sábado, junio 22, 2024

Antonio Monasterio cierra en vivo el ciclo que lo llevó al premio Pulsar

 El Mercurio


El compositor y multiinstrumentista ganó con su disco “Las furias y el mar”, marcando un nuevo momento de altura en la fusión chilena.

IÑIGO DÍAZ

Nacido y criado en Panguipulli, a orillas del lago a donde acudía para reflexionar y tocar la guitarra siendo adolescente, Antonio Monasterio (1987) tuvo que pasar un año estudiando Historia en Temuco para darse cuenta de que su vida iba por otro camino. Hoy no solo es un nombre central en las escenas independientes surgidas desde Valparaíso, donde estudió Música y se hizo compositor y multiinstrumentista, sino que ha alcanzado un estatus mayor con el reciente premio Pulsar, distinción anual a la música chilena en distintas categorías.


Mañana, Monasterio volverá al Parque Cultural de Valparaíso (19:00 horas, de $3.000 a $12.000 en PortalTickets) para cerrar un ciclo que comenzó hace cinco años y que desembocó en su premiado disco “Las furias y el mar” (2023). En ese escenario presentará una música de tramas sonoras amplias y gran profundidad narrativa junto a su conjunto, un mecanismo de varios engranajes y que él denomina Antonio Monasterio Ensamble. “Todos los músicos tienen una importancia en el desarrollo de los temas. Yo no soy el líder del grupo, sino parte de él, por eso lo llamamos ensamble”, dice al teléfono en un viaje en micro desde Valparaíso a Quilpué, para hacer clases.


Alrededor del compositor hay músicos que provienen de la academia y del jazz, además de intérpretes de instrumentos del folclor chileno o de distintas culturas del mundo: ney turco, guitarra campesina traspuesta, guitarra eléctrica de jazz, saxo tenor, piano, contrabajo y batería. Pero en la obra, Monasterio también incorpora la electrónica al procesamiento de esos sonidos orgánicos, junto con registros del paisaje sonoro urbano.


Editado por el sello Mescalina, “Las furias y el mar” fue resultado de tiempos turbulentos tanto para él como para la sociedad chilena. El mismo 18 de octubre de 2019, tras su regreso por una gira de conciertos por las tres grandes capitales asiáticas —Beijing, Seúl y Tokio—, el ensamble se presentaba en Valparaíso, en el Edificio Cousiño, la sede porteña de Duoc UC. “Fue el momento inicial del proceso creativo, porque me conectó con una idea que luego se fue desarrollando en distintos niveles. Yo hice una pausa musical, me dediqué al activismo y en todo ese tiempo estuve en la dinámica de lo que estaba pasando en el país. Ahí generé una buena cantidad de material”, dice Monasterio.


La idea que rondó en la creación de “Las furias y el mar” fue la de “violencia”; o mejor dicho, “las distintas violencias” que rodean a los humanos. El proceso de creación de las siete obras, de largo y medio aliento, superó la sola composición musical: Monasterio también reflexionó sobre las violencias en lecturas de ensayos y novelas, como “Solaris” (Stanislaw Lem), además de películas. Incluso, en ese mismo proceso, sumó su mirada del paisaje humano de Valparaíso, a través de caminatas por los cerros, viajes en el metro porteño, observación de gente en el terminal de buses.


La obra cuenta con una estructura donde cada tema está sujeto a un guion. Comienza con el miedo y la ansiedad de enfrentarse a un espacio oscuro y denso, en “Confiar en el bosque”. “Luego, se habla de la violencia que vivimos durante la infancia y la sensación de vulnerabilidad; o una violencia que tiene que ver con Valparaíso, y por eso están las metáforas del mar o del cementerio de Playa Ancha”, refiere Monasterio. “También aparece una mirada a la violencia intrínseca de la especie humana y finalmente la más literal, en la composición ‘Las fieras'. Es la violencia social, la imagen que vivimos en las calles, de distintos lados, durante ese tiempo. La reflexión es sobre por qué estamos dispuestos a herir a otro: ‘Te puedo hacer daño, pero mejor no'”, cierra.

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