lunes, septiembre 11, 2023

Tommy Rey, a sus 79 años: “Felizmente y gracias a Dios tengo la suerte de mantenerme cantando”



 El Mercurio


No son 20, ni 30, ni 40, son 60 años de cumbia. La voz de “Un Año Más” repasa su larga trayectoria musical, sus inicios en Radio Portales, cómo todavía algunos creen que se llama Tomás y los duelos de la vejez. “Cuando estoy en el escenario, me siento joven”, dice.

María Florencia Polanco

El rey de la cumbia, la voz melódica inconfundible que —sagradamente— cada 31 de diciembre entona “un año más que se va” mientras su público gasta las suelas, en realidad es una persona tranquila. Cuando Patricio Fernando Zúñiga Jorquera se sube al escenario, impecablemente vestido de traje, humita y comienza a cantar, se transforma.


Tommy Rey, como le gritan en la calle, tiene 79 años, pero no lo parece. “Dicen que no se me nota mucho”, comenta acomodándose en el sillón principal del living de su departamento en Reñaca, el que tiene una vista preferencial a un televisor plasma en el que navegará buscando videos de sus shows más antiguos. Uno es del 31 de diciembre de 1982, cuando con la recién conformada “Sonora Tommy Rey” que lidera participaron en el programa “Esperando El Año Nuevo”, conducido por Enrique Maluenda.


—“Es el tiempo el que no se detiene”, canta en “Un año más”. ¿Lo siente así?

“Cuando estoy en el escenario me siento joven. Después, cuando me bajo, me siento cansado. Es que a veces tocamos más de una hora”.


Hace meses, confiesa el vocalista, convive con un fuerte dolor lumbar que se le irradia a una pierna y que se intensifica de noche o cuando está acostado. “Tengo que operarme, pero le dije al médico que después de las Fiestas Patrias”, dice la voz de “Daniela”. Como cada septiembre, la sonora “corre de aquí para acá” para llegar a las distintas fiestas y eventos que tienen programados.


—¿Sus 60 años de cumbia y trabajar de noche no le han pasado la cuenta?

“A veces ando decaído, pero cuando voy a actuar me doy ánimo. Cuando me subo al escenario me olvido de todo. Uno tiene que entregarle alegría a la gente”.


—¿Ha sentido alguna vez, ‘ya, Tommy, hasta aquí llegaste'?

“No puedo, porque es mi trabajo. Tengo que seguir hasta que Dios diga. Yo creo en Dios y le doy las gracias por los tantos años que llevo trabajando en la música. En noviembre voy a cumplir 61 años trabajando, partí a los 18”.


—¿Cómo fue pasar de ser el alma de la fiesta a estar encerrado en pandemia?

“Fue muy triste. Hacíamos ciertas cosas por Zoom, cada uno tocando en su casa. La pandemia fue fatal para todos los músicos”.


—¿Qué fue lo que más le costó?

“La gente, que es muy buena con nosotros. Siempre, en todas partes donde vamos, el público disfruta. Es muy bonito. Se nota un cariño. Eso le agradezco a Dios. Después de tantos años, la gente se me acerca y me pide fotos. Están todos descansando y cambiándose de ropa en el camarín y yo sacándome fotos, pero es bonito. Es bonito que la gente lo quiera a uno, lo disfrute, lo admire”.


—Y usted, ¿lo disfruta?

“Sí, en todas partes. Especialmente en lugares al aire libre, llenos de gente”.


—¿Cómo es la relación con sus compañeros de la Sonora, después de tantos años juntos?

“Somos como una familia. Son todos muy amigos y muy cariñosos conmigo. Me cuidan, me ayudan”.


—¿Qué ha sido lo más bonito y lo más difícil en esta etapa de su vida?

“Cuando uno empieza a hacerse más viejo le cuesta un poquito más. Pero felizmente y gracias a Dios tengo la suerte de mantenerme cantando. A veces ando un poquito mal de la garganta, pero me tomo unas aspirinitas”.


Cueva musical


Casi nadie lo conoce por su nombre real. Patricio Zúñiga fue rápidamente reemplazado por “Tommy” en todas las esferas de su vida. El autor intelectual de su —supuesto— nombre de fantasía fue el baterista de “Los Peniques”, Silvio Ceballos. Le dijo que Patricio no pegaba para una banda de cumbia, así que lo bautizó como “Tony Rey”. Pero Tony parecía nombre de payaso, así que se rebautizó como “Tommy”.


—¿Alguna vez le han dicho “Tomás”?

“Más de una vez (ríe). Todos creen que me llamo Tomás Reyes”.


—Su nombre incluso inspiró a otra banda de músicos, “Tomo como Rey”.

“Nosotros los conocimos en el Instituto Nacional. Siempre íbamos a tocar para la fiesta de los profesores. Un día se nos acercaron unos muchachos jovencitos y dijeron: ‘Oiga, Tommy, sabe qué, estamos formando un grupo y queremos ponerle un nombre, pero no sé si se puede enojar usted'. ¿Y cómo es el nombre?, les digo, ‘Tomo como Rey'. Nosotros nos reímos. Y al final se hicieron bien populares. Hemos estado con ellos. Nos dicen ‘llegaron los papás', y yo les digo ‘llegaron los abuelos'”.


Tommy Rey —que no toma alcohol— vive hace tres años en Reñaca. Emigró buscando tranquilidad. Con él viven su esposa, Gloria Sáez, una de sus nietas y el gato Darwin.


—¿Cómo es Tommy Rey en su casa?

“Yo soy súper tranquilo. No tomo. Antes me tomaba un whiskicito antes de actuar y todo eso, pero ya no, porque tengo hipertensión. Cuando vamos a tocar nos ponen una botella de tequila, y nada. Tomo pura agua mineral sin gas, porque el gas me hace mal, me produce calambres. Hay que cuidarse, es la única manera”.


—¿Qué hace cuando no está arriba del escenario?

“Me entretengo en el computador, buscando cosas. Tengo una colección enorme”.


Este hombre tranquilo, de personalidad nerviosa y noctámbulo —se queda despierto hasta las cuatro de la mañana— tiene una guarida en su casa que llama cariñosamente su “cueva musical”. La enseña con orgullo, como si la habitación hablara por él. Es un espacio amplio e iluminado donde exhibe una colección de figuras de Cantinflas, compact disc y fotos con rostros emblemáticos de la canción chilena. Posa sonriente con Cecilia “la incomparable”, el Puma Rodríguez, Zalo Reyes, Peter Rock, Antonio Prieto, Buddy Richard y Myriam Hernández.


También tiene acumulados cientos de galardones y reconocimientos que ha recibido en sus 60 años de trayectoria musical. Algunos son el primer cassette de oro que logró la “Sonora Tommy Rey”, en 1989, el Premio a la Música Nacional Presidente de la República, que le otorgaron en 2005, y una gaviota de oro del Festival de Viña del Mar, de 2013, la última vez que cantaron frente al monstruo.


“Salimos a las tres de la mañana y cuando terminamos ya habían cortado la transmisión. La gente no alcanzó a ver que nos habían entregado la gaviota. Estábamos enojados. Eso no se hace. ¿Por qué prefieren a los artistas extranjeros? A los artistas chilenos se nos ningunea”, dice molesto.


—Y a los adultos mayores, ¿se los ningunea?

“Hay gente que no respeta mucho a la gente mayor, pero generalmente sí. Yo la respeto mucho. Bueno, yo soy mayor ya. Pero siempre los respeté”.


—¿No se aburre de cantar siempre las mismas canciones?

“A casi todos les gusta escuchar lo que conocen. Las cantan y bailan. Hay muchos temas que uno los quiere mucho, les toma cariño”.


—Como el infaltable “Un Año Más”

“‘Un Año Más' es de un coquimbano, Hernán Gallardo, que murió desgraciadamente. Él hizo ese tema, y era leeeeento, más nostálgico. Y nos dejó una grabación en cassette. En ese tiempo no existían los pendrive. Y lo escuchamos. Bonito el tema, pero no hubo mucho interés en grabarlo. Entonces yo dije, ‘¿por qué no lo cambiamos a cumbia? Y quedó bien bueno. Yo estaba en la ‘Sonora Palacios' en ese tiempo”.


—¿De dónde vino el talento musical?

“Mi papá tocaba la guitarra, pero no era músico, era mueblista. Yo después aprendí a tocar la guitarra, mirando, sin clases, sin nada. Después, como a los 16 años, empecé a ir a un programa en la radio Portales que se llamaba “Calducho”, donde iban los aficionados, Fresia Soto, Luis Dimas, yo. Incluso, la Fresia iba vestida de colegial en ese momento”.


—¿Y qué cantaba?

“Yo cantaba melódico. En ese tiempo estaba de moda el rock and roll y el twist. No me daban mucha esférica. Una sola vez me hicieron cantar, entonces me fui a la radio Agricultura”.


—Donde le cambió la vida.

“Allí estaba Enrique Valladares, que fue un gran locutor y cantante. A él le gustó como cantaba. En las noches había un show, con la orquesta ‘Los Peniques', que acompañaba a otros artistas. Y entonces Valladares les dijo, ‘¿por qué no lo prueban a él?'. Y un día en la tarde ensayé con ellos y les gustó. Sabía varios de sus temas, los escuchaba desde chico. En poco tiempo nos fuimos a trabajar a Concepción en el Hotel City, donde estuve un año”.


Cuando volvió a Santiago supo que quería seguir en el mundo del espectáculo. Itineró por varios grupos hasta que integró la “Sonora Palacios”, donde grabó canciones emblemáticas como “Un año más”, “El caminante” y “La peineta”. “Grabé más de 100 temas en los casi 20 años que estuve con ellos, hasta que nos separamos”. Con la “Sonora Tommy Rey” grabó otros, como “Daniela” y “La parabólica”.


—¿Hay algún show que recuerde con especial aprecio?

“Una gira por Europa en los años 80. En las Fiestas Patrias, estaba lleno de chilenos. Y no empezamos tocando el tradicional repertorio, empezamos con el himno nacional y la gente se puso a llorar. Después tocamos tres pies de cueca y bailables. Eso fue muy emocionante e inolvidable. Era como llevarles un pedacito de Chile. Había muchos exiliados”.


—¿Qué es lo que más le agradece a la vida?

“Le agradezco a Dios que me haya dado esta voz. La gente se me acerca y me dice que sigo cantando igual. Eso me llena de satisfacción. Son cosas lindas. Y bueno, le agradezco especialmente a mi esposa, que me cuida mucho”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por publicar esta entrevista de don Patricio, conocer un poco de su vida artística es culturizarnos un poco más, en mi caso, a mis 44 años no sabía de la existencia del grupo LOS PENIQUES; y menos que don Patricio ya bordea los 80 años.
Gracias a don Patricio por la entrevista y a ustedes purochilemusical