La nueva directora ejecutiva buscará ampliar el acceso a los talleres artísticos gratuitos, potenciar a las cuatro sedes regionales y remodelar la casa matriz.
Daniela Silva Astorga
El arte en el sentido más amplio es, para ella, una herramienta poderosísima. Jamás lo ha visto como algo accesorio. "Es consustancial al progreso. Por eso, creo profundamente que las políticas públicas en cultura hacen una contribución significativa al desarrollo social", reafirma, de entrada, Loreto Bravo (1956). La trabajadora social, licenciada en Estética y magíster en Comunicación Social, asumió hace un mes -como sucesora de Felipe Mella- la dirección ejecutiva de Balmaceda Arte Joven, la corporación privada sin fines de lucro que cada año ofrece talleres creativos gratuitos para 5.000 alumnos. Ya son 24 años de historia, una casa matriz que funciona junto a la Estación Mapocho, y cuatro sedes regionales en Antofagasta, Valparaíso, Biobío y Los Lagos.
En estas semanas, Bravo se ha empapado con las realidades de todos los centros de Balmaceda. Ha visto al directorio y expuesto informes preliminares sobre su sello. "A priori, mi juicio sobre la corporación era bastante positivo. Quiero ser honesta. He sido siempre una enamorada de esta institución. No obstante, ahora lo confirmé: es muy viva y vivaz, y tiene un patrimonio de cuarto de siglo, pero al mismo tiempo un gran impulso para innovar", dice la directora, quien, antes de asumir, era jefa de gabinete en la Subsecretaría de Educación Parvularia en el Mineduc. Y antes, entre otros cargos, fue encargada de Ciudadanía y Cultura en el Consejo de la Cultura (CNCA).
Cuando Bravo habla de ese patrimonio, se esfuerza en remarcar que valora lo hecho por sus antecesores y que construirá desde esas bases. Anhela además profundizar y expandir el impacto de Balmaceda: "Nuestra misión no es solo dar talleres creativos de calidad fuera del sistema formal de educación. Si los jóvenes desarrollan sus biografías junto al arte, estamos felices; si no, también, pues nuestro deber inicial es generar condiciones para que ejerzan su derecho a la cultura, buscamos crear un público interesado".
-¿Existen estudios cualitativos sobre cuánto los marca pasar por un taller de Balmaceda?
"El que existe llega hasta 2012, así que uno de los proyectos para los 25 años es trabajar con el período siguiente e indagar en las trayectorias biográficas de los alumnos. Sí sabemos que muchos quieren seguir formándose. Es solo una estimación, pero estaríamos hablando de un 50% de los talleristas. Y ahí tenemos un problema: debemos ampliar la experiencia posterior a los cursos. Estamos cortos para la demanda y eso es muy importante, sobre todo, en regiones".
Balmaceda Arte Joven recibe unos $990 millones del CNCA. No obstante, a través de fondos y aportes privados, llega usualmente a un ejercicio presupuestario de $1.200 millones, aunque para el año pasado y este contará con más recursos, porque ganó una licitación del Mineduc. Bravo lo comenta entusiasmada: "Entramos al sistema con nuestros talleres artísticos experimentales. Balmaceda es la instancia de formación artística más importante en Chile fuera de lo formal". Y, ¿funciona todo bien con ese presupuesto? "Sí, pero si tuviésemos más podríamos mejorar la calidad de nuestras sedes. En especial de la casa matriz de Balmaceda 1215".
-¿Cuáles son sus otras metas?
"Quiero ampliar la base de ingreso a nuestras experiencias y talleres, y contar con más instancias para profundizar. Algo así como un segundo piso que satisfaga la demanda de quienes quieren seguir, sería óptimo tener más becas para educación superior. Además, pretendo trabajar la transversalidad entre regiones: romper el hielo entre sedes, hacer circular el talento de nuestros alumnos. Y otro punto decisivo para mí es trabajar con quienes han roto sus trayectorias educativas, como quienes están en el Sename. Ahí también está nuestra misión".
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