El Mercurio
Finalmente, sus herederos han llegado a un acuerdo. Personaje clave en este acercamiento fue el rector de la UDP, Carlos Peña, abogado, profesor de Derecho, conocedor y admirador de la obra de Parra.
María Teresa Cárdenas Maturana
“De lo que no cabe duda, a mí me consta, y es bien importante decirlo, es que él tenía la firme voluntad de que parte de su quehacer, tanto de su obra material (artefactos) como de su obra poética, se preservara para las futuras generaciones”, asegura Carlos Peña sobre un punto clave del acuerdo al que llegaron los herederos directos de Nicanor Parra, sus hijos Catalina, Alberto, Francisca, Ricardo, Colombina y Juan de Dios. En ese sentido, el abogado y rector de la UDP remarca que “el tema de la fundación fue para él siempre un propósito; desde mucho antes de su muerte, persistentemente dijo que eso lo obsesionaba. Yo creo que había algo, ¿cómo decirlo?, en la estatura que Parra con toda justicia se autoatribuía, y que era ponerse a la altura de Neruda y de Huidobro, eso era muy fuerte en él. Solía asomarse a su casa de Las Cruces y te mostraba: ‘allá está la tumba de Huidobro, allá está Neruda'. Esa voluntad de permanencia se manifestaba en este anhelo de la fundación, que afortunadamente se va a cumplir”.
Esto, después de seis años del inicio de la disputa legal entre los herederos, en junio de 2018, tras la muerte de Nicanor Parra, el 23 enero de ese mismo año. Radicados en el extranjero, Catalina y Alberto Parra Troncoso impugnaron entonces el testamento de su padre, en el que favorecía a Colombina Parra Tuca y la nombraba albacea de sus bienes. En la contraparte se ubicaron los otros cuatro hijos, de tres madres distintas. “Yo creo que es bueno decir que no fue impugnado desconfiando de nadie, no hay desconfianzas personales en esto”, enfatiza Carlos Peña. Y hace un breve recuento: “Hubo un litigio muy largo, muy sostenido, y finalmente, como consecuencia de varias conversaciones, todos convinieron en ejecutar la voluntad de Nicanor, en el entendido de que esta era que existiera una fundación. Más bien la discrepancia era en cómo hacerlo, porque la fundación, que ahora se va a modificar, nació en medio de esto, y eso impedía que todos se sintieran acogidos y representados en ella. Eso ya se resolvió”.
Peña destaca, en ese sentido, la generosidad de Alberto y Catalina, y de la hija de esta, Isabel. Ellos actuaron a través del abogado Jorge Meneses, mientras que la abogada Claudia Sarmiento procedió por la otra parte. Finalmente, el avenimiento se firmó en mayo en una notaría de Santiago, pero decidieron que no fuera público. Carlos Peña, figura clave en todo este proceso y quien además actuará como árbitro arbitrador —“lo hago totalmente ad honorem, en homenaje a Nicanor, sobra decirlo”—, entrega los términos más relevantes del acuerdo.
Se abrirán las casas
Respecto de la Fundación Nicanor Parra, cuyo directorio pasará de nueve a siete integrantes, detalla: “Lo que se convino fue que los herederos van a nombrar a los directores. Cuatro por una parte y dos por la otra; luego se nombra al presidente o presidenta. De los herederos que están en Chile, uno de ellos podrá ser director, y lo mismo con los herederos que están fuera. Por la parte de Catalina y de Alberto está Isabel, que ha sido extremadamente generosa y colaboradora. Lo mismo Colombina. El resto de los directores habrá que nombrarlos satisfaciendo ciertos criterios que se enuncian y que se van a convenir. El proceso que viene ahora es la reforma de los estatutos sobre la base de estos principios”.
—¿En qué plazo?
“Debiera ser dentro de 60 o 30 días; los abogados ya están trabajando en eso, y si no hay acuerdo entre ellos, me mandataron a mí, de común acuerdo, para que yo resuelva. Va a ser rápido. La idea de todos es no excluir a quienes hoy día son directores. Ya los herederos decidirán quiénes se mantienen y quiénes no, pero todos están muy agradecidos de la labor que hicieron”.
Sin ocultar su satisfacción, Carlos Peña precisa: “Los herederos convinieron transferir en propiedad la casa de Las Cruces a la fundación, con el encargo de que sea un lugar público, de acceso abierto, con los muebles que la guarnecen, destinado a preservar la memoria y la obra de Nicanor. También se conviene aportar a la fundación, y esto no es menor, la casa de La Reina más un sitio circundante de hasta 2 mil metros en comodato indefinido, con el encargo de que se desarrolle ahí un proyecto para preservar la obra de Nicanor”.
En lo que resta del patrimonio, explica, decidieron mantener una regla de igualdad. “Cada heredero lleva una porción equivalente. Esas asignaciones ya están hechas. Ahora lo que viene son dos fases, que pueden ser paralelas: la reforma de los estatutos, para que toda la familia concurra en el tema de la fundación, y segundo, la distribución de los bienes en particular, que será de común acuerdo y donde no haya acuerdo voy a decidir yo, por encargo de ambas partes”.
—¿Y qué pasó con el testamento impugnado?
“Todo eso quedó sin efecto. Todos convinieron en que son herederos equivalentes y se reconocieron recíprocamente esta calidad, todos reconocieron tener la misma voluntad de preservar la voluntad de Nicanor, y todos se agradecieron recíprocamente los esfuerzos que hasta ahora han hecho, a pesar de los malentendidos. Sería bueno ponerlo así”.
La fundación quedará a cargo de “la administración de los bienes, los derechos de autor, la manera en que se exhibirán sus cuadernos, que es la obra secreta de Parra, y que es muy interesante”, detalla Peña. Muchos de esos cuadernos se perdieron, e incluso se realizó una campaña, en vida de Nicanor, para recuperarlos. “Muchos se perdieron, pero muchos se salvaron —enfatiza—. Los herederos no renuncian a la propiedad que tienen sobre ellos, evidentemente, pero los entregan a la fundación para su custodia y para que se vea si se divulgan o no, y cuándo”.
—¿Qué pasará con las obras de Violeta Parra que tenía Nicanor?
“Hay cosas de Violeta Parra que están en la casa de La Reina, que eran de Nicanor, en consecuencia, forman parte de su patrimonio”.
El espacio físico destinado a la fundación será la casa de La Reina, que empezó a ser restaurada cuando Nicanor Parra aún estaba vivo. “Estamos hablando de una familia que no es rica, pero que así y todo cede parte de su patrimonio a la cultura nacional. A mí esto me parece extraordinario. Esto yo lo pondría de manifiesto”, afirma Peña.
—¿Tendrá alguna participación el Estado en la fundación?
“Hasta ahora, ninguna. La fundación, con el patrimonio que tiene, va a empezar a desarrollar proyectos; por supuesto va a haber que presentarse a fondos concursables y solicitar a algunas personas que contribuyan. Pero la familia ha dado un ejemplo notable, realmente, en un país donde la filantropía se hace por fines ideológicos. Lo que se discutió fue cómo hacemos para respetar la voluntad de Nicanor Parra con nuestra propia fuerza”.
—Eso habla también de respetar la independencia de Parra.
“Por supuesto. Yo creo que es una figura que puede enseñarle mucho a Chile. En un país donde hay tanta tentación tribal, un tipo como Parra, que fue de una independencia insobornable toda su vida, hasta viejo, es un ejemplo. Un tipo que nunca pidió ayuda a nadie, de origen popular, una clase media rural, brillante, capaz de sostenerse a sí mismo, con un sentido de la individualidad tan radical. Es un ejemplo para las nuevas generaciones, realmente”.
—¿Cuándo podrá el público beneficiarse de este acuerdo, visitando por ejemplo las casas?
“Bueno, yo confío que de aquí a comienzos del próximo año esté todo funcionando. Gracias a este acuerdo, el público en general, que es a quien le hablaba Parra y cuya voz Parra intentaba reproducir en la poesía, va a poder visitar las casas, ver cómo era Parra, cómo vivía, las cosas que tenía”.
E incluso visitar su tumba, en el terreno de Las Cruces, donde él quiso ser enterrado. “Yo creo que esa voluntad tan porfiada de Parra de estar ahí tiene que ver con su autoconciencia, con el lugar que él tenía, entre Huidobro y Neruda. A mí me parece extraordinaria esa situación física. Siendo Parra quien era, un renovador de la poesía en castellano”.
Como rector de la UDP, Carlos Peña tuvo una larga relación con Nicanor Parra que también se traspasó al plano personal. Aquí, en 2007. José Alvújar |
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