jueves, marzo 17, 2016

George Martin, el sonidista más famoso del mundo

El Mercurio

Difícil encontrar un ingeniero de sonido que haya alcanzado la popularidad y fama del "quinto Beatle", quien además fue productor, compositor y arreglista. Lo ayudó no solo su talento y creatividad, sino también su capacidad de congeniar con los más diversos personajes del mundo de la música pop y entregar soluciones musicales casi siempre originales que abrían nuevos caminos.

  Su era Beatle: Un músico clásico

Nunca tocó el piano como le habría gustado.
A los seis años había convencido a sus papás de que le pusieran una profesora. En el colegio fantaseaba con la idea de ser un concertista e incluso había estudiado composición y arreglos en una academia; pero hasta que conoció en persona a los Beatles, un 6 de junio de 1962, el presente (y el futuro) de George Martin no estaba plenamente en la música, sino en la comedia. En serio.
Por entonces, la mayor parte de las ganancias del sello Parlophone -una pequeña subsidiaria de EMI que Martin gerenteaba- venía de los singles grabados con Peter Sellers, Spike Milligan y otros titanes del humor británico. En realidad, no había accedido a escuchar a esa bandita de Liverpool por una corazonada genial, sino porque todas las otras compañías estaban grabando canciones pop. Era sólo otra moda como tantas. Lo que de verdad le interesaba era continuar usando el estudio como si fuese un teatro, crear nuevos efectos de sonido, transportar a los auditores a un escenario con sólo poner la aguja sobre el disco, usar la voz humana como el más plástico de los instrumentos.

Ese impulso e inventiva es evidente en sus proyectos con Sellers -basta escucharlos en youtube, para darse cuenta-, pero es increíble comprobar la prodigiosa facilidad con que ese ingenio se traspasó a sus grabaciones con The Beatles. ¿Qué las hizo tan perfectas, tan mágicas? No era la técnica: casi todas las bandas de la época grababan en mono y cuatro pistas. Tampoco el espacio: el estudio 2 de Abbey Road había sido diseñado para alojar orquestas, y quizás era demasiado amplio para un grupo de rock. Fue el oído de Martin, aguzado al máximo por su trabajo con los comediantes, el que lo motivó a intentar recrear la atmósfera "en vivo" que el cuarteto generaba en sus shows. Grabarlos en directo, en tomas maestras, sin cortes. Fue su curiosidad por escuchar nuevos sonidos la que contagió a esos chicos que comenzaron a jugar con disonancias ("She Loves You"), acordes imposibles ("A Hard Day's Night"), feedback ("I Feel Fine") y meter nuevos instrumentos al estudio (timbales en "Every Little Thing", una caja de cartón en "What You're Doing"). Para cuando Martin le sugirió a Paul McCartney usar un cuarteto de cuerdas en "Yesterday", el desafiar las expectativas ya no era un juego, era un mecanismo de trabajo, un proceso asimilado de la que se había transformado en la agrupación más popular del mundo.

Tal vez es por eso que, a medio siglo de distancia de esas históricas sesiones, la forma más bella de escuchar a los Beatles aún es la cronológica: ir melodía a melodía, de arreglo en arreglo, asistir -aunque sea de manera virtual- a un proceso de transformación que se desenvuelve y se expande por tus oídos, mientras la banda y su productor van descubriendo nuevos terrenos , atravesando y reconociendo nuevos parajes sonoros al mismo tiempo que son creados: George Martin componiendo los arreglos de cuerda para Eleanor Rigby, mezclando la voz de McCartney con el corno de Alan Civil en For No One, ralentizando la voz de John en la primera sección de Strawberry Fields Forever y luego acelerándola en la segunda, transcribiendo en partitura el barroco solo de trompeta para que David Mason la grabe en el master de Penny Lane. Por momentos, las rutas transitadas por Martin y los Beatles en casi 200 canciones parecen no tener fin, al extremo que él mismo acabó por convertirse en una celebridad pop; él que no iba a ninguna parte sin su traje oscuro, sin peinarse religiosamente a la gomina.

Nunca le gustó el mote de "quinto Beatle". Salvo Paul, rara vez veía a los otros fuera del estudio. Su vida junto al cuarteto ocurría al interior de Abbey Road y ni siquiera era exclusiva: trabajando para Cilla Black, Billy J. Kramer y la BBC, a veces perdía el hilo de lo que estaba haciendo el grupo, pero cuando en enero del 67 McCartney le comentó que Sgt. Pepper, el siguiente disco, sería una mezcla de música, nostalgia y teatro -una obra concebida con principio, desarrollo y final-, se ganó su completa atención. ¿Acaso los Beatles se habían convertido en algo más que cantantes? La certeza de Martin, que acabó dirigiendo una orquesta sinfónica en los majestuosos crescendos atonales de "A Day in the Life", último tema del álbum, ya era absoluta: los chicos iban camino a transformarse en clásicos. Él también.

El productor que todos querían tener

Luego de que Paul McCartney anunciara en una rueda de prensa por el lanzamiento de su primer disco solista, "McCartney", que dejaba a los Beatles, todo el mundo lloró el fin de la banda más importante del siglo pasado. Todos salvo George Martin. A pesar de haber colaborado en la creación de varios de los discos fundamentales en la historia de la música popular-entre ellos "Revolver", "Sgt Peppers Lonely Hearts Club Band" y "Abbey Road"-, trabajo por el que siempre se declaró muy orgulloso, el productor de los Fab Four también deseaba poder hacer otras cosas. El tiempo que los Beatles empezaron a dedicar a su trabajo de estudio desde que se retiraran de los escenarios en 1966 comenzó a ser cada vez más demandante: si "Please Please Me" fue grabado en 10 horas, para el "White Album" ya estaban grabando por cerca de seis meses, y eso sin contar las sesiones de post producción que le tocaban a Martin con sus ingenieros. Es por esto que la serie de producciones que hizo con otros artistas a lo largo de sus próximos 30 años de carrera le resultaron de lo más refrescantes; él mismo lo describió una vez como "una serie de relaciones de una noche luego de haber estado casado con la misma mujer por toda tu vida".

El cierre del capítulo de los Beatles a principios de los 70 no significó el fin de la relación de George Martin con la banda. Mientras John Lennon y George Harrison se aliaban con el infame Phil Spector, y McCartney se alzaba sin saberlo como el abuelo de la música Indie al producir él mismo sus aventuras como multiinstrumentalista, Ringo Starr prefirió dejar su primer disco solista, "Sentimental Journey" en manos conocidas. Cuatro años después, McCartney volvería a llamarlo para que produjera "Live and Let Die", que iba a ser usada como la canción principal de la película de James Bond del mismo nombre, para la que Martin también terminó por escribir la banda sonora. Luego de esta buena experiencia, Macca no dudaría en llamar a su antiguo productor cuando sintiera que su música necesitaba un guía, contratando a Martin para sus discos "Tugo of War" y "Pipes of Peace".
Con el prestigio que había acumulado a lo largo de la década de los 60, George Martin se había convertido en una figura reverenciada dentro de la música popular. Fue por esto que cuando una banda quería que su trabajo sonara profesional y claro, no dudaban en llamarlo. Demostrando su capacidad para conectar el pasado con el presente, guió la colaboración entre la Mahavishnu Orchestra de John McLaughlin con la Orquesta Sinfónica de Londres para el disco "Apocalypse", aunando sin problemas el jazz fusión con la música clásica. Otra banda que recurrió a Martin en busca de un mentor fueron America, quienes venían perdiendo vuelo luego de que canciones como "A horse with no name" los lanzaran a la fama. Al notar que la banda se estaba alejando de sus raíces folk-rock a favor de efectos y tecnologías de moda, el productor los ordenó, enfatizando su lado acústico y añadiendo leves acompañamientos orquestales cuando lo encontrara necesario.

A pesar de estas colaboraciones, quizás el proyecto más importante que dirigió fue el disco "Blow by Blow" (1974), del guitarrista inglés Jeff Beck. Luminaria del rock pesado y la innovación, Beck jugaba en las mismas ligas que coetáneos como Eric Clapton o Jimmy Page, pero su estilo lírico e íntimo de tocar había complicado su colaboración con bandas de rock más tradicionales. Tras haber disuelto su Jeff Beck Group-que incluía a un en ese entonces desconocido Rod Stewart como cantante-, el guitarrista acudió a George Martin para que guiara su nueva y arriesgada apuesta: un disco instrumental de jazz rock. Martin no solo se enfocó en lograr un sonido limpio y ordenado, sino que también animó a Jeff Beck a asumir el rol de líder, con su guitarra interpretando las melodías de la manera en que lo haría un vocalista. "Blow by Blow" obtuvo un inesperado éxito, que abriría las puertas a futuros virtuosos como Joe Satriani o Steve Vai, al demostrar que un buen guitarrista podía prescindir de las voces.

George Martin decidió oficializar su retiro de la música luego de producir la reedición del single "Candle in the Wind" de Elton John en 1997, el que rompería todos los records de ventas. Sin embargo, su lealtad al material de los Beatles resultaría más fuerte que cualquier otra cosa. Fue Giles Martin, su hijo y sucesor como productor musical, quien lo convenció de trabajar juntos en la puesta en escena que el Cirque du Soleil iba a montar usando la música del cuarteto de Liverpool. El resultado fue el disco "Love", donde algunas canciones fueron mezcladas con otras o se les añadieron nuevas partes orquestales, todo bajo la supervisión del hombre que las vio nacer.

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