Mostrando las entradas con la etiqueta Cristián Cuturrufo. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Cristián Cuturrufo. Mostrar todas las entradas

sábado, marzo 20, 2021

Adiós Cuturrufo

 





miércoles, julio 22, 2015

Cristián Cuturrufo, trompetista: “La SCD es más turbia que la chucha”

 



The Clinic

22 de Julio, 2015


En unas semanas más, Cuturrufo llegará con su trompeta al Olimpo del jazz. Tocará en el Blue Note, el club más famoso en el mundo por el que han pasado Dizzi Gillespie y Chick Corea. Y junto a The Chilean Project –que integra junto a Christián Gálvez, Fareed Haque y Alejandro Espinoza– se paseará durante un mes por distintos bares de Nueva York, donde todos quieren tocar. Antes de la gira, hablamos de su vida de pandillero en Coquimbo, del combo que le puso a Scaramelli y de su odio a la bachata y al programa “The Voice”: “Esos cantantes sirven pa cantarle el cumpleaños a la abuelita”, califica.


Por Macarena Gallo


Los Cuturrufo son de Coquimbo. ¿Es cierta la fama de que los coquimbanos son todos choros, mañosos y chuchetas?

-Tal cual. Y a veces cogoteros. Coquimbo es una ciudad muy especial. La caleta, los pescadores, Coquimbo Unido, La Pampilla…


Tu familia decía en una entrevista que allá tenías fama de desordenado.

-Yo era el más revolucionario y desordenado. A los 13 años fui pandillero. Fue en un verano que repetí primero medio. Salía con todos los chicos de mi barrio a huevear por Coquimbo, íbamos a pelear con otro grupo de otra población con linchacos y cadenas. Entretenido.


Esa onda.

-Éramos rudos pero al peo. Cabros chicos tontos, nomás. Todo hasta que me sacaron la cresta y me salí.


¿Es verdad que una vez le sacaste la cresta a Scaramelli?

-Eso fue más tarde. Como en los 90. Soberbia suya. Y una tontera. Nosotros éramos los músicos de la orquesta del Festival de Huasco y los de Cinema llegaron con mucha prepotencia a sacarnos la punta. Y como somos mecha corta los Cuturrufo, terminó de tocar Scaramelli y le sacamos la cresta.


A lo mejor ese fue el inicio de su yetismo…

-No creo, ja, ja, ja. Bien pegado el combo, en todo caso.


En tu época pandillera, ¿ya estabas metido en la música?

-No, la música fue más tarde. Después que quedé repitiendo primero medio, mi papá un día me dijo: apréndete este solo del tema “La Bamba” en trompeta y recién ahí te voy a dar permiso pa una fiesta. Le hice caso y me lo aprendí. Cuando me estaba yendo a la fiesta, mi papá me para cinematográficamente y me dice: “Acuérdate de mí, algún día se te va a prender la ampolleta y no vas a saber lo que va a pasar”. Tal cual. Sucedió. Y me puse a estudiar trompeta, trompeta, trompeta. Y escuchar a Chick Corea, George Gershwin, Cole Porter. Y me transformé en un autista. Nunca más fui a fiestas. Del más malo de la trompeta en el colegio pasé a ser el más bacán, gané todos los puestos en la orquestas. De primero a cuarto medio no tuve ningún cuaderno. Tenía todos los ramos rojos en la Escuela de Música de La Serena. Era pura música.


Una vez dijiste que la Orquesta Sinfónica de La Serena era como el pico.

-Sí. Me había fumado un pito y un periodista maricón me pilla volando bajo y me pregunta por la orquesta y yo le respondo “como el pico”.


¿Pero no pensabas que la orquesta era como el pico?

-O sea, sí. Pero no es que me crea la raja, porque así se entendió… Pero bueno, es verdad: me creo la raja.


¿En serio?

-Sí, me creo un trompetista muy así: la ra ja. Feliz de la vida. Pero eso no me hace ni ser ni déspota ni prepotente, ni nada. Decir que uno se cree la raja en este país cae como las huevas. Pero no me importa. Tengo el ego bien alto y la gente misma te alimenta el ego. ¿No te parece poco todo lo que me huevean? Me dicen que soy mafioso, porque estoy a cargo de todos los festivales, porque voy a todos lados y tengo mi bar. Y dicen que me creo la raja y todo el cuento. Bueno, es así. En el ambiente también se ha creado la atmósfera del Vito Corleone del jazz. O sea, me han dicho que soy el Vito Corleone del jazz. Eso me ha hecho ser un músico jazzista intimidante. Muchos hueones como que me tienen miedo: Cuturrufo, chucha, uf. No soy el más simpático. Eso me ha hecho ser conocido como el hueón cabrón.


¿Quién es el mejor trompetista de Chile? ¿Cristián Cuturrufo?

-No, yo creo que el mejor trompetista de jazz en este país es Jorge Inostroza, mi alter ego.


Ya…

-Mucha gente me conoce por ese nombre. A veces llamo y me hago pasar por Jorge Inostroza, el productor de Cristián Cuturrufo, el jazzista.


Y con el ego tan alto, ¿cómo lo harás en Nueva York, donde vas a ser uno más del montón?

-No me comparo con nadie. Soy yo, nomás. En el mundo del jazz no existe el mejor, uno se codea con todo el mundo. No es que me crea el mejor, pero sí me creo la raja, porque me encanta tocar trompeta, el estilo de jazz que toco me encanta, me siento cómodo, y eso me hace creerme la raja. Es como andar bien en mountainbike. O ser malabarista y que te vaya la raja. Mi ego es absolutamente personal que ni expongo ni lo impongo. Yo solamente toco en el escenario y dejo la cagada. Reviento vasos con mi trompeta. Y eso alimenta mi ego.


¿A los jazzistas los siguen muchas groupies?

-Sí, caleta. Muchas minurris. Pasa, es la realidad. Pero soy hombre casado y con tres hijos. Pero es cierto que uno arriba del escenario tiene una especie de encanto con el sexo opuesto. Más uno, que viene con el ADN de galantería de su abuelo.


LA POLÍTICA Y LA BACHATA


¿El jazz es apolítico?

-Puede ser. A no ser que haya figuras estereotipadas políticamente, como Daniel Lencina que le hizo el jingle a la campaña del SÍ y lo hicieron pico. Pero eso ha cambiado. Yo organizo festivales de jazz para el alcalde Francisco de la Maza, pero también con el Sadi Melo. Soy músico y transversal en lo político. No tengo color político, no me gusta ni la derecha ni la izquierda. Y puedo decir que de diez trabajos en municipios, en siete u ocho veces con la izquierda he tenido rollos. Siempre son con los pagos, salen con sus bicicletas, chanchullos. Con la derecha nunca he tenido problemas de lucas. ¿Qué me dice eso? Algo les pasa a los de izquierda.


¿Votas?

-Por nadie. Mi candidato perfecto es Gladys Lavín, ja, ja, ja. Politizarse es como meterse en una religión. Y la religión de la Nueva Mayoría es primitiva. En Chile está todo envenenado, está la cagada, todo confuso. Este país tiene muchas espinillas. Entre los aluviones, los volcanes, la corrupción, las AFP, la ANFP y la envidia no está tan grato. Está penca la cosa. Menos mal que salimos campeones de América, porque la gente quiere alegría un rato ante tanta mala onda.


¿Cómo celebraste el triunfo de Chile?

-Lloré. Lo vi con mis tres hijos y mi señora en mi casa. Quebré una silla y boté la parrilla eléctrica de una patada cuando Bravo atajó el último penal argentino. Después me fui a mi club, el Jazz Corner, y toqué arriba de la barra. Dejé la cagada. Estábamos todos eufóricos.


¿Tampoco estuviste politizado cuando empezaste en la música? Eran los 80, ¿no te metías en las protestas?

-No, pero con mis amigos grandotes universitarios, con los que tocábamos, me vinculé en tocatas que se hacían en medio de las manifestaciones con lacrimógenas y todo. Uh, la cagá, impresionante. Pero yo siempre detrás, nunca participé. Pero sí, a modo personal y familiar, botamos todos los letreros de Büchi a puros peñascazos y palos. Recorríamos la carretera desde Peñuelas a Coquimbo botando letreros. Cada vez que los reponían, nos dábamos la paja de botarlos de nuevo.


¿Cómo era recibido el jazz en una época en que todos escuchaban a Los Prisioneros?

-Era una pugna súper cerrada. El jazz era como un oasis musical. Estaba todo politizado, con un ambiente bien hostil y aparecía el jazz. Los que pescaban eran los universitarios más volados y experimentales. Se hacían como unas peñas, unos conciertos de jazz medio clandestinos. Era muy chiquito el círculo.


¿Y qué te parecían Los Prisioneros?

-Nunca me ha gustado la música de Los Prisioneros. Ni de Narea y Tapia que son horribles. Sus instrumentos los tocan mal, pero con esa simpleza hicieron maravillas. Y con tres acordes. Eso se valora.


¿Y lo que está haciendo ahora Jorge González?

-No, nada. Me gusta el Pedro Piedra, lo encuentro notable, tiene una simpleza compleja. Su música es simple, pero tiene un fundamento y una identidad que se le nota. Ese me encanta.


¿Pero lo tuyo siempre fue el jazz?

-No soy jazzista, sino que un músico que toca jazz. Soy fanático número uno de la buena cumbia. Me encantan los Viking 5, soy su fan número uno. Primero los Viking 5, después Miles Davis y Herbie Hancock.


Y si te gusta lo bailable, ¿también el reggaetón?

-No, por Dios, es un cáncer para la música pop. Así como la bachata. Metería en una olla con aceite hirviendo al Américo –que lo único bueno que tiene es su trompetista–, a Noche de Brujas y toda esa tracalá de cumbia romántica, chillona, ahueoná, que quiere ser como Marc Anthony. A todos esos hueones los quemaría.


¿Por qué tanto?

-La odio. Es pésima. No me provoca nada, solo malestar auditivo. El estilo de la bachata lo meto a la hoguera. No es que sea clasista, pero la encuentro chula, picante la hueá, horrible, una mierda. Me da vergüenza la bachata. Se va a derrumbar mi casa antes de escuchar bachata. No conquistaría a una mina con un tema de Américo ni cagando.


¿Te gusta la música chilena?

-Me encanta. Pero no escucharía nunca a Lucybell. No me gustan.


¿Por qué no?

-Con todo respeto, pero Lucybell es como un zapato de cuero, pero de plástico. O como un Ferrari chino. Mula. Los Bunkers son insoportables.


¿Qué te parece el programa de talentos “The Voice”?

-El otro día lo vi para sapear. Y nada, una vergüenza ajena. Ese prototipo de jurados, hablan como cantando y opinan como si supieran. Un tongo. Horrible. Hablan bien de un hueón que canta mal. O mal de uno que canta bien. ¿Cómo un jurado hueón se transforma en un jurado si no tienen por dónde? No entiendo. El jurado es de segunda división.


¿A quiénes pondrías?

-En su lugar pondría una bomba.


Más allá de eso, ¿ves talentos en este tipo de programas?

-No hay. El talento es otra cosa. Esto es solo people meter. Esos cantantes sirven pa cantarle el cumpleaños a la abuelita, pero de ahí a ser estrellas, no. Nómbrame a algún hueón que haya salido de un reality en Chile, que sea cantante, y sea una estrella. ¡Nadie poh! Si es una mierda, nomás.


¿Algo más que agregar?

-La SCD, alias SQM de los músicos, porque la hueá es más turbia que la chucha, va a ser mejor –y yo sería feliz– cuando su director sea Patricio Manns, mi máximo ídolo, y deje de serlo Álvaro Scaramelli.

sábado, enero 29, 2011

Pancho Molina capitán de la Semana del Jazz en Las Condes


El Mercurio
Pega Molina, pega. Toca mañana en Pichidangui y el lunes en Los Vilos. Después del Parque Alberto Hurtado va al club El Perseguidor (7), la Piedra Feliz de Valparaíso (9) y a La Serena (11).
Este miércoles parte la cumbre jazzística del Parque Alberto Hurtado, de cinco días de duración. Uno de los invitados estelares es el baterista radicado en Nueva York, quien adelanta novedades sobre su nuevo disco.

IÑIGO DÍAZ
Entre el último concierto que Pancho Molina dio aquí, antes de radicarse en Estados Unidos, y su nuevo regreso a Chile transcurrieron ocho años. En ambos momentos hay un eslabón que encadena la música: "Se llama John Coltrane", dice el baterista de Concepción desde su departamento en Bed Stuy, un barrio bohemio y plagado de músicos en Brooklyn, Nueva York.

En enero de 2004, Molina se despedía del país tocando la famosa suite de Coltrane "A love supreme" (1964) junto a su grupo Los Titulares. Ahora interpretará otra vez la música de ese legendario saxofonista, frente a los tres mil espectadores que llegarán por jornada a la Semana de Jazz en Las Condes, en el Parque Alberto Hurtado. Su concierto es el sábado 5.

"Vamos a tomar tres o cuatro composiciones de Coltrane. Qué mejor que hacerlo con el hombre indicado en la banda: el máster George Garzone", dice. Es el reconocido saxofonista y académico de Berklee, a quien Molina conoció fortuitamente entre clase y clase de "jazz comp" (composición jazzística). "Tuvimos buena vibra y seguimos haciendo cosas. Lo mismo pasó con el pianista Leo Genovese, que también está en el cuarteto. Junto a ellos voy a grabar un disco con mis temas a mitad de año", anuncia.

Pero la fiesta del jazz parte antes, específicamente, este miércoles.

En tres años, este festival ha crecido en dimensiones y en volumen. De la Plaza Perú en el barrio El Golf pasó directo al Parque Araucano, en 2010. Pero según cuenta su creador, el trompetista Cristián Cuturrufo, "ese tremendo espacio nos quedó chico. Por eso nos fuimos al Parque Alberto Hurtado".

La primera jornada, el miércoles, la abre el sexteto del mismo Cuturrufo y el blusero neozelandés Warwick Murray. Hasta el domingo 6, se presentarán dos números por noche. La más esperada es la actuación del cuarteto de Pancho Molina, que además de Garzone (saxo) y Genovese (piano) tiene al contrabajista chileno Rodrigo Galarce.

"En los 90 armamos un movimiento de jazzistas jóvenes, con Charly Silva (piano), el 'Cutu' (trompeta) y el Chico Gálvez (bajo). Iniciamos la época de la autogestión de discos sin sellos, que es sumamente fuerte ahora. En esa época yo tocaba instintivamente, súper conectado con la energía de los otros músicos. Ahora no".

-¿Cómo lo hace?

"Primero, me llega mucho menos plata por tocar (risas). Tardé seis años en encontrar un sonido propio. Es más liviano, dinámico y musical. Interactúa mucho más con la armonía. Todos los miércoles tocamos en el club Teddy's de Brooklyn con mi trío. Ese sonido lo estoy definiendo allí".

TICKETS
Las entradas se retiran en Apoquindo 3.400 y Paul Harris 701. Gratis para los vecinos de la comuna, $1.000 para el público general.


Ofertas para todo gusto
Miércoles 2
Cristián Cuturrufo Sexteto
Warwick Murray &
The Blues Machine

Jueves 3
Ensamble Quintessence
Francesca Ancarola
y Cristián Cuturrufo

Viernes 4
Felipe Riveros Trío
Lino Borbolla Cuarteto
Jorge Caraccioli & Acoustic Funk

Sábado 5
Ernesto Holman
Cuarteto
Pancho Molina
Cuarteto

Domingo 6
Jam session
internacional

viernes, noviembre 19, 2010

Cuturrufo inaugura Club de Jazz de Valparaíso

El Mercurio

Basta un bisílabo para reconocerlo . "Cutu!" se llama el álbum que el coquimbano presentará en tres conciertos. El primero es el 25 de noviembre, en el puerto.

IÑIGO DÍAZ
El trompetista Louis Armstrong era "Satchmo", el vibrafonista Lionel Hampton era "Hamp", el saxofonista Lester Young era "Prez" y el baterista Kenny Clarke era "Klook". Es justo entonces que en Chile el popular trompetista Cristián Cuturrufo sea "Cutu".
"Lo tenía tan cerca que ni siquiera lo vi. Este disco se iba a llamar simplemente 'En vivo', que era un título súper fome. Un melómano me hizo ver que 'Cutu' representaba un sello propio y natural para mí. Así es como me dicen en todos lados: No Cuturrufo, Cutu".
El trompetista tiene previsto presentar su nuevo disco con ese mismo nombre en un concierto en La Piedra Feliz de Valparaíso este 25 de noviembre. El estreno de "Cutu!" coincide con la inauguración de un salón para 90 personas en el segundo piso de esa histórica casona que albergará al nuevo Club de Jazz de Valparaíso. Luego Cuturrufo tocará el viernes 26 en su segunda casa, el club El Perseguidor de Bellavista, y el sábado 27 en Colchagua.
Después de cinco años al mando de un popular quinteto de jazz funk que incluso llevó al Sudeste Asiático, el músico está dirigiendo sus nuevos propósitos hacia el ritmo y el sabor latino con un ensamble de ocho músicos: Jimmy Coll (saxo tenor), José Pino (trombón), Juan Carlos "JC Blues" Aguilera (guitarra), Milton Russell (contrabajo), Carlos Cortés (batería) y Humberto Durán y Juan Calderón (percusiones latinas). "En la grabación se aparece el espíritu latin jazz de Dizzy Gillespie, pero en realidad soy yo. Aquí siento toda mi identidad", dice.
Eso porque el nuevo disco captura la actuación del trompeta en enero pasado en el Festival Providencia Jazz. "Es el cierre de una etapa. Ya lo había hecho con el compilatorio 'Treinta años en trompeta' (2009), pero esto es otra cosa", dice. En "Cutu!", muestra sus propiedades, ya no como el temperamental solista que es, sino como un aventurado arreglador.
"Me subió el ego. Fui al festival, conseguí que me pagaran lo que yo quería, conseguí mi nueva banda. Yo no iba a hacer ningún disco y cuando los ingenieros me mostraron la grabación del concierto se me pararon los pelos. Yo nunca estudié arreglos ni composición, pero arreglé todo el repertorio. Salió por instinto y fue increíble. Es que al final siempre manda el oído".
La cuna porteña
El jazz chileno nació hacia 1924, en Valparaíso, con el violinista, compositor y director de orquestas Pablo Garrido, pero el primer club del puerto se fundó recién en 1957. Fue a partir de las jam sessions organizadas en la Biblioteca Severín y el antiguo Teatro de la CRAV, por el pianista siciliano Giovanni Cultrera y sus amigos Roque Oliva (clarinete), Álvaro Vicencio (saxofón), Hugo Valdebenito (batería) y los trompetistas Sergio Acevedo y Yuyo Rengifo. Ha tenido una vida intermitente. Las últimas refundaciones datan de 2004, cuando La Piedra Feliz se adjudicó el título, y de 2007, cuando otros aficionados llevaron el Valparaíso Jazz Club hacia una casa de avenida Independencia. La Piedra Feliz vuelve a tomar posesión este jueves 25, incluyendo una jam con jazzistas porteños como Moncho Pérez, Andrés Bonnet, Gino Basso y Carlos Rossat. "Es cierto que ha habido muchos clubes en Valparaíso. ¿Quién gana el nombre? El que sigue haciendo los conciertos", dice Cuturrufo.