Los pianistas Svetlana Kotova y Danor Quinteros reinauguraron el piano Pleyel doble con un concierto ayer tras una larga restauración. MUSEO DEL SONIDO |
El Mercurio
Adquirido en Francia por Eusebio Lillo, estuvo por más de dos décadas en la casa familiar que hoy alberga al museo. Tras una rigurosa restauración, la reliquia retornó a ese mismo salón como parte de la exhibición.
IÑIGO DÍAZ
Con forma de mesa rectangular revestida en madera de jacarandá y palisandro, donde las dos colas se funden en el teclado opuesto, el piano Pleyel doble no solo es un peculiar ensayo de lutería, sino una reliquia de 130 años. Esta fábrica francesa construyó 70 ejemplares de pianos dobles, de los cuales hay 12 identificados alrededor del mundo y solo seis que se encuentran en condiciones de ser tocados.
El séptimo está en Chile y tuvo su reestreno en un concierto efectuado ayer en el Museo del Sonido por los pianistas Svetlana Kotova y Danor Quinteros, uno a cada lado. Desde hoy el público puede conocerlo en Huérfanos 2919.
“El piano doble pasará a formar parte de la exhibición permanente, acompañando la colección de gramófonos y fonógrafos de 100 años, al igual que la casa que es nuestra sede en el barrio Yungay. Además, el piano seguirá siendo utilizado para próximos conciertos”, señala Sofía Forttes, directora del museo educativo que recorre la historia del sonido y la reproducción musical, junto con una aproximación a ese sonido desde distintos ángulos, no solo la música.
La descripción del piano es llamativa, pero la historia que lo rodea supera todo ello. Fue adquirido en Francia en la década de 1890 nada menos que por el poeta y político Eusebio Lillo, por encargo de Rafael Cumplido, su amigo y vecino. Tras una exhibición en la Feria Universal de Bruselas de 1897, dada la innovación de los dos teclados, llegó por fin a Chile en 1903.
“El dueño actual del piano Pleyel doble es Benjamín Olivares Pemjeam, tataranieto de Rafael Cumplido, de modo que lo heredó. Lo curioso es que, en algún momento de los años 60, el piano llegó a la casa de Huérfanos 2919, donde vivía su familia y que es la misma del Museo del Sonido actual”, cuenta Felipe Copaja, quien gestionó la restauración del piano y el traslado al museo desde Valdivia, donde se encontraba desde 1987. “El piano regresa a su casa”, complementa Forttes.
La restauración estuvo a cargo del lutier Nikola Mrkša y tomó 27 meses, debido a su estado de deterioro por acción del tiempo y de la humedad valdiviana. Había sido expuesto sin demasiada figuración en el Museo Histórico y Antropológico Maurice van de Maele, muy cerca del río. Ese proyecto contó con el apoyo de Fundación Mariana Prendez, que gestiona el Museo del Sonido, y Gtd. Se repararon, restauraron y reemplazaron más de 18 mil piezas que lo conforman.
“Quedó al mismo nivel de cuando fue construido en Francia”, dice Copaja. Los pianistas convocados a su inauguración 130 años después interpretaron piezas para doble teclado de Ignaz Pleyel y Enrique Soro, además de obras de Mozart, Rachmaninoff y Dvorak. “En su época, un piano equivalía a la radio, el equipo estéreo o la televisión, un aparato para la entretención en la casa familiar. Pero pocos podían tener un piano, dados sus costos. Tener dos era más costoso. Por eso apareció el piano doble, que fue un experimento que finalmente no prosperó”, cierra Copaja.
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