"Como el ajo" |
Nuevo libro. El genio metafórico de los chilenos.
"Barril sin fondo", "el día del níspero", "hasta por ahí no más", "arriba de la pelota", "sabérselas por libro", "sonar como arpa vieja"... La Academia Chilena de la Lengua publica un adelanto de lo que será el "Diccionario fraseológico de uso del español de Chile". Una especie de ventana para reconocer cómo miramos el mundo desde este rincón donde el diablo perdió el poncho.
Por Juan Rodríguez M. Ilustraciones: Francisco Javier Olea
Según el filósofo alemán Friedrich Nietzsche, el lenguaje no hace otra cosa que designar las relaciones de las cosas con nosotros y no con el mundo en sí. O sea, las palabras son metáforas de metáforas: son el resultado de estímulos nerviosos convertidos en una imagen (primer salto) que, luego, es transformada en un sonido articulado (segundo salto).
Qué decir, entonces, de frases como "dar el ancho", "tener años de circo" o "a todo chancho" que caracterizan el habla cotidiana. Tal vez que son la metáfora, la creatividad superlativa, sublime. O mejor: son lo que le da singularidad, distinción, estilo a la abstracción que es el lenguaje. Por ejemplo, ¿no es mucho más concreto, más significativo pedir el "raspado de olla" que lo último que queda de algo? Lo mismo con "ser pura boca", "caerse a la botella", "a la brutanteque", "jurar de guata", "hacerse humo", "creerse la muerte" y "contar plata delante de los pobres".
Esas y otras cientos de metáforas conforman el libro "640 frases que caracterizan a los chilenos" (Uqbar), de la Academia Chilena de la Lengua. Un volumen de 123 páginas que hace las veces de "una muestra y un adelanto simplificado" del "Diccionario fraseológico de uso del español de Chile". El proyecto -dirigido por Alfredo Matus, director de la academia, y coordinado por Darío Rojas, miembro correspondiente de la misma institución y profesor de la Universidad de Chile- debiera ver la luz en unos dos años y tendrá más de seis mil locuciones.
Mientras, tenemos este anticipo de 640 expresiones, tomadas de la literatura (desde "Los papeleros", de Isidora Aguirre, a "Epifanía de una sombra", de Mauricio Wacquez), fuentes audiovisuales, diarios y revistas, foros, blogs y diccionarios como el "ejemplificado de chilenismos y de otros usos diferenciales del español de Chile", de Félix Morales Pettorino.
"No nos pusimos restricciones respecto de qué tipo de fuentes se usaban", explica Rojas. "Ahora, a pesar de eso, nos preocupamos de incluir locuciones que están arraigadas en el uso chileno, porque a veces en los foros, blogs o en algunos periódicos aparecen expresiones nuevas, que muy pocas personas conocen". Para evitar esas "rarezas", el criterio fue que la expresión tuviera por lo menos cinco años de documentación continua: "Es el mismo criterio que usamos antes en otros diccionarios, y hemos comprobado que sirve".
Con este trabajo, la Academia Chilena de la Lengua se ha puesto a la cabeza de un proceso que acaba de hacer propio la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale), pues -tal como cuenta Matus en el prólogo- esta organización, a propuesta de la parte chilena, aprobó asumir como próximo proyecto la elaboración de "un gran Diccionario fraseológico panhispánico ".
Más allá de lo lingüístico
Rojas cuenta que le regaló una copia del libro a una colega española, lexicógrafa y miembro de número de la RAE, cuyos nietos son chilenos. "Me encantó mirar esto -le dijo a Rojas-, porque son las frases que van a usar mis nietos".
La anécdota da cuenta del sentido de esta investigación, que rebasa lo solamente lingüístico. "Es una ventana para conocer nuestra cultura, no tiene nada que ver con usar correctamente o no el lenguaje", explica Rojas. Es una manera de acercarnos a "nuestras representaciones compartidas, a lo que creemos, lo que pensamos, lo que opinamos como comunidad; eso es lo que más nos interesa". Se trata, en fin, de conocer las metáforas con las que concebimos el mundo. "En estas -señala Rojas-, distintos dominios conceptuales son utilizados para referirse a otros, y cuáles son específicamente esos dominios es lo que resulta interesante para conocer nuestra cultura en su manifestación lingüística". Por ejemplo, cuando equiparamos al ser humano a un aparato, a partir de lo cual podemos decir cosas como: "Tener los cables pelados", "ponerse las pilas", "cargar las pilas", "tener el disco rayado", ser el "cable a tierra" de alguien, "patinarle el embrague a alguien", "estirarse el somier" o estar "cero kilómetro".
O, si pasamos del extremo artificial al natural, cuando recurrimos al "dominio conceptual" de los animales para significar nuestras conductas: "Morder el anzuelo", "gato de campo", "medio pollo", "pato malo" o "vida del oso". En otros casos, dice Rojas, elegimos el cine y hasta la religión: podemos "robarnos la película", ser "el bueno (o el malo) de la película" y "pasarnos películas"; o "tener santos en la corte" y, ojalá que no , "quedarnos para vestir santos".
Según Rojas, en general el lenguaje tiene un componente metafórico muy importante, las metáforas están en todas las lenguas -no solo a nivel léxico, sino que también gramatical-, y no en el sentido de un mero recurso retórico o estilístico de la literatura. "Son una manera de entender realidades respecto de las cuales no tenemos una experiencia inmediata. Por ejemplo, concebimos el tiempo en términos de espacio, decimos 'dos días atrás ' o 'tenemos que seguir mirando hacia adelante '. Habitualmente funcionan así, usamos lo más concreto para tratar de entender lo más abstracto. Probablemente lo mismo se puede ver en las frases de este libro".
Frases que, cabe precisar, son chilenas en el sentido de que se usan frecuentemente en nuestro país, lo que no implica que sean empleadas únicamente aquí. O al menos no se puede asegurar. De hecho, según advierte Matus en el prólogo, hay frases "que son de ámbito general panhispánico", como "echar leña al fuego", "romper el hielo", "pagar el pato" o "morder el polvo". O, por citar otros ejemplos, ¿sabía usted que con los argentinos compartimos eso de "pisar el palito" y con los uruguayos, lo de "al ojímetro", "dorar la píldora", "dormir a pata suelta" y "a la que te criaste"?
Decir lo mismo, pero no igual
¿Qué sería de nuestras conversaciones sin estas frases? Según refiere Matus en el libro, algunos lingüistas sostienen que representan hasta el 70% de la lengua nativa adulta. "Constituye un sector fundamental de las lenguas naturales que resulta imperioso y urgente cosechar, estudiar y proyectar en la enseñanza. Manifiesta la potente creatividad del lenguaje humano y los procesos de metaforización", escribe el director de la Academia Chilena de la Lengua.
Si bien no hay estudios que cuantifiquen el peso que estas expresiones tienen en nuestra chilena comunicación, Rojas dice que probablemente están más presentes en lo oral y en lo coloquial que en lo escrito y en lo formal. Ahora, más importante que lo cuantitativo es el peso que tienen cuando queremos lograr ciertos efectos comunicativos adicionales a la mera información. O, dicho en simple, es lo mismo, pero no es igual decir "oye, estoy cansado, paremos aquí", que decir "oye, se me echó la yegua, paremos". Lo primero "suena más seco, en cambio lo segundo es más juguetón", le agrega humor o tal vez hace más amable la solicitud para "rascarse la guata".
La Academia Chilena de la Lengua ya tuvo una experiencia buena con el "Diccionario del uso del español de Chile", de 2010. Y la idea es repetirla con el diccionario de frases y el adelanto que presentan ahora: "La gente se reconoce en su lenguaje a través de este tipo de obras", cree Rojas. Lo que, agrega, "contribuye a seguir minando esa idea de que los chilenos tenemos pobreza de lenguaje, de que hablamos mal". Una idea que para él es más un "discurso aprendido", algo que decimos "de la boca para afuera". "Siempre he estado convencido de que en el fondo sí estamos orgullosos de la forma en la que nos comunicamos. Porque, claro, venimos diciendo desde hace mucho que no nos gusta nuestra forma de hablar, pero a pesar de eso no la hemos cambiado, seguimos hablando igual. Yo creo que eso significa que forma parte de nuestra identidad de manera muy fuerte. Y, bueno, si se trata de cantidades, en este libro hay una muestra de algo que en realidad es mucho mayor, es solamente la punta del iceberg". Ese iceberg que tendrá más de seis mil entradas. "Y eso que son solamente frases -recuerda Rojas-, entonces cómo me van a decir que los chilenos hablamos con cuatrocientas palabras".
Ya que abrimos con Nietzsche, cerremos con él: cabe admirar al hombre "como poderoso genio constructor", dice, "que acierta a levantar sobre cimientos inestables y, por así decirlo, sobre agua en movimiento, una catedral de conceptos infinitamente compleja; y ciertamente, para encontrar apoyo en tales cimientos debe tratarse de un edificio hecho como de telaraña, tan fina que sea transportada por las olas, tan firme que no sea desgarrada por el viento. El hombre, como genio de la arquitectura, se eleva de tal modo muy por encima de la abeja: ésta construye con cera que recoge de la naturaleza; aquél, con la materia bastante más fina de los conceptos que, desde el principio, tiene que producir de sí mismo".
La vanguardia fraseológica chilena
"Un diccionario de uso nunca puede ser terminal", dice Alfredo Matus, director de la Academia Chilena de la Lengua. "Por lo tanto, si estamos proyectando un 'Diccionario fraseológico de uso del español de Chile' para fines del 2017 o principios del 2018, lo concebimos como una edición inicial. Este diccionario se irá progresivamente enriqueciendo en el tiempo; habrá que hacer reediciones, a lo mejor cada cinco años, ponerlo al día, limpiarlo de elementos que ya han caído en desuso, etcétera".
"La fraseología es muy amplia. Se trata de un continuo que va desde la locución, equivalente a una palabra simple, hasta los proverbios y los refranes, equivalentes a textos. Imagínese usted lo que eso significa. Nuestra comunicación verbal está llena de refranes, de proverbios y de modismos, de frases hechas", dice Matus. "Nuestro diccionario va a recoger en su primera etapa solo locuciones. De lo contrario resultaría inmanejable y se acercaría a una enciclopedia".
El trabajo comenzó el año pasado y se encuentra en una etapa que Matus define como "preparatoria", es decir, la de formar una gran base de datos de la cual va a resultar el diccionario. Una obra que además de ser cuantitativamente más importante que el adelanto de 640 frases (tendrá más de seis mil), también lo será cualitativamente. ¿Por qué? Porque la obra recién publicada no es un diccionario, es una muestra, y por lo tanto -explica Matus- "no hay un procesamiento completo de los materiales". En el diccionario "habrá, en este sentido, un tratamiento lexicográfico más integral de las piezas que se recogen", lo que implica una exploración más completa, por ejemplo, de las variantes y de la sinonimia de las distintas locuciones. Así, por citar un caso, "creerse el hoyo del queque" es sinónima con "creerse la muerte".
En el prólogo que escribió para "640 frases que caracterizan a los chilenos", Matus habla de la propuesta que hizo la Academia Chilena de la Lengua a sus homólogas de la Asociación de Academias de la Lengua Española, de desarrollar un "Diccionario fraseológico panhispánico". Un proyecto que acaba de ser aprobado unánimemente en el XV Congreso de dicha corporación, realizado en noviembre en México. "Por primera vez en la historia de las academias se emprenderá un proyecto fraseológico", destaca ahora Matus. ¿Y el diccionario de Manuel Seco? "Si bien es fraseológico, no es panhispánico", responde. "Se llama 'Diccionario fraseológico documentado del español actual', pero Manuel Seco trabajó con bases de datos absolutamente peninsulares, no recoge material hispanoamericano".
Tras aprobarse la propuesta chilena, lo que viene es nombrar una comisión interacadémica que deberá concebir la obra, es decir, definir cuáles serán sus características, el calendario, etcétera. Ahora, por tratarse de un trabajo que estará alineado con la colección de obras panhispánicas -los diccionarios de la lengua española y de dudas, la gramática y la nueva ortografía-, la lógica no es recoger localismos, sino expresiones de uso amplio, ya sea en todo el mundo hispánico o, porque lo anterior es más difícil de encontrar, en un grupo de países, como podrían ser los del Cono Sur. "De lo contrario solo se trataría de elaborar diccionarios locales y después sumarlo todo", concluye Matus, quien, además, lo concibe tal como el próximo "Diccionario de la Lengua Española", esto es, como una obra primero digital que luego se publicará en papel según las necesidades.
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