lunes, octubre 29, 2007

La sobrevivencia de la música cebolla

MÚSICA POPULAR. Revival y permanencia

Óscar Contardo

El documental sobre la vida de Los Ángeles Negros marca el redescubrimiento de la fibra cebolla del alma nacional. El género nacido en los 60 ha sido redescubierto por la generación de los 90. Como diría Germaín de la Fuente: "Y volveré, en tus brazos caeré; las estrellas brillarán, nuestro amor renacerá".


El mito, que más que mito era leyenda y más que leyenda rumor, decía que Chile le debía la expresión "música cebolla" a Antonio Skármeta. Pero el novelista lo desmiente: "No fui yo quien acuñó el término música cebolla". La leyenda debió nacer cuando Skármeta entrevistó al mismísimo Ramón Aguilera -intérprete de "Por qué eres mala"- para la revista cultural La Quinta Rueda. El artículo apareció el 7 de junio de 1973 y el entrevistador dejaba adivinar el fan de boleros atrapado en el cuerpo de un escritor. Tan fan era Skármeta, que incluyó la voz de Aguilera en su película Ardiente Paciencia: "Cuando aparece la despampanante Marcela Osorio pongo de fondo Que me quemen tus ojos". No era la primera incursión de la voz de Ramón Aguilera en una película. También fue parte de la banda sonora de Tres Tristes Tigres, de Raúl Ruiz.

El autor de "Matchball" y "La chica del trombón" añade: "Le pregunté a Ramón directamente qué pensaba del apodo de cantante "cebolla" que le ponían entonces algunos disc-jockeys por sus letras cursi o lacrimosas, la respuesta fue más o menos asÍ: "Mientras reciba la platita que estoy ganando no me importa qué nombre de tubérculo me pongan".

Aguilera sabía del menosprecio al género que consagró el lamento del cornudo y el de los corazones trizados. Un estilo que tan bien se daba en nuestro país. La cebolla no sólo brotaba con fuerza, también tenía audiencia, aunque el consumo interno viviera en la eterna tensión entre el gusto por el cancionero cursi, suspirado y sufrido y la vergüenza a reconocer la debilidad públicamente.

"A fines de los 60, el peruano Lucho Barrios vendía dos millones de discos en América del Sur y el 40 por ciento de ellos los vendía en Chile. Barrios se jactaba de lograr vender discos sin necesidad de promoción", explica el musicólogo Juan Pablo González. Placer culpable, le llamarían años después al gusto por escuchar aquello que no está bien escuchar. Una expresión, la de "placer culpable", que aparece en la mitad del recientemente estrenado documental de Los Ángeles Negros, la cinta de los creadores de Actores Secundarios sobre la banda chilena más exitosa de los 70.

Los Ángeles Negros era cebolla fina de exportación. Germaín de la Fuente, su vocalista emblemático templó su voz a la orilla de un bracero en una quinta de recreo de su natal San Carlos. De La Fuente traspasó fronteras de todo tipo y ha inspirado desde Zalo Reyes hasta Los Bunkers, pasando por Vicky Carr, Jorge González, Raphael, Beasty Boys y Los Tres. Globales en plena Guerra Fría, Los Ángeles Negros triunfaron entre Río Grande y la Patagonia, con una fusión de funky y canciones románticas ejecutadas con formación rockera y estética Beatles. Una mezcla que muchos en Chile trataron de esconder bajo la alfombra por lo cebollenta. "No entiendo cómo pude ser tan tonto", se lamenta en el documental un productor que alguna rechazó programar a los intérpretes de "Y volveré", la canción que es a Los Ángeles Negros lo que "Te recuerdo Amanda" es a Víctor Jara.

El baldón "cebolla" era lapidario. El musicólogo Juan Pablo González descubrió una entrevista al disc-jockey Ricardo García, reemplazante de Raúl Matas en el programa Discomanía. En esa entrevista de 1968 García aclaró: "En nuestro programa no difundimos música cebollenta". Así era no más. Gustaba, pero asustaba.

Tributario del bolero, el vals peruano y la ranchera mexicana, el género de la canción romántica de intensidad extrema nació en una época con una industria de discos en plena expansión. "Hacia finales de los 50 y comienzos de los 60, el rock and roll comienza a aplacarse. El espacio que deja permite que se desarrolle la balada romántica especialmente en México. En un ámbito más subterráneo surgirá la música cebolla". Tan importante como los elementos puramente musicales para definir el género sería el estilo interpretativo. La gracia de la performance debía acompañar a la voz, y para eso el gran modelo fue el ecuatoriano Julio Jaramillo, "modelo e inventor del estilo. Jaramillo tuvo 23 hijos y murió en 1978 a los 43 años de una insuficencia respiratoria y no de cirrosis como se murumró un tiempo", cuenta Juan Pablo González. Jaramillo estableció los parámetros de un estilo sensiblero, "lo que los peruanos llamaban estilo cantinero, que se da en el norte costero del Perú y en Guayaquil, Ecuador. Un estilo de manierismo exacerbado, mucha emoción y situaciones muy al límite", explica González. Tendencia a la afectación femeninamente exagerada, que llevó a Lorenzo Valderrama, otro representante del género, a precaverse y posar junto a su mujer y su hijo frente a las cámaras de la prensa gráfica de la época. No fuera a pensarse otra cosa.

Los Ángeles Negros y Los Galos compartirían ese sonido espeso y lánguido que con órgano, guitarra eléctrica, bajo y batería se escucharía en los auditorios radiales setenteros, en las quintas de recreo, en carpas de la periferia, fuentes de soda recubiertas en formalita o en las muchas giras a provincia. "Hay registro de lo común que eran las giras no sólo a través de los anuncios, sino por la cantidad de accidentes que sufrían las bandas viajando en unas micros desvencijadas por carreteras maltrechas", puntualiza González.

El viaje rumbo a la reivindicación comenzaría en los 90, cuando las bandas de rock comenzaron la operación de desempolvar el pasado."iene un revival general, en Estados Unidos de la música negra y aquí a redescubrir la historia musical olvidada", reflexionan Jorge Leiva y Pachi Bustos, creadores del documental Los Ángeles Negros. Un síntoma de la comunión intergeneracional es la canción de los créditos finales del documental que reúne aAnita Tijoux (recientemente nominada por los premios MTV) junto a Álvaro López y Mauricio Durán, de Los Bunkers, en la interpretación de "Tú y tu mirar", de Germaín de la Fuente (el video se puede ver en YouTube).

Para los documentalistas la supervivencia del género, pese al menosprecio, se debe a la existencia de una fibra naturalmente cebolla en el chileno. La misma que transforma en ídolo a Marco Antonio Solís, el mexicano que trata a sus fans de damitas y clama porque no hay nada más difícil que vivir sin ti. Una fibra que no es rockera (por algo los Rolling Stones no llenan el nacional), sino más bien sufridamente romántica. "Otro ejemplo es el cantante colombiano Charlie Zaa, quien llegó a Chile con el repertorio de Julio Jaramillo, vendió como en ninguna otra parte y se hizo famoso sólo aquí", explica Jorge Leiva. Es la misma fibra sufriente que hizo de Los Ángeles Negros una leyenda.

Hits

Y Volveré

Las Ángeles Negros.

Texto escogido: "Amor adiós, no se puede continuar; ya la magia terminó, ahora tengo que marchar, será mejor, seguir nuestra soledad; si hoy el cielo se cubrió, quizá mañana brille el sol".

Juramento, Julio Jaramillo.

Texto escogido: "No puedo verte triste porque me mata tu carita de pena; mi dulce amor, me duele tanto el llanto que tu derramas que se llena de angustia mi corazón".

Como deseo ser tu amor, Los Galos.

Texto escogido: "Como deseo ser tu amor para poder vibrar así con cada espacio de tu cuerpo. Como deseo ver la luz de la mañana y junto a mí sentir aliento de tu boca".

Los grandes éxitos de Los Ángeles Negros fueron reeditados en dos discos recopilatorios lanzados este mes paralelamente al documental.

Skármeta: un fan de la música aromántica

El escritor Antonio Skármeta no sólo es un admirador de la canción romántica. También es autor de lo que él clasifica como "boleros cebolla" .

"Yo escribí boleros que cantábamos en fiestas y hasta los Ramblers tocaron una vez en una radio de la calle Miraflores un 'instrumental' mío que se titulaba 'Okey'", confidencia el autor de Ardiente paciencia.

"La perla roja" se llama el bolero de su autoría que decide revelar-"es el más cursi"- y cuyo comienzo dice así: "Quiero que el próximo verano nos casemos y formemos en un suburbio nuestro hogar/una casa modesta con muchas ventanas, donde el sol envidioso, envidioso nos pueda mirar".

-¿Le avergonzó alguna vez ser un seguidor de esta música?

"Estoy absolutamente dichoso de haberme remitido toda la vida al magnífico espectáculo del mundo sin inhibiciones ni prejuicios. El genio vive tanto en la alta cultura como en los arrabales de la subcultura. Es bien cierto lo que usted dice de que hubo y hay pontificadores que querían y quieren determinar el bien y el mal, tanto en política como en música, en literatura, en cine. Los intelectuales chilenos odiaban en los '50, '60 y '70 las películas de Hollywood. Los melodramas de Douglas Sirk les producían urticaria. Sólo cuando París, a través de 'Cahiers de Cinema' le da el visto bueno a Hollywood, entonces los snobs locales comienzan a suspirar por sus productos. Lo mismo pasa hoy con los gustos literarios. Muy tempranamente Nicanor Parra se rió de esta vocación 'yanacona' del ambiente cultural chileno. El patético arribismo que exhibe la televisión hoy cuando se pone 'cultural' muestra que esto ya es un sello de identidad nacional".

- A fines de los '60, en medio de un ambiente de compromiso político, la música no comprometida debió ser mirada con sospecha...

"Recuerdo que en los '60 yo era un joven profesor de Filosofía Contemporánea en el Pedagógico de la Universidad de Chile, donde enseñaba a Sartre, Heidegger, Ortega. Por esos días, publiqué mi primer libro de cuentos "El entusiasmo", lo que motivó que me hicieran abundantes entrevistas. En una de ellas me preguntaron: aparte de escritor y catedrático de Filosofía ¿qué otra cosa querría ser? Yo que amaba a Elvis y a Los Beatles contesté: discjockey. La izquierda y ultraizquierda me formó un tribunal popular en la sala E 103 de la Facultad de Filosofía, de la cual salí absuelto sólo porque probé que las raíces del rock and roll estaban en los blues, que era la música originaria de las minorías negras oprimidas en USA".

- ¿Cuáles son los límites de la canción romántica cebolla, cuándo algo comienza a ser cebolla y cuándo deja de serlo?

"Para contestar esta pregunta, me remito a dos maestros. Robert Frost: "No tears in the writer, no tears in the reader" ("Si no hay lágrimas en el escritor, no hay lágrimas en el lector"). Y a Ring Lardner: "How can you write if you can't cry?" ("¿Cómo puedes escribir si no puedes llorar?").

http://diario.elmercurio.com/2007/10/28/artes_y_letras/_portada/noticias/A53BD52B-DE6D-41DE-B503-133D716EB5D1.htm?id={A53BD52B-DE6D-41DE-B503-133D716EB5D1}

1 comentario:

Anónimo dijo...

"busque en el ropero, el arma de fuego, y la acribille". viva la musica cebolla!