El Mercurio
A diferencia de otras actividades, el talento femenino tuvo una favorable acogida en la radiodifusión criolla. Actrices, locutoras y cantantes se convirtieron en figuras altamente cotizadas, incluso por la naciente televisión.
Ofelia Gacitúa |
Aunque la era de oro de la radio en Chile se asocia con espectáculos con público en vivo y la figura del disjockey, las mujeres también tuvieron cabida prácticamente desde sus inicios. Las voces femeninas dieron vida a radioteatros y programas que se mantuvieron al aire por medio siglo, como fue el caso de las locutoras de más longevas carreras, Mabel Fernández y Alodia Corral, quienes debutaron a comienzos de los años 50 y se mantuvieron prácticamente hasta su muerte. Otras, como Mirella Latorre, tras lucirse en todos los formatos radiales, se incorporaron al siguiente medio masivo, la televisión.
Gina Zuanic |
El 19 de agosto de 1922 es considerado el nacimiento de la radiodifusión en nuestro país, cuando desde la casa central de la Universidad de Chile se emitieron algunas piezas musicales y discursos, captados por un receptor en el vestíbulo de "El Mercurio", ante unos 200 invitados. Al año siguiente aparecieron las primeras emisoras, pero el proceso de masificación fue lento por el alto costo de los equipos. En la medida que el rubro creció, aumentaron los contenidos programáticos, incluyendo el avisaje. Y como todo era en vivo, se necesitaban más voces.
De ahí que la radio estuvo abierta al talento femenino. Las dificultades eran otras, como explica el locutor, periodista y académico de la Universidad Bernardo O'Higgins, Luis Gamboa. Por una parte, "Chile era un país muy conservador y la radio se relacionaba con la bohemia", por lo que no era bien vista la participación de mujeres por sus familias. En una de sus últimas entrevistas, la locutora Mabel Fernández recordaba que su padre le dijo que la radio "no es ambiente para una hija de familia", y lo mismo le había ocurrido a su colega Mirella Latorre, hija del escritor Mariano Latorre. Gamboa señala que este prejuicio se empezaría a romper gracias a formatos como el radioteatro, de gran impacto cultural en una época en que "el índice de analfabetismo era vergonzoso, la radio permitía a los analfabetos leer con los oídos". Entre las pioneras del radioteatro el profesor menciona a las actrices Maruja Cifuentes y Nieves López Marín (madre de otra figura radial, la astróloga Zulma). Pero agrega otra razón de carácter técnico:
-Los agudos no se escuchaban bien. La voz femenina era más aguda, entonces prevalecen las voces más graves, que al aire sonaban mejor (los locutores hablaban engolados para que se entendiera). Cuando la tecnología avanza (años 40-50), la mujer empieza a tener más preponderancia.
Primer matinal
El esplendor de la radio criolla parte en los años 40, cuando un mayor porcentaje de la población posee un receptor, y hay más emisoras y variedad de programas. La radio "El Mercurio" puso en su Hora Femenina a Hilda Müller Hess, la cronista que firmaba como Madame Veronique en las páginas para la mujer del periódico homónimo, y que luego hizo otros espacios en radios como Chilena, Agricultura y Cooperativa, según consigna el libro "La mujer chilena (El aporte femenino al Progreso de Chile)" de Felícitas Klimpel.
Como un ícono radial, el productor musical Juan Castro recuerda a "La hora del hogar" de radio Cooperativa Vitalicia, al aire por unas tres décadas. El espacio, uno de los primeros de larga duración, era el equivalente a los actuales matinales televisivos: "hablaban de todo lo relacionado con el hogar, lo animaba un matrimonio, Mariíta Bührle y Nibaldo Iturriaga, y era como entrar a la casa de ellos". Mariíta no era una desconocida, ya que era hija de dos famosos actores, Elena Puelma y Arturo Bührle, y siguió sus pasos en las tablas y en la vida, ya que en 1928 la joven se casó con el galán de la compañía familiar. La pareja, que tuvo cuatro hijos (uno de sus nietos sería el locutor Rodolfo Roth), cambió el escenario por la radio. En su exitoso programa diario daban todo tipo de recetas y consejos a las auditoras que a esa hora hacían el aseo y el almuerzo. También protagonizaban pequeños sketches, siendo las escenas románticas las preferidas de las radioescuchas.
Anita González, La Desideria |
Tan exitosa resultó la fórmula, que se armaron otras parejas radiales. Castro menciona a otra actriz, María Llopart, quien junto a Osvaldo Mendoza animaban "Romances al atardecer" en la radio del Pacífico, donde leían cartas del público relacionadas con materias amorosas. La misma Cooperativa Vitalicia programó otro espacio femenil en las tardes, "Para ellas", conducido por una dupla madre e hija, Marta Ubilla y Rosita Muñoz. La actriz Elsa Martínez y la cantante Helia Grandón daban consejos a las auditoras en la radio Siam. La famosa cantante y damita joven teatral Ester Soré también incursionó frente al micrófono en 1945, conduciendo "Son cartas de amor" junto a René Muñoz Bruce, que iba tres veces por semana en radio del Pacífico.
Bienvenidas
Según el locutor Miguel Davagnino, para el público acostumbrado a las voces masculinas, nunca fue raro que se incorporaran mujeres al dial porque "las locutoras hablaban tan bien como los locutores. La mayoría de ellas eran dueñas de una gran cultura y voces realmente hermosas. No sé si era mal visto para sus familias, pero las locutoras que conozco estaban por encima de eso y tenían una mirada avanzada para la época". Javier Miranda agrega que su incorporación enriqueció las transmisiones, que sonarían muy planas con solo locutores varones. Por ejemplo, señala las tandas comerciales, "que no estaban grabadas y teníamos que pasar muchas, así que nos turnábamos cara a cara en la transmisión. Las mujeres tenían voces muy comerciales que se aprovechaban salvaje. Por eso también se formaban parejas radiales", emulando al matrimonio Iturriaga Bührle.
El rol de la locutora básicamente era la continuidad: anunciar los discos (Davagnino señala que las radios tocaban todo tipo de música, desde folclórica a clásica), pasar los avisos y cubrir cualquier bache en la transmisión en vivo. Luego derivaron a la conversación, programas de concursos y lectura de noticias. Así se hicieron reconocibles voces como Ofelia Gacitúa (Cooperativa), Raquel Kuppers (Minería), Yolanda Apablaza y Adriana Borghero. El locutor y académico Luis Gamboa señala que "cuando la televisión estaba en ciernes se llevaba a las locutoras más cotizadas por su llegada con el público" y también por su capacidad para rellenar cuando las cintas no estaban listas u ocurría cualquier imprevisto al aire, "y a la gente le daba lo mismo porque veía hasta la carta de ajuste". Fue el caso de África Morales, quien se convertiría en una de las locutoras de continuidad más emblemáticas de la pantalla, y de Gina Zuanic, quien leía noticias en radio Santiago. Javier Miranda, quien fue su dupla televisiva, recuerda que Gina tenía otras dos hermanas, Elina y Lucía, quienes también trabajaban en radio. Como tenían el mismo tono de voz, "hacían turnos y se reemplazaban entre ellas, y no se daban cuenta". Además, cantaban jingles publicitarios (como el de Odontine, "de noche y de mañanita...") y formaron un trío musical que dirigía el productor brasileño Juan da Silva, por lo que "le decíamos Juan y sus Juanitas", recuerda el locutor.
Yolanda Apablaza |
Tal como ocurriría después con las áreas dramáticas televisivas, el radioteatro era el espacio estelar que lanzaba al estrellato a sus figuras. Algunas como Eglantina Sour y Luchita Botto incursionaron después en la conducción de programas, pero la que tuvo la carrera más extensa fue Mirella Latorre. Junto al actor Emilio Gaete, formaban la pareja romántica estrella de los melodramas radiales, cuyos secretos -como la forma en que se grababan sus sonoros besos- eran develados por la prensa -el galán besaba sus brazos-. Pero Mirella, además, se desarrolló como animadora y entrevistadora, y posteriormente trasladó con éxito todos sus talentos a la televisión, y fuera de Chile, cuando partió al exilio.
El radioteatro de humor también fue ampliamente explotado por las emisoras chilenas, y su principal exponente sería Anita González con su personaje de la Desideria, que debutó a comienzos de los años 40 en "La familia chilena". Esta era una irreverente empleada doméstica, que coincidió con el momento en que se discutían los derechos laborales de las trabajadoras de casa particular. La fama del personaje traspasó las fronteras: se dijo que productores mexicanos la querían llevar para que trabajara con Cantinflas. En 1950 la actriz -que en 1969 recibió el Premio Nacional de Arte- pasó a integrar "Radiotanda", espacio que con reediciones duró hasta alrededor de 1990.
Primeras damas
La popularidad del medio radial era tanta que Ercilla organizó el concurso Miss Radio, donde las candidatas eran las cantantes que se presentaban habitualmente en las distintas emisoras (que también contrataban con exclusividad). El certamen fue creciendo: del Teatro Municipal de Santiago, la final se trasladó al Caupolicán, y en 1941 la revista especulaba que el próximo año tendrían que hacerlo en el Estadio Nacional para alcanzar a contener al público. Se crearon concursos en provincias, cuyas reinas clasificaban para la final nacional. La votación del público se extendía durante meses. Sin embargo, la mayoría de las misses (entre las que figuraron Meche Videla, Kika y Ester Soré), a pesar de las ofertas de viajes y hacer películas, pronto se casaban y abandonaban su carrera artística.
Mariíta Bührle y Nibaldo Iturriaga |
Este sería también el sino de las locutoras, según coinciden los entrevistados para este artículo. De ahí que en la historia de la radiotelefonía nacional sean insuperables dos locutoras que iniciaron sus carreras a comienzos de los años 50 en las radios del Pacífico y Santiago, y se mantuvieron al aire durante seis décadas. Mabel Fernández y Alodia Corral tenían estilos similares, voces muy radiofónicas, de cuidada dicción y calidez, y se especializaron en programas de música del recuerdo (fundamentalmente tangos): "Una voz, una melodía, un recuerdo" y "Recordando", respectivamente, que pasaron por distintas emisoras. En ellos junto con los discos, intercalaban pensamientos y reflexiones que generaban gran empatía con personas mayores y solas. Como eran también las locutoras, que vivían para la radio: Alodia transmitía de lunes a domingo.
Mabel -cuyo verdadero nombre era Mevil Villalobos- fue también la primera mujer que ejerció como control (persona encargada de la emisión, insertando la música o dando pase al locutor). Luis Gamboa recuerda que a mediados de los 80, ella se había auto retirado de a radio y le había ofrecido regalarle su colección de discos. El la llevó de invitada a su programa ("En los tiempos de mi abuelo" que sigue haciendo hasta hoy), "y las líneas reventaron, le pedían que volviera". Y así lo hizo. Mabel continuó su carrera en la radio de la Universidad de Santiago, casi hasta el final de sus días: murió de cáncer en diciembre de 2015. Dos meses después falleció Alodia, quien había dejado la actividad en 2013 porque su salud ya no le acompañaba. Los últimos 15 años ejerció en radio Portales. Con ellas se extinguió la era dorada de la radiotelefonía, aunque no la participación femenina en el dial.