sábado, agosto 11, 2018

La discusión no estaba cerrada: ¿Es un ícono del feminismo y del mundo gay?

El Mercurio

Aunque por años la posición de la diva no se discutió, la sofisticación del debate feminista puso su rol en tela de juicio. Entre las comunidades LGBT, en tanto, la postura parece no encontrar detractores: para ellos, Madonna sigue siendo una divinidad. 

Sebastián Cerda
Durante 30 años ha sido una verdad establecida e indiscutible. Más allá del curso que en la última década haya seguido su carrera discográfica, Madonna aún es considerada como la "reina del pop", título que no solo apunta a su facilidad para trepar en las listas, sino también a otras cualidades esperables en una monarca: poder, estatura, admiración, éxito, veneración, autonomía, determinación.

Hoy, con los movimientos feministas en su peak y la mujer conquistando espacios, son muchas las personalidades que calzan con un perfil como el descrito. Pero a inicios de los 80 la realidad era completamente distinta. Discusiones como la del aborto libre eran entonces impensables, y el rol secundario de la mujer en el mundo del trabajo era algo que muy pocos cuestionaban. De ellas se esperaba que fueran recatadas, sumisas, maternales, y otras características agrupadas bajo la noción más reduccionista y peyorativa del concepto "dama".

De ahí que la aparición de la artista norteamericana constituyera una sacudida de alcances planetarios, que terminaría por elevarla a la categoría de ícono. De la liberación, el empoderamiento, la emancipación de la mujer. Del feminismo, a fin de cuentas.

Sin embargo, la posterior evolución del debate ha hecho que el consenso en torno a su figura hoy esté lejos de ser absoluto, como reconoce la periodista especializada Marisol García: "No hay cómo negar que es un símbolo de autonomía y control femenino, pero lo es desde códigos sobre todo capitalistas, de juventud y de vida en el Primer Mundo", dice.

La también investigadora en música popular agrega que "sería absurdo negar la marca femenina de Madonna en el pop de las últimas cuatro décadas, y los campos nuevos que su trabajo abrió. Pero su feminismo es parcial, sometido también a sus intereses y no representativo de las nuevas luchas de colectivismo, diversidad y acogida que reivindican hoy muchas mujeres".

Esta perspectiva dual es compartida por la antropóloga Mariana Valenzuela, quien rescata la "imagen de mujer independiente que ella ha construido, y también el juego que hace con la sexualidad, el erotismo, la libertad. Eso tiene algo que va en línea con las corrientes de pensamiento feminista, pero en un nivel de cultura pop, bastante superficial. Tal como sucede con muchas actrices de Hollywood, es más un feminismo como fenómeno de masas y no una profundización".

La académica de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano y magíster en sexualidades, además apunta al presente de una Madonna tratando de dar batalla al paso del tiempo: "Si bien el feminismo se trata de libertad, empoderamiento, de lo que tú quieres hacer con tu cuerpo, de todas maneras ella se somete a los cánones de dominación de belleza, que entre otras cosas te dicen que no puedes envejecer. Hoy eso es una imagen contraria a lo que entendemos por feminismo, que es salirse de aquello".

Musicología feminista

"Madonna es una de las cantantes pop más estudiadas. Ella ha sido un ícono de lo que se conoce como la musicología feminista", cuenta el profesor del Instituto de Música de la Universidad Católica Daniel Party, revelando que el alcance de la artista ha llegado también al mundo académico, con hito inicial en Yale hace más de 35 años.

Según el musicólogo, en la mencionada corriente de estudio se estableció la existencia de normas musicales patriarcales, en cuanto a tipos de combinaciones que se reiteran en un escenario marcadamente masculino. "Los musicólogos que han estudiado sus armonías han percibido que Madonna subvierte la forma histórica en que estas se venían resolviendo. Son canciones que van al choque", dice.

Sin embargo, tampoco en la musicología genera consenso. "Es una figura muy interesante, porque divide a los críticos y a los académicos. Hay una tendencia que es a celebrarla como una mujer empoderada, que toma sus propias decisiones y está en poder de su sexualidad; y otra que dice que es una mujer explotada por la industria", agrega Party.

Pero ya sea en planos artísticos, técnicos o sociológicos, lo claro parece ser que esa división existirá mientras exista Madonna, por lo que también están los que invitan a dejar de lado esa perspectiva para asumir a la artista con todas sus dimensiones a cuestas. Es el caso de la psicoanalista y académica de la Universidad de Santiago Kathya Araujo, quien sentencia que Madonna "por supuesto que es feminista. Hay muchos feminismos, y decir si lo es o no implicaría que hay una policía feminista o un feministómetro, que es lo más lejos de lo que entiendo por feminismo: una lucha por la igualdad, pero sobre todo por la libertad".

Un mundo sin géneros

Donde parece no haber lugar para las dudas es en el significado que la artista tiene para las comunidades LGBT, las que la consideran una verdadera deidad. Prueba de ello son las celebraciones que alistan recintos emblemáticos para el mundo gay a propósito de este 60 cumpleaños, entre ellas la tradicional discoteca Fausto.

"El sábado 18 tendremos una noche de Madonna. Habrá transformistas, estará la doble oficial y otras sorpresas. Yo creo que debemos llevar 30 años celebrándola", asegura Marco Antonio Fausto, encargado de este recinto capitalino inaugurado en 1979, poco antes del estallido de la cantante.

Marco ha podido ver en su propia pista de baile el impacto de Madonna en el mundo gay, el que explica en factores como que "ella apareció en una época en la que no había muchas cosas permitidas, y fue muy irreverente". Una mirada que podría parecer general, pero que en rigor no lo es: mal que mal, las relaciones sexuales entre hombres adultos recién fueron despenalizadas en 1999, por lo que en el terreno de lo "no permitido" durante el Chile de los 80 sin duda que se encontraba la propia homosexualidad.

Pero junto con ello está el que Madonna apuntara con determinación a ese nicho, sobre todo a partir del tour "Blond ambition" y el single "Vogue", ambos de 1990. "El documental 'Strike a pose', centrado en los bailarines de esa gira, da algunas claves sobre este asunto, y entre ellas está la de cómo Madonna consiguió que muchos gays sintieran que en torno a ellos podía forjarse una comunidad, e incluso una familia. Su testimonio de agradecimiento hacia eso es sincero, y probablemente representa lo que otros muchos fans LGBT sintieron por esos años al observarla", dice Marisol García.



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