“Saudades de Gabriela” reúne 13 poemas, la mayoría recogidos de su vida en Portugal en los años 30. El repertorio fue compuesto por Jorge Prado, único cultor chileno de la guitarra portuguesa, quien grabó en Lisboa con importantes fadistas.
IÑIGO DÍAZ
“En ocho meses de Portugal me he salvado la salud y me he ganado un ánimo alegre y ligero, medio infantil, que es el mío de los buenos tiempos”, escribió Gabriela Mistral durante su primera época de vida en ese país, al que llegó en 1935 en su calidad de cónsul, después de un paso, a lo menos turbulento, por Madrid.
En el período de cuatro años en que vivió en Lisboa —dice el mistraliano Pedro Pablo Zegers— no solo retomó la escritura que había dejado en silencio en España, sino que además “comienza a perfilarse una obra maciza y contundente, que va dejando atrás a la poeta de los versos infantiles”. En Portugal, entonces, atravesará el abismo que existe entre dos libros: “Ternura” y “Tala”.
“Muchos de sus poemas más fuertes, nostálgicos y también trágicos fueron escritos en Portugal. Y varios de ellos, pertenecientes a ‘Tala', son ahora nuevas composiciones en el lenguaje del fado portugués”, introduce el músico Jorge Prado, el único cultor de la guitarra portuguesa en Chile, acerca de la gestación de un disco que se presenta hoy con un conversatorio en la Biblioteca Nacional.
Idiomas conectados
“Saudades de Gabriela”, vale decir “Nostalgias de Gabriela”, es una investigación que toma esa obra poética y la transforma en un repertorio único. Compuestos por Prado, los fados fueron grabados en Lisboa con grandes cantoras de la generación actual como Joana Amendoeira, Ana Laíns y Mafalda Arnauth, además del célebre trío formado por José Manuel Neto (guitarra portuguesa), Carlos Manuel Proenca (viola de fado, es decir, guitarra española) y Daniel Pinto (guitarra baixo).
Son 13 poemas de Mistral curatoriados por el chileno, arreglados por los músicos para el ensamble tradicional y ajustados en el lenguaje interpretativo por las propias cantoras. Algunos están en portugués, a partir de las traducciones de Fernando Pinto do Amaral, traductor de Mistral y Borges. Otros se cantaron en español y otros comparten idiomas en sus estrofas: “Riqueza”, “Ausencia”, “País de la ausencia” o “Todas íbamos a ser reinas”, que adquiere la forma de una alegre marcha lisboeta.
“Incluimos los tres ‘Sonetos de la muerte'. Ella podría ser una poeta de fado. Los músicos portugueses con los que trabajé quedaron impresionados con esa sincronía entre su escritura y la esencia del fado. Creo que Mistral podría ser homologable a Fernando Pessoa o a la poeta Florbela Espanca”, dice Prado.
Dos uñas postizas
En un viaje suyo a Lisboa en 2009 como bandoneonista de tango, el chileno conoció el fado y la guitarra portuguesa, cordófono medular en esta música, que se toca con uñas postizas en el índice y el pulgar, realiza melódicos punteos en las introducciones e intermedios, además de marcar los contracantos con la voz de la cantora.
Fue entonces que se convirtió a esa música y desde 2014 encabeza el ensamble Fado al Sur del Mundo, donde participa Jorge Coulon, de Inti-Illimani, además de la cantante Paulina Muñoz y el violista de fado Eugenio González. Se han presentado en el Teatro del Lago, el Teatro Municipal de Valparaíso y el GAM. Habitualmente se les puede escuchar en el subterráneo del Mesón Nerudiano, uno de los espacios que mejor se asemeja al ambiente de penumbra y silencio de las casas de fado lisboetas.
“Gabriela Mistral está muy presente en Lisboa. Existe una placa en el edificio del Bairro Azul, al norte de la ciudad, que da cuenta de donde ella vivió. Y en 2009, Michelle Bachelet inauguró un monumento a Mistral cerca del lugar, donde también se encuentra la Embajada de Chile”, cierra Prado.
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