El Mercurio
La mayoría de los títulos es impulsada por pequeños sellos.
Después de tocar en festivales veraniegos en diversas ciudades, los jazzistas regresan al trabajo creativo y al suministro de ediciones independientes.
Por Iñigo Díaz
"La composición 'El gran final' resume toda la estética que hemos logrado en este disco. Por lejos, el mejor que he hecho en toda mi vida", sentencia el guitarrista y artesano de la composición Sebastián Prado. Su trabajo habla por él: ningún día de esta década ha dejado de escribir música. Desde el año 2010 ha despachado seis discos y esta semana entrará al estudio a grabar otros dos.
Ese final al que Prado se refiere es la pieza que cierra su álbum "Off the record", donde observa la historia de un amor no correspondido, "casi infantil, donde lo vives más tú solo que entre dos. 'El gran final' es, entonces, el término de ese amor", explica.
Este jueves lo estrenará en un concierto en Thelonious, con el quinteto con que viene trabajando hace dos años: "Dimos un gran salto, pues hemos conseguido una identidad y continuidad como conjunto. Esa estética tiene que ver con entender el lenguaje del jazz moderno, que por supuesto lo hemos aprendido a palos".
El pianista de Prado es Sebastián Castro, uno de los nombres nuevos del jazz y otro de los solistas que está presentando un disco, a días de radicarse en Berlín para estudiar y tocar. "Forastero" marca un paso más en su propuesta como compositor. "Mi disco anterior se basaba en el lenguaje de la vieja escuela del jazz. Esto lo considero un atrevimiento. De las armonías funcionales pasé a una exploración", dice a propósito de piezas como "Fuga" y "Danza sativa", que contrastan tradiciones y sonoridades.
Pequeñas delicias
También pianista de jazz y al mismo tiempo compositora docta, Carmen Aguilera regresa al disco tras seis años con "Pequeña suite y otras creaciones". Aquí utiliza un quinteto, con dos saxofonistas que provienen del mundo clásico y dos músicos de jazz para el ritmo. Eso es reflejo de su propia historia. "Siempre mantuve separados mis trabajos de música académica escrita y en el jazz y su improvisación. Fue (el compositor) Aliosha Solovera quien me alentó a unirlos", dice. "Por eso compuse pequeñas e inconclusas suites formadas por piezas de la tradición clásica adaptada al contexto del jazz", agrega.
Hace al menos una década que los jazzistas chilenos le tomaron el pulso a la producción y edición en los términos del "hágalo usted mismo", y por eso las discografías crecen a ritmo continuo todo el año. En sintonía fina con ese enfoque trabajan los sellos independientes principales, Pez Records, Discos Pendiente, Animales en la Vía y Vértigo.
Este último está añadiendo tres títulos a su catálogo. Son el nuevo volumen de la serie "Standards sessions", del tenorista Agustín Moya; el disco de canciones originales de Thais Marie, "Luna del mar", y "Espiral", estreno del guitarrista Miguel Jiménez. Moya tocará el 23 de marzo en el Museo de la Educación Gabriela Mistral, como parte del primer Festival Matucana Jazz, organizado por Animales en la Vía. En ese escenario estará también el bajista eléctrico Matías Martinoli, que lanza el álbum "Verde 21", grabado en cuarteto en un plan jazz fusión y jazz funk.
El saxofonista tenor Franz Mesko es un explorador de peculiares cruces musicales. El segundo volumen de su "Técnica mixta" toma este concepto de la creación pictórica para describir el encuentro entre el jazz y la música urbana, desde el hip-hop al R&B.
La partida de publicaciones sigue en aumento con la fusión del grupo Pamela Sextante ("Aéreo"), la composición para ensamble con Ignacio Díaz Lahsen ("La espera y el despertar") y el free jazz declarado en los dos discos del tenorista chileno radicado en Bélgica Marcelo Moncada, quien registró actuaciones de su Space Quartet en Santiago y Puerto Montt. Capítulo aparte es la carpeta de improvisaciones para trío del contrabajista Rodrigo Espinoza, en el álbum "Siete flores negras". Una historia más para conocer muy pronto.
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