lunes, abril 30, 2007

El derecho de tocar en paz

La Nación
.Marcos Moraga L.
“¿Y a ti qué te pareció el disco?”, pregunta Gepe en medio de los árboles enredados y el sol flojo que cae sobre el Campus Lo Contador de la Universidad Católica. Daniel Riveros (25) ronda el recinto, apurando su tesis de diseño. Conversa sobre su desprecio contra el lenguaje poético-bohemio en las canciones (“Sabina no, por favor”), su actual desidia por el rock y lo entusiasmado que está con el pop de Simply Red y George Michael. Le da pudor ver a Amaro Gómez Pablos hablando en la tele de su disco y recordar la visita a Punta Arenas, donde la gente lo coreaba y guardaba silencio total en perfecta coordinación. Y todavía le preocupa, genuinamente, lo que un tipo pueda decir sobre su nuevo disco “Hungría”.
El segundo LP ya está listo. Mientras afina el lanzamiento, Riveros ronda la Católica. Se toma fotos. Pasó “Gepinto” (2005) y en mayo debuta “Hungría”.
Desde Quemasucabeza (QSC), el sello que publica sus discos, lo persiguen para que haga prensa. Hace dos años, los papeles eran inversos. Daniel Riveros tenía una grabación: el EP “5x5”, editado por Jacobino Discos, y le seguía la pista a Rodrigo Santis, ex Congelador y director de QSC. Pero Santis llegaba sólo a las últimas canciones. Hasta una presentación en el Club Bizarro donde lo escuchó de principio a fin. Gepe -porque era Gepe arriba del escenario- lo vio entre el público, le mandó un mail, pidió reunión y le regaló el “5x5”. Quería distribución más allá de lo que Jacobino podía ofrecer. “Justo nosotros estábamos en una renovación del sello”, recuerda Santis, “y decidimos que ‘Gepinto’ fuera el primer disco de esa etapa. Nunca pensamos en el efecto que iba a tener. Pero cuando lo estábamos terminando, sabíamos que estábamos cocinando algo bueno. Daniel me decía que sentía que iba a dar que hablar”.
Santis fue el productor de ese primer disco y sí dio que hablar. Gepe se convertía en el primer cantautor independiente del nuevo siglo, capaz de moverse entre las noticias de las nueve y las fiestas en La Berenjena, entre la ambición expansiva de su música y el chaleco de lana descuidado. Vinieron las comparaciones con Víctor Jara, que a Riveros ya poco le importan. Quienes escuchen “Hungría” con expectativa folclórica, capaz que salgan corriendo con la primera mitad del disco, con beats electrónicos y el bajo tan arriba.
A CABALLO
Pero lo cierto es que los referentes son poco asibles en su biografía. Gepe recuerda los dos primeros casetes que compró Daniel Riveros padre en Santa Rosa: uno de Woodstock –“yo creía que Woodstock era un grupo”, dice- y otro de Wilfred y la Ganga que traía el hit “Mi abuela”. Antes, vagos recuerdos de Fito Páez y la omnipresencia de Mazapán.
Cerca de los cinco años, Daniel Riveros decidía ser baterista, hipnotizado por el solo percutivo en “Soul sacrifice” de Santana en Woodstock. Y comienza a aporrear la escalera de madera en su casa de San Miguel. Después una batería chica, otra más grande y llega la guitarra. Metal, Guns’n Roses, Sonic Youth. Proyectos de bandas de brit pop paralelos a un grupo hip hop. Muy cerca, Javier Cruz, compañero de curso y bajista, lleva adelante bandas más metaleras, hasta que una actividad de alianzas casi terminando la media en el Instituto Miguel León Prado los junta.
“En el colegio él tenía bandas con un compañero que ahora es monje hare krishna”, se acuerda Cruz, “con nombres como Bacinica o Jirafa Voladora. Pero cuando nos juntamos, cachamos al tiro que iba bien. Me acuerdo que él era súper sano; hasta harto tiempo después que salió del colegio no tocaba el copete”. Porque los excesos quedaban para el escenario. Riveros hasta terminó tocando
con la cara sangrando por un platillo disparado en una tocata de 2004 en la Escuela de Cine de Macul.
Era simple. Cruz tenía que asomarse a la ventana de su dormitorio en San Miguel y veía la pieza de Daniel. Cruzaba el patio y a ensayar: “Era música instrumental, hasta que tuvimos una variación bastante grande. Antes del disco, teníamos como 60 canciones grabadas. Pero él empezó a bajar las revoluciones y pasó porque nos sentimos enfrascados en lo que estamos haciendo. A Daniel le encanta borrarse y reinventarse, cualquier cosa que se estanca le incomoda”.
En paralelo funcionaba Gepe, su proyecto personal, que de a poco fue ganando espacio. Los días de aporreo ahora están en pausa. Riveros se cambió a un departamento en Plaza Italia -vive de la música-, lo que es igual a poner la batería en espera. “Me encantaría retomar el Taller Dejao. Pero ahora no me gusta el rock. Ningún brillo. No tengo idea qué hacer con Taller, pero me encanta tocar en vivo. Queda la cagá y la batería no la controlo, es una huevá a caballo”, cuenta Riveros. Por el momento, “Hungría” ocupa el nuevo departamento. “Soul sacrifice” y Santana están lejos.
El desmarque
La presentación en sociedad de “Hungría” será el mismo 18 de mayo en que salga al mercado en el Cine Arte Normandie, aunque todavía está por definir horario y precios. “Hungría” cambiará la forma en que Gepe se presenta en vivo, principalmente porque la nueva lista de canciones añade más electrónica e instrumentación que su antecesor “Gepinto”. Mucho tiene que ver con el nuevo productor a bordo, Vicente Sanfuentes, alias Original Hámster y ex Hermanos Brothers.
Sanfuentes y Riveros se conocieron en un Mutek (Festival de música electrónica) realizado en Valparaíso el año 2005. “Lo escuchaba desde una vez que lo vi en la Sala Master y me gustó mucho, unos cinco meses antes de conocerlo personalmente”, cuenta Sanfuentes. Después del Mutek comenzaron a conversar y ya para la gira de los Encuentros Internacional de Música Actual (EIMA) compartían escenario. Unión curiosa: el Hámster es más conocido por su dedicación a la música electrónica y experimentos prendidos como el “Surtek Collective”, donde cultiva el reggaetón ácido con Uwe Schmidt; Gepe, por otro lado, ya era comparado con Víctor Jara, por esos días dedicado al folk de “Gepinto”.
Pero desde diciembre, ambos comenzaron a citarse en la casa de Sanfuentes y los estudios Triana. Sanfuentes se convirtió en el productor del disco, y un cuarto de “Hungría” contó con la participación en las perillas de Gonzalo González -productor de Tiro de Gracia y Los Bunkers- y Pedro Subercaseaux de CHC. “La sutileza de la voz de Gepe y la sensación de intimidad que genera su estética, creo que, para este disco, debían ser cristalinas sonoramente”, comenta Original Hámster sobre sus objetivos al empezar la cooperación. “Es un disco liberador para Gepe”, sigue, “ya que es de transición entre el ‘Gepinto’ y el derecho de hacer música en paz”.
Justamente el desmarque que Gepe quería. “La referencia al cantautor latinoamericano me importa cero”, dice. Pero sólo con su guitarra Ibáñez para zurdos, fue número fijo en universidades durante todo el 2006. La modalidad le encanta, cuenta. Pero mientras sus fotos comenzaban a expandirse por los diarios y su voz por el dial, el susto afloró. Era otra voz la que hablaba en las revistas. Abajo del escenario era más tímido. Y cuando componía sus nuevas canciones, había un combate permanente contra lo que sonara poético en sus versos. “Letras como la de ‘Esgrima’ (el tema que abre el disco) fueron un parto”.
La solución, de nuevo, fue arrancar. Los beats de “Celosía” -el single que ya suena en radios- lo confirman. Pero el rechazo a la poesía no excluye a la literatura. El libro de cabecera de Gepe es “Los detectives salvajes” de Roberto Bolaño, y ahí en los restos del real visceralismo es donde hay una de las pocas explicaciones a sus letras: “Es la creación involuntaria de sí mismo: el huevón se sale tanto de su eje que se convierte en otros personajes. Me lo imagino hablando como asesino, abogado o Cesárea Tinajero. Con los sombreros mexicanos o los poemas de Cesárea, el lenguaje se vuelve tan emotivo que se convierte en signos. Siempre hablo de cosas íntimas, pero sacándola de mi mundo, poder observarla, que se cristalice y no sea mía. Despersonalizarse”.
Personajes y un disco más pop, explica. En la última canción de “Hungría”, “Hebra prima”, aparece algo cercano a una cueca, con su voz despidiendo el disco poco después de los 35 minutos de iniciado. Es Gepe, recordando que todavía está ahí, caminado y mirando hacia atrás.
EN ACCIÓN
“Hungría” sale al mercado el 18 de mayo. Ese mismo día será presentado en vivo en el Cine Arte Normandie.

http://www.lanacion.cl/prontus_noticias/site/artic/20070421/pags/20070421184815.html

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