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jueves, agosto 29, 2019
Quelentaro y el otro Chile: un adiós a Gastón Guzmán
La Tercera
Casi 60 años alcanzó a vivir el dúo Quelentaro. Fuera de los circuitos comerciales, del canon de la canción protesta, de las militancias políticas… Lo suyo es un testimonio de trabajadores y campesinos. Triste, dicen muchos, y puede ser. Pero genuino, revelador y fundamental. El pueblo chileno quedó estampado para siempre en sus canciones y por eso ellos también han quedado para siempre en la memoria del pueblo chileno
Por Jorge Leiva
“Que otros canten alegrías / Si es que alegres han vivido”. Estos versos de Atahualpa Yupanqui eran citados con recurrencia por los hermanos Guzmán para explicar sus derroteros musicales. Con su cantar recitado, al modo de la tradición hispana de la copla, Quelentaro completó casi 60 años y su historia fue enorme: Grabaron cerca de veinte discos, recorrieron Europa y América, y hablaron de la vida de obreros, de campesinos, de estudiantes, de mujeres y de pobladores. De lo que veían y vivían, casi siempre en primera persona.
Los versos de Quelentaro, así como su propia historia, representan el poderoso testimonio de un Chile que no siempre aparece en las historias oficiales. La vigencia de algunas hoy puede resultar hasta perturbadora. Un ejemplo: En Político Castro Mena de 1969, la voz de un campesino describe prácticas electorales que, 50 años después, no parecen haber cambiado: “Ayer estuve en el pueblo / Con ellos me tropecé / parece que no me vieron / O no me quisieron ver / Ya pasaron los comicios / Vuelvo a la chacra otra vez / Y cuando hayan elecciones / Se nos dejaran caer”.
Los hermanos Gastón (1936 – 2019) y Eduardo Guzmán (1940 – 2012) eran parte de una numerosa familia campesina de Angol, de cinco hermanas mujeres y tres hombres. A diferencia de sus padres, desde los 8 años estos niños fueron al colegio, por caminos rurales, y luego estudiaron en el Liceo de Hombres de la ciudad. Desafiando su destino de campesinos, se convirtieron en asiduos consumidores de literatura y aprendieron a tocar guitarra. Pocos años después, cuando ambos eran obreros de Endesa en Rapel, autoprodujeron su primera grabación (El letrado), tomado de las canciones que componían en conjunto, y que presentaban ante sus compañeros de trabajo.
Lejos de centros urbanos, de circuitos del espectáculo o de estructuras políticas , comenzó y transcurrió su vida de casi 60 años. Fueron un quinteto hasta el año 1968, y luego el dúo de hermanos que todos recuerdan. En 1962, cuando aun eran un grupo, Violeta Parra fue invitada a Rapel, los vio y años después los invitó a su Carpa, a presentarse y a participar del disco colectivo Carpa de la Reina de 1965.
Esa fue la puerta para que el sello Odeón los instara a grabar su primer disco, Coplas al viento. Se integraron a los circuitos de la Nueva Canción Chilena, aunque muchas veces establecieron alguna distancia con el movimiento. De origen campesino y sin militancia política, el camino de Quelentaro fue siempre autónomo. “En comparación con lo que hacíamos”, dijo alguna vez Eduardo Guzmán, “los cantantes de la Nueva Canción parecían niños de colegios de curas”.
En 1973 Eduardo, el menor, partió al exilio primero en Argentina y luego en Canadá. Los hermanos continuaron comunicándose por carta e intercambiando ideas musicales a través de cassetttes que se enviaban y en 1976 Gastón retomó la grabación de discos. De ese tiempo, del disco Lonconao de 1978 es una de sus canciones más conocidas, Qué pasó con el sol, que él presentaba en peñas y en los circuitos del naciente Canto Nuevo.
Se reecontraron en un viaje a Europa para hacer una gira y a comienzos de los años 80 Eduardo regresó de su exilio, y como dúo, saltaron a escenarios más grandes, como el Teatro Cariola o el Teatro California. Serios y dramáticos, un leal público los acompaño siempre, incluso después de los años 90, cuando la llegada de la democracia no significó ningún cambio en su trabajo artístico.
Nunca dejaron de tocar ni de grabar discos, aunque nunca sonaron en la radio o estuvieron en grandes festivales. Como tantos músicos chilenos, que no dependen de los mercados ni del rating para seguir con su camino artístico.
Fueron reconocidos con el Premio Presidente de la República el año 2002, y como Figura Fundamental de la SCD el año 2015. Ayer falleció Gastón, el mayor de los hermanos. Eduardo había partido el 2012. Es el fin de la historia de Quelentaro. Y el comienzo de su inmortalidad.
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