Ese día me hice presente en los funerales de Víctor Jara. Fue una visita corta pero fuerte. Caminar, rodearlo, y tocar el feretro.
Me lleno una sensación de angustia, de temor, de rabia, de dolor, de sufrimiento, me quebre en millones de respiros.
Tal vez fue todo lo que significa Víctor, todo lo que su figura encierra, todo lo que podría ser y jamás fue al ver truncada su vida.
Es cierto, hay que tratar de recordarlo siempre sonriendo, pero es dificil con el dolor que transmite su cuerpo.
Su alegría se borra con este dolor.
Espero que al final de los tiempos su horrible muerte no cubra su ser, su obra, su alegría...
Soñemos con Víctor vivo y alegre, con su sonrisa en la mirada.
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