El Mercurio
Disco del pianista David Poblete
Poemas de diversos libros son reconstruidos por el músico desde Cataluña. “Me faltaba hacer una obra que tuviera letra. Pensé ‘Neruda es mi letrista'”, dice el compositor del álbum.
IÑIGO DÍAZ
A la casa de Isla Negra, la más simbólica de sus residencias terrestres, Neruda llegó en 1945. Y la dejó en 1973, pocos días antes de morir. “Jorge Edwards recoge un episodio muy fuerte, cuando un militar llega a Isla Negra preguntando si había armas en la casa. Neruda le dice que sí había: era la poesía”, cuenta desde España el músico David Poblete. “Cuando estuve allí me impresionó la vista del mar que tenía desde su habitación”, agrega.
Pianista de jazz, compositor y creador del Centro de Estudios Musicales Espai Jazz Academy, Poblete vive en el pueblo de Bescanó, muy cerca de Girona. Hoy se encuentra presentando una investigación musical que lo conecta con Neruda y su escritura, al cumplirse el cincuentenario del Nobel. También con esa gran casa litoraleña. Su nuevo disco se titula “Isla Negra canta a Neruda”, a lo largo del cual se recorre la obra poética desde la perspectiva del jazz latinoamericano.
“Conozco algunas musicalizaciones de Neruda hechas en Europa que no le hacen justicia a su esencia latinoamericana. Por eso me identifico con Vicente Bianchi (que musicalizó ‘Tonadas de Manuel Rodríguez') y Los Jaivas (poemas de ‘Canto general'), que tomaron discursos de la música latinoamericana frente a la poesía”, cuenta.
Justo antes de la declaración de la OMS de la pandemia, Poblete viajó a Chile con las orquestaciones que había trabajado durante cinco años. Organizó un sexteto que tiene a músicos de la estatura de Juan Coderch (batería), solista de la Sinfónica de Chile, y Cristián Crisosto (saxos y flauta), fundador de Fulano, además de Felipe Martínez (bajo) y Florencia Novoa (voz), integrantes de MediaBanda. “Necesitaba voces mixtas para la narración. No se le puede tocar una sola coma, todo está al pie de la letra”, dice Poblete.
El cantante Omar Lavadie completa el elenco y toma la voz masculina en varios poemas, sobre todo en “Lautaro 1550” y “Lautaro contra el centauro”. “Omar es Lautaro, como Florencia Novoa representa también a Matilde en distintos momentos”, explica.
Y como las musicalizaciones se sustentan en ritmos de danzas regionales, se escucha una panorámica de colores y aires. En “Picaflor II” aparecen ritmos cubanos y en “Puerto puerto de Valparaíso” está el tango, mientras que el “Poema 15” está ambientado con un joropo venezolano. La improvisación jazzística se filtra por diversas rendijas de otras piezas, como las mismas dos “Lautaro”, que se debaten entre el 6/8 declarado de la cueca chilena y el 3/4 de una cueca valseada. “De pronto aparece un aire aflamencado, que representa el choque entre el indígena y el conquistador”, dice Poblete.
“Hasta aquí yo había compuesto música para tríos, cuartetos y quintetos de jazz que grabé en mis primeros discos. Tenía pendiente hacer una obra que incluyera letra. Busqué a alguien que la escribiera. Neruda siempre me impresionó, entonces pensé ‘Neruda es mi letrista'”, cierra.
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