Este es un blog que tiene como misión recopilar información o noticias sobre música chilena, la Industria musical y la industria cultural de nuestro país aparecida en diversos medios de comunicación. Por lo tanto los textos son propiedad de los medios y de los periodistas que encabezan cada nota.
lunes, octubre 31, 2016
Antes que sea tarde - Documental y Sountrack
Que relación tendrá esto con la música chilena?, pues nada; sin embargo creo necesario darle un espacio a este documental en este blog. Se que el documental fue acompañado por una potente emisión a nivel mundial el día de ayer, pero no esta demás compartirlo por lo importante del mensaje, por la excelente producción que hay detrás, ya hace años que Di Caprio entrega productos de calidad, como por la banda de sonido que acompaña el documental.
En la música pueden encontrar obras de Trent Reznor y Atticus Ross, Mogwai y el músico argentino Gustavo Santaolalla.
Les dejamos con el link del documental y mas abajo con el link de Spotify para escuchar la Banda de Sonido
domingo, octubre 16, 2016
TVN irrumpe en la música con la creación de su propio sello discográfico
El Mercurio
TVN Records busca inyectar contenidos musicales a los programas y plataformas de la señal pública. La Otra Fe, Carolina Soto y el puertorriqueño Franco El Gorila se cuentan entre los primeros artistas confirmados.
Cristopher Ahumada L.
Hace más de dos años, el gestor musical de TVN, Sergio Ruiz de Gamboa (en la foto), presentó a través de la gerencia de producción un ambicioso proyecto a la dirección ejecutiva de la señal estatal: la creación de un sello discográfico que permitiera inyectar contenidos musicales a la pantalla. La iniciativa inmediatamente generó interés en las autoridades y contó con el respaldo del directorio.
Sin embargo, el proceso no fue fácil y tuvieron que superar varios desafíos. Entre ellos, ampliar el giro del canal -cambio que permitió la aprobación de la Ley Corta de TVN en octubre de 2013- e inscribirse en la SCD como editorial musical. Finalmente, el proyecto aprobó todas sus etapas y comenzó su puesta en marcha hace una semana bajo el nombre de TVN Records.
Durante los últimos meses, el equipo también se dedicó a reclutar a los primeros artistas. El catálogo inicial lo integran el dúo romántico La Otra Fe, la baladista Carolina Soto, el ex integrante de Reggaeton Boys David Versailles y la banda de cumbia nortina Chumbekes. También destaca el artista de 15 años Gino Mella, Frank's White Canvas y el puertorriqueño Franco El Gorila. Varios de ellos han sido potenciados en el catálogo musical de la teleserie "El camionero".
-¿Por qué apostaron por estos nombres?
"Nuestro foco está en los nuevos artistas y en los que quieren retomar sus carreras. Esto parte con una estructura muy pequeña porque tampoco queremos caernos", responde Ruiz de Gamboa.
El ejecutivo agrega que el trabajo de producción tendrá una relación directa con la pantalla: "El objetivo central es tomar estos contenidos y adecuarlos a nuestras distintas plataformas. Queremos potenciar musicalmente las teleseries, el canal 24H, TV Chile, TVN.cl y la venta internacional de nuestros productos. Tenemos una oferta audiovisual muy variada y necesitamos un amplio abanico de estilos".
La oficialización de TVN Records se produce en un año complejo para la industria, tras el fin de CHV Música y el cierre del Sello Azul de la SCD.
-¿Qué determinó la decisión de apostar igualmente por una editorial musical?
"Este es un proyecto súper añorado. Hemos pasado por años duros y creemos que va ayudar a reforzar el nuevo concepto del canal de hacer una oferta diferente. Además, queremos romper ese paradigma obsoleto de que la música chilena no vende, porque el futuro está en lo digital".
Por ahora, TVN Records trabaja con empresas externas en la grabación y distribución -física en algunos casos- del material. Para el próximo año está planificada la construcción de un estudio en las dependencias de Bellavista para producir dentro del canal.
Olmué y alianzas internacionales
Para el Festival del Huaso de Olmué, el canal prepara una noche con los hits de "El camionero", interpretados por los artistas del sello, y evalúa lanzar un disco compacto de la banda sonora de la teleserie. Por otro lado, el equipo de TVN Records está en conversaciones con Televisa y Telemundo para generar sinergias musicales con artistas mexicanos y norteamericanos.
Harriet Eeles, la nueva batuta de las Semanas Musicales de Frutillar
El Mercurio
La inglesa llevaba años a cargo de los conciertos de extensión. En marzo asumió como la sucesora de Flora Inostroza y ahora anuncia los platos fuertes de la próxima edición del festival y las novedades que marcarán los 50 años del evento, en 2018.
Romina de la Sotta Donoso
La inglesa Harriet Eeles (1944) era funcionaria administrativa de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación). Habían vivido diez años en África, cuando su marido, chileno, le propuso en 1986 venirse a Frutillar.
"Inmediatamente me llamó la atención que un grupo de voluntarios fueran capaces de transformar un gimnasio en una sala de conciertos, y traer músicos de Chile y del mundo para conciertos de muy alto nivel. Era impresionante ver eso a mil kilómetros de la capital", recuerda.
"Escuché música clásica desde joven, y cuando estudié idiomas y secretariado en Londres empecé a ir a conciertos y a la ópera. Siempre me ha gustado mucho, pero como público nomás", dice, con un acento tan chileno como inglés.
Tras hacerse habitué de las Semanas Musicales de Frutillar se convirtió en socia de esa corporación cultural y hace 21 años la eligieron miembro del directorio: "Me ofrecí para trabajar en los conciertos de extensión; eran el pariente pobre del evento, aunque una de nuestras misiones es formar público".
Su gestión ha sido exitosa: ya no se ven salas a medio llenar -contaron 5 mil asistentes el verano pasado-, cada año se hacen más conciertos gratuitos -programaron 14 para el próximo verano-, y ahora también se dan clases magistrales. Tras la muerte, en febrero, de Flora Inostroza, quien fue presidenta de las Semanas Musicales por 47 años, Eeles fue elegida como su sucesora.
-¿Cuáles son los tres mayores desafíos de su cargo?
"Continuar haciendo cultura en regiones, acercándonos cada vez más a la comunidad; preparar la celebración de los 50 años, en 2018, y postular a Frutillar para que la Unesco la reconozca como ciudad creativa de la música".
-¿Quieren extenderse geográficamente para los 50 años?
"Sí, queremos que sea una fiesta nacional, compartir esta celebración en más lugares de Chile. Para eso necesitamos contar con todos nuestros colaboradores, nuestros aliados hace más de 30 años, la Fuerza Aérea de Chile y la Universidad de Chile, y los auspiciadores fieles que son Nestlé, Kaufmann y el Banco Santander; los nuevos, la municipalidad y el Teatro del Lago".
-¿Hay dificultades al trabajar en cultura en las regiones?
"No lo veo como una dificultad. Tenemos tremendo apoyo ahora, con los distintos instrumentos del Estado. La Ley de Donaciones Culturales está abierta a empresas en cualquier parte del país, y en el Consejo de la Cultura hay concursos importantísimos. Las dificultades se están superando en cuanto al financiamiento, pero debemos profesionalizar la gestión cultural. Estamos postulando al concurso para Otras Instituciones Colaboradoras del Consejo de la Cultura".
Además, hace un mes formaron un comité de programación, al que se sumó Cristina Gallado-Domâs: "Es nuestra nueva asesora musical, ya estamos trabajando con ella para los 50 años". El comité también lo integran Fabrizzio Denegri y Ernesto Atenza, director y clarinetista de la Banda Sinfónica de la FACH, respectivamente, e Iván Vergara, productor de la Sinfónica.
-¿Se echa de menos a Flora Inostroza en Frutillar?
"Claro que sí. Aprendimos mucho de ella y ahora tenemos que llevar adelante las Semanas Musicales de Frutillar y prepararnos para los próximos 50 años".
Las novedades para la edición 2017
La versión 49a de las Semanas Musicales de Frutillar se realizará entre el 27 de enero y el 5 de febrero, y la programación ya está en SemanasMusicales.cl.
Se destacan dos programas de la Banda Sinfónica de la FACH: uno inglés, con "Los Planetas" (Holst), y otro en el cual actuarán con Los Jaivas.
La Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil y Rodolfo Fischer abordarán varios desafíos: la Octava de Dvorák, el Concierto para orquesta, de Bartók, y "Plegaria para orquesta", del chileno Tomás Brantmayer.
La Orquesta Sinfónica de Chile, en tanto, invitó al joven director Helmuth Reichel, y juntos tocarán la Quinta de Tchaikovsky y la Novena de Beethoven. También harán un "Festival Strauss".
"Es algo que siempre nos pide el público. Igual que el jazz; el 25% de nuestros encuestados lo echaban de menos", dice Eeles. Y, por eso, el mismo día actuarán el Manuel Páez Trío (Chile) y el Eric Byrd Trio (EE.UU.).
El piano tendrá bastante presencia: Polonia traerá al virtuoso de 21 años Szymon Nehring, y Luis Alberto Latorre y Tamara Buttinghausen presentarán el arreglo para cuatro manos del propio Stravinsky de "La Consagración de la Primavera". Además, el ganador del concurso de piano "José Jacinto Cuevas", de México, dará un recital, igual que el primer premio del Concurso "Dr. Luis Sigall", que este año corresponde a chelo.
El poeta Bob Dylan en la carretera
El Mercurio
Leyenda viva de la música popular, desde el jueves el músico estadounidense también es oficialmente un literato. Así lo acreditó la Academia Sueca al cambiar las reglas y otorgarle el Nobel de Literatura. Pero la poesía ya estaba: desde los 60 hasta hoy, Dylan ha escrito buscando respuestas que no están.
Roberto Careaga C.
"Practico una fe abandonada hace tiempo/ No hay altares en esta larga y solitaria carretera", cantaba Bob Dylan (1941) hace 10 años, en la sombría Ain't talkin'. Tenía 65 años y volvía a dar vueltas por el mundo, esta vez por uno "agotado por la congoja". Era un peregrino solitario desgastado por el llanto, que avanzaba por ciudades asoladas por la plaga, cargando "la armadura de un hombre muerto". Había salido del "jardín místico". "Sin hablar, solo caminando/ El corazón ardiendo, todavía anhelante", cantaba una y otra vez, citando dos líneas de un gospel de los 50. "¿Quién dice que no puedo recibir ayuda divina?", se preguntaba, pero terminaba sin respuestas en el último lugar del mundo, desde donde el jardinero había desaparecido.
La canción cerraba "Modern times" (2006), quizás su último gran disco. Su típica voz rota se oía aun más oxidada. Era el tiempo que, a esas alturas, Dylan ya sabía manejar a su favor: las elegantes 10 canciones del álbum están hechas sobre una serie de citas a viejas tonadas del blues, el country e incluso del jazz. Llegaron a caerle acusaciones de plagio, pero él solo echaba mano del patrimonio de los ancestros. Eran los ritmos de siempre y acaso también era el Dylan de siempre: alguien que ha estado en todos lados ("No puedo volver al paraíso; maté a un hombre ahí"), y aunque sabe exactamente lo que pasa en el mundo, sigue buscando una respuesta que no llega nunca.
Cuando lanzó aquel disco, Dylan se sentó con el escritor Jonathan Lethem y le respondió varias preguntas para la revista The Rolling Stone. Se explayó con detalles en los asuntos propiamente musicales, pero cuando llegó el momento de hablar de las letras pisó el freno: "No escribí estas canciones en un estado de meditación, sino en una especie de trance, en un estado hipnótico. ¿Es así como me siento? ¿Por qué me siento así? ¿Y quién es ese yo que se siente así? No puedo decirlo. Pero sé que esas canciones están en mis genes y no pude detener que salieran", dijo. Y luego agregó: "Simplemente dejo que las letras aparezcan, y cuando las estoy cantando, parecen tener presencia ancestral".
Le pasó siempre. A inicios de 1962, recién instalado en Nueva York, con 21 años, Dylan sufría de "ráfagas de creatividad": podía ir en el metro, estar hablando con alguien, en cualquier parte, cuando de pronto se le ocurría una canción. Le pasó la tarde del 12 de abril de ese año, en una cafetería de Greenwich Village. Después de juguetear por casi una hora con las palabras y la guitarra, tenía lista "Blowin' in the wind". Su primer himno. Décadas después, un periodista le preguntó de dónde había venido la canción: "Simplemente vino".
Escurridizo y distante, Dylan lleva medio siglo reiventando una y otra vez el sonido tradicional estadounidense y, a la vez, construyendo un estilo personal. También, renunciando a todos los papeles que se le piden: a ser el portavoz de la contracultura de los 60, a ser una estrella de rock, e incluso, a ser un poeta. Pero sobre lo último ya está el veredicto: el jueves pasado, la Academia Sueca le entregó el Premio Nobel de Literatura, argumentando que "había creado una expresión poética dentro de la gran tradición de la canción americana". La secretaria del organismo, Sara Danius, fue más lejos y lo comparó con Homero y Safo, quienes escribieron textos poéticos para ser dramatizados o interpretados musicalmente: "Y aún hoy los leemos y los disfrutamos. Es lo mismo con Bob Dylan: puede ser leído y debe ser leído", dijo.
La explosión
Convocado por el Presidente Bill Clinton, en 1997, Bruce Springsteen subió al escenario del Kennedy Center para homenajear a Dylan. "Esta canción -dijo- fue escrita en un momento de la historia de mi país cuando la ansiedad del pueblo por una sociedad más justa y abierta explotó. Bob Dylan tuvo el valor de levantarse durante ese fuego y atrapó el sonido de esa explosión. Esta canción permanece como un bello llamado a las armas". Luego empezó a cantar "The times they are a-changin'".
La canción, que abre y titula el tercer disco de Dylan, de 1964, sintetiza el momento que atravesaba. Tenía 23 años, una canción que se oía en todos los rincones de Estados Unidos -"Blowin' in the wind"- y estaba dispuesto levantarse durante el fuego: "Vamos, senadores y congresistas, por favor presten atención a la llamada. No se queden en la puerta, no bloqueen la entrada. Hay una batalla ahí fuera, y es atroz. Pronto sacudirá vuestras ventanas, y hará vibrar vuestras paredes, porque los tiempos están cambiando", decía dramático y frontalmente político. Según anotaron Philippe Margotin y Jean-Michel Guesdon, en el libro "Bob Dylan. Todas sus canciones", por esos días el músico escribía poemas "bajo el influjo épico de los textos bíblicos, la estética de los simbolistas franceses y la contracultura de la generación beat" que luego transformaba en canciones de protesta.
Dylan había llegado desde Duluth, Minnessota, hasta Nueva York, en 1961, siguiendo los pasos de su ídolo, Woody Guthrie, un legendario trovador político y social folk que por esos días estaba internado en un siquiátrico. Estaba tan obsesionado con él que le llevó una canción para que la aprobara: "Song for Woody", una de las dos composiciones originales de su primer disco -"Bob Dylan", 1962-, el resto eran versiones de temas tradicionales. Por entonces, privilegia una escritura sencilla y directa, como luego será "Blowin' in the wind", que aparentemente cita el Libro XII de Ezequiel de la Biblia. El alma de profeta lo siguió hasta "The times they are a-changin'", acaso la canción que lo saturó del papel.
El caos
Al día siguiente del asesinato de J. F. Kennedy, Dylan estuvo en un recital en Nueva York que tenía obvias resonancias a la tragedia. Abrió su show con "The times they are a-changin'", y aunque fue un éxito instantáneo, para él no todo calzó: "No entendía por qué me aplaudían, ni siquiera por qué había compuesto aquella canción. Ya no entendía nada", dijo años después. Dylan escapó de ese rol político empuñando una guitarra eléctrica y escoltado por un nuevo amigo, Allen Ginsberg, y compuso su trilogía más brillante: los álbumes "Bringing all back home" (1965), "Highway 61 Revisited" (1965) y "Blonde on Blonde" (1966). Ese nuevo Dylan, con 25 años, no anda buscando respuestas: se hundía en el caos.
El influjo de los beat aparece en "Subterranen Homesick Blues" o "Maggie's Farm", canciones de protesta urbanas y explosivas, que no solo protestan contra el sistema político: "Tengo la cabeza llena de ideas/ Que me están volviendo loco", cantaba en la segunda, y algo de eso estalló en "Tombstone Blues". La canción por la que lo admira Nicanor Parra es el relato del turbulento movimiento de la historia narrado al estilo surrealista: aparece Beethoven, el cineasta Cecil B. DeMille, Jack el Destripador y una serie de revolucionarios y forajidos estadounidenses. El tono sigue en las líricas del disco "Blonde on Blonde": "Dentro de los museos, el infinito se va a juicio./ Las voces repiten que debería llegar la salvación./ Pero Mona Lisa debe haber tenido nostalgia de la carretera./ Se ve por el modo en que sonríe", dice en la fantástica "Vision of Johanna".
No es fácil atrapar a Dylan: mientras hace esos discos salvajes, graba decenas de temas que van a ser descartados, no todos en el mismo tono. Entre ellos, "Farewell, Angelina", nada más que con guitarra y armónica. Es el relato de una despedida: "Adiós, Angelina, los cascabeles de la corona fueron robados por los bandidos, debo seguir el sonido de los triángulos y la lenta melodía. Adiós, Angelina, el cielo está en llamas y debo irme", canta en el inicio, anunciando el inicio de otra cosa. Y va a pasar: Dylan va a ser otro.
Contando historias
El 29 de julio de 1966, Dylan avanza por una carretera sobre su motocicleta Triumph 500 cuando algo sale mal. Rodeado de rumores que el artista jamás ha aclarado, el accidente marcó un quiebre en su vida. En la cima de su carrera, Dylan pasó los 15 meses de su recuperación en su casa en Woodstock, alejado de la vida pública. Pero no de la música. Llegó a grabar 138 canciones con The Band, un grupo de amigos con quienes iban de subterráneo en subterráneo, armando temas nuevos, cubriendo clásicos del folk y el country. Una de esas canciones es "This wheel's on fire", quizás el relato del accidente, pero que Dylan transforma en algo mayor: "Nos íbamos a reunir de nuevo y esperar/ así que me desharé de todas mis cosas/ me sentaré antes de que sea demasiado tarde./ Ningún hombre vivo vendrá con nosotros", dice como si hablara con la muerte.
El tumultuoso letrista que fue Dylan va a evaporarse. Se va a convertir en un relator de historias, a veces las suyas: el aclamado álbum "Blood on the tracks" (1975) está hecho de las historias de un hombre herido que cuenta su derrota, como si contara cuentos en la barra de un bar. Tenía 33 años. Según él, su modelo fue Chéjov. "Creyeron que era autobiográfico", dijo, y quizás lo era. "La única cosa que supe hacer/ fue huir hacia delante, como un ave que vuela/ envuelto en la tristeza", canta abatido en "Tangle up in blue". Su esposa, Sara, lo ha dejado.
En adelante la ruta lírica de Dylan va a tener varias vetas, pero seguirá contando historias hasta el final. El disco "Desire", 1976, está lleno de relatos de vidas reales, como la canción "Hurricane", sobre el boxeador Rubin Carter, acusado injustamente de un triple homicidio. O "Joey", sobre Joey Gallo, un mafioso que escribía poesía y a Dylan, más que un delincuente, le parecía un héroe callejero. El tópico lo volvió a tomar en "Tempest", su último disco: "Early roman king" es una idealización de una pandilla que hizo estragos en el estado de Nueva York en los 60: "Aún no he muerto, mi campana todavía suena", canta Dylan entonando un blues clásico. "He tenido mi diversión, he tenido mis aventuras amorosas./Voy a sacudirlo todo como los primeros reyes romanos", sigue.
Dylan sigue ahí, dispuesto a sacudirlo todo, pero la oscuridad lo acecha. Con el poema "Oda a un ruiseñor", de John Keats, como eco de fondo, en 1997 escribió la canción "Not dark yet". Tenía 56 años y ya veía el horizonte. No sabía cómo había llegado adonde estaba: "Nací aquí y voy a morir en contra de mi voluntad./ Ya sé que parece que me marcho/ pero estoy quieto./ Cada nervio de mi cuerpo está ausente e insensible./ Ni siquiera recuerdo/ de qué vengo huyendo./ Ni siquiera oigo el murmullo de una oración./ Aún no ha oscurecido/ pero no va a tardar".
Bob Dylan: El cancionero personal más grande de Norteamérica
El Mercurio
Articulador de tradiciones musicales como el blues, el folk y el country, su obra trasciende el poder de las letras para ser el gran puente narrativo de los últimos cincuenta años.
John Pareles, crítico musical de The New York Times
¿Por qué se demoraron tanto?
Esa es la única pregunta que hay que hacerle al comité que finalmente escogió a Bob Dylan como Premio Nobel de Literatura 2016.
No es que un nuevo trabajo finalmente logró lo que parecía imposible. Dylan ha sido reconocido por todo quien ame las letras -sin mencionar a la música- desde los sesenta, cuando al poco tiempo de haber aparecido recibió un adjetivo para denominar su propia escuela literaria y musical: Dylanesco. Su último disco con canciones originales fue "Tempest" de 2012, y luego de eso ha estado rindiéndole tributo al Gran Cancionero Norteamericano anterior al pop y al rock, como ha sido su disco de covers de Sinatra.
Sin embargo, no hay cuestionamientos de que él mismo ha creado, por su propia cuenta, un cancionero americano grandioso: un e pluribus unum ("de muchos, uno") lleno de momentos de alto vuelo y a la vez hogareño, narrativo e imaginativo, erudito y terrenal, romántico y cortante, devoto e iconoclasta, acusador y oracular, personal y universal, compasivo e implacable. Su ejemplo ha enseñado a escritores de todo tipo -no solo a poetas o novelistas- sobre estrategias de escritura con gran claridad y libre asociación, poniendo énfasis en la brevedad telegráfica o estados de ánimo ambiguos.
Un obstáculo para el reconocimiento de la calidad literaria de Dylan -aunque finalmente le dieron el Pulitzer en 2008 y el premio de la Academia Americana de las Artes y las Letras en 2013, y ahora el Nobel-, ha sido que él es un compositor, por lo que sus palabras se escuchan mejor con su música. Otro problema es que su voluminosa obra incluye algunas escorias desechables. Ambos postulados son absolutamente ciertos, ¿y qué?
El material bueno de Dylan, en toda su abundancia, es igual de envidiado que el de muchos escritores que solo trabajan sobre el papel. Tal como cualquier figura literaria que haya emergido en el siglo XX, él ha escrito palabras que han resonado en todas partes: citado por revolucionarios y presidentes, vociferado por manifestantes, estudiado por eruditos y llevado al corazón en un sinnúmero de momentos privados.
Al igual que tantos poetas amados por la academia como Ezra Pound o T.S. Elliot, Dylan se ha colocado a sí mismo en un continuo literario donde se concentran las alusiones y los significados se amplían. Pero hace medio siglo, donde los guardias de la cultura diligentemente ponían límites entre lo que era el alto y bajo conocimiento, Bob Dylan no solo sacó sus alusiones de la literatura occidental, pero también del blues y las noticias, alegremente golpeando sus cabezas juntas. En "Stuck Inside of Mobile With the Memphis Blues Again" puso a Shakespeare en un callejón. Él apuntó directo hacia algunas de sus fuentes: Woody Guthrie, Robert Johnson, Arthur Rimbaud, la Biblia, los Beats, y sobre todos, los escritores anónimos y los narradores del folclore que contaban las historias que ellos habían escuchado. Él juntó y citó a muchos otros, transformándose en un pionero posmoderno y, eventualmente, en algo como una suerte de internet conformada por un solo hombre. Dylan se transformaría casi de forma instantánea en una fuente de aforismos y alusiones, un escritor que otros escritores usarían para escribir, hasta que, generaciones después, sus innovaciones llegaría a ser parte de la herencia estadounidense.
Es un lugar común -pero uno verdadero-que existe una línea de Dylan para cada ocasión, y otro lugar común es que una frase de alguna de sus canciones puede describir una situación décadas después de que fue escrita: A través de los años, sus enigmas se han transformado en profecías. En el intertanto, el hecho de que sus palabras estén escritas para ser cantadas, que son emanaciones físicas de aire, tono y articulación, usualmente le agrega una disciplina adicional: la edición rigurosa que está impuesta en la tradición oral. Aquí no hay espacio para los paréntesis, pies de página o explicaciones, pero sí hay rimas. Líneas como esta, sacada de "Isis", combinan el tono de las cintas de film noir con el rigor de las pruebas matemáticas:
"She said, 'Where ya been?'. I said, 'No place special'. She said, 'You look different'. I said, 'Well, not quite'. She said, 'You been gone'. I said, 'That's only natural'. She said, 'You gonna stay?'. I said, 'Yeah, I jes' might'".
("Me dijo, '¿Dónde has estado?' Yo le dije, 'En ningún lugar especial'. Me dijo, 'Te ves diferente'. Yo le dije 'Bueno, no tanto'. Me dijo, 'Tú te has ido'. Yo le dije, 'Eso es solo natural'. Me dijo, '¿Vas a quedarte?' Yo le dije: 'Sí, quizás lo haga').
Las canciones de Dylan adquieren mayor kilometraje y más significados con cada inflexión que les da sobre el escenario de su tour que nunca acaba. Él puede afilarles sus púas, desentrañar sus emociones mixtas e infundirles pasión e ironía, constantemente rescatándolas de su propia familiaridad, constantemente recargando su reputación, como si ya no hubiese ganado todo. Pero con todo lo que ha escrito, toda canción debe ser fuerte, casi monumental, para merecerse un lugar en uno de sus shows.
El sitial de Dylan en la literatura -la forma como dibujó a partir de la música folclórica y su conservacionismo colectivo su propio cambio de paradigma personal- estaba claro antes de que el establishment literario se dignara a reconocerlo. El Nobel no tiene por qué certificar a Dylan; medio siglo de literatura ya ha hecho eso. De todas formas, mejor tarde que nunca.
Dylan desde Chile
Eduardo Gatti
Cantautor y miembro fundador de Blops
"A Dylan lo escuché por primera vez a los 16 años. Y, para mí, fue como una revelación. Él me hizo darme cuenta que se podían hacer buenas letras, que no solamente tuvieran sentido para uno, sino que también para la gente. A los 20 años, cuando yo compuse 'Los momentos', obviamente, había algo de eso: la influencia de letras que reflejaran algo real".
Canción favorita:
"A hard rain's a-gonna fall".
Disco favorito: "'The freewheelin' Bob Dylan' (1963). Creo que es el álbum más redondito".
Gonzalo Planet
Bajista de Matorral
"Dylan generó una escuela de cantautoría rica y diversa tremendamente influyente para varias generaciones, y quizá el rumbo que tomaron los Beatles a mediados de los años 60 no habría sido el mismo sin el impacto que les causó su obra".
Canción favorita: "'The times they are a-changin'' logra sintetizar una era de cambios clave del siglo XX".
Disco favorito: "'Highway 61 revisited' (1965). Un disco memorable por el arrojo de ampliar la tradición folk hacia la electricidad".
Juan Mateo O'Brien
Cantante y fundador de Los Vidrios Quebrados
"Yo estaba en París, en 1964, cuando leo que Jean-Paul Sartre y Simone De Beauvoir estaban postulando a un tal Bob Dylan al Premio Nobel de Literatura por sus letras. Yo nunca había lo escuchado y, como venía de vuelta a Chile por Nueva York, paré en ese lugar y me compré 'The freewheelin' Bob Dylan'. Lo que siempre me ha influenciado es su idea de que la persona que canta a un público tiene una responsabilidad respecto a ese público y a lo que dice. Eso viene de Dylan: escribir cosas que tengan contenido y sentido, aunque sean cosas de amor, pero hacerlas con cariño y seriedad".
Canción favorita: "Mr.Tambourine man".
Disco favorito: "Blonde on blonde" (1966).
Patricio Manns
Músico, novelista, ensayista y poeta
"Con 'Blowin' in the wind' cambia radicalmente la estructura de las canciones populares. Dylan muestra un acendrado compromiso con el hombre, contrariamente a las canciones estadounidenses, con excepción de algunas canciones de jazz como 'Strange fruit'".
Canción favorita: "'Blowin' in the wind".
Disco favorito: "Nunca recuerdo los discos por su nombre, solo canciones".
Nobel para Bob Dylan: "Cuántas veces debe un hombre levantar la vista..."
El Mercurio
"Los tiempos están cambiando, quizás", dijo Sara Danius, la secretaria de la Academia Sueca, al anunciar al cantautor estadounidense como ganador del galardón. Figura central de la cultura de EE.UU. de los últimos 50 años, Dylan es el primer músico en ganar el Nobel de Literatura.
ROBERTO CAREAGA C.
Venía llegando a Nueva York. Tenía 20 años; corría junio de 1961. Convenció al dueño del Cafe Wha? -un bar del Greenwich Village-, y se subió al escenario con una guitarra y una armónica. Tras una canción, Bob Dylan contó en lo que andaba: "He estado viajando por el país, siguiendo las huellas de Woody Guthrie". Era cierto. No solo había llegado literalmente hasta el psiquiátrico donde residía el influyente compositor folk estadounidense para presentarle sus respetos, pues también estaba haciendo canciones que seguían el estilo político y social de Guthrie, como si él también fuera un trovador errante que en un par de líneas pudiera atrapar el sentir de su tiempo. Después vinieron los himnos, la protesta, el rock. Después, Bob Dylan se convirtió en un ícono.
Figura omnipresente de la música popular de los últimos 50 años y la más escurridiza encarnación de la contracultura norteamericana, ayer Dylan volvió a romper los moldes: por "haber creado una expresión poética dentro de la gran tradición de la canción americana", la Academia Sueca le otorgó el Premio Nobel de Literatura 2016. Si el año pasado el galardón ya había esquivado la literatura tradicional al premiar el periodismo de la bielorrusa Svetlana Aleksiévich, ahora prácticamente redefinió los límites de lo literario: el papel y la tinta no son para lo que escribe el poeta Dylan, sino para acompañar una melodía que cantar. "Los tiempos están cambiando, quizás", dijo Sara Danius, la secretaria de la Academia, citando una famosa canción del premiado.
O quizás no han cambiado tanto: "Si miramos para atrás, bien atrás, uno descubre a Homero y Safo, que escribieron textos poéticos o piezas que estaban hechas para ser escuchadas, representadas, a veces acompañadas con música. Y aún hoy los leemos y los disfrutamos. Es lo mismo con Bob Dylan: puede ser leído, y debe ser leído", agregó Danius mientras el mundo literario se sobreponía a la sorpresa: a 23 años de premiar al último autor estadounidense, la novelista Toni Morrison, la Academia ignoraba a narradores como Philip Roth o Don DeLillo, y en vez de optar por algún poeta como John Ashbery o Charles Simic, optaba por un rockero.
Pero su peso literario ya parece fuera de discusión, pues desde 2013 es miembro de la American Academy of Arts and Letters. Es el único músico de rock entre ese grupo de autores. Antes, claro, estuvo junto al poeta Allen Ginsberg, un cómplice de los 60 y que en 1996 declaró su admiración por el músico en la primera postulación oficial al Nobel: "Dylan es uno de los más grandes bardos y juglares norteamericanos del siglo XX, y sus palabras han influido en varias generaciones de hombres y mujeres de todo el mundo", dijo.
Volviendo a casa
Nacido 1941 en Duluth, Minnessota, fue bautizado en las tradiciones judías como Robert Allen Zimmerman. Primero se cambiaría el nombre; años después cruzaría al catolicismo. Formado mientras estallaba el rock and roll, Dylan encontró en el folk el soporte para su estilo. Sus primeros shows en Nueva York estaban hechos de un repertorio de clásicos rurales, como también su primer disco ("Bob Dylan", 1962), que solo tiene dos canciones propias. "Cuántas veces debe un hombre levantar la vista / antes de poder ver el cielo", cantaba en su clásico "Blowin in the Wind", que escribió en abril de 1962, aún bajo el influjo de Woody Guthrie.
Según el mismo Dylan, sus raíces son más profundas: "Mis canciones son como cuentos de misterio, de esos que vio Shakespeare al crecer -creo que así de lejos se podría rastrear lo que hago-. Estaban en los márgenes entonces, y creo que están en los márgenes ahora. Y suenan como si hubieran estado en tierra dura".
La lírica de Dylan tiene también ecos literarios: desde el evidente Dylan Thomas, de donde sacó su nombre y una dramática oscuridad, hasta Arthur Rimbaud, pasando por innumerables citas bíblicas. Parte del tono de sus primeros discos proviene de ahí, y le dieron una sustancia al folk político de discos como "The Freewheelin' Bob Dylan" (1963) y "The Times They are a-Changin'" (1964). Pero luego, y mientras cambiaba la guitarra acústica por una eléctrica, su lírica se volvió literariamente más densa, caótica, claramente influida por los poetas beat . En esos días empezó a escribir "Tarántula" -publicada finalmente en 1971-, una novela inconclusa hecha de largas improvisaciones que citaba a William Burroughs y Jack Kerouac.
De ese periodo proviene la canción que hizo que Nicanor Parra lo reverenciara, "Tombstone blues" (1965), que dice: "My father is in the factory and he has no shoes (mi padre está en la fábrica y no tiene zapatos/ my mother is in the alley looking for food (mi madre está en el callejón buscando comida)/ and I'm in the kitchen with the tombstone blues (y yo estoy en la cocina con los blues de la lápida)". Según dijo Parra el año 2000, "con esos tres versos Dylan se hace acreedor a todo. (...) Es realismo real, con la fábrica, el callejón y la cocina, donde está el niño solo con los thumbs blues".
"Llegué a basar un disco entero en las novelas de Chéjov. La prensa pensó que era autobiográfico", dijo alguna vez Dylan sobre "Blood on the Tracks" (1975), un disco de un hombre sentimentalmente herido que con 34 años ya había hecho y desecho un estilo, adentro y fuera del folk y el rock. Y, también, le había dado la banda sonora a los convulsionados 60. Le quedaba aún la mitad de su carrera. Es cierto que pasó décadas haciendo discos menospreciados por la crítica, pero desde mediados de los 90 ha tenido un renacer musical; y de parar, ni hablar: desde fines de los 80 está embarcado en el Never Ending Tour, una gira literalmente sin fin que ya lleva 3 mil conciertos en todo el mundo. De hecho, esta noche vuelve a tocar en el festival Desert Trip.
Heredero consciente de una tradición musical americana, este año Dylan publicó "Fallen Angels", un disco de versiones de canciones interpretadas por Frank Sinatra. Suspendió su larga exploración en torno al rock, un viaje que cristalizó en "Crónicas. Volumen 1" (2005), una memoria que reveló que era un narrador fino y de una sencillez luminosa. El libro tenía algo más: rastreando sus orígenes musicales en los 60 y sus inicios como compositor, Dylan aparecía buscando una identidad en la tradición. Aún parece seguir en ese tránsito: "No tenía realmente ninguna ambición. Nací muy lejos de donde se supone que soy, y entonces estoy en camino a casa", le dijo a Martin Scorsese en 2005 para el documental "No Direction Home".
Para la Academia Sueca, en ese movimiento creó un lenguaje nuevo; para Raúl Zurita, nos llevó de vuelta al origen de la poesía. "Este es el Nobel más crucial que se ha dado en los últimos 20 años. Su obra desborda la parcelación de los campos de la literatura, para volver a lo antiguo. La poesía nació con el canto, y eso es lo que retoma en toda su magnitud la obra y la poesía de Bob Dylan. Ha reflejado como nadie nuestro tiempo", dice el escritor.
Paula Miranda Académica de la UC
"Se le ha considerado como alguien que tiene una trayectoria parecida o paralela a Violeta Parra. Ambos son catalizadores de muchos géneros, de las tradiciones más populares y folclóricas, y también de tradiciones de la cultura del espectáculo. Para ellos no hay límites entre lo culto y lo popular, lo oral y lo escrito; el arte es uno solo, y es de la palabra, finalmente".
Sergio Parra Dueño de la librería Metales Pesados
"Creo que es lo mejor que puede pasar. La gente no tiene que salir corriendo a las librerías a buscar un libro de alguien que no conozca, va a prender la radio y ahí va a estar. Es algo que todos conocen, es parte del imaginario cultural de una sociedad... Escucho a Bob Dylan todos los días".
Óscar Hahn Poeta y Premio Nacional de Literatura 2012
"El mérito de la Academia es validar la idea de que hay letras de canciones que son verdaderos poemas y que merecen ser reconocidas como parte de las artes literarias. Me alegra particularmente que la Academia Sueca haya tenido el coraje de premiar a Bob Dylan".
Camilo Marks Crítico literario
"La Academia Sueca está cambiando. El año pasado se lo dieron a una periodista, a una cronista, y ahora a un cantante; entonces, está reconociendo que la cultura popular es también cultura".
Manuel Silva Acevedo Poeta y Premio Nacional de Literatura 2016
"'Blowin in the Wind'... es lo que hacemos los poetas contra viento y marea".
Fernando Ubiergo Cantautor
"Es una señal potente, porque implica una mirada diferente respecto de un arte. Creo que el texto de una canción no es poesía, tiene elementos de esta, pero es palabra oída, no leída, y es un género que no ha sido lo suficientemente reivindicado. Por lo tanto, que le den un premio a Dylan por la lírica de sus canciones es un hecho notable. Hay un mirada a un músico que hace un oficio que jamás fue considerado para ganarse un premio".
Rafael Gumucio Escritor
"A través de él premian a la generación beatnik , que fue su inspiradora y que nunca recibió el premio. Ginsberg, Kerouac, Burroughs, ninguno recibió ningún premio o muy pocos. A través de Bob Dylan, se premia a toda una generación, a toda una forma de hacer poesía".
Hernán Rojas Productor musical
"Muchas de sus canciones son verdaderos himnos. Finalmente, este premio tiene que ver mucho con la misión del Nobel de crear un mundo mejor. Hay valores que son claves acá, como el respeto, la paz, el bienestar, y la paz espiritual y mental de las personas".
Claudio Bertoni Poeta
"Me impresiona que le den el Premio Nobel de Literatura. Lo hallo saludable por un lado, pero puedo pensar en 10 nombres de poetas norteamericanos que realmente se lo merecen más que él. En Chile, la poesía de Parra es simplemente superior. Pensé: si se lo dan a Dylan, cómo no se lo dieron a Ginsberg. Dylan es inexplicable sin Ginsberg".
Juan Pablo González Musicólogo
"Si bien hubiera preferido que nuestro Nicanor Parra finalmente lo hubiera recibido, se trata sin duda de un gran acontecimiento, y no solo para nuestra concepción de la literatura, sino que del propio arte... Fue justamente Dylan, a mediados de los años sesenta, junto a Los Beatles y a los rockeros británicos en general -en quienes influyó-, que empezaron a desarrollar una práctica literario-musical de aspiración artística".
El espejismo del pasado en su viaje al desierto
Era el timbre que le faltaba a la cita de leyendas del rock. El Desert Trip inesperadamente iniciará hoy, en Indio, California, su capítulo final abriendo con la presencia de un Nobel de Literatura. La mística que buscaba un espectáculo que congregó a los íconos vivos más trascendentes de la música popular llegó finalmente de la mano de las letras y no de un sonoro riff de guitarra.
Bob Dylan comenzó esta cumbre justo una semana atrás, mirando hacia su pasado más aplaudido, su rico catálogo de la década del 60, donde sus letras se enriquecieron cuando su camino lo llevó a tropezarse de frente con los poetas beat . El repaso de una prosa determinante dentro de la designación que anunció la Academia Sueca ayer.
El repertorio de la voz de "Like a Rolling Stone" sorprendió en el festival. El arisco cantautor, que en sus últimos discos hizo su propia interpretación de sus canciones favoritas de Frank Sinatra, apareció regalando un set dedicado a su período más clásico. Temas como "Rainy Day Women # 12 & 35", "Don't Think Twice, It's All Right", "Highway 61 Revisited" y "It's All Over Now, Baby Blue", fue la serie con la que sorprendió en el comienzo, no solo por representar una concesión a lo que venía haciendo en vivo en sus últimos años, cuando este cancionero estaba prácticamente borrado, sino que por acercarse a la fidelidad en que fueron concebidas a mediados de los 60. Esto también había sido olvidado, sometiendo sus canciones a un duro filtro, donde estructuras y acordes terminaban entregando una canción completamente diferente.
También su voz apareció más clara en este espejismo del desierto, que devolvió al escenario a un Dylan menos rasposo, aunque igual escondido en la penumbra: sin aceptar fotos durante su show y con apenas algunos instantes en las monumentales pantallas gigantes del festival. Su presencia fue, para la gran mayoría de los 75 mil asistentes que lo vieron -o escucharon-, la noche del viernes pasado, un espectro sonoro de una época irrepetible; un wurlitzer que se activó para tocar lo mejor de su obra y cumplir una tarea que se apagó sin saludo de entrada ni anuncios de despedida -solo abrió su boca para cantar-, cuando recién cumplía con una hora y media de actuación.
Transversal
Bob Dylan también ha sido premiado con más de diez Grammy, el Oscar (2000), el Globo de Oro (2000), el Príncipe de Asturias (2007) y el Pulitzer (2008).
La historia del pan en Chile sale del horno
El Mercurio
Un acucioso trabajo de investigación de dos años, que incluyó más de 120 entrevistas y visitas a más de 90 panaderías en el país, dio vida a "El pan en Chile", un completísimo libro que busca revalorizar el patrimonio cultural de uno de los trabajos más tradicionales del país, vinculado a la cotidianeidad de las mesas chilenas durante cientos de años.
Maite Manzanares
Esta es una historia que nace en las casas. Es una historia de hornos, de canastos, de amasadoras, de harina, sal, y agua. Pero, sobre todo, es una historia de cientos de personas que, a través de un trabajo sacrificado y silencioso, han dado vida a uno de los oficios más antiguos y solicitados en Chile, uno de los países con mayor consumo de pan en el mundo, con un promedio anual de 90 kilos por persona.
En 2014, cuando la icónica panadería San Camilo cumplió 130 años, surgió la idea de publicar un libro que revalorizara el patrimonio cultural nacional en torno al pan. Un acucioso trabajo de investigación de dos años -levantando información desde museos, archivos nacionales y prensa, con más de 120 entrevistas y más de 90 panaderías visitadas a lo largo del país- dio forma a la obra que acaba de llegar a librerías chilenas: "El pan en Chile. Su historia, sus personajes, sus panaderías, su nobleza" (Hueders). Los autores son Antonio Ferrán F. y Alberto Ferrán L. y fue producido y editado por Memoria Creativa, que se dedica a hacer proyectos editoriales por encargo.
"Nos dimos cuenta de que cuando vas a la librería solo hay libros de recetas. No hay una obra que cuente la historia, que haga un tributo a los protagonistas de esta historia, que hable de la evolución histórica que ha tenido el pan, que muestre la vida interior de las panaderías", comenta Alberto Ferrán, gerente general de la panadería San Camilo.
"Había muy poca fuente histórica, consolidada, organizada, jerarquizada, estructurada, e incluso no había nada con interpretación. Confirmé que no hay un historiador en Chile dedicado al tema, no hay nadie que haya tomado el pan como su línea de investigación, cuando el pan es un elemento vital... Es parte de la cultura y parte de la alimentación básica de la gente", señala Carolina Díaz, directora de Memoria Creativa y quien estuvo a cargo de la dirección editorial del libro.
"El pan en Chile" aborda interesantes aspectos de la historia de este rubro en el país. Entre ellos, la influencia de las colonias extranjeras, como la alemana, francesa, inglesa, italiana, pero sobre todo la española: "A comienzos de 1900 casi únicamente los españoles se quedaron con este rubro pesado y rudo de 365 días al año (...) Para los chilenos, los panaderos eran simplemente españoles", se lee. Cada vez fueron llegando más españoles a Chile, pero un 80% eran adolescentes. Esto, porque en 1907 la ley de migración en España decretaba que no podían abandonar la península aquellos hombres mayores de 15 años que no hubieran cumplido el servicio militar. Tampoco las mujeres menores de 23 años sin sus padres o maridos (sus responsables). Benjamín Vicuña Mackenna explicó este fenómeno: "Por lo general, los vascos y gallegos se dedicaron a las panaderías. Eran de escasa cultura, pues en sus pueblos de origen no habían alcanzado a recibir un buen nivel de instrucción (...). Se dedicaron a la actividad que les resultó más fácil".
El libro también aborda las primeras panaderías, los distintos tipos de pan, los cambios económicos, la llegada de los supermercados y la transformación de la industria. Incluye valiosas fuentes, como escritos de Claudio Gay y de Benjamín Vicuña Mackenna -quien da indicios de que la primera panadería en Chile sería de 1648-, además de entrevistas a historiadores contemporáneos y a los propios protagonistas. El relato va acompañado de numerosas e interesantes imágenes históricas y de la actualidad, que plasman el desarrollo de esta industria.
Del convento a la panadería
En un principio, el pan en Chile se hacía básicamente en las cenizas de las fogatas de las casas. La gente obtenía grasa de los mataderos y carnicerías, la cortaba y derretía para luego mezclarla con la harina. Este pan era criticado por ser demasiado duro y pesado, solo unos pocos privilegiados podían obtener uno de mejor calidad en los conventos, donde se encontraban los primeros hornos. El llamado pan francés -también conocido como pan batido o marraqueta- era más elaborado, y en el libro se explica que existió en Chile desde la Independencia.
Aunque no se sabe con exactitud de dónde proviene su nombre, actualmente la marraqueta es considerada la reina de la panadería chilena. Con solo cuatro ingredientes -harina, sal, levadura y agua- se crea un pan ligero, sin grasa y sabroso. Es el "pan más transversal de Chile", "el corazón de la panadería", "un pan que nos identifica como chilenos", como se lee.
El paso de la producción en el hogar a una venta más masiva del pan fue un "proceso largo y lento -comenta Díaz-. Uno de los factores que motivaron su venta es que la gente empezó a trabajar cada vez más lejos y ya no podía volver a almorzar a sus casas. Entonces, necesitaban llevarse pan para tener a la mano. Eso es muy bonito, porque ves cómo una sociedad va creciendo en torno al trabajo".
A mediados del siglo XVIII Chile aumentó las exportaciones de trigo, lo que significó un gran salto en el desarrollo de la industria panadera. Tal como aparece en el libro, el trigo fue "la primera exportación por casi un siglo, hasta que fue reemplazado por el salitre". El desarrollo económico que significó esto propició la aparición de las primeras panaderías a comienzos del siglo XIX.
El pan tenía que llegar fresco a las casas, por lo que el trabajo de repartidor era clave. En el libro se detalla que cada día recorrían las calles a caballo, cargando el pan en canastos atados al lomo del animal. Una de las primeras normas de salubridad -dictada por Casimiro Marcó del Pont a principios del siglo XIX- indicaba que los canastos de pan se debían transportar en carretones y no sobre el lomo de caballos, pero el chirrido de las ruedas de madera se volvió casi insoportable. Recién en los años 60 del siglo pasado se prohibieron las caballerizas en el radio urbano, y fue ahí cuando las panaderías invirtieron en vehículos repartidores.
"Ahora se ve todo tan fácil, pero en los años 30, 40 (del siglo XX) no había levadura, por ejemplo. Hoy se usa una serie de cosas que facilitan todo, pero en ese minuto no. Cada paso que dabas era una dificultad", comenta Díaz. Y explica que el refinamiento posterior del pan en Chile estuvo relacionado con "la influencia de las colonias, de los inmigrantes que desembarcaron principalmente en Valparaíso, pero también tiene que ver con la mecanización del trabajo. Antes, la masa se amasaba a puñetazos porque no había máquinas. Cuando empieza la mecanización, tanto de las panaderías como de los molinos -donde pueden filtrar más-, empiezan a haber panes más finos y al estilo europeo, que es lo que se empieza a imponer".
Es por eso que un hito importante en esta historia es la llegada de la electricidad a las panaderías de Santiago a partir de 1920. Díaz explica que esto fue lo que "verdaderamente marcó el cambio, pasar del taller medieval a una industria medianamente moderna... Si antes un trabajador se podía hacer cargo de un quintal, que son casi 50 kilogramos de harina, con una máquina tú podías echar 10 quintales de una. Entonces significó que el horno podía estar prendido las 24 horas y siempre con pan adentro".
¿Un rubro amenazado?
La familia Ferrán ha estado ligada al negocio de la panadería desde que el abuelo de Alberto Ferrán, Antonio Ferrán Sabaté, llegó en 1921 a Chile desde España. En ese minuto, la familia Ferrer era dueña de la panadería San Camilo, fundada en 1884. Al poco tiempo su abuelo terminó administrando y obteniendo el 50% de la propiedad y hace unos años pasó a ser propiedad completa de la familia Ferrán.
Pero no todas las panaderías han tenido la misma suerte. Muchas tuvieron que cerrar ante la llegada de los supermercados, que "hacia los 70 se transformaron en centros de consumo familiar, diarios y permanentes", como aparece en el libro, y fueron incorporando sus propias panaderías al interior. Las panaderías tradicionales tuvieron que reinventarse e incluir otros servicios, transformándose en restaurantes o fuentes de soda.
¿Se va a perder la panadería tradicional? "Yo diría que está muy amenazada por los supermercados y también porque los hijos ya no quieren estar encerrados adentro de una panadería. Entonces lo más probable es que esa panadería va a morir con el señor que lleva años en eso (...). Pero, por otro lado, hay un renacer de las panaderías independientes que realmente están creando panes para agregar valor, y la gente tiene mayor disposición a pagar", responde Alberto Ferrán. Y cierra: "Esta es una historia muy importante para los pueblos y para la gente porque permite conocerse. El pan es parte de la historia, indudablemente es un reflejo de lo que somos, de lo que comemos, de la forma cómo lo hacemos, cómo lo vendemos, cómo lo repartimos. Habla un poco de la evolución de la sociedad".
jueves, octubre 13, 2016
Estrenan en Francia ópera en coproducción con el Municipal
El Mercurio
Basada en un texto del dramaturgo argentino Copi, la obra "La Sombra de Wenceslao", de Martín Matalón se presentará en Santiago con el mismo régie de la Ópera de Rennes, Jorge Lavelli.
Agencias
Entre una de las primeras medidas anunciadas por el director del Municipal de Santiago, Frédéric Chambert, está la coproducción de ocho óperas con el Teatro Colón de Buenos Aires. Un apronte de esa decisión se estrenó ayer en la Ópera de Rennes: "La sombra de Wenceslao", del argentino Martín Matalón, basada en una tragicomedia de Copi (el escritor, historietista y dramaturgo argentino Raúl Damonte Botana, muerto en 1987). La puesta en escena de la obra es del también trasandino Jorge Lavelli.
El acontecimiento, poco frecuente en un género que desde el siglo XIX se renueva con dificultad, reunió las fuerzas de 11 teatros de ópera franceses -Avignon, Clermont-Ferrand, Toulouse, Marsella, Montpellier, Reims, Toulon y Burdeos- más el Municipal de Santiago y el Colón. La ópera se presentará acá, traducida al español, en la temporada 2018 o 2019.
"La sombra de Wenceslao" cuenta la historia de Wenceslao y su familia, perdidos en la pampa, donde comparten aventuras, ilusiones y frustraciones. Un loro, un caballo y un mono completan el reparto de improbables personajes, que evolucionan entre la estancia de Wenceslao, el pueblo imaginario de Diamante, las cataratas de Iguazú y la gran urbe de Buenos Aires, trastornada por un golpe de Estado.
El humor corrosivo de Copi irrumpe en una acción plagada de efectos de escena, animada por la exigente música atonal de Matalón, que debuta a los 57 años en el género operático, tras incursionar en el teatro musical y la música para cine.
"Lo que le da tanta vida a esta ópera es el elemento trágico, tan pegado sobre lo cómico, los dos van de la mano", dice el compositor.
Tango y citas
Con una sucesión de 32 escenas cortas y dos exclusivamente musicales -una introducción que evoca una tormenta y un interludio que interpretan cuatro bandoneonistas en el escenario-, la ópera de dos horas incluye tango bailado y cantado, con citas de las voces legendarias de Tita Merello, Libertad Lamarque y Carlos Gardel.
El elenco es resultado de un centenar de audiciones, incluyendo el barítono Thibaut Desplantes, en el papel protagonista; el tenor Ziad Nehme, como su hijo Rogelio; la mezzo francesa Sarah Laulan, como Mechita, amante de Wenceslao, y la soprano Estelle Poscio como la joven Mechita.
"Los temas que aparecen son los de siempre con Copi: la muerte, el paso del tiempo, el sueño de estar en otra parte", dice Jorge Lavelli, director meticuloso que a los 83 años acompañará paso a paso la producción, en cada escenario de la gira (será el régie en Santiago).
La acción, comenta, "transcurre en la realidad, pero una realidad soñada", incluyendo el regreso de Wenceslao entre los suyos, después de suicidarse en Iguazú, en una escena final que parece desafiar a la muerte y la crueldad con que el destino también trata a los demás personajes.
Jazz para el lado opuesto: Zurdos que lanzan discos
El Mercurio
Editados por el sello Vértigo, ambos guitarristas, Diego Riedemann y Nicolás Reyes, estrenan repertorios en sus álbumes "Sinke" y "Naturaleza abismal".
IÑIGO DÍAZ
Editados por el sello Vértigo, ambos guitarristas, Diego Riedemann y Nicolás Reyes, estrenan repertorios en sus álbumes "Sinke" y "Naturaleza abismal".
IÑIGO DÍAZ
"El mundo está hecho para los derechos. Un zurdo es zurdo solo para adentro, porque para afuera sigue siendo derecho", dice el guitarrista de jazz Diego Riedemann (1981), uno de estos escasos exponentes en la música. "Una vez le hice clases de guitarra a un alumno zurdo y fue todo un problema. Teníamos que parar todo el tiempo", recuerda.
Diestro o siniestro, la canción es la misma, y en el jazz esta variación es apenas visual en un guitarrista como Riedemann, quien el año pasado ganó el premio Pulsar en la categoría Jazz y Fusión por su fino y aplaudido disco "Shah mat". El músico se enteró de la noticia estando en Europa, donde había viajado solo con su guitarra para zurdos para mostrar ese repertorio allá.
"Conseguí fechas para tocar en Berlín, Múnich, Viena y París. Hice contacto con músicos a quienes no conocía para ver si querían tocar con un chileno de paso, casi como un mochilero. Llevé las partituras y lo hicimos. Para mí fue como el cierre del ciclo de 'Shah mat'. El Pulsar me motivó a iniciar un segundo proceso de composición y arreglos", dice Riedemann, ahora con ese nuevo disco en la mano.
Se trata de "Sinke", álbum editado por el nuevo sello Vértigo, donde Riedemann se reorganiza como líder para convertir el trío de jazz en un instrumento por sí mismo. Secundado por el contrabajista Rodrigo Espinoza y el baterista radicado en México Gabriel Puentes, realizó arreglos en cifras irregulares para distintos temas y standards y compuso una serie de piezas propias. Su sonido es siempre límpido. "No sé casi nada de efectos. Me gusta este formato porque es amplio en espacios y se gana silencio en la música. Es como una dosificación sonora en todo sentido", dice.
Otro zurdo aparece en la nueva oleada de jazzista chilenos. El guitarrista viñamarino Nicolás Reyes (1991) es uno de los más jóvenes del actual circuito, pero ya tiene un disco propio, también editado por Vértigo. En "Naturaleza abismal", da cuenta de su recorrido como compositor, con estudios académicos, y como guitarrista de jazz, con piezas de una estética más compleja en su narrativa.
"Empecé con este repertorio como a los 17 años. Lo hice para trío, pero más tarde reordenamos la música para un cuarteto, donde en lugar de un viento solista tenemos un violonchelo. Ahí la música tuvo un giro", dice Reyes, quien toca con Juan Villarroel (contrabajo) y Cristóbal Massis (batería), además de Diego Pan (violonchelo). Con su guitarra especial -"siempre es un problema conseguir buenos instrumentos para zurdos"- presentará "Naturaleza abismal" mañana en Casa de Salud de Concepción y el 27 en Thelonious de Santiago.
"Bowie" y "A chorus line": Dos musicales que cierran la temporada
El Mercurio
El género vive un frente a frente en la cartelera local. Hoy se estrenan ambas piezas teatrales, que tendrán funciones en los teatros Municipal de Las Condes y Oriente, respectivamente.
Eduardo Miranda
Por un lado está un grupo de actores que aspiran a convertirse en el elenco de una gran producción. Es su última oportunidad para integrar la fila del coro. Por el otro, están los hitos en la carrera de un ídolo musical. La vida personal se mezcla con las canciones fundamentales de David Bowie.
La cartelera teatral se prepara para recibir los últimos estrenos de la temporada 2016. Claro que esta vez el broche viene de la mano de dos producciones musicales que hoy suben al escenario. Los esperados "A chorus line" y "Bowie, el musical", que suceden a otros musicales del año como "Sinatra" y "Cerati", que debutaron durante el primer semestre.
El productor Enrique Inda es el hombre detrás de "A chorus line". Él, que ha sido responsable de éxitos como "El hombre de La Mancha", "Cats" y "Cabaret", entre otros, tenía esta deuda pendiente. "Siempre quise traer este musical a Chile, y ahora por fin conseguimos los derechos. Siento que es el musical de musicales, porque los intérpretes tienen muchas exigencias en el canto, la actuación y la danza", explica Inda, quien llevará la pieza hasta el Teatro Oriente.
"A chorus line" tiene canciones de Marvin Hamlisch y letras de Edward Kleban. El texto fue escrito por James Kirkwood Jr. y Nicholas Dante, y obtuvo nueve premios Tony, además del Premio Pulitzer al Teatro, en 1976. Esta versión está bajo la dirección coreográfica de la bailarina, actriz y coreógrafa estadounidense Baayork Lee, quien participó en el montaje original de 1975 y fue asignada, desde Nueva York, para replicar el montaje que sigue las vivencias de un grupo de bailarines que audicionan en un musical de Broadway.
"Ha sido todo un desafío porque tuvimos que ajustar nuestra puesta en escena a todas las exigencias que nos ponía la producción oficial", dice Inda, y luego continúa: "Para poder usar este montaje tuvimos que replicar vestuario, escenografía e incluso tuvimos que usar la partitura original".
Unas cuadras más al oriente se estrenará "Bowie, el musical", la carta que esta noche debuta en el Teatro Municipal de Las Condes. La apuesta de la productora Cultura Capital tiene a Emilia Noguera oficiando como dramaturga y directora de una historia que recorre los hitos en la vida de David Bowie, quien falleció en enero pasado. "Decidimos lanzarnos y recrear una composición biográfica que se concentra en las etapas más importantes del músico. Hubo mucha documentación y harto estudio para lograrlo", dice la directora, sobre la pieza que se inicia en 1969, justo a un día del primer matrimonio del músico británico.
El montaje tiene a diez personas sobre el escenario y a una veintena en la producción. "Nos concentramos en 14 canciones compuestas por Bowie, las más conocidas de su discografía, pero también incluimos un par de temas de Lou Reed", explica Noguera.
Vida de un ídolo
Nombre: "Bowie, el musical".
Lugar: Teatro Municipal de Las Condes.
Funciones: Del 14 al 30 de octubre.
Elenco: 10 intérpretes.
Actores: Gabriel Urzúa, Gabriel Cañas, Carmen Zabala y Daniela Castillo, entre otros.
Dramaturgia: Emilia Noguera.
Dirección: Emilia Noguera.
Música: Orquesta de tres intérpretes en vivo.
Actos: Un acto.
Duración: 80 minutos.
Vestuario: 48 cambios.
Productora: Cultura Capital.
Presupuesto: La producción no entrega los datos.
Año de estreno original: 2016.
Detalles del montaje: La directora y el elenco se sometieron a un arduo trabajo de investigación. Escucharon la discografía completa del recientemente fallecido músico británico y, además, vieron sus películas y leyeron sus biografías.
Una reñida audición
Nombre: "A chorus line"
Lugar: Teatro Oriente.
Funciones: Del 13 al 23 de octubre.
Elenco: 28 intérpretes.
Actores: Felipe Ríos, Francisca Walker, Lucas Siqueira, Christian Ocaranza, entre otros.
Dramaturgia: James Kirkwood Jr. y Nicholas Dante. Las canciones son de Marvin Hamlisch y Edward Kleban.
Dirección: Baayork Leem.
Música: Orquesta de 16 intérpretes en vivo, dirigidos por Juan Edwards.
Actos: Un acto.
Duración: 90 minutos.
Vestuario: 56 cambios.
Productora: Inda Goycoolea y asociados.
Presupuesto: US$ 500 mil.
Año de estreno original: 1975.
Detalles de la pieza: Obtuvo nueve Premios Tony, además del Premio Pulitzer al Teatro, en 1976. En 1985, tuvo una versión cinematográfica dirigida por Richard Attenborough y protagonizada por Michael Douglas.
Bob Dylan, Premio Nobel de Literatura 2016
La Academia Sueca otorga el galardón al músico "por haber creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición americana de la canción"
El ganador del premio Nobel de Literatura de este 2016 es Bob Dylan "por haber creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición americana de la canción". La secretaria permanente de la Academia Sueca, Sara Daniues ha sido la encargada de anunciar a las 13.00 el nombre del mito estadounidense de la canción, de 75 años. Dylan ha sido precisamente uno de los protagonistas del festival Desert Trip, celebrado el pasado fin de semana en California, junto a otras viejas glorias del rock como Neil Young, Paul McCartney, The Rolling Stones.
En la historia del premio, la mayoría de los galardones han recaído sobre autores de habla inglesa (27), seguidos de literatos franceses (14) y alemanes (13). Otros 11 de los Nobel de Literatura se han concedido a autores que escribían en castellano.
Sólo los que alguna vez se han sumergido en el revelador universo de este cantante nacido en un pueblo de Minnesota reconocerán que Dylan es un poeta en toda regla. Por eso, no es de extrañar que este reconocimiento a su música, entendida como un organismo vivo donde las letras son el cuerpo sobre lo que se apoya el resto, es algo histórico.
Pero la literatura apoyada de la música, o viceversa, era el camino para ese tal Zimmerman, que cambió su nombre por el de Bob Dylan, inspirándose en el poeta Dylan Thomas y tras devorar todo libro que caía por sus manos. El salto a Nueva York, impulsado por conocer al irrepetible cantante-activista Woody Guthrie, sería la introducción definitiva del músico en el género literario.
Desde el mismo corazón urbano de la Gran Manzana, vehiculó su revolucionario estilo empapándose de los sermones del blues y el folk y la corriente desinhibida y subterránea de la generación beat, con Jack Kerouac, Neal Cassady o Allen Gingsberg. También tuvo buena parte de culpa su novia de los sesenta, Suze Rotolo, que le introdujo en el poeta francés Arthur Rimbaud, un haz de luz para la futura obra dylaniana.
miércoles, octubre 12, 2016
Willy Bascuñán, distinguido como Figura Fundamental de la Música Chilena
El Mercurio
El compositor de temas como "El solitario" y "Los viejos estandartes" fue premiado anoche en la Sala SCD de Bellavista.
Martín Cifuentes Fuentes
"Lo bueno es que, para este premio, nadie me miró el color del pelo", bromea Guillermo "Willy" Bascuñán (73), sobre el reconocimiento Figura Fundamental de la Música Chilena, que se le entregó anoche en la Sala SCD de Bellavista. "No me parece raro, pero sí fantástico que no importe el color de la gente y que valoremos la música por lo que realmente es".
En lo musical, todo para él comenzó el 13 de diciembre de 1963 cuando integró la agrupación original de Los Cuatro Cuartos, conjunto con el que estuvo tres años.
Bascuñán llegó a la música tras retirarse como subteniente de la Escuela Naval luego de siete años. "Terminé haciendo lo que de verdad me gusta. Este reconocimiento, que me entregan mis pares, es el más importante", afirma el compositor de "¡Al 7° de Línea!" y "Los viejos estandartes", que él mismo llama "un segundo himno". "Es como si hubiese finalmente coronado mi carrera de almirante", plantea, entre risas.
Su trayectoria musical de 53 años ha tenido varios éxitos que dejaron huella, entre ellos "Voy pa' Mendoza" y "Cuando rompa el alba", con los que ganó las competencias folclórica e internacional del Festival de Viña del Mar de 1967. "No lo podía creer", recuerda, sobre la que califica como "una noche mágica".
Anoche también aprovechó de presentar su nuevo álbum "Arreando un sueño", compilado de 15 canciones, que incluye algunos de sus éxitos y nuevas composiciones. Según cuenta, se inspiró en "El solitario", un tema suyo de 1966. "El personaje es un hombre solo, que vive en una granja y tiene un caballo con alas. Un especie de cowboy . Entonces, me pregunté: '¿qué estará haciendo ahora?'. Ahí pensé que llegar a viejo y estar solo es lo peor que te puede pasar, y me di cuenta de que en toda mi vida, en mi carrera, he arreado un sueño. Por eso mismo pude casarme o educar a mis hijos", sentencia.
En la ocasión, estuvieron presentes los integrantes de Los Quincheros y Santiago Cuatro; las cantantes Gloria Simonetti y Ginette Acevedo, y el animador Juan La Rivera, entre otros. Esta distinción de "Figura fundamental de la música chilena" la han recibido antes Valentín Trujillo, Cecilia y Vicente Bianchi, entre otros.
martes, octubre 11, 2016
La nueva y exitosa fórmula educativa de la Orquesta Usach
El Mercurio
Un equipo de especialistas diseñó un modelo interactivo de concierto para estudiantes con excelentes resultados.
Un equipo de especialistas diseñó un modelo interactivo de concierto para estudiantes con excelentes resultados.
Romina de la Sotta Donoso
Quinientos niños en uniforme repletan el Aula Magna de la Usach. Algunos son pequeños, pero la mayoría es de séptimo o más grande. Se apagan las luces y parte la Quinta Sinfonía de Beethoven. La sorpresa se instala en todos los rostros. Algunos se muerden los labios y siguen el ritmo con la cabeza. Pero todos atienden lo que pasa en el escenario.
Tras unos minutos, Nicolas Rauss, director de la Orquesta Usach, les habla: "En el año 1700, en Alemania, en una piecita sombría, el señor Bach tocaba música tan profunda que era casi religiosa". Y lo demuestra con una selección del Concierto para oboe.
Así parten los conciertos educativos de la Orquesta Usach, que reciben a 3 mil asistentes cada año, especialmente de colegios con alto índice de vulnerabilidad, en forma gratuita. Justo hoy y mañana hay funciones (Facebook.com/orquesta.usach).
Se trata de un modelo único. Gran parte de los conciertos educativos en Chile son solo repeticiones para colegios, sin explicaciones ni programas de mano, de modo que los niños llegan sin saber qué escucharán y se van igual.
En la Usach no sucede eso. Entre las piezas que toca la orquesta, Rauss va identificando las familias instrumentales, con ejemplos que divierten al público, como la música del juego "Mario Bross" o "La guerra de las galaxias". Son interpretadas selecciones de Mozart y Schumann, y también de "La pregunta sin respuesta", de Ives, y las "Danzas Rumanas", de Bartók. El encore es un arreglo de la cueca "La rosa con el clavel".
En los interludios, prueban si alguien reconoce al autor de la música de "El Chavo del 8". Y también hacen ejercicios impresionantes. Un ejemplo: mediante puntos y rayas, el director guía a los estudiantes en un motivo rítmico, que todo el teatro sigue con las palmas. Y luego, sin previo aviso, a las palmas se suma la orquesta en el ostinato de la Segunda Sinfonía de Schumann.
Ver con los dedos
Al final del concierto, se invita a los niños a subir al escenario. "Muchos de los músicos son profesores y por eso saben que los niños aprenden así, que tienen ojos en los dedos", aclara Felipe Ramírez, coordinador del proyecto. "Incorporamos la mediación artística para que la actividad no termine siendo acarreo de estudiantes. Queremos generar ideas en los profesores que les permitan motivar a sus alumnos", agrega.
El proyecto es cofinanciado por la Usach y un fondo concursable de Fomento al Arte en la Educación del Consejo de la Cultura. Esos recursos les permiten contratar a profesionales de la Red de Mediación Artística, Asoma. "Los mediadores preparan a estudiantes de pedagogía de la Usach, quienes luego actúan como monitores con los profesores. También están a cargo de los workshops con los profesores", explica Pérez.
Considerando que la gran mayoría de los niños -y profesores- no ha escuchado nunca música clásica en vivo, se diseña un guion temático y una guía impresa, con información, un mapa de la ubicación de los instrumentos y códigos QR para seguir explorando.
"Buscamos ir a la veta sensible del joven oyente, agradarlo y conmoverlo, con un género musical que no es precisamente aquél que más conoce", apunta Nicolas Rauss, director de la Orquesta Usach. Por eso se centran en la fuerza expresiva de la música, y no en la factura técnica o su historia. "Queremos abrir sus mentes. Ampliar su visión del mundo", cierra.
Brian Wilson revela que componer lo ayuda en su lucha con las "voces" en su cabeza
Emol
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En el nuevo libro "I Am Brian Wilson", el miembro de The Beach Boys habla sobre su salud mental, un tema que lleva intentando controlar desde hace décadas.
SANTIAGO.- En una nueva autobiografía, Brian Wilson que el componer lo ayudan a conciliar con las "voces" en su cabeza. De hecho, el músico de The Beach Boys cuenta que algunas de sus canciones más conocidas fueron creadas en un intento de deshacerse de estas voces.
Según publica el sitio web de la revista People, el músico cuenta en su nueva autobiografía "I Am Brian Wilson" cuenta detalles de su lucha con problemas mentales y abuso de drogas, además de una difícil niñez.
"Mucha de la música ha sido mi manera de tratar de deshacerme de estas voces", dice el músico de 74 años. Wilson contó también que comenzó a tener alucinaciones de este tipo poco después de probar el LSD en 1964, momento en que intentó capturar los sonidos que escuchaba frente al piano. "También empecé a tocar lo que se convirtió en ‘California Girls’ en el piano, el sonido del cowboy cabalgando hacia el pueblo. La toqué y toqué hasta que escuché otras cosas en su interior”.
Lamentablemente, estos sonidos luego se convirtieron en voces que le decían que era "débil" e "inútil", además de que lo matarían. El modo de lidiar con esto fue trabajar en el estudio, un lugar donde, explica, ocurre magia. Cinco décadas más tarde, el músico cree haber conseguido un equilibrio e incluso considera que la ansiedad y la creatividad son estados mentales parecidos.
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Los laberintos del Barrio Franklin en su bolsillo
El Mercurio
La fundación Patrimonio Sustentable lanza una guía patrimonial de este sector urbano que es visitado hasta por 200 mil personas en un fin de semana, y que surgió al alero del antiguo Matadero.
IÑIGO DÍAZ
Tiene nombre de leyenda medioriental y apellido de campeón chileno, y es un indiscutido héroe del barrio. En ocasiones, Zenén Vargas se instala los fines de semana como un vendedor ambulante más en la esquina de Santa Rosa y Placer para ofrecer sus magníficos letreros pintados con su trazo, un oficio que aprendió de su padre a quien observaba trabajar desde los siete años.
Zenén Vargas creó toda una tipografía de colores y formas, primero para el antiguo letrero de micro, y después para el cartel de picada y de servicios diversos, hasta convertirse finalmente en imaginería nacional. Por eso está presente ahora en la portada de la "Guía patrimonial Barrio Franklin. Un mercado popular en Santiago".
Impulsado por la fundación Patrimonio Sustentable, esta publicación reobserva la historia y describe la identidad del barrio Franklin como uno de los ejes industriales y de oficios del sur de la capital. Pero sobre todo, la guía se presenta como una vitrina de nuevos emprendimientos emplazados allí.
Si bien contiene una ruta patrimonial, con hitos arquitectónicos ineludibles como el Teatro Huemul, la casa donde residió la profesora Gabriela Mistral, la restaurada parroquia Santa Lucrecia, las poblaciones Huemul II y III o la plaza Claudio Matte, la guía propone otros siete recorridos temáticos para acceder a nuevos giros: gastronomía, juguetería, diseño, mercado del disco vinilo o de la cultura vintage .
"La dinámica de Franklin es compleja, difícil de comprender. Es un barrio vinculado al comercio, que apareció sin ninguna planificación urbana. Comenzó como una solución a un problema social. La gente vendía sus cosas en las veredas para conseguir recursos durante las crisis de los años 30 y los 80", señala Alejandra Rosas, directora de Patrimonio Sustentable.
Se refiere al cambio de giro que progresivamente se dio en ese territorio alrededor del antiguo Matadero, después de que este fue trasladado a Lo Valledor, en 1969. No solo finalizó así una actividad productiva, sino también un modo de vida. "Como mucha gente quedó sin trabajo, tuvo que ingeniárselas para sobrevivir. Y con el tiempo fue evolucionando a lo que hoy es Franklin. Hoy existen más de 3.000 emprendedores en seis galpones", agrega Rosas.
Un mercado popular
"Todo está conectado. Desde la piedra angular del Matadero hasta el barrio Huemul, centenaria obra de vivienda obrera, y los galpones que nacen como apéndice para dar origen al persa que conocemos", dice Douglas Mella, dirigente vecinal y administrador de lo que allí llaman "patio de comidas", una serie de nuevas cocinerías de muchos países.
Los límites son siempre difusos. Según Mella, que se define como "hijo del zanjón de la aguada" y cuya familia ha habitado el barrio por tres generaciones, Franklin se despliega entre Matta (norte), Placer (sur), Vicuña Mackenna (oriente) y Viel (poniente), un extenso, espontáneo y dinámico territorio de actividad comercial.
"Para mí, Franklin se ha ido atomizando con el tiempo y se han creado nuevas subdivisiones de los espacios. Hay más barrios con identidades distintas, como Matta Sur, más residencial, y Victoria, que tiene que ver con el calzado. Franklin se desenvuelve más que nada en un espacio de comercios formal e informal en torno al mercado Matadero y los galpones", dice Mario Cavalla, director de Santiago a Pata, que tiene recorridos patrimoniales a pie por el sector.
El historiador Nicolás Aguayo concluye: "Lo interesante es la identidad que se generó allí con la industrialización. El Matadero se había instalado en 1847 en las afueras de una ciudad que tenía su límite sur en la Avenida de los Monos, la actual Matta. Allí llegó a trabajar mucha gente del campo, que traía sus tradiciones. Estaban los matarifes, hombres con coraje para un oficio brutal. Alrededor aparecieron mercados, chinganas, lugares de canto, o prostíbulos de la calle Placer, bautizada así según el mito popular. La mezcla campo-ciudad le dio la fisonomía y personalidad al lugar que, pese a su evolución, todavía tiene rasgos muy presentes".
De aquí y de allá
La guía abre con un homenaje a Zenén Vargas y su colección de clásicos carteles, y luego recorre emprendimientos diversos, donde la gastronomía tiene protagonismo. A los clásicos del barrio, como el pernil, el arrollado, el caldo de pata y el queso de cabeza, dieta elaborada para los matarifes, se suma una serie de platos nuevos ofrecidos en puestos, locales y restaurantes: del Gusto Criollo al Doña Tere con Sabor, y de La Picá de Jaime a El Libanés. Las antigüedades tienen presencia en muebles, colecciones numismáticas, revistas, vestuario de fantasía y objetos decorativos. Además, existe todo un registro de juguetes de lata y madera, figuritas de acción y consolas de videojuegos "de autor". La guía se entregará gratuitamente en puntos turísticos y también está disponible en YoAmoBarrioFranklin.com.