jueves, mayo 15, 2025

Tríos hermanos: Ángel Parra y Pancho Molina se reúnen para un show en conjunto

 

Ángel Parra y Pancho Molina vuelven a coincidir en un mismo escenario con sus proyectos de jazz , tal como lo hicieron en los años 90. Mariana Soledad

El Mercurio

Los músicos presentarán sus proyectos paralelos a Los Tres. Acá anticipan cómo será su noche de jazz , este 1 de junio, en el Teatro Oriente.

José Vásquez


Como en los años 90, los nombres de Ángel Parra y Pancho Molina se volverán a cruzar en los escenarios más allá de su rol de compañeros en Los Tres. Ambos músicos están viviendo, de manera paralela, su propia “revuelta” —el título que tuvo la gira de reunión del grupo penquista con sus miembros originales— y ahora harán un show en conjunto, este 1 de junio, en el Teatro Oriente, cada uno con su trío, aunque eso solo estará en el cartel, porque ahora anticipan que se presentarán con formación de cuarteto para desatar ese día toda su libertad jazzística.


“En esa época (los 90) tuvimos harta interacción con el Ángel. Yo toqué en Ángel Parra Trío y él tocó algunas veces con Los Titulares (la otra banda de Pancho Molina). Tocábamos en universidades, estábamos con toda la energía de esa generación, así que esto que vamos a hacer ahora me suena súper familiar, por eso cuando me plantearon la idea de este show, no había cómo decir que no”, señala entusiasmado Pancho Molina.


En días de arduos ensayos para los nuevos proyectos de Los Tres, ambos músicos compatibilizan su estrecha agenda para preparar también este espectáculo en conjunto de Ángel Parra Trío y Pancho Molina Trío, para una noche de jazz, donde cada uno desarrollará su propio repertorio, aunque no descartan algún tipo de interacción juntos. “No tenemos muy claro qué es lo que va a pasar, pero por lo menos la intención está”, dice Ángel Parra.


El guitarrista cuenta que el presente de su proyecto va de la mano con su último álbum, “Desde el alma”, lanzado en 2024. “Nos atrevimos a entrar al estudio en agosto del año pasado para renovar la cosa, todos los músicos sacan sencillos y eso no debe detenerse nunca. Mientras trabajaba con Los Tres, sentí las ganas de componer y hay un repertorio nuevo”, señala Parra, quien estará acompañado de Mauricio Ruz en el piano, Eduardo Crespo, en el contrabajo, y Andy Baeza, en la batería.


Con ellos tocará desde música de Violeta Parra, “pero interpretada desde un ángulo más jazzístico, algunos otros temas con más swing, temas míos y otros de música popular, como The Beatles, pero al estilo nuestro”, agrega el músico.


Para Pancho Molina, su conjunto aún está “en desarrollo”, señala, y su trío, “representa la posibilidad de hacer música en Concepción”, dice. “Me encuentro con una ciudad que me está dando de nuevo la posibilidad de vivir y de rodearme con músicos. Eso lo valoro mucho, porque me ayuda a poder desarrollarme también como compositor”, plantea Molina, quien sigue trabajando, además, en su otro proyecto paralelo, Jodelase, de corte hip hop.


Su trío estará conformado en guitarra por Felipe Duhart; en bajo, Rodrigo Álvarez, y a ellos se les sumarán, por ahora, otros dos músicos invitados. Con ellos, y con Claudia Arriagada en voces, se estará presentando, también, mañana y pasado en The Jazz Corner, en el Barrio Italia.


“Nosotros vamos a tocar una mayoría de composiciones originales, somos bien rockeros, pero también somos bien free jazz y nos gusta la música pop”, define su propuesta el baterista.


“Cuando me dijeron que íbamos a tocar un domingo (1 de junio), yo dije: ‘Excelente', porque generalmente los domingos es cuando la gente está más dispuesta a apreciar la música que es, digamos, ‘alternativa', que no es la más popular, siendo que tenemos todo ese bagaje, con todos los géneros, popular y lo que quieran, rock, etcétera, está todo mezclado ahí, pero con una música un poquito más intensa, que requiere sentirse bien y tener una comunicación con el público, y creo que el domingo es el mejor día para esa música”, afirma Molina.


Ángel Parra, en tanto, se entusiasma y también mira al futuro: “Quiero destacar que la unión con el Pancho, después de no vernos en mucho tiempo, es muy fresca, muy especial, y reencontrarse en este momento es una nueva oportunidad de hacer muchas cosas juntos. Este es el punto de partida para terminar haciendo quizás muchas otras colaboraciones”.


domingo, mayo 11, 2025

Inti-Illimani Histórico alista un especial reencuentro

 El Mercurio

El conjunto tendrá el 26 de diciembre en el Caupolicán la vuelta como invitados de cuatro viejos conocidos: Jorge Ball, Pedro Villagra, Cristóbal Berrú y Cristián Mancilla.

JOSÉ VÁSQUEZ

Horacio Salinas cuenta que cada vez que se dispone a preparar un nuevo espectáculo con Inti-Illimani Histórico aparecen algunas preocupaciones “no musicales”, remarca, “porque esas cosas (las musicales) las resolvemos, es lo que sabemos hacer”, señala sobre una búsqueda artística que siempre muestra una propuesta distinta a lo que ya han presentado antes, revisando entre su enorme repertorio un cancionero que entregue otra perspectiva del conjunto.


“Para darles sentido a los shows”, dice, aunque, al final, las expectativas de la gente, reflexiona, casi siempre van por otro carril.


“Hemos descubierto que el público es tremendamente conservador, siempre nos pide las mismas canciones”, apunta Salinas sobre un ejercicio en el que siguen siendo complacientes en los conciertos, tocando una serie de imperdibles del grupo, aunque en equilibrio con sus propios intereses de revisitar otros temas menos habituales en sus presentaciones.


Un objetivo que ahora tomará una nueva fuerza para su próxima presentación del 26 de diciembre en el Teatro Caupolicán, una fecha que ya trabajan de manera especial con la invitación de cuatro músicos con historia en el conjunto y que les permitirá expandir sus opciones musicales. “Relacionado con esta búsqueda, sin duda hemos tenido la suerte de contar con músicos muy destacados”, señala José Seves, sobre una serie de nombres que han pasado por el conjunto y que ahora aceptaron la propuesta de volver a tocar con ellos en este concierto: se trata de Jorge Ball, Pedro Villagra, Cristóbal Berrú y Cristián Mancilla.


“A Jorge lo conocimos en Italia cuando estudiaba luthería en Cremona. Ya era flautista y, como venezolano, tenía una cultura profunda sobre la música llanera. Es multiinstrumentista, él participó en un período muy interesante nuestro, de comienzos de los 80, en situaciones más orquestadas, y a Pedro lo conocimos por Santiago del Nuevo Extremo y por sus cualidades en los instrumentos de viento”, relata Seves.


También está Cristián Mancilla, figura más habitual en las actuaciones de la agrupación, y Cristóbal Berrú, que llega con un apellido demasiado familiar para el conjunto. “Él nos trae el recuerdo de una persona muy importante para el grupo, que es Max Berrú; para mí fue una experiencia muy bella compartir cantos con él, con voces que se fundían muy bien, en términos de volumen, color, etcétera. Max ya nos dejó, pero también nos entregó, como regalo, a su hijo Cristóbal, que es realmente impresionante escucharlo. Él toca instrumentos de viento y canta como si fuera la voz de Max”, destaca Seves.


Los músicos han revisitado temas de su disco “Travesura” —cuya carátula hizo Federica Matta, hija de Roberto Matta—, con la intención de recordar ese período. “Es importante para nosotros recuperar, dado el vastísimo repertorio que hay, las diferentes etapas que hemos vivido. Este en particular tenía esta característica de que se refería a un público infantil”, dice Seves, una búsqueda que se ampliará mucho más en su cancionero, pensando en el show del Caupolicán.


martes, mayo 06, 2025

Se profundiza la crisis en el Parque Cultural de Valparaíso

 

El Parque Cultural de Valparaíso tiene unas 1,8 hectáreas, en las que se desarrollan conciertos, teatro, danza y exposiciones. Jonathan Mancilla

El Mercurio

Desde su fundación, en 2012, el centro Ex Cárcel ha enfrentado numerosos conflictos. Hoy se suma la renuncia de la presidenta del directorio.

María Soledad Ramírez R.


La renuncia de Gianina Figueroa a la presidencia del directorio del Parque Cultural de Valparaíso (PCdV), este fin de semana, se suma a un largo historial de conflictos que ha enfrentado el centro Ex Cárcel del puerto, inaugurado en 2012.


En una entrevista aparecida este domingo en El Mercurio de Valparaíso, la ahora exdirectora del PCdV señala que su salida “no solo es un acto ético y político, sino también un llamado urgente a asumir los problemas estructurales que amenazan la continuidad de este espacio vital para Valparaíso y para Chile”.


La situación a la que se refiere Figueroa es la retención de $167 millones de la cuenta corriente del PCdV, en medio de demandas judiciales por las que el Consejo de Defensa del Estado, CDE, exige la devolución de $200 millones traspasados en 2017 por el Consejo Nacional de las Culturas, las Artes y el Patrimonio (hoy ministerio), durante la gestión de la entonces directora ejecutiva del Parque Cultural, Nélida Pozo (desde noviembre de 2017 a enero 2023), actual directora del Servicio Nacional del Patrimonio (desde enero de 2023). El CDE objeta que fueran usados en “contrataciones directas y renovaciones de contrato sin un proceso previo de cotización”, lo que no armoniza con el principio de eficacia en el uso de recursos públicos, plantea en la demanda.


En la práctica, con esta medida del CDE no se podrían pagar los sueldos de los funcionarios. Figueroa también denuncia que el directorio no está conformado en su totalidad —“por la desidia de algunas instituciones públicas al no designar representantes”—, por lo que no se han podido tomar decisiones estructurales.


La exautoridad apunta a que “la mala administración financiera y la fragilidad institucional han sido transversales”.


En el historial de conflictos, el más reciente fue en febrero, cuando la muestra visual de la cantante Mon Laferte se extendió un mes más de lo previsto y obligó a reprogramar las exhibiciones ya comprometidas, lo que perjudicó a esos artistas. Pero la decisión tuvo otra consecuencia aún más polémica: la desvinculación, después de 14 años en el cargo, del jefe de programación del PCdV, Alonso Yáñez. Más de 600 firmas de personas vinculadas a las artes visuales se reunieron para protestar por esta medida.


Pero otros despidos ya habían enrarecido el ambiente desde noviembre de 2023, cuando se desvinculó a nueve personas que trabajaban a honorarios. En marzo de 2024, en tanto, fue el turno de siete trabajadores sindicalizados y con contrato indefinido.


El PCd V es una asociación privada que recibe financiamiento público a través de la Subsecretaría de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. En 2025 fueron $1.567 millones, con un leve incremento respecto del año anterior, cuando se le entregaron $1.406 millones.


A comienzos de 2018, el PCdV enfrentaba una grave crisis económica, que motivó la paralización de los trabajadores. Fue en la época en que asumió Pozo, tras la salida del músico Jorge Coulon, director ejecutivo entre 2015 y 2017.


Sobre el tema, Nélida Pozo señaló ayer a “El Mercurio” que “el parque cultural viene con déficit desde el primer año. Cuando asumí, tenía un déficit de más de 300 y tantos millones, más un préstamo de 210 millones que encontré cuando llegué”. Al igual que Figueroa, cree que el problema es transversal a cualquier administración anterior de este espacio cultural y según su punto de vista “hay que revisar el modelo de gestión de los centros culturales, sobre todo en una ciudad como Valparaíso; creo que los centros culturales son el reflejo de lo que son las ciudades... Tengo una crítica grande a la condición en que está Valparaíso hoy día, pero siempre tengo esperanza de que puede surgir”.


Para Pozo, el PCdV es un espacio con mucho público y que la comunidad lo siente propio, pero que no tiene como producir ganancias. “Se requeriría aporte desde la empresa privada, porque no solo el Estado central lo puede sostener, habría que involucrar al gobierno regional, los gobiernos locales, no lo sé. Otros modelos, donaciones culturales”, señala.


En su entrevista, Gianina Figueroa también apunta a la falta de conformación del directorio. De acuerdo a sus estatutos, este debería tener un presidente, nombrado por el o la ministra de las Culturas; tres consejeros designados por la intendencia; uno por el Consejo de Rectores de Valparaíso y otro por el municipio, y tres elegidos por la asamblea de socias y socios.


Tras la renuncia de Figueroa, solo quedan en el directorio el designado por el consejo de rectores y dos elegidos por la asamblea de socios. Tanto el actual municipio como la delegación presidencial, correspondiente a la antigua intendencia, no han designado a sus representantes.


El delegado presidencial en Valparaíso, Yanino Riquelme, señaló a la prensa regional que están trabajando “en conjunto con la alcaldesa de Valparaíso y la ministra en la articulación de una nueva propuesta que contemple nuevos criterios y estándares institucionales importantes para el futuro desarrollo del parque”.

domingo, abril 06, 2025

Hagamos un trencito: Chile, país de cumbias



 El Mercurio

La partida de Tommy Rey desató múltiples expresiones de pesar en el medio artístico nacional y masivas muestras de cariño popular. Su propia trayectoria de casi 60 años en el ámbito de la cumbia sintetiza toda la evolución musical y social de este baile desde que se tornó dominante en los gustos del público. Gracias a Tommy Rey y otros grupos, la cumbia desarrolló numerosas variantes propias de Chile, un baile popular que se ha hecho totalmente transversal.


Juan Pablo González 

Universidad Alberto Hurtado


La partida de Tommy Rey, nombre artístico de Patricio Zúñiga (1944-2025), ha dejado en Chile una sensación de orfandad. Es como si la cumbia perdiera a un padre muy querido que nos acompañó por muchos años en momentos cruciales de nuestras vidas. Las múltiples manifestaciones de pesar del medio artístico nacional y las masivas muestras de cariño del público dejan a Tommy Rey en un lugar muy alto en la historia de la música popular en el país. Incluso se ha llegado a pedir que el 26 de marzo, día de su partida, sea declarado el Día Nacional de la Cumbia. ¿Porqué tanto fervor y durante tanto tiempo por Tommy Rey y por la cumbia en nuestro medio?

Siendo justos, al hablar de cumbia estamos hablando de una variedad de ritmos de la costa atlántica colombiana como el porro, el fandango, la puya, o el paseo, que junto con la propia cumbia y sus derivaciones fueron denominados simplemente “cumbia” por la industria discográfica internacional. Es así como estas músicas colombianas se han proyectado hacia Centroamérica, México, Venezuela, Ecuador, Perú, Uruguay, Argentina y Chile, demostrando su adaptación a distintas sensibilidades locales. De hecho, el primer grupo de “cumbia” de impacto internacional, Los Wawancó (1956), fue formado en Argentina por un costarricense, un peruano, un chileno, un argentino y dos colombianos, expresando muy bien la capacidad de la música costeña de adquirir distintos acentos y ropajes.

Parece un misterio la capacidad de lo que llamamos cumbia de constituirse en música de tantas naciones y de desarrollar sus propias variantes locales a la vez. ¿A qué se puede deber eso? ¿Tal vez a la simplicidad de su baile? ¿A la estrategia de la industria de ofrecer distintos ritmos bajo una misma etiqueta? ¿A su vínculo con el imaginario de García Márquez, que la promovió ante la élite política e intelectual bogotana que tanto la despreciaba?


Explosión de cumbias

Lo que tenemos claro es que la explosión de la cumbia en América Latina fue un fenómeno que se produjo en la década del sesenta, justamente cuando Cuba dejaba de exportar nuevos bailes tropicales a la región como lo venía haciendo desde los años treinta con la ayuda de la industria musical y cinematográfica mexicana y estadounidense. Primero fue la rumba, luego vino la conga, y después llegaron el mambo y el chachachá. Entonces, el triunfo de la revolución interrumpió el vínculo cubano con la industria internacional y nos quedamos sin un nuevo baile tropical de moda para los movidos años sesenta. Ese es el vacío que fue ocupado por la cumbia hasta el día de hoy, pues ha sabido compartir espacios con la salsa desde los años setenta, con el merengue desde los ochenta y con el reguetón desde los noventa.

Los bailes costeños colombianos ya eran conocidos fuera de Colombia a mediados de los años cuarenta, en pleno reinado de la conga, especialmente por las giras de Lucho Bermúdez y su Orquesta del Caribe, quien los vistió de frac y logró imponerlos ante la sociedad blanca de Bogotá. La necesidad de grabar en Buenos Aires expuso a la orquesta de Bermúdez al desarrollo instrumental del tango, mejorando el sonido de su agrupación. Esto de algún modo marca el destino de la cumbia, que es su capacidad de adaptación, lo que en gran medida explicaría su dispersión y longevidad. Entonces, a lo largo del tiempo y de la geografía, la cumbia se ha adaptado a distintos estilos y formatos instrumentales, casi todos practicados, sorprendentemente, en Chile.

En efecto, no resulta fácil encontrar un país donde se practiquen hasta nueve variedades de cumbia, como ocurre en el nuestro. En esta larga y angosta faja de tierra podemos encontrar la cumbia orquestal de la colombiana Amparito Jiménez y del venezolano Luisín Landáez; la adaptada al formato de la sonora cubana (con trompetas y percusión latina) de La Sonora Palacios y de La Sonora de Tommy Rey; el chucu-chucu con guitarras eléctricas de Los Viking 5; la cumbia norteña mexicana de Los Luceros del Valle; la cumbia tecno de Amerikan Sound; la cumbia romántica de Américo, y la nueva cumbia de Chico Trujillo, a las que se suman la cumbia villera argentina y la chicha peruana, derivaciones de la cumbia también bailadas en el país.

Sin embargo, estimado lector, es muy probable que usted no haya bailado ninguna de estas cumbias en sus fiestas o bailoteos de adolescente en el siglo pasado, pero que se haya encontrado con alguna de ellas durante la celebración de un Año Nuevo o de un matrimonio en el presente siglo. Como nadie ha tomado clases para bailar cumbia, quizás se haya animado a ingresar a la pista y hasta se haya sumado a un trencito. ¿Qué sucedió, entonces, para que la cumbia se hiciera tan transversal en Chile?


Hagamos un trencito

La respuesta nos remonta a los años noventa, que fue una década revisionista en el campo de la música popular. Bandas que se habían separado en los setenta se volvían a juntar, canciones olvidadas se grababan nuevamente, estilos del pasado volvían a estar en boga, el sonido analógico se ponía de moda en plena era digital, y géneros asociados a otras épocas o sectores sociales ampliaban su alcance. Todo esto promovido por una industria discográfica que no paraba de crecer.

Es así como la cumbia empezó a ser valorada por sectores que en el pasado la ignoraban o simplemente la despreciaban. Entonces, estrellas juveniles de entonces como Joe Vasconcellos encontraron en La Sonora de Tommy Rey una nueva fuente de inspiración, produciendo un cruce de estilos que la industria no tardaría en apoyar. Esto permitió legitimar la cumbia ante sectores más expuestos a músicas de autor, pero también señaló el camino de una cumbia de fusión que se cristalizaría en los años dos mil con la nueva cumbia chilena, apelando a públicos que en el pasado la rechazaban. Tal como había ocurrido con la música costeña para la élite bogotana en los cuarenta, pero también con el tango en Buenos Aires en los años diez y con la samba en Río de Janeiro y el son en La Habana en los años veinte.

Es que en forma recurrente se han blanqueado en América Latina manifestaciones culturales que permanecían al margen de los imaginarios hegemónicos de nación por haber surgido de clases y razas subalternas. Sin embargo, en el caso de la cumbia, también se trata de la tendencia posmoderna del “gusto por el mal gusto”, expresada en el cine de Almodóvar, por ejemplo, o en el auge de la llamada música cebolla en Chile, donde la cumbia comparte espacios con el bolero de Los Panchos o el vals peruano de Lucho Barrios. Es así como el siglo XX terminaba con toda la música de baile a nuestra entera disposición, y con una industria musical que solo acumulaba ganancias.


El papá de la cumbia

La longeva carrera de Tommy Rey, primero como vocalista de la orquesta de música tropical Los Peniques (1953), luego de La Sonora Palacios (1962), y finalmente independizándose con su propia agrupación, La Sonora de Tommy Rey (1982), lo mantuvo vigente en los escenarios chilenos por más de seis décadas. Si bien el comienzo de los años ochenta no era el mejor momento para que un cantante iniciara una carrera independiente debido a las restricciones a la industria y la vida nocturna imperantes en el país, hubo dos factores que ayudaron al despegue de Tommy Rey: el auge del casete, que reducía los costos de producción, favoreciendo la masificación de la música grabada, y el auge de la televisión abierta y en color. En efecto, fueron dos los programas de televisión que contribuyeron a popularizar a Tommy Rey y su sonora: “Sábados Gigantes” de Canal 13 y, en especial, “El Festival de la Una” de TVN, que le permitió a la nueva agrupación aparecer a diario en las pantallas de las familias chilenas tocando cumbia a mediodía, en una época de enorme consumo de televisión abierta.

El modo de cantar pausado de Tommy Rey, con una voz redonda y suave, similar a la de un baladista, dignificaba la cumbia y la hacía propicia para el ambiente familiar de celebración. Entonces, más que el padre de la cumbia en Chile, como se le ha llamado, Tommy Rey sería el papá de la cumbia chilena: el que nos canta en familia en momentos cruciales de nuestras vidas, que lo hace sin estridencias ni gestos extraños, bien vestido, con respeto, discreto, todo un caballero. Curiosamente, en su canto se percibe algo de nostalgia, quizás porque el “año más” que celebramos sea también un año menos; porque está pensando “dejar a Daniela” mientras bailamos con aparente felicidad; porque canta “Cumbia para adormecerte” cuando debemos mantenernos despiertos, o sencillamente, porque en sus cumbias impera la tonalidad menor asociada a la tristeza.

En este país de gustos tan diversos, la cumbia ha contribuido a amalgamarnos como sociedad, desempeñado un papel central en nuestros modos de celebración y permitiéndonos experimentar nuestros cuerpos. La liberación que sentimos al bailar cumbia nos puede llevar a usar la corbata de cintillo o hacer girar a nuestra pareja como si fuera la reina de la pista. Además, la cumbia nos entrega la única coreografía grupal que podemos practicar, sumándonos al famoso trencito en el clímax de la celebración. Todos nos sentimos bien bailando cumbia, así que la próxima vez que la toquen en una fiesta, estimado lector, anímese y báilela con fervor. Esa sea tal vez la única forma de mantener a raya el reguetón.


El grupo de nueva cumbia chilena Chico Trujillo.

La Banda Viking 5, en el Festival de Viña del Mar. TOMAS FERNANDEZ

La Sonora de Tommy Rey , formada en 1982, luego de independizarse su titular de la Sonora Palacios Sonora Tommy Rey

Funerales de Tommy Rey el 26 de marzo pasado, a la salida de la Catedral. Metropolitana. Aton


sábado, enero 11, 2025

Con la “magia” de lo digital, Violeta Parra se subirá al escenario en Congreso Futuro

 

Con un traje con sensores, una actriz encarna a Violeta Parra. A su lado, la cantante Javiera Parra ensaya para el homenaje que se verá en directo pasado mañana. Wise



El Mercurio

Cantará a dúo con su nieta Javiera Parra en la ceremonia de obertura.

Tres meses de trabajo que incluyeron capturar los movimientos de una actriz y el uso de inteligencia artificial, además de coordinar cada paso y trabajar las pistas de audios originales, permitirán traer del vuelta a la gran artista nacional a través de un holograma.

Alexis Ibarra O.


Hace tres meses que la empresa chilena Wise se ha impregnado del espíritu de Violeta Parra. Por eso han revisado videos e imágenes de la artista. Además han estado captando los movimientos de una actriz mediante un traje con sensores, registrando los movimientos de su rostro con dispositivos para luego de ese trabajo, realizar un modelo en computador. Todo para lograr la magia de que la compositora reconocida a nivel mundial, fallecida en 1967, vuelva a subirse a un escenario, esta vez de manera digital.

Esa será la gran sorpresa de la ceremonia de obertura de Congreso Futuro.

Al mismo tiempo, la cantante y compositora Javiera Parra —nieta de Violeta— trabajó con una pléyade de músicos y técnicos para armar un espectáculo de homenaje a su abuela. “Ha sido muy emocionante que me hayan convocado a armar este homenaje que tiene tantas aristas. Es muy espiritual por una parte, pero también es muy moderno y tecnológico”, cuenta la artista.

Dice que es todo un desafío: “En el escenario voy a cantar a dúo con una versión digital de Violeta, entonces hay que hacer convivir esos dos mundos: por una parte interpretar y estar muy conectada con ella, pero al mismo tiempo tengo que estar preocupada de muchas cosas técnicas para que resulte perfecto”, explica sobre el show que se verá en la mañana del lunes.

Del proceso creativo cuenta algunos detalles. “Es como estar en Hollywood donde te graban con un croma de color verde donde todos están haciendo cosas que en realidad no existen”.

Y añade: “Es un proceso largo, con una gran cantidad de gente involucrada. He ido varias veces a ver el trabajo de la actriz que está con los sensores para ver en qué momentos entra ella, qué gestos hace, cómo se mueve”.

En paralelo, ha trabajado con un equipo de músicos, entre ellos Camilo Salinas, Miguel Molina, Cuarteto Austral, Las Corraleras, entre otros.

La tecnología también ayudó en el procesamiento del audio y obtener la pista de voz. “En la grabación de Las Últimas Composiciones está todo metido en una sola pista: la voz y los instrumentos. Trabajamos con Claudio Reed, gran ingeniero que nos ayudó en eso”.

Se trata de un trabajo similar al que se hizo con una grabación de John Lennon para lograr aislar su voz para la última canción inédita de Los Beatles.

Desde el punto de vista musical también había desafíos: “La Violeta canta con una métrica que es marciana, es muy difícil de seguir porque se va acompañando sola de su charango. Y no ha sido nada fácil trabajar la sincronía, el lipsing y la cadencia y es en lo que estoy esforzándome más. Ha significado volver a estudiarla, ya que su forma de ejecutar en términos musicales es muy sincopado y difícil de igualar. Es algo muy profundo y muy genuino”, dice Javiera.

“Toda esta experiencia tiene muchas capas de tecnología: la captura de movimiento, el face tracking en el que se usa IA, el modelamiento 3D”, detalla Igal Weitzman, CEO y fundador de Wise Innovation Studios.


Caminar y sonreír

Y agrega: “Es toda una experiencia ver a la versión digital tocar el charango, caminar, sonreír, saludar. En esencia es un holograma de un ícono de Chile y con el cual estamos reconectando con nuestra cultura”.

Weitzman tiene planes de hacer un pequeño documental para redes sociales con todo el proceso de creación.

“Violeta Parra es tal vez una de las artistas esenciales de las artes en Chile. Ella representa una de las dimensiones más profundas de nuestra identidad. Su trayectoria es multidisciplinar, recorre casi todas las disciplinas artísticas, desde la composición musical hasta las artes visuales. Una mujer de provincia que con su talento se abre espacio en la escena nacional e internacional, contra viento y marea fue impulsada por una búsqueda minuciosa y constante de nuestras raíces”, dice Guido Girardi, vicepresidente ejecutivo de la Fundación Encuentros del Futuro, organizadora del congreso.

“A la gente que vea el espectáculo les diría que tomen este momento como una invocación a Violeta Parra”, concluye Javiera Parra.


Se usó tecnología de face tracking y el modelado computacional en 3D para generar el holograma de Violeta Parra. Wise