Es una de las grandes sopranos de lo que va del siglo XXI. Es probable que sea realmente la mejor, al menos en el repertorio que es su dominio: Mozart y Strauss. La gran soprano bávara actuará el sábado 22 de abril en el Teatro del Lago, en Frutillar, junto a su marido, el bajo-barítono Nicolás Testé.
Juan Antonio Muñoz H.
Hay una frase que define la personalidad artística de Diana Damrau, porque devela cómo hace su trabajo. Hablando acerca de Verdi, dice: "Para mí, Verdi es pasión. Y eso es lo que todos anhelamos, ¿verdad? Y si tú cantas bien sus personajes, no importa dónde te encuentres: esa pasión podría aparecer hasta en la ducha".
Diana Damrau (1971) es una de las grandes sopranos de lo que va del siglo XXI. Es probable que sea realmente la mejor, al menos en el repertorio que es su dominio. Experta mozartiana y straussiana, alcanza títulos como "Lucia di Lammermoor" (Donizetti) e "I Puritani" (Bellini), y roles verdianos, como Gilda, Violetta y Luisa Miller. Extraordinaria liederista, su arte es de nuances , claroscuros y reguladores. De musicalidad infalible, su coloratura funciona como mecanismo de relojería suizo. Nadie olvidará sus pianísimos flotados. Además, es una excelente actriz -de paso, se parece físicamente a Meryl Streep-.
-¿Siempre soñó con ser soprano?
"Desde los doce años, cuando vi la 'Traviata' de Zeffirelli con Teresa Stratas y Plácido Domingo. Fue una revelación: la lírica era mi camino. Me gustaba mucho bailar, cantar y entretener a la gente, pero no conocía la ópera. Desde entonces, cantar fue un sueño. Rezaba para que tuviera el talento necesario para hacerlo. Tenía tanto miedo de no poder. Al comienzo, mis padres se preocuparon un poco, pero después, viendo mi pasión y también que mis profesores confirmaban que yo sí podía dedicarme a esto, se tranquilizaron".
-¿Qué es para usted el belcanto? ¿Es la técnica del belcanto la única técnica?
"Creo que es la cima y el premio. Está todo ahí. Un cantante debe dominar la técnica del belcanto, independientemente de que se dedique a otro repertorio. Todas las voces son diferentes, pero el belcanto protege el sonido en toda circunstancia: en el forte , en la llegada a los graves, en los recitativos. Y entrega las herramientas para resolver problemas como la messa di voce , agudos en pianissimo , todo lo que puedas imaginar... Siento que el belcanto permite que emerja el alma a través de la música y de las palabras. Y eso sirve para todo el repertorio. A eso debemos agregar la belleza del sonido".
-¿Estaría dispuesta a sacrificar la belleza del sonido por un efecto dramático?
"Los colores vocales son importantes, porque en ellos viene la expresión. Uno comprende una intención escénica gracias al color con que la voz pinta una frase. En esto de la belleza, el estilo es muy importante. Es distinto hacer Mozart que una obra del siglo XX o XXI, donde con frecuencia se experimenta con las posibilidades de la voz. También el verismo permite ciertas cosas en términos expresivos. Pero sí, creo que a veces es posible emitir una nota o un sonido que no es bello, pero que lo dice todo".
"Con Mozart no tienes escapatoria"
-Usted ha dicho que no puede vivir sin Mozart. ¿Es cierto?
"Absolutamente. Porque Mozart parece conectarte con Dios y con los ángeles. Lleva a otra dimensión y abre el alma. Es, además, una medicina para la voz; muy difícil -porque cantar Mozart sí es muy difícil-, pero también muy sano.
-¿Dónde radica la dificultad de cantar Mozart?
"Siempre estás muy expuesto, de modo que nada puede fallar, pero el canto es natural. Es tan claro y preciso que no tienes escapatoria".
-¿Cómo fue para usted dejar de cantar Susanna ("Bodas de Fígaro") para asumir la Condesa?
"Era el paso lógico. Ya no tengo 27 años y la Condesa es una mujer más madura. Necesitaba hacer el tránsito. Tampoco es que yo piense que la Condesa sea una señora mayor y aburrida; es un personaje magnífico, muy interesante. En buenas cuentas, es la Rosina de "El Barbero de Sevilla" con más experiencia".
-También la Reina de la Noche y Zerbinetta son mujeres abandonadas por usted.
"(Se ríe). Abandonadas, sí, pero muy queridas también. En esto hay que buscar el equilibrio. Yo no puedo estar haciendo los saltos mortales de Zerbinetta o la Reina para después cantar la Condesa o Violetta".
"Cantar tiene mucho que ver con el silencio"
-¿Cómo se relaciona con el actual reinado de los directores de escena en la ópera?
"Creo que hay que escuchar sus propuestas que a veces son estupendas, pero por cierto que hay veces en que alguno de ellos llega con ideas en la cabeza que no quiere cambiar y no quiere escuchar a nadie más... Ahí surgen los problemas. Parto de la base de que un director de escena es un artista y como tal su trabajo se respeta. Pero en esto tenemos que trabajar en conjunto. Uno debe poder hablar, discutir y ¡luchar! si es preciso. Hay que integrar lo que aporta cada uno".
-Hay quienes parten de la base de que la ópera necesita un escándalo para tener éxito.
"Es verdad. Pero lo que cuentan finalmente son la música y el canto. Sabemos que el sexo y la sangre venden, y que hay quienes se apoyan en eso".
-¿Es necesario el silencio para usted?
"Fundamental. Esto de cantar, aunque suene paradójico, tiene mucho que ver con el silencio. Yo lo busco en el contacto con la naturaleza, con los animales; cuando cabalgo, por ejemplo, o cuando hago trekking . También en la vida de familia, que para mí es muy importante".
-Y antes de una actuación, ¿necesita el silencio también?
"Quizás un momento, para concentrarme. Pero no soy de esos cantantes que no emiten un sonido dos días antes de una función... Yo no puedo ser así; creo que este trabajo debe integrarse a nuestra vida".
-¿Dónde está su mente mientras canta? ¿En el escenario o en otra parte?
"Está con la música y con la situación que se representa. En la ópera hay que estar pendiente de todo: de la parte técnica, de tal o cual movimiento, de la expresión, del sobreagudo que viene y que hay que resolver bien... Siempre alerta y con toda la energía puesta ahí".
La paz y el Lied
-Usted siempre canta Lieder. Es un género que la apasiona.
"Ciertamente. Es como algo metafísico. El Lied lleva al público a una gran paz y necesita de paz de parte del intérprete. Esto es muy-muy escaso porque en nuestro mundo no encontramos paz: la exigencia es siempre más y más, y siempre más rápido. El Lied , en cambio, es un género que nos conecta con la fuerza esencial de la vida. Haré una grabación con los 'Vier Lezte Lieder', de Richard Strauss, con Kirill Petrenko y la Bayerische Staatsorchester".
-Se ha anunciado también una serie de recitales sobre Lieder, de Hugo Wolf, con usted junto a Jonas Kaufmann.
"Sí. Es un programa bellísimo con el Italienisches Liederbuch, que haremos en Baden Baden, Viena, París, Londres, Budapest, Barcelona... Por todas partes. Wolf es extraordinario; no es fácil ni para cantar ni para sentir. Cuando uno accede a Wolf, puede comprender la belleza y la sabiduría que hay en sus canciones. Son pequeñas joyas".
-¿Ha pensado en Wagner? ¿Elsa, Elisabeth...?
"Por supuesto. Wagner me encanta. Y también en Richard Strauss, en Arabella y, quizás, en la Mariscala (Rosenkavalier). Pero hay que ver cómo habla la voz. La voz siempre indica el camino. Si se me desaparecen los sobreagudos, ya veré qué hacer (se ríe)".
-Su marido es cantante también (el bajo-barítono francés Nicolás Testé, con quien actuará en Frutillar). ¿Cómo es esto de vivir con quien hace el mismo trabajo?
"Bueno, no andamos cantando todo el día por la casa. Somos bastante normales y hacemos vida de familia. La existencia de los cantantes está sometida a los viajes y al estudio, a aprender nuevos roles y practicar. Hay estrés en eso. También hay que poner atención con la salud, porque no se puede cantar Lucia estando resfriada. Esto de ser ambos cantantes nos permite cuidarnos mutuamente; nos ayudamos mucho".
-Usted tiene una relación muy fuerte con España. ¿Cómo se dio esto?
"La gente del sur es apasionada. Me encanta cómo son los españoles. Soy bastante española en el alma; heredé de mi mamá mi amor por España. Me gusta mucho el flamenco, por el baile y por el cante jondo, pero sobre todo por cómo se muestra a la mujer. La mujer es la madre tierra, la fuerza. Carmen es un personaje fascinante, que resume muy bien algunas de estas cosas; me encantaría cantarlo, pero es para mezzosoprano... Aunque algunas sopranos lo han cantado, como Victoria de los Ángeles. Merimée y Bizet conjugaron muy bien el carácter, con esa mezcla francesa, gitana y sevillana. También me atrae la virilidad del hombre en el flamenco. Volveré pronto a Madrid para un concierto por completo dedicado a Meyerbeer, a propósito de un disco que estará disponible desde el 5 de mayo. Solo música de Meyerbeer para soprano".
-Eso es algo inédito. Nunca se ha hecho algo así.
"Efectivamente. Es muy especial. (Giacomo) Meyerbeer es un compositor soberbio. Fue un hombre increíble y un compositor que logró hacer música en italiano como si fuera música italiana, música en alemán como si fuera música alemana, y lo mismo ocurre con su música francesa. Si uno escucha 'Gli amori di Teolinda' no tiene nada que ver con el aria de Dinorah de 'Le pardon de Ploërmel', 'Ombre légère', que es casi lo único que todo el mundo conoce en el campo de sus obras para sopranos de coloratura. Es un proyecto bellísimo de verdad, y creo que para muchos será un descubrimiento".