo. Un aterrizaje que trae maquillajes sicodélicos que cambiarán completamente la cara de los artistas; que pone en escena a bailarines que se apoyan en cuatro patas para imitar el ronroneo de los felinos; que muestra pelucas voluminosas que van y vienen en el escenario y que tiene a tres fuertes voces en la línea de fuego: la soprano Maribel Villarroel, el barítono Arturo Jiménez y el jazzista Andrés Zará.

Sin embargo, esta nueva apuesta, que sigue la línea de musicales como "El hombre de la mancha" (2009), "My fair lady" (2010), "Cabaret" (2011), "La novicia rebelde" (2012) y "Chicago" (2013), trae consigo una ambición más grande que las anteriores, pues no se trata de una historia central con canciones intermitentes, ni tampoco de un montaje donde los bailarines están a un lado y los cantantes en el otro. "Cats" es un musical de pies a cabeza. Y en él, todos deben cantar y bailar a la vez.

No por nada, el productor Enrique Inda decidió apostar por tres voces más cercanas al mundo de la música que al de la actuación para protagonizar la versión chilena.

-Por los niveles de exigencia corporales y vocales, yo diría que este es el musical más difícil que se ha hecho -dice la soprano Maribel Villarroel sentada en una de las salas de ensayo de la academia Projazz, lugar donde se armó la estructura de la obra-. Están apostando por profesionalizar este género. Este es el mayor desafío en términos artísticos. Yo no he tenido este nivel en los otros musicales. Y siento que no me puedo quedar un paso más atrás que los bailarines, aunque mi formación sea de cantante. Queremos transmitir algo muy bonito, pero muy bien hecho a la vez.

Primera lección: Aprender a maullar

En "Cats" ningún gato es angora, ningún gato es persa y ninguno tiene una pizca de linaje noble. Todos son callejeros y se las arreglan por sí mismos frente a sus enemigos. Tal como los 16 gatos que llegó a tener hace unos años Maribel Villarroel en su casa en San José de Maipo; tal como los que recogía Andrés Zará cuando era niño, e idénticos a los tres que tiene Arturo Jiménez en el centro de Santiago: Merlina, Simona y Samuel.

-Soy un amante de los gatos -cuenta Arturo-. Cuando recogí a mis tres gatos eran piñuflas, estaban todos piturrientos y míralos ahora, en qué están transformados -dice aludiendo a los animales que deambulan por el salón y que fueron traídos por Arturo especialmente para posar para esta foto-. Pasa que al final no importa de dónde vengan. Aunque sea de un basural, siempre van a tener una vida increíble sea donde sea que estén. Tienen esa elegancia.

En los últimos meses, desde que se incorporaron a "Cats", estos tres músicos han estado ensayando de lunes a viernes y durante jornadas de diez horas. De 10:00 a 19:00 horas. La misión: conseguir encarnar -con orgullo- al más rockero y galán de todos los gatos: Rum Rum Tugger; al más sabio y viejo de los gatos, quien decidirá al próximo elegido que ascenderá hasta el cielo: Old Deuteronomy; y a la gata que después de abandonar el lecho que la vio nacer acaba de regresar al basural: Grizabella.

-Ella es una gata muy inteligente -explica Maribel-. Muy sabia. Ella simplemente quiso ir a conocer un mundo más allá del basural. Y se le juzga un poco por eso. Pero tiene la fortuna de que después de todos los rechazos, Old Deuteronomy la elige a ella para ir a esta red sideral, para partir a otra vida. Es un poco la parábola del hijo pródigo.

Su cuerpo está dañado, sus rodillas flaquean y ya no tiene el brillo de la juventud en su mirada. Por eso, y para interpretarla, Maribel Villarroel sabe que la fuerza expresiva de su personaje descansa -fundamentalmente- en su cara y en los movimientos de sus manos. Por ello, y a pesar de que se ganó un lugar, aprendiéndose la coreografía y ensayándola con coraje, tendrá momentos de danza fuerte solo durante la apertura; el resto del tiempo no estará nunca en cuatro patas y no se moverá con la ligereza del resto.

-Estoy sacando todavía estos movimientos. Además, recién me di cuenta ayer de que me va a tocar cantar la canción que la gente quiere escuchar -dice nerviosa-. Cantar "Memory" es un privilegio. Aunque sea en español. Es algo que todas las cantantes siempre queremos hacer. Si hay algún concierto, tratamos de meterla como sea.

Por su parte, Arturo Jiménez es el encargado de mirar desde arriba a todos lo gatos, especialmente a Grizabella. Es el más viejo de todos, el gato-dios. Y sus brazos son muy importantes, muestran la sabiduría. Con ellos acoge y aúna a la manada.

-Cuando me llamaron para "Cats" no sabía mucho de la obra -dice Arturo-. Así es que la descargué, vi los primeros minutos y dije "qué voy a hacer aquí". No solo hay bailarines profesionales; en la obra hay acróbatas. Es súper elevado el nivel. Es súper complejo. Así es que pregunté altiro si yo tenía que bailar, y cuando me dijeron que no, dije "vamos".

Para "Cats" las audiciones fueron extensas y asistieron más de 100 personas a cada jornada. Y aunque tanto Maribel como Arturo y Andrés fueron convocados con anterioridad, no se libraron del proceso. "Yo he estado en la mayoría de los musicales de Enrique Inda. A mí me llamaron para ofrecerme el rol, pero de todos modos audicioné. Siempre es importante hacerlo, para ver si vas a rendir o no", cuenta Maribel. "A mí me lo ofrecieron directamente, yo les dijé: "No me sé la canción", y me dijeron "canta lo que sea", pero no tienes que bailar. Y quedé para hacer este rol", continúa Arturo. En el caso de Andrés, eran pocos los candidatos para personificar a Rum Rum Tugger, y recuerda que la respuesta de los jueces fue inmediata: "Estas pintado para el papel".

-Generalmente es divertido -agrega Andrés-, porque pensamos de forma parcelada. Audiciono canto, audiciono baile. No tenemos esa idea integrativa de los roles. Lo que más me ha costado es insertarme dentro del gato y alejarme de mí mismo. Soy jazzista y tengo que pararme habitualmente en escenarios. Y este gato no es un gato común. Es como un showman y está demasiado cercano a mí. Me tengo que preocupar siempre de no caer en mis propios clichés.

De la ópera al musical

Tan imponente e inmensa como la escenografía de la obra, diseñada para gatos a escala humana, es la barrera que han cruzado estos tres músicos. La del pudor a la hora de bailar.

-Yo estoy intentando vencerlo, estoy en eso -ríe Arturo Jiménez-. Mi corazón quiere entrar al training de bailarines, pero el pudor no me deja. Me ha costado.

-Lo bueno -agrega Maribel- es que acá hay mucha gente apasionada y el equipo humano es muy bueno. Todos nos apoyamos mucho. Pero el pudor que tenemos es atroz. Imagina -se ríe-: ¡Ponerse esas mallas que usan niñas que pesan 50, 60 kilos! Lo bueno es que nos dan confianza, y como artistas debemos olvidarnos de esas cositas que al final son tonteras.

-Hay que aprenderse esto de forma matemática, no tan militar -continúa Andrés-. Hay dos momentos de danza muy fuerte. El primero es la apertura, y no es la misma que la original. Esta es más difícil -bromea.

En las partituras del musical hay una mixtura de estilos que se verán en escena, como baile clásico, baile más contemporáneo, voces cercanas a la ópera -como la de Maribel y de Arturo- y otras más ligadas a lo popular, como la de Andrés Zará. Y eso -según ellos- es algo muy bonito de la obra.

-Esa separación entre lo clásico y lo popular es porque hay mucha tradición acá en Chile -explica Andrés-. Afuera ya no es raro ver a un lírico que después hace baladas. A Wagner, por ejemplo, le gustaba mucho mezclar, y suena increíble.

Arturo Jiménez reafirma una idea: la ópera ha tomado un giro distinto durante los últimos años. Ya no es la fórmula rígida y con escenografías tan pomposas -por lo menos no todas-, por lo que el tránsito hacia el teatro musical no es tan abrupto como podría pensarse.

-A veces uno siente que está marcando el paso, y cuando aparecen oportunidades como esta, uno está agradecido. Esto nos ayuda a adelantarnos a un género que se está teatralizando mucho más. Hoy, en algunos casos, te ponen un paño blanco, iluminación, unos cubos y el resto eres tú, el artista.

-En el mundo de la ópera no es bien visto que un cantante quiera explorar otra disciplina -reflexiona Maribel-. Si eres cantante pop, no eres de ópera; y si eres de la ópera, no te atrevas a hacer algo pop. Nosotros nos estamos aventurando y dándole un impulso a esta disciplina en el país. Estamos al fin del mundo, en un país muy pequeño, donde no hay tanto público para hacer temporadas por años como en Europa. Las escuelas de teatro musical de afuera son heavies. Ya quisiera verse un cantante de ópera si se las puede con clases de ballet todos los días. Por eso el nombre de un artista de musical en español significa triple amenaza. Porque actúan, bailan y cantan. Y si un artista no es capaz de ver que los artistas de teatro musical son secos, es porque algo le pasa.

-Llama la atención que ustedes tres hayan reconocido que no sabían mucho sobre "Cats". ¿Quizás porque no es tan cercano?

Andrés: Creo que básicamente no es un lenguaje muy nuestro. Es un lenguaje que obedece a la cultura americana. Tiene arquetipos que no son parte de la cultura chilena.

Maribel: Yo creo que no es tan cercano porque no hay una historia detrás. Son poemas musicalizados y eso nos da miedo, no tener ese soporte. Eso que da una historia más lineal.

Arturo: Yo creo que hay que verlo en vivo primero. Esto trata de gatos. Es una temática simple. Uno ve los distintos tipos de gatos que hay. Es una historia muy doméstica. A mí me encanta la canción final, donde explico al público la esencia de los gatos. Qué espera un gato. Y digo, dale un poco de salmón, dale un poco de caviar, porque los gatos de por sí son gourmet. Dales un poco de cariño, y mira cómo gozan mientras duermen. Al final eso es lo que queda. Uno piensa que son difíciles. La canción habla que tienen un carácter complicado, que son difíciles de tratar, pero resulta que no, que son muy simples. Y eso lo extrapolo un poco a los seres humanos. Realmente, con poquito, deberíamos ser tan felices.


"CATS".
Del 13 al 30 de marzo. Teatro Municipal de Las Condes. Entradas desde $25 mil.

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