El sábado, los cimientos del rock comenzaron a quedar bajo tierra con la muerte de Chuck Berry. Aunque fueron otros los que se transformaron en los preferidos de las masas -Elvis Presley, por ejemplo, se fue a la tumba como el "rey del rock and roll"-, los arquitectos del incendiario ritmo es un título que pertenece a tipos como Berry, dueño del revolucionario riff de guitarra que sentó las bases del movimiento con "Johnny B. Goode" y secuaces que en un momento prácticamente paralelo de la historia arremetieron desde el piano con composiciones bastante lujuriosas para la época: Little Richard (84) y Jerry Lee Lewis (81).
Estos últimos, sobrevivientes de un espiral de escándalos sexuales, drogas y líos con la ley, hoy son los tesoros vivos del rock and roll y atraviesan un presente donde uno aparece coqueteando desde hace algunos años con el retiro, mientras que el otro todavía da señales de querer seguir en actividad.
El pecador religioso
Little Richard siempre rompió esquemas. Hijo de un diácono que vendía alcohol de contrabando, desde temprano tuvo un comportamiento sexual abierto, declarando tener relaciones tanto con hombres como con mujeres, un discurso demasiado rupturista a comienzos de los 50 que le valió un conflicto constante con su padre.
Su propuesta afeminada y libidinosa se abrió paso rápidamente con letras homosexuales como las alusiones de "Tutti frutti", con las que se convirtió en un referente del rock and roll. Los vicios en los setenta lo llevaron a perderse en el consumo de la cocaína; eso, hasta reencontrarse con la religión.
En los ochenta, un accidente automovilístico comenzó a cambiar su vida, dejándole consecuencias que un par de décadas más tarde, tras varios problemas en las piernas y en las caderas, terminaron con él en silla de ruedas. Su salud ha empeorado en los últimos años y un infarto en 2013 ha despertado rumores sobre su delicado estado que lo mantiene alejado de los escenarios.
Piano de fuego
De los gestores del rock and roll, Jerry Lee Lewis es quien, pese a una espiral de vicios y una operación al estómago donde caminó en la cuerda floja entre la vida y la muerte, sigue más firme en la música. De hecho, en su agenda aparece en abril una presentación en Indio, California -el mismo recinto donde se realiza Coachella-, en el Stagecoach, un festival dedicado al country, donde también estarán Willie Nelson, Shania Twain y Cyndi Lauper.
El músico es un sobreviviente dueño de letras pecaminosas en éxitos como "Great balls of fire" con las que incluso pensaba que se iría al infierno. Con un largo historial de matrimonios (7), uno de ellos escandaloso al emparejarse con una prima menor de edad e insólitas anécdotas para coleccionar, como cuando ebrio fue detenido por disparar en la puerta de Graceland, la casa de Elvis Presley en Memphis, para muchos es un milagro que Jerry Lee Lewis siga vivo. Un espectáculo todavía imperdible, aunque ya no le prenda literalmente fuego a su piano. Otra anécdota de la que Chuck Berry fue testigo inesperado.
"Maybellene": La grabó en 1955 y se transformó en su primer sencillo para Chess. De alguna forma con esta historia de carreras en cadillacs y mujeres, Chuck Berry firmaría el pacto entre la juventud y el rock and roll.
"Roll over Beethoven": Una composición que tomaron prestada en sus inicios tanto los Rolling Stones como los Beatles en 1963, siete años después de su publicación. Jagger y compañía, devotos del blues, tomaron rápidamente este nuevo ritmo acelerado que replicaron en una carrera que siempre tuvo al frente a la música norteamericana como luminaria.
"Johnny B. Goode": Fue la canción que sentó las bases del rock and roll en 1958. La introducción del tema funcionó como una directriz que siguieron al pie de la letra, como un contrato, todas las generaciones de músicos posteriores que tuvieron a las guitarras eléctricas como guías.