sábado, octubre 24, 2015

Imágenes de vinilos chilenos con historia

El libro "Vinilo Chileno 363 carátulas" recopilado por Álvaro Díaz, Daniela Lagos, David Ponce y Piedad Rivadeneria tiene un valor de 19.000 pesos en librerías.
El libro solo trae carátulas y no incorpora ningún detalles ni historia sobre ellas ni sobre los músicos.

El Mercurio

El recién editado libro "Vinilo chileno", que recoge 363 carátulas y repasa la época dorada del formato, es un volumen de colección. De él seleccionamos seis portadas, algunas icónicas, otras polémicas o que reflejan sus tiempos: desde el gorrión que mataron para la portada del disco de Quilapayún o la imagen fotografiada y luego pintada con témpera para Ángel Parra hasta el semidesnudo de Patricia Maldonado y la particular crucifixión de Denise, de Aguaturbia.

Por Rodrigo Munizaga


Aguaturbia, "Volumen 2"
Habían pasado unos pocos meses desde el lanzamiento del disco homónimo de Aguaturbia -aquel de la mítica portada con el cuarteto desnudo- cuando el grupo de rock sicodélico se aventuró a mostrar un nuevo material, en 1970, llamado simplemente "Volumen 2", que esta vez traía canciones originales. La portada, una vez más, marcó pauta: la cantante Denise aparecía crucificada. Su marido e integrante de la banda, Carlos Corales, recuerda: "Las críticas por la portada de nuestro primer trabajo fueron tremendas, especialmente a Denise, por estar desnuda. Entonces quisimos hacernos cargo de eso, porque a ella la habían crucificado los medios". Propusieron la idea al sello, se inspiraron en el cuadro "Cristo de San Juan de la Cruz", de Salvador Dalí, y reemplazaron la figura de Jesús por la de la cantante en una sesión donde el fotógrafo tenía todo preparado. "Este señor tenía preparada una cruz en el suelo, y empezamos a ver de qué manera hacerla, entonces se tomó la foto desde arriba y 'La flaca' se cubrió con un manto transparente, una gasa", recuerda Corales.
Fue un estallido: el grupo tuvo que dar disculpas, entre otros, a la Iglesia Católica. "Era muy transgresor por la idea de poner a una mujer. Casi nos excomulgaron, aunque veníamos de familias católicas. Fue un vinilo muy escaso, desapareció rápido".

 Quilapayún, "Basta"
Lanzado en 1969, este disco es uno de los más emblemáticos en la carrera del conjunto, bajo etiqueta del sello Jota Jota y donde venía la canción "La muralla". "Basta", que fue el primero que no tenía la dirección musical de Víctor Jara, tuvo a los hermanos Vicente y Antonio Larrea a cargo del diseño de la carátula, probablemente una de las más icónicas de la música chilena: solo un pájaro muerto y letras en rojo que dicen "basta". Eran los tiempos de la guerra de Vietnam, de las imágenes de la masacre, de niños corriendo desnudos por caminos rurales, de mucha crudeza. Fue el contexto que inspiró la carátula, como cuenta Vicente Larrea: "Pensamos que una manera de representar la inocencia era a través de un gorrión, que existe no solo en Chile. Saqué un rifle a postón y maté un gorrión, así de crudo. Lo dejamos que se secara por tres días, le quebramos una patita, le sacamos unas plumas y Antonio lo fotografió. Creemos que esa imagen reflejó hasta hoy la masacre de los inocentes y lo desquiciadas que son las guerras".
Larrea, que hoy tiene 73 años, reconoce que en estos tiempos seguramente los grupos "animalistas" pondrían el grito en el cielo, "pero el fin justifica los medios", dice. "Hice un acto de crueldad, pero que ha motivado a la gente por años al ver la portada. Una pieza de comunicación eficaz y con letras que parecen una explosión de sangre, que se hicieron con una bombilla", afirma.

Ángel Parra, "Canciones Funcionales"
Otro disco fundacional, otra portada a cargo de los hermanos Larrea: Antonio en la ilustración, Vicente en el diseño. En 1969, Ángel Parra se reunió con ambos y les contó un poco de cómo sería su nuevo trabajo, que retrataba los tiempos de hippismo y evasión. Entonces Antonio Larrea lo fotografió, con unos anteojos que traía puestos, y a la imagen se le hizo un alto contraste (con películas donde se pierden los grises y quedan en blanco y negro), y luego su hermano la coloreó con témpera. "Era todo manual, Ángel andaba con un pañolín que se ve en la imagen y era un poco imitar el  look que él había visto de los lolos que se juntaban en un café de Providencia. La idea era contrastar eso con su música", cuenta Larrea. Y luego añade: "Los afiches sociales de esos tiempos o en los de la UP eran piezas comunicacionales. Como los editaba la Dicap, tenían alta distribución. Era mucho del cantar popular y había un mercado para desarrollar carátulas como estas. Hoy no, porque la gente no está dispuesta a gastar dinero en producir una carátula de estas características. Se prefiere una foto del cantante para solucionar todo, porque es fácil, barato y rápido", se lamenta.

Los Jaivas, "Los Jaivas" o "Volantín"
En rigor, el primer álbum de Los Jaivas es homónimo, pero su portada, con un volantín, es tan característica, que todos lo llaman de ese modo. Autoproducido, tiene improvisación en la instrumentación y balbuceos como letras en sus 38 minutos. Tuvo apenas 500 ejemplares (se reeditó en CD recién en 2001) y el diseño de carátula corrió por cuenta de José Miguel Reyes, hermano mayor del actor de TVN Francisco Reyes, quien en 1971 estudiaba arquitectura y le dio a la portada un toque entre infantil y de orgullo patrio.
Daniela Lagos, autora del libro "Vinilo chileno" (junto a Piedad Rivadeneira, Álvaro Díaz y David Ponce), cuenta que "este fue uno de los vinilos más difíciles de encontrar, porque es muy codiciado no solo en Chile, sino en el mundo, por su tipo de música, y no son tantos los que están en buenas condiciones a estas alturas". La periodista agrega que "existe consenso en que es uno de los discos más valiosos, y siempre hay fans tratando de buscarlo y que su portada esté intacta". Finalmente, lo encontraron gracias a un fanático que tenía una edición que incluía un póster en su interior.
"Vinilo chileno", que salió a la venta en septiembre, tiene esta portada de Los Jaivas como una de sus grandes joyitas y Lagos dice que "lo entretenido de este libro es que se deja ver muy fácil y se hojea rápido, al ser de fotos. Es para mirarlo de vez en cuando, y te das cuenta de modas, historia y música. Hace un panorama muy completo".

Patricia Maldonado, homónimo
Ese LP homónimo de la cantante y conductora de televisión data de 1980 y fue editado por el sello RCA con fotografías a cargo de Carmen Fulle, apoyada por la fallecida compositora Scottie Scott. La idea, cuenta Maldonado, era hacer algo "simpático, de mucho colorido y sensual". Se hicieron varias tomas, pero dos quedaron elegidas: una donde aparece acostada en el suelo, sobre una alfombra y con una suerte de turbante en la cabeza, y otra que sugiere un semidesnudo. "Fue súper osado para la época, estaba cubierta con algo abajo pero nada arriba. Fue una foto bien comentada y yo la encontré muy linda, sin llegar a ser ordinaria", resume.
La sesión fotográfica se hizo en un estudio de la fotógrafa, a quien la cantante ya conocía, entre velas e incienso para dar un ambiente. "Yo en ese tiempo era mina. Y, ¿sabes? He sobrevivido en mi vida con que me digan te amo o te odio al mismo tiempo, entonces es una costumbre que me ataquen o me defiendan. Yo salí en un mercado muy conservador en cuanto a canciones y yo interpretaba temas bien calientes, de amores de cama y con vestidos mostrando pechuga. Es un LP que yo tengo guardado hasta el día de hoy".

Gloria Simonetti, homónimo
Otro disco homónimo y el primero en la carrera de Simonetti. Una portada muy simple de 1978, con ella en primer plano y en una playa. El detalle, el toque distintivo, es que aparece con un muy elegante vestido parada sobre la arena. "Todo era muy especial, imagínate: un cuento de una niña que venía saliendo de la universidad, que quería dedicarse al canto y que era una promesa para los sellos", relata la cantante, quien finalmente fichó por RCA. Como había expectativas, la portada del vinilo pretendía mostrarla con una actitud natural, pero que la identificara. "Sin estereotipos y vestida glamorosa como para una comida", cuenta riendo. Prosigue: "Yo propuse hacerla en la playa de Reñaca y con este vestido corte imperio. Yo era flaca, me veía muy bien, y dimos justo en el clavo, porque era mi primera aparición y se evocaba un lugar especial, porque hasta el día de hoy yo vivo en Concón. Nunca me pude separar de este lugar".
El traje rosado que luce, recuerda Simonetti, lo tenía luego de una comida de gala que había tenido un año antes, bastante clásico, "y de un color raro, porque no era ni tan rosado ni tan fucsia. Además, me puse unos aros grandes y la ventolera era impresionante. Pero creo que salgo con una actitud que tengo hasta el día de hoy". El vestido, eso sí, no resistió el paso de los años. Sí una copia de vinilo que tiene guardada aún en su casa.

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